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Dinamarca, ¿un país pequeño?

La superficie total del territorio danés es de 42.924 km2, aproximadamente equivalente al tamaño de la comunidad autónoma de Extremadura, lo que lo convierte en el estado más pequeño de Escandinavia. Pero si se incluyen las islas Feroe y Groenlandia, la superficie total se acerca a los 2.210.579 km2. Un pequeño país se convierte en un gigante, aunque con una población de tan solo 5,8 millones de habitantes. Con únicamente 68 kilómetros de frontera terrestre con Alemania y 7314 kilómetros de costa, Dinamarca es esencialmente un país marítimo, ¡y no hay ningún punto que diste más de 52 kilómetros de la costa! Nada parece excesivo en la geografía danesa, ni siquiera los ríos que esculpen su terreno relativamente llano: el Gudenå, el río más largo, solo recorre 158 km.

Hay poco relieve, pero el paisaje es variado y a veces insólito, alternando zonas rurales (alrededor de Femo, una isla al norte de Lolland) y boscosas (bosque de Gribskov, en el norte de Selandia), costas arenosas (Skagen, Jutlandia septentrional o Hvide Sande, Jutlandia occidental) y costas rocosas (isla de Bornholm, Sanctuary Cliffs u Opalsøen, donde los roquedos de granito se reflejan en las aguas del lago que hay a sus pies), fiordos (Veststadil, Jutlandia) y suntuosos acantilados (Vendsyssel-Thy, mar del Norte), acantilados calcáreos y vertiginosos (isla de Møn, al sur de Selandia) que alcanzan alturas de más de cien metros. También hay paisajes arenosos en el corazón de Jutlandia, sobre todo en los páramos cercanos a Billund. Hacia el suroeste hay pólderes naturales y artificiales, creados por la acción de las mareas y el hundimiento del terreno.

Si asocia el paisaje danés a monotonía, ¡repiénselo! Le sorprenderá.

Una especialidad geográfica: llanuras y costas

La paciente interacción del tiempo ha estructurado la geología danesa. Los suelos, compuestos principalmente por rocas sedimentarias, se formaron durante la era secundaria (a excepción de la isla de Bornholm, que está compuesta por granitos). La creta y la caliza fueron cubiertas por arcillas y arenas durante el Terciario. Pero fue durante el período Cuaternario cuando el paisaje danés cambió más profundamente. El deshielo de los glaciares continentales creó poderosas corrientes de agua que dieron forma a vastos valles que atravesaban Jutlandia de este a oeste. Como consecuencia, los restos de roca arrastrados por el deshielo formaron una cubierta morrénica sobre el subsuelo sedimentario, protuberancias de tierra entre las que se formaron turberas, drenadas y cultivadas por el hombre a lo largo de los siglos. Del mismo modo, el litoral ha evolucionado constantemente, modificado por la erosión y el encenagamiento.

Desde el Neolítico, la actividad humana ha primado sobre los fenómenos naturales y ha modelado radicalmente el paisaje. La deforestación, el cultivo de la tierra y los asentamientos han alterado profundamente la geografía. En la actualidad, dos tercios del país están cultivados y el 12% son bosques. La parte oriental de Dinamarca se caracteriza por sus llanuras y colinas morrénicas, muy fértiles y, por tanto, ocupadas principalmente por grandes campos de cultivo. En el oeste, las nuevas técnicas de regadío y la implantación de cortavientos han favorecido la aparición de cultivos intensivos en esta región hasta ahora virgen. Aquí se suelen plantar coníferas, que soportan bien la pobreza del suelo. El suroeste, región de llanuras pantanosas y pólderes (marismas secas), está aún más marcado por la intervención humana, ya que hubo que construir diques para contener las frecuentes inundaciones de los mares circundantes.

Y si el siglo XIX y el desarrollo de la industria provocaron tristemente la aparición de vastas explotaciones en los páramos de Jutlandia, ahora la protección del patrimonio natural es una cuestión sobre la que la ecología y la política han logrado ponerse de acuerdo para abrir una nueva era, la de la agricultura ecológica y el desarrollo sostenible.

