Intérieur de la Grande Mosquée de Cordoue. © kasto80 - iStockphoto.com.jpg
Alcazaba de l'Alhambra à Grenade. © Jose Ignacio Soto -iStockphoto.com.jpg

Arte califal

Del siglo VIII al XI, la primera etapa del arte hispano-morisco se plasmó en lo que se ha llamado el arte califal de Córdoba. Bajo la dirección de los omeyas, este califato iba a experimentar una actividad artística muy fértil, que en términos arquitectónicos se reflejó en los numerosos edificios de su capital. Con como emblema más magistral, la Gran Mezquita de Córdoba. Su construcción, que se extendió desde el año 784 hasta el 1001, se llevó a cabo en cuatro etapas, pero desde su creación el objetivo fue convertirlo en el monumento más importante del Islam occidental. Para ello, el edificio cuenta con 19 naves, que descansan sobre 860 pilares de jaspe, mármol y granito de diferentes colores: rojo, blanco, azul y morado. Los arcos en forma de herradura, basados en una técnica visigoda, abundan y se convirtieron en representativos de este estilo arquitectónico. También se caracteriza por las decoraciones y adornos con formas geométricas y motivos vegetales, tallados en el ladrillo. Otro gran logro, Medina Azahara, pretendía simbolizar la grandeza de los omeyas, frente al califato de Bagdad, pero esta "ciudad brillante" rodeada de murallas y que servía de residencia a la corte será destruida por las guerras internas de al-Andalus menos de 100 años después de su creación. Aunque el yacimiento de esta ciudad efímera puede visitarse hoy en día, es sobre todo un banco de datos sobre la época, ya que sólo se ha actualizado el 10% del yacimiento. En Andalucía, otros dos edificios atestiguan la influencia artística del arte califal: la Alcazaba de Almería y la mezquita de Almonaster la Real, en la provincia de Huelva, que tiene una planta similar a la de las mezquitas omeyas. En cuanto a las artes decorativas, destaca el trabajo del mármol, finamente esculpido para objetos cotidianos (jarras, joyeros o ungüentarios, etc.). La cerámica se distingue por su decoración con motivos geométricos y figurativos, pero sobre todo por sus colores, verde o violeta, obtenidos por la aplicación de óxidos de cobre o manganeso. Al igual que en Bagdad y El Cairo, los califas de Córdoba crearon sus propios talleres de tejido, que se convertirían en la fuente de la seda bordada de al-Andalus.

El periodo almohade

Del siglo XII al XIII, la dinastía bereber de los almohades dio lugar a un estilo arquitectónico sobrio y austero, caracterizado por las construcciones de ladrillo, realzadas por una decoración sin excesos. La Giralda fue la manifestación más grandiosa de este estilo. Hoy en día, este antiguo minarete que sigue el modelo de la Kutubiyya de Marrakech sigue dominando la ciudad de Sevilla, desde lo alto de sus 95 metros. Se pueden admirar sus mosaicos de ladrillo, con elegantes ventanas y decorados con encajes de piedra. Durante este periodo, los palacios mantuvieron la misma disposición, pero aparecieron nuevas formas de patio. Entre ellos, el llamado patio en cruz de la Sala de Contratación y el patio de yeso, ambos visibles en el Alcázar de Sevilla. Este último inauguró un sistema de persianas de estuco para la iluminación y la ventilación de las habitaciones circundantes, que posteriormente se sistematizó. En términos militares, los almohades perfeccionaron la eficacia defensiva de las fortalezas anteriores. En particular, crearon torres poligonales para desviar el ángulo de tiro de los atacantes, como en la Torre de Oro de Sevilla. En la provincia de Sevilla se encuentran alcazabas (fortalezas que protegen un lugar de poder, el palacio) como la deAlcalá de Guadaíra, cuyas obras más significativas se realizaron en esta época. En cuanto a la cerámica, el periodo almohade marcó el desarrollo de la técnica del azulejo. Estos azulejos son el resultado de una gran tradición decorativa procedente de Oriente que apareció en el siglo XII en el barrio sevillano de Triana. La época aplicó a las artes decorativas los mismos imperativos de sobriedad, orden y racionalidad que en la arquitectura.

Arte nazarí

Apareció en los siglos XIV y XV en el último reino musulmán de España, el de Granada. La arquitectura de los palacios se caracterizaba por un gran refinamiento en la decoración interior y exterior de los edificios, con paredes revestidas de estuco y esculpidas con cerámica. Al mismo tiempo, la silueta de los arcos se simplificó y afinó. Lógicamente, el edificio en el que este arte es más ejemplar es laAlhambra de Granada. Allí podemos ver una nueva organización de los patios, en línea recta como el patio de los Arrayanes, o cruzados como el de los Leones. Cada una de ellas va acompañada de una nueva tipología de las habitaciones que las rodean, alargadas y terminadas en alcobas para la primera o cuadradas para la segunda. Las construcciones militares retoman los principios del periodo almohade y los dotan de mayor complejidad. Las artes decorativas van a sufrir el mismo refinamiento, sobre todo en lo que se refiere a la cerámica, con el nacimiento de la loza dorada, de reflejos metálicos, con la que se fabricaron los jarrones y las jarras de la Alhambra. O las telas de seda, caracterizadas por sus colores muy intensos y sus patrones similares a las decoraciones arquitectónicas. También verán el nacimiento de la técnica de la taracea, la marquetería que integra la incrustación de materiales (nácar, marfil, metal) de varios colores para formar un mosaico. Al mismo tiempo, el arte mudéjar se impuso entre los siglos XI y XV, siguiendo el progreso de la reconquista. Obra de los artesanos musulmanes que permanecieron en la tierra reconquistada, produjo una síntesis magistral de la estética árabe y occidental, incorporando en particular el arte visigodo. El arco de herradura y la bóveda de estalactitas de los techos están muy presentes. En Sevilla, el patio principal de la Casa de Pilatos permite apreciar la delicadeza de este estilo, al igual que el Palacio de la Condesa de Lebrija, uno de los mejores ejemplos del mudéjar del siglo XV.