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Un soplo de energía verde

Sin relieve ni bosques y frente al mar, Dinamarca reúne las condiciones ideales para apostar por la energía eólica. Lleva haciéndolo desde la década de 1970, hasta el punto de que ahora es el campeón mundial de energía eólica per cápita, con el 56% de su electricidad procedente de turbinas. En 1990 fue el primer país del mundo en crear un parque eólico marino. Treinta años después, todavía pionero, el gobierno danés ha anunciado planes para crear la primera isla energética del mundo, que convertirá el excedente de energía eólica en hidrógeno. Situado en el mar del Norte, el proyecto pretende prescindir del petróleo, el gas y el carbón, de los que el país sigue dependiendo en gran medida. Aunque Dinamarca cuenta con un enorme parque eólico, incluidas las islas Feroe con el parque de Husahagi, el viento no siempre sopla, por lo que los daneses siguen dependiendo en gran medida de las importaciones de los países vecinos. Además, la electricidad solo representa el 20% de la energía consumida. Por tanto, los combustibles fósiles (principalmente petróleo) son mayoritarios. Sin embargo, los objetivos son tan ambiciosos como lo que está en juego: Dinamarca quiere alcanzar el 100% de energías renovables de aquí a 2050.

Capital verde de Europa

En 2014 Copenhague entró en el selecto club de las capitales verdes europeas. Este galardón es la culminación de numerosos avances en el campo de la ecología y de ambiciosos objetivos, como convertirse en la primera ciudad neutra en emisiones de carbono para 2025. Para lograrlo, la ciudad se está centrando en el uso de la bicicleta. Desde la década de 1970 construye carriles bici, anima a sus habitantes a dejar el coche e instala estaciones de autoservicio para bicicletas, hasta haberse convertido en la capital mundial de la bicicleta. Al mismo tiempo, Copenhague desarrolla su red de transporte público con el objetivo de que, en 2025, tres cuartas partes de los desplazamientos se hagan sin coche.

Para disuadir a los residentes de conducir, la ciudad ha reducido los límites de velocidad en sus carreteras y ha limitado el aparcamiento. Los vehículos de gasolina parecen ser una oveja negra nacional, pues Dinamarca ya ha propuesto a la Comisión Europea prohibir su venta para 2030.

Además, la ciudad confía en la tecnología para activar su transición ecológica, como cuando implantó el alumbrado público inteligente. El alumbrado es ahora capaz de ajustarse en función de la luminosidad exterior, el tráfico y la estación del año: un sistema sencillo pero innovador que permite ahorrar un 50% de energía y reducir las emisiones de CO2 en un 20% en la zona renovada. En cuanto a la arquitectura, el 98% de las viviendas se abastecen mediante una red de calefacción compartida, lo que reduce considerablemente las emisiones.

El reino ecológico

En Dinamarca la agricultura es un tema central en términos ecológicos, ya que dos tercios del territorio están dedicados a explotaciones agrícolas. Por ello, el país ha apostado por la agricultura ecológica, ¡hasta el punto de convertirse en el primer exportador mundial! Pero lejos de venderlo todo a los demás, los propios daneses son los primeros consumidores mundiales de alimentos ecológicos, e incluso quieren introducir poco a poco sus servicios públicos (hospitales, comedores, etc.) en la cocina ecológica. Y el país no pretende quedarse ahí: en 2011 lanzó el Plan de Acción Ecológica para Dinamarca (OAPD), que se basa en seis objetivos principales, como por ejemplo aumentar las exportaciones ecológicas y estimular la innovación en el sector ecológico.

Zonas protegidas

Dinamarca cuenta con cinco parques nacionales (seis con Groenlandia) y muchas otras zonas protegidas por distintas figuras jurídicas (Natura 2000, Ramsar...).

La última incorporación es el Parque Nacional Kongernes Nordsjælland, establecido en 2018 en la isla de Selandia. Contiene uno de los bosques más diversos del país en cuanto a especies vegetales y alberga una fauna típica de los bosques caducifolios del norte de Europa, con zorros rojos, ciervos, búhos y martines pescadores.

El Parque Nacional de Thy, creado en 2007, bordea la costa de Jutlandia septentrional. Este parque es conocido sobre todo por haber sido escenario de varios avistamientos de lobos salvajes procedentes de Alemania, ¡a pesar de que el animal se consideró extinguido allí durante doscientos años! El regreso de los lobos demuestra la salud ecológica del parque, al igual que la presencia de numerosas especies de aves, como la grulla y el andarríos chico.

Por último, el Parque Nacional del mar de Wadden, creado en 2010, es el segundo más grande del país, con 1466 kilómetros cuadrados. Junto con su homólogo alemán, el Parque Nacional de Schleswig-Holstein, que se encuentra a solo unas decenas de kilómetros, hace del mar de Wadden una vasta zona en la que prosperan numerosas aves reproductoras, migratorias y otros animales. El entorno único del mar de Wadden es, por ello, Patrimonio de la Humanidad.

Naturaleza virgen en las islas Feroe

Las islas Feroe son un paraíso verde y virgen en medio del océano, y pretenden seguir siéndolo. Con 110.000 turistas anuales para 50.000 habitantes, el archipiélago está lejos de ser un destino turístico de masas, pero prefiere prevenir a curar. Por eso, cada año desde 2019, por iniciativa de la Oficina de Turismo, los lugares más frecuentados de los islotes del Atlántico norte lucen durante dos días el cartel de «cerrado por mantenimiento». Los turistas son entonces sustituidos por un ejército de voluntarios, elegidos al azar, alimentados y alojados, que acuden a cuidar el entorno. El programa incluye la restauración de rutas de senderismo para evitar el pisoteo de la vegetación, la construcción de puntos de observación de aves, la señalización de senderos, etc.