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Un poco de política

En 1660 el rey Federico III instauró una monarquía absoluta en Dinamarca que duró hasta el 5 de junio de 1849, cuando Federico VII accedió a la petición del pueblo danés y adoptó una monarquía constitucional, garantizando a la ciudadanía la libertad de expresión y de religión. Desde entonces el poder legislativo es ejercido por el soberano, hoy el rey Federico X (entronizado en 2024), y por un parlamento unicameral, el Folketing o Asamblea del Pueblo, compuesto por 179 miembros, dos de ellos por las islas Feroe y dos por Groenlandia.

La presidenta del Gobierno es la señora Mette Frederiksen desde el 28 de junio de 2019 (fue reelegida en noviembre de 1922). La formación del gobierno depende de las elecciones parlamentarias que se celebran cada cuatro años. Es habitual que se forme un gobierno de coalición. Así ocurrió tras las últimas elecciones del 1 de noviembre de 2022, que ganó el Partido Socialdemócrata liderado por la señora Frederiksen. Después de varias semanas de negociaciones se formó un nuevo gobierno sobre la base del acuerdo político titulado «una dirección justa para Dinamarca» de 2019, adoptado por cuatro partidos (Socialdemócrata, Lista Unitaria o izquierda radical, Partido Socialista Popular —verdes— y Partido Social Liberal). Tienen mayoría absoluta en el Parlamento con 90 de los 179 escaños. El panorama político es multipartidista y está formado por doce partidos, la mayoría de los cuales están representados en el Parlamento.

Los nombres de los partidos políticos daneses pueden resultar confusos, ya que no siempre se refieren estrictamente a la afiliación izquierda-derecha: por ejemplo, el liberal Venstre, que significa izquierda, ¡es un partido de derechas! Hay tres partidos principales entre los doce existentes. Socialdemokratiet, el Partido Socialdemócrata de centro-izquierda, fundado en 1871, es uno de los partidos políticos europeos más antiguos. Mette Frederiksen es su secretaria general desde 2015. Este grupo político apoya principalmente los derechos de los trabajadores y los desempleados, y sus ideas son relativamente cercanas a las del Partido Socialista en España. Su emblema también es una rosa. Dansk Folkeparti, partido popular danés fundado en 1995, está próximo a la extrema derecha y aparece regularmente en las portadas de los periódicos satíricos… A menudo se clasifica como «derecha populista». En 2019 quedó segundo en las elecciones, pero en 2022 perdió más de la mitad de sus escaños. Presidido desde su creación por Pia Kjærsgaard, el diputado Kristian Thulesen Dahl fue elegido en 2012 para sucederla. En 2010 se formó una escisión llamada Fokus. Su política se acerca a la del partido liberal Venstre, pero es mucho más radical en materia de inmigración. Venstre, partido liberal de centro-derecha creado en 1870, de tradición rural escandinava, es el segundo partido de la oposición desde las últimas elecciones legislativas. Presidido por Lars Loekke Rasmussen, apuesta por una política basada en la liberalización de las empresas, la reducción de las ayudas a los parados y la bajada de impuestos.

Los compromisos anunciados por el nuevo gobierno tras las elecciones se refieren principalmente al medio ambiente. En su discurso inaugural, Mette Frederiksen afirmó que «pretende aprovechar la recuperación económica para cumplir la promesa de una ambiciosa transición ecológica». Se comprometió a gastar diez mil millones de coronas danesas (1,3 millones de euros) adicionales en los próximos cinco años para acelerar la reducción de las emisiones de carbono. Su política climática incluye:

- Medidas en los sectores del transporte, la agricultura y la energía. Dinamarca quiere que la UE se convierta en una «unión climática», adoptando objetivos climáticos intermedios para 2030 que garanticen la neutralidad del carbono en 2050.

- El fomento de la energía eólica para que Europa sea autosuficiente energéticamente.

- Un refuerzo del Estado del bienestar mediante inversiones masivas en sanidad y políticas sociales, especialmente para los menores.