¿Quién, qué, dónde? O cómo saltar de una región a otra

Jutlandia es la península, es decir, la parte continental de Dinamarca. Los jutos, pueblo germánico del mar del Norte asentado en gran medida en el sur del país, dieron su nombre a estas tierras bañadas por el mar del Norte al oeste, el Skagerrak al noroeste, el Kattegat al noreste y el Pequeño Belt al este, estrecho que une el Kattegat con el mar Báltico. Este pedazo de tierra de 368 kilómetros de largo se adhiere a Europa por el sur, con la frontera con Alemania como límite administrativo. Su capital administrativa es Aarhus, importante ciudad portuaria de la costa oriental.

Fiona es la tercera isla más grande del país. Mide casi tres mil kilómetros cuadrados y su punto más elevado, Frøbjerg Bavnehøj, alcanza los 130 metros. Se encuentra entre Jutlandia meridional y la isla de Selandia, donde se halla Copenhague, de la que está separada por el canal navegable del Pequeño Belt. Dos famosos puentes, el Puente Viejo (un puente de cerchas de 1929-1935) y el Puente Nuevo (un puente colgante de 1965-1970) la conectan con tierra firme. Su capital, Odense, es conocida por ser la cuna de Hans Christian Andersen, el hombre que nos arrulló con sus cuentos de hadas.

Selandia es la mayor de las islas danesas y la más poblada: siete mil kilómetros cuadrados y más de dos millones de habitantes. Situada frente a Suecia, controla el estrecho de Øresund, que se puede cruzar en barco, por ferrocarril a través del túnel de Drogden bajo el mar, o por carretera gracias al puente atirantado (construido en 1995-1999) que ya forma parte del paisaje. Una de las mayores autopistas de Escandinavia, la carretera europea E-47, que une Hamburgo con Copenhague, atraviesa la isla.

Las islas Feroe o Føroyar constituyen un archipiélago de dieciocho islas (unos 1400 km² de superficie) situado en el Atlántico norte. El territorio es autónomo desde 1948 y tiene su propio gobierno, que gestiona sus asuntos con excepción de la defensa. Es una tierra sin árboles y escasa vegetación. La razón: el fuerte viento que sopla todo el año. Por otro lado, las aguas del archipiélago, repletas de peces, se benefician del paso de una corriente marina cálida, la famosa corriente del Golfo. Tiene unos cincuenta mil habitantes... ¡para cien mil ovejas!

Groenlandia, «la tierra verde», es una enorme isla de dos millones de kilómetros cuadrados situada en el océano Atlántico, en Norteamérica. Una capa de hielo cubre el 95% de su territorio y las condiciones climáticas son extremas. De sus 56.000 habitantes, un tercio de los cuales se concentra en torno a la capital, Nuuk, situada en el suroeste de la isla, el 80% son inuit y el 14,5% daneses. Despreciada durante mucho tiempo, ahora interesa por su patrimonio natural y por otra razón, que podría acarrear graves consecuencias: el petróleo. Los estadounidenses estiman que sus reservas son la mitad de las de Arabia Saudí.

Naturaleza en estado puro

La necesidad de preservar ciertos paisajes únicos ha llevado a la UNESCO a crear una Convención del Patrimonio Mundial en la que participan varios países, con el objetivo de animarles a tomar conciencia de la belleza de su entorno natural. Como resultado, en Dinamarca se han incluido en la lista cuatro parajes excepcionales.

Un mar de arena y barro: el mar de Wadden

Este parque nacional absolutamente único se considera el mayor sistema del mundo de este tipo: marismas y bancos de arena mareales que se extienden a lo largo de 450 kilómetros desde Helder, en los Países Bajos, pasando por la Baja Sajonia y Schleswig-Holstein, en Alemania, hasta Esbjerg en Dinamarca, y que cubren una superficie de unos diez mil kilómetros cuadrados. Además de Patrimonio Natural de la Humanidad, el mar de Wadden es también Reserva de la Biosfera. Wadden significa «playa», es decir, la zona arenosa entre los dos niveles de marea (alta y baja).

