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Los autores de la cosecha..

¿En qué otro lugar el esplendor y la inspiración de la naturaleza parecen confluir tan claramente como en la región de los Grandes Lagos? Algunos autores tuvieron la suerte de nacer aquí y beber de la fuente, como el famoso poeta antiguo Catulo, que probablemente nació en Verona, quizá en Sirmione, hacia el año 84 a.C. Como la historia no ha registrado su lugar de nacimiento exacto, los hombres se encargaron de escribir su leyenda y dieron su nombre a los restos de una villa romana descubierta a orillas del lago de Garda. Los textos, en cambio, han sobrevivido a los milenios y es agradable releer su poema Vuelta al redil a orillas del agua, en el que elogia a la ciudad con la que se asocia: "Oh perla, Sirmio, de las islas, de las penínsulas (...) pero qué placer, qué alegría es volver a verte". Unos años más tarde, otro poeta, Virgilio, nació cerca de una ciudad que iba a convertirse en una isla por voluntad de un arquitecto, Alberto Pitentino, que tuvo la audacia y la locura de desviar el curso de las aguas para rodear Mantua. Virgilio, cuando no escribía la Eneida, las Bucólicas o las Geórgicas, sus obras maestras, también alababa la belleza del lago de Garda, mientras que era el lago de Como el que amaba Plinio el Viejo, pasión que compartía con su sobrino, Plinio el Joven, al que había adoptado. Este último aprovechó la belleza de los parajes de Lenno y Bellagio para construirse dos complejos turísticos, que desgraciadamente han desaparecido. Sin embargo, en 1570, el conde Giovanni Anguissola revivió el legado de la familia Plinio construyendo una residencia en la orilla oriental que llevaba explícitamente su nombre. Se dice que esta Villa Pliniana recibió a artistas de renombre en los siglos siguientes, incluido Rossi, que compuso su ópera Tancredi en 1813. Fue también a principios del siglo XIX cuando se escribió la obra más vinculada al lago de Como, una maravilla de Alessandro Manzoni (1785-1873), autor nacido en Milán pero criado en Lecco. Así, La prometida, una novela histórica y romántica, se desarrolla en parte aquí, en el pequeño pueblo de Acquate, donde el cura se ve obligado a anular el matrimonio que habría unido a Renzo y Lucía. Mientras los amantes luchan por encontrarse, el destino de Lombardía se escribe a su alrededor. Unos cien años más tarde, en 1926, en un pequeño pueblo entre el Lago Mayor y el Lago de Varese, un futuro Premio Nobel de Literatura dio su primer grito. Darío Fo, uno de los más grandes dramaturgos de su país, no renegó de sus raíces, al contrario, les atribuyó su imaginación, a veces cáustica, en el prefacio de Allons-y, sobre el comienzo traducido al francés por Maspéro en 1977. Por último, Gianni Rodari (1920-1980) se inspiró en el lago de Orta, donde creció, para ambientar la trama de Il était deux fois le Baron Lambert, una novela juvenil en la que dio vida a personajes, a cual más pintoresco.

... y escritores visitantes

A los autores nativos de la región de los Grandes Lagos hay que añadir, por supuesto, los visitantes de paso que cayeron bajo el hechizo de las aguas tranquilas. Si en la antigüedad no faltaron los elogios que Pablo Diacre dirigió al lago de Como en De laude Larii laci, o recordar que Dante mencionó la isla de Garda en su Divina Comedia, ¿cómo no pensar en el Viaje a Italia donde Goethe aclamó a Verona y sus alrededores? Sin embargo, fue en el siglo XIX cuando los escritores se volvieron más entusiastas, siguiendo el ejemplo de Stendhal, que compartía su fascinación por las Islas Borromeas, el Lago Mayor y aún más por Como, llegando a compadecer, en Promenade dans Rome (1829), a "los que no estaban locos por él". Su amor por Italia le inspiró la reflexión de que "la verdadera patria es aquella en la que se encuentra el mayor número de personas que se parecen a uno", al igual que su obra emblemática, La Chartreuse de Parme

, estrenada en Milán en 1796. La anécdota añadirá que fue en esta misma ciudad donde Stendhal guió a Lord Byron en 1816, hablándole a su manera de la campaña de Rusia y dilucidando una y otra vez sus supuestos vínculos con Napoleón. Otro francés se enamoró de la región, Flaubert, que fue allí en 1845, acompañando -con sus padres- a su hermana que acababa de casarse. Si sus notas y su correspondencia revelan sus disgustos con su familia, éstos parecen remitir ante la tranquilidad del paisaje. Finalmente, a solas, se pone lírico y describe el lago de Como como "un horizonte nevado bordeado de exquisitas viviendas hechas para el estudio y el amor". En el lago Mayor, que le recuerda "un mar, pero cerrado, el infinito no te acoge", aprecia la Isola Madré, "un paraíso terrenal", pero se muestra menos tierno con la Isola Bella, algo en lo que Dickens, que le había precedido unos años, quizá no le hubiera contradicho, ya que la calificó de "fantástica", pero también de "bizarra". En cuanto al lago de Garda, tiene muchos admiradores. En septiembre de 1909, Franz Kafka pasa unas vacaciones en Riva del Garda con su amigo Max Brod. Unos meses más tarde, en marzo de 1910, Ezra Pound descubrió Sirmione, donde no se cansaría de volver, animando a su colega James Joyce a unirse a él. Pero fue sobre todo Gabriele d'Annunzio quien se encariñó con el lago, ya que pasó los últimos diecisiete años de su vida dedicado a la Vittoriale degli italiani, una casa situada en un complejo museístico mucho más grande -la Vittoriale- que es hoy un lugar de visita obligada para los turistas, aunque el decorado inspira reacciones encontradas, reflejando sin duda la reputación sulfurosa que el autor de L'Enfant de volupté y Nocturne ha conservado debido a sus compromisos políticos. Por último, Jean Giono, que decía ser un perfecto hogareño, también sucumbió a la atracción del lago, decidiendo en 1951 visitar el país de su padre, como relata en Voyage en Italie. En conclusión, el recorrido literario por la región de los Grandes Lagos no estaría completo sin mencionar la figura de un hombre, carismático como el infierno, que dejó su huella en todos los lugares donde estuvo, entre los que se encuentra el Lago Mayor. En el Grand Hotel, se dice que fue aquí donde el famoso Hemingway escribió " Adiós a las armas".