- Una política económica «justa y responsable»: una política favorable a las empresas, el refuerzo de los servicios públicos y la lucha contra la pobreza y la desigualdad.

En noviembre de 2020 una gran polémica dio lugar a una remodelación del gabinete. El ministro de Agricultura dimitió tras la decisión del Gobierno de sacrificar los animales de todas las granjas de visones, al haberse detectado cepas mutantes del coronavirus SARS-CoV-2. Este sacrificio masivo (casi quince millones de animales) provocó un sonado escándalo. Por ese motivo, las elecciones parlamentarias previstas inicialmente para junio de 2023 se adelantaron al 1 de noviembre de 2022, debido a la retirada del apoyo al Gobierno del Partido Social Liberal.

En el ámbito europeo, Dinamarca es el único país que tiene cuatro aspectos que suscitan rechazo a la UE: la moneda única (euro), la defensa, la justicia y la ciudadanía europea, pero es miembro del espacio Schengen. En el ámbito internacional, Dinamarca es miembro de la OTAN y fue uno de los doce países que firmaron su tratado fundacional en 1949. Las prioridades de Dinamarca son la inmigración, el crecimiento sostenible e integrador, la democracia y la igualdad de género. Muy activa en materia de «diplomacia tecnológica», ciberseguridad, innovación y transición digital, en 2017 crearon un puesto de embajador dedicado a las nuevas tecnologías.

Un poco de economía

Dinamarca es un país pobre en cuanto a materias primas y reservas naturales. Por tanto, ¡el 70% de sus importaciones son de materias primas y productos semimanufacturados! La economía y el PIB del país se basan en gran medida en el comercio y las exportaciones. Los países europeos suponen el 40% de las exportaciones danesas de bienes: productos farmacéuticos, alimentos procesados, equipos mecánicos y equipos de transporte, que representan el 43% del empleo en el sector privado. En el pasado, la mayor parte de las exportaciones procedían del sector agrícola (solo el 10% en 1990): cereales como el trigo y la cebada, muy utilizados para la fabricación de cerveza, azúcar y patatas. El ganado vacuno, avícola y ovino, y los productos lácteos, también representaron una gran parte de las exportaciones danesas. En resumen, solo el comercio exterior representa dos tercios del PIB nacional. Es fácil comprender por qué Dinamarca es una firme defensora del libre comercio.

Otro sector importante es la pesca, que experimenta una reducción constante del número de capturas debido a la contaminación, lo que ha provocado una crisis que ha reducido en dos tercios el número de pescadores a tiempo completo. Cerca del 90% de la producción se destina a la exportación (principalmente bacalao y lanzón); en silvicultura, los bosques cubren el 12% del consumo nacional de madera, y Dinamarca es el principal exportador de árboles de Navidad y madera ornamental (0,3% de las exportaciones); energía: en 1979 se descubrieron yacimientos de gas, que cubren el 23% del consumo total de electricidad. Solo los aerogeneradores producen el 18% y suponen el 3% de las exportaciones danesas; el turismo es notable, con 12,5 millones de visitantes en 2018, 348 cruceros atracados en el puerto de Copenhague y 1,1 millones de pasajeros en 2019, y 56,1 millones de pernoctaciones registradas en 2019, un 25 % más que en 2009.

En total se gastaron 132.500 millones de coronas, de los cuales 57.500 millones correspondieron a turistas extranjeros y 74.800 millones a turistas daneses (es decir, el 5,7% del PIB danés, mientras que la agricultura, la pesca y la silvicultura solo representan el 2,4% del PIB). El sector emplea a 160.000 personas. Hay que tener en cuenta que la considerable reducción de las tarifas aéreas en los últimos años ha contribuido sin duda a este aumento, así como la historia de Dinamarca (como nación vikinga), que resulta sumamente atractiva y se ha reavivado por series de televisión como Vikingos o El último reino.

