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Una nación vikinga

Históricamente, la mayoría de la población danesa puede considerarse de origen escandinavo, con individuos de origen inuit y feroés procedentes de los territorios autónomos de Groenlandia y las islas Feroe. Además, existe una minoría oficial alemana de unas 25.000 personas establecidas en un territorio, el antiguo amt de Jutlandia del sur —antiguo condado danés correspondiente al alemán Nord-Schleswig—, que ahora forma parte del danés Syddanmark.

Los antepasados de los daneses se remontan al año 3000 a.C. Eran nómadas originarios del sudeste de Europa que vivían de la caza y la pesca. Mil años más tarde, Dinamarca fue colonizada por los indoeuropeos, emigrantes de Oriente Próximo, y después por los cimbros, pueblo céltico del norte de la península de Jutlandia cuyas conquistas recuerdan extrañamente a las campañas vikingas, los famosos antepasados de los escandinavos que poblaron Dinamarca desde principios del siglo IX. En aquella época había unos dos millones de habitantes en el país.

Dinamarca tiene actualmente 5,8 millones de habitantes, lo que equivale aproximadamente al 1,5% de la población total de Europa. La distribución de la población es relativamente uniforme, pero con una mayor concentración en el área metropolitana de Copenhague, que representa algo menos de un tercio de la población total: 1,3 millones de habitantes. Le siguen las ciudades de Aarhus (315.000), Odense (175.000) y Ålborg (130.000).

A 1 de abril de 2020 el contingente de inmigrantes (primera y segunda generación juntas) representaba el 13,9% de la población. La comunidad turca es la más numerosa, seguida de una mayoría de europeos (160.000), asiáticos (57.000), africanos (24.000) y norteamericanos (6000). Se espera que este porcentaje se estabilice o disminuya en los próximos años, debido a una política de inmigración cada vez más estricta. En 2002 el gobierno conservador y nacionalista impuso la llamada «regla de los 24 años»: los daneses solo pueden casarse con extranjeros si ambos prometidos tienen más de 24 años y cumplen una serie de drásticas condiciones. En 2015 el país adoptó una controvertida ley de confiscación que permite confiscar a los inmigrantes su dinero en efectivo y objetos por valor de más de 1340 euros. En 2018, la pequeña isla de Lindholm se convirtió en un centro de detención al aire libre para extranjeros condenados a prisión a los que los convenios internacionales impiden devolver a sus países de origen. En 2019 las solicitudes de asilo se situaron en su nivel más bajo desde 2008.

Una lengua antigua

El danés pertenece al grupo de las lenguas germánicas. El nórdico antiguo, una lengua vikinga, se habló en Escandinavia desde el siglo VI al XIII. El alfabeto utilizado entonces consistía en un conjunto de signos llamados runas, cuyos trazos aún pueden verse en las famosas piedras rúnicas de Jelling. Después, las lenguas escandinavas se diversificaron, desarrollándose el danés antiguo hasta el siglo XVI, y luego el danés moderno que se habla hoy en día. Existen grandes similitudes entre el danés, el noruego y el sueco. Quienes conozcan el alemán no tendrán demasiados problemas para acostumbrarse a él, al menos a la hora de leer; sin embargo, la pronunciación y la comprensión son bastante difíciles.

Es útil saberlo al consultar un índice, un diccionario o una guía telefónica daneses: hay tres letras más que en nuestro alfabeto, y se encuentran al final de la lista, después de las 27 letras que conocemos en español, en este orden: æ ([ɛ]), ø ([ø]), å ([ɔ]). La y también se pronuncia [y]. También debe saber que en danés se ha abandonado el uso de «usted» por considerar que crea desigualdad. Puede probar a hablar danés diciendo tak (gracias) o farvel (adiós) para tantear la lengua local, pero los daneses hablan inglés con fluidez, lo que facilita la comunicación y la comprensión de las pequeñas palabras de la vida cotidiana.

Por otro lado, hay situaciones en las que necesitará un poco de vocabulario, como descifrar un menú en un restaurante o si se encuentra con una puerta cerrada. En cuanto a los aseos, no se preocupe, se utilizan la letra D de Damer y la H de Herrer, sin confusión posible para los españoles, que asimilarán inmediatamente la D de «Damas» y la H de «Hombres».

