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Una isla expuesta a muchos riesgos y presiones

Martinica, en la encrucijada de diferentes placas tectónicas, está sujeta a un cierto número de riesgos naturales: terremotos, inundaciones, tsunamis, ciclones tropicales, que están cubiertos por un plan de prevención. Las actividades humanas también influyen en el equilibrio natural. Así, las presiones antrópicas (en particular la agricultura y la urbanización) acentúan la erosión del suelo, la fragmentación de los medios naturales y la contaminación. Las especies exóticas invasoras, como la Miconia, también son una amenaza para la biodiversidad. La actividad turística también contribuye a la presión sobre los recursos (agua, energía) y a la producción de residuos.

Espacios para proteger el equilibrio natural

Martinica, que es uno de los puntos calientes de la biodiversidad mundial, está tomando medidas para preservar la dinámica evolutiva de la vida. Para ello se crearon la reserva natural nacional de Caravelle, la reserva natural nacional de los islotes de Sainte-Anne y la reserva marina de Prêcheur-Albert Falco. También existe una reserva biológica integral en una de las laderas del monte Pelée. El Parque Natural Regional de Martinica pretende conciliar la protección del medio ambiente y las actividades económicas, sobre todo a través de proyectos de ecoturismo.

Los desafíos ambientales de la agricultura

La colonización del territorio se basó en la agricultura intensiva (cultivo de caña de azúcar y plátanos) y la urbanización, lo que provocó la deforestación, la degradación del suelo y la contaminación ambiental. Las aguas de escorrentía cargadas de aportes químicos también han contribuido a la eutrofización del litoral y a la fragilidad de los ecosistemas marinos. La contaminación del medio ambiente por la clordecona sigue siendo un tema de preocupación medioambiental y sanitaria en la actualidad. Este insecticida organoclorado, considerado persistente, se utilizó de 1972 a 1993 para combatir el picudo del plátano. Su uso contaminaba no sólo el suelo, sino también la capa freática y toda la cadena alimentaria. La exposición a la clordecona también es un factor de riesgo para la salud. La estabilidad de la molécula hace que permanezca en el suelo y que las zonas contaminadas deban ser vigiladas. El Estado facilita un mapa de las zonas contaminadas. Se ha elaborado un "plan clordecona IV" para el periodo 2021-2027, destinado a establecer acciones para limitar la exposición de los habitantes al pesticida incriminado. La parte noroccidental de la isla se libró de la clordecona. Es allí, en la comuna de Fonds-Saint-Denis, donde se puede encontrar una agricultura ecológica basada en parte en conocimientos ancestrales y especies locales y adaptadas, promovida por la asociación L'Esprit Lasoté.

La invasión de los Sargazos o el símbolo de la contaminación global

Martinica se enfrenta de vez en cuando al varamiento de algas en sus costas, el Sargassum: Sargassum fluitans y Sargassum natans. La proliferación de estas algas pardas tiene repercusiones económicas directas en el territorio (actividades balnearias y pesca), pero también impactos medioambientales (alteración de la biodiversidad local) y riesgos para la salud de las personas expuestas. Este fenómeno está relacionado con la agricultura intensiva en el Amazonas. En otras palabras, la deforestación masiva y el uso intensivo de insumos -fosfatos y nitratos- generan la lixiviación de los suelos, cuyos efluentes acaban en el río y luego en el océano, donde crean condiciones favorables para el desarrollo del Sargassum. A continuación, las corrientes transportan las algas al mar Caribe. Las nieblas de arena del Sáhara también contribuyen al movimiento del Sargassum. El calentamiento global podría provocar la aparición más frecuente de estas nieblas de arena.

Los retos energéticos del territorio: alejarse de la dependencia del petróleo

La combinación energética de Martinica en 2019 puso de relieve una gran dependencia de los combustibles fósiles (principalmente productos petrolíferos importados), sobre todo vinculados al sector del transporte. Sin embargo, el territorio ha iniciado su transición energética, de acuerdo con la normativa francesa, que pretende lograr la autonomía energética del territorio para 2030. Martinica se propone desarrollar las energías renovables (fotovoltaica, eólica, biomasa) y controlar la demanda de energía (la instalación de calentadores de agua solares y LED ha contribuido a reducir el consumo). La movilidad sigue siendo un reto importante. Se trata de descarbonizar el transporte, fomentando el cambio modal del automóvil al transporte público y la movilidad activa, pero también de desarrollar los vehículos eléctricos. Porque cada gesto cuenta, también se invita a los viajeros a participar en los esfuerzos por reducir el consumo de energía.

Martinica ante el cambio climático

El actual calentamiento global podría tener importantes repercusiones en Martinica, sobre todo con la intensificación de los fenómenos extremos (ciclones tropicales, inundaciones). La subida del nivel del agua y la erosión costera podrían amenazar no sólo las infraestructuras, sino todas las actividades y recursos humanos (agua y biodiversidad).

Para una "ecología descolonial"

Conceptualizada por el investigador martiniqués Malcom Ferdinand, la "ecología decolonial" combina, según él, "la exigencia de preservación del equilibrio ecosistémico de la Tierra y la exigencia decolonial". No sólo está relacionado con las luchas climáticas, sino también con las luchas sociales, feministas y antirracistas. Se trata de integrar en el pensamiento medioambiental la "destrucción humana o medioambiental" puesta en práctica por distintas formas de dominación: imperialismo, colonización, esclavitud. Un concepto que resuena en la historia de Martinica.