Tiene una salinidad, luz, oxígeno y temperatura variables, lo que da lugar a un ecosistema muy rico. Hay multitud de hábitats de transición: canales de marea, bancos de arena, marismas, praderas marinas, bancos de mejillones, bancos de arena, lagunas, estuarios, playas y dunas. Muchas especies animales y vegetales han hecho de esta zona su hogar, como la foca común, la foca gris y la marsopa común. Los procesos naturales continúan de forma casi imperturbable, así que aproveche esta rareza... ¡pero sea respetuoso y discreto!

Un meteorito y el fin de los dinosaurios: Stevns Klint

El yacimiento geológico de los acantilados de Stevns Klint se encuentra en la isla de Selandia, al suroeste de Store Heddinge. Este litoral de quince kilómetros está jalonado por acantilados fosilíferos de un blanco inmaculado. Su reputación es mundial, y con razón. Este es uno de los ejemplos más sorprendentes de las consecuencias de la caída de un meteorito en nuestro planeta. «¿Y qué?», pensará usted...

El caso que nos ocupa ocurrió a finales del Cretácico, hace unos 65 millones de años. Concretamente, en Chicxulub, en Yucatán, México. En general, los científicos creen que el impacto de este meteorito fue el responsable de una extinción masiva a gran escala de los dinosaurios y de más del 50% de la vida en la Tierra. Aquí, en Dinamarca, aún son visibles los rastros de la nube de ceniza que salió disparada al espacio tras el choque del meteorito con la Tierra. El cráter de 180 kilómetros de diámetro que hay en México sugiere una potencia explosiva varios miles de veces superior a la de Hiroshima. Hoy, el paisaje parece tan tranquilo...

Odsherred: un geoparque internacional

A unos cien kilómetros de Copenhague se encuentra el primer geoparque mundial creado por la UNESCO. ¿Qué es un geoparque? Es un espacio que presenta un patrimonio geológico de importancia internacional, protegido con la misión principal de ayudar a comprender los riesgos naturales y las consecuencias del cambio climático, y mejorar la dinámica de protección de la naturaleza manteniendo al mismo tiempo la actividad humana local.

Odsherred tiene una superficie de 355 kilómetros cuadrados y consta principalmente de 160 kilómetros de costa y valles, estructuras glaciares formadas durante la última glaciación vistuliana, el equivalente a Würm, hace 17.000 años. Entre los veintiún sitios catalogados en toda la zona, los más célebres son las tres morrenas conocidas como los arcos de Odsherred, un ejemplo geomorfológico clásico de relieve glaciar, bastante raro en Europa. Le esperan grandes excursiones.

Entre la naturaleza y la cultura, los paisajes cinegéticos del norte de Selandia

La caza con sabuesos, conocida como «caza de fuerza», era una prebenda de la realeza, que llevó al desarrollo específico de ciertos bosques y terrenos para satisfacer las necesidades de las jaurías y de los practicantes de la también llamada «caza cortesana». Aquí, la naturaleza está modelada por el hombre: caminos de herradura, carreteras secundarias, balizas, vallas, pabellones de caza. Toda una retícula ortogonal, a partir de un centro en forma de estrella, que dio origen al paisaje barroco de los siglos XVII y XVIII.

Se encuentra a treinta kilómetros al norte de Copenhague, en tres zonas principales: Magasin Dyrehave, Gribskov y Jaegersborg Dyrehave-Jægersborg Hegn. Su trazado, que combina modelos franceses y alemanes, optimizaba su función durante la cacería al tiempo que testimoniaba el poder de la monarquía absoluta, su papel en la sociedad, su razón de ser y su poder a través del control de la naturaleza. Un agradable paseo por el bosque que se puede completar con una visita al Museo Danés de la Caza y Silvicultura de Hørsholm.