Después de cosechar los racimos de plátanos, se corta el tronco de la platanera, llamado tonton-fig en criollo, para que los retoños se desarrollen con más vigor. El tronco de la planta de plátano se deja secar durante varios días. A continuación, se parte longitudinalmente para recuperar las nervaduras de las hojas, que tienen forma de canalón. Sólo se conservan las partes laterales, ya que son las más fibrosas.

Las fibras recuperadas se vuelven a secar y se tejen en esteras. Las esteras resultantes, colocadas de extremo a extremo, pueden utilizarse para hacer cuerdas de varios metros de longitud.

Además de la fibra de la planta del plátano, Martinica cuenta con varias especies autóctonas de árboles o arbustos, pertenecientes al género Dombeya o Hibiscus, que se denominan mahots. Se trata originalmente de especies de Hibiscus o Hibiscus elatus

y su nombre se tomó prestado de la lengua de los taínos, los primeros habitantes que utilizaban la corteza interior. Algunas especies pertenecen o están emparentadas con la familia de las Malvaceae o se asemejan a ellas y proporcionan productos comparables, como el chilli mahot, el mahot negro, el mahot verde, el mahot de la sabana, también llamado primo mahot, el mahot azul. Su corteza puede transformarse en fuertes fibras que pueden utilizarse para hacer tiras. El mahot azul se ha utilizado en Cuba para sujetar los puros habanos en fardos. La fibra de Mahot es conocida por la producción de objetos textiles. Estas cuerdas se utilizaban para atar el ganado en el campo y también para amarrar los barcos de pesca. El mahot tiene la propiedad de volverse aún más fuerte cuando se expone al agua. Las correas de la corteza interior se utilizaban para atar las trampas de bambú, hasta que llegó el modernismo y el bambú se sustituyó por mallas metálicas, y todo el mundo se convirtió rápidamente a la moda de consumir cuerdas y cordeles sintéticos, todos ellos procedentes de otros lugares y que no tienen nada que ver con la ecología. Y los tantan mahots, los mahots rosas, los mahots pequeños, los azules, los blancos, los rojos, se han convertido en mahots bastardos

A pesar de su gran fiabilidad, su solidez y su resistencia a las inclemencias del tiempo, la cuerda mahot ha tenido que capitular ante el camino fácil: los agricultores y los pescadores prefieren ir al centro comercial a comprar cuerdas nuevas, está más cerca que el bosque, y además éstas ya están hechas

¿Somos conscientes de que estamos perdiendo esta técnica de cestería mahot, que nos daba un medio de vivir en autosuficiencia, sin depender eternamente de los demás?