El milagro danés

Así es como se percibe el modelo económico danés. Tras conseguir un importante superávit presupuestario, gracias sobre todo a las actividades petroleras en el mar del Norte durante la década del 2000, la economía danesa sufrió una fuerte recesión en 2009. Pero desde 2014 crece de forma sostenida (cerca del 2 % de media) y sus finanzas públicas han mejorado. La economía ha seguido floreciendo a pesar de los signos de desaceleración y las réplicas de la crisis financiera mundial. El principal motor de la economía fue el aumento del consumo privado, gracias a la subida de los salarios reales y al continuo descenso del desempleo (5,7% en 2017, 5% en 2018, 4,8% en noviembre de 2019, y 5% en 2023).

La reforma gubernamental del Estado del bienestar ha propiciado la transición de una economía aletargada a una economía dinámica que es la envidia de muchos países europeos. La clave de este éxito es la «flexiguridad», es decir, la flexibilidad del mercado laboral combinada con una formación eficaz de los trabajadores y una gran movilidad. Además, su estratégica posición geográfica entre la Europa continental y Escandinavia, así como su estabilidad económica y sus infraestructuras de vanguardia, han hecho de Dinamarca uno de los países más atractivos para la inversión extranjera. Ha gestionado el mercado laboral de tal manera que el número de parados (el 13% de la población activa a finales de la década de 1980) ha disminuido gracias a las políticas de ayuda a los jóvenes para que encuentren trabajo. Sin embargo, esta política financieramente generosa exige algunas contrapartidas: tras seis meses sin trabajo, los menores de 25 años están obligados a aceptar un curso de formación que cuesta la mitad de sus prestaciones. Otra clave para entender la caída de la tasa de desempleo es el trabajo a tiempo parcial, que afecta al 19% de los asalariados daneses. Para la población activa se ha mantenido el sistema de prestaciones (80% de su salario mensual durante cinco años). No obstante, dado que en Dinamarca el seguro de desempleo no es obligatorio, el trabajador puede afiliarse voluntariamente a una caja de desempleo autorizada por el Estado y que funcione bajo su control. Gracias a la «flexiguridad», Dinamarca tiene ahora una de las tasas de empleo más altas de la UE: 75,6% de mujeres y 80,6% de hombres, con tan solo un 5% de desempleo en 2023.

Hasta principios de 2020 todo iba bien. Pero, como en muchos países, la crisis sanitaria de la Covid-19 alteró esta dinámica. Para hacerle frente, el Gobierno danés adoptó rápidamente medidas económicas sin precedentes: compensación salarial (jornada reducida), asunción de costes fijos, aplazamiento del IVA, nuevo sistema de préstamos garantizados para PYME y autónomos, así como para agencias de viajes (fondo de garantía estatal), estudiantes (ayudas financieras) y cultura y eventos (paquetes de ayudas). En total, estos planes de ayuda ascendieron a unos 400.000 millones de coronas danesas (53.600 millones de euros), de los cuales algo más de 100.000 millones (13.400 millones de euros) fueron ayudas directas, es decir, el 5% del PIB.

¿Y las islas Feroe?

Bajo dominio danés desde 1388, las islas Feroe se convirtieron en territorio autónomo en 1948. Su capital es Tórshavn. El parlamento unicameral, el Løgting, se reúne allí y tiene jurisdicción sobre todos los poderes excepto la defensa. Está dirigido por un Primer Ministro, el Løgmaður o «persona de ley», Aksel V. Johannesen desde 2015. Trabaja con 33 miembros del gobierno elegidos por sufragio universal para cuatro años. Cada año, las islas reciben cuantiosas subvenciones de Dinamarca. Como territorio autónomo, forman parte del Consejo Nórdico, pero su estatus especial no significa que estén reconocidos como nación independiente por la ONU ni como miembro de la Unión Europea. Sin embargo, tienen su propia bandera y su propio idioma, el feroés, aunque el danés debe enseñarse.

Una cuestión que se plantea a menudo en las expectativas políticas de sus habitantes: la plena independencia. Un dilema planea sobre el independentismo: el aspecto económico. La economía local se basa esencialmente en la pesca, que representa alrededor del 97% de las exportaciones (principalmente arenque y caballa) y la