En las islas Feroe

Los feroeses descienden de los Gall Ghàidheil, un pueblo nacido de los encuentros entre vikingos y celtas. En 2020 la población insular era de 52.656 habitantes, la más numerosa de la historia del archipiélago, y casi la mitad vivía en la capital, Tórshavn. La isla es un buen lugar para vivir, con una esperanza de vida de 80,4 años para los hombres y 85,3 años para las mujeres. En 2019 el número de ciudadanos extranjeros e inmigrantes registrados fue de 2040 y 1760, respectivamente. Las islas destacan por su tasa de fecundidad, de 2,4, la más alta de Europa, aunque muchas mujeres abandonan la isla para ir al continente.

En cuanto a la inmigración, las estadísticas de 2014 mostraron que el 87% de la ciudadanía procedía de los países nórdicos. Los daneses representan el 77,5%, Groenlandia el 1,5%, Islandia el 2,9%, Noruega el 3% y Suecia el 1,8%. El 8,3% restante eran inmigrantes de noventa países diferentes, la mayoría europeos: Croacia, Macedonia, Polonia, Rumanía, Rusia, Serbia, Lituania, Reino Unido y también Estados Unidos y Canadá.

Los países asiáticos (Tailandia, Filipinas, Indonesia, etc.) representan la comunidad extranjera más numerosa, caracterizada por una migración predominantemente femenina. Estas cifras contrastan con la emigración de las mujeres feroesas, a la espera de que la sociedad insular evolucione hacia una mayor igualdad y tolerancia. Una excepción en Escandinavia (bastante ejemplar en términos de paridad) es que, en estas islas conservadoras, el 66% de las mujeres trabajan a tiempo parcial y solo el 6% de los hombres se acogen al permiso parental.

Una lengua insular propia

La lengua nacional es el feroés. El danés, segunda lengua oficial, así como el inglés —una lengua optativa muy extendida— se enseñan en todas las escuelas. El feroés es también una lengua germánica con raíces en el nórdico antiguo, al igual que el islandés, el noruego, el danés y el sueco. Aunque cercana a estas lenguas escandinavas, el feroés solo se habla en las islas, y sigue siendo una lengua un poco misteriosa incluso dentro del círculo de lenguas nórdicas. Así que, para un español, imagínese la complejidad.

Fue en 1846 cuando Venceslaus Ulricus Hammersheimb, ministro luterano feroés, desarrolló su sistema ortográfico. Para ayudar a enfrentarse a las complejidades fonéticas se ha desarrollado una aplicación de traducción gratuita: Faroe Islands Translate. Escriba una palabra o frase y recibirá casi al instante una traducción en vídeo realizada por un voluntario feroés. Muy útil cuando necesita expresar sus sentimientos sin demora con un «te quiero» o simplemente para pedir una cerveza.

Soluciones al problema de la integración

En vísperas de las elecciones de 2015, el Comité de la ONU para la Eliminación de la Discriminación Racial examinó un informe presentado por Dinamarca, que había creado una unidad de lucha contra la discriminación en el Ministerio de Integración y preparado un nuevo plan de integración para la cuestión del acceso al empleo sin desigualdades. El informe, en el que participaron representantes de Groenlandia y las islas Feroe, afirmaba que el 45% de las personas pertenecientes a minorías étnicas sufrían discriminación, incluida la comunidad romaní. También planteó la situación de los inuit. El ponente señaló igualmente el aumento de la propaganda xenófoba en el discurso político y en los medios de comunicación, el auge de la islamofobia y el atentado terrorista contra la comunidad judía en febrero de 2015.

Asimismo, se ha planteado la cuestión de la libertad de expresión y la incitación al odio después de que el Parlamento danés aceptara una exposición de obras racistas de un artista sueco condenado varias veces por racismo en su país. En conclusión, el informe señalaba las diversas medidas positivas y optimistas adoptadas por el gobierno danés para combatir el racismo y la xenofobia, así como las medidas de integración.

El tema de la inmigración preocupa a muchos países europeos, y la ficción lo aborda a menudo tanto en series de televisión —como The Team (serie policíaca en la que colaboraron Alemania, Bélgica, Austria y Dinamarca)— como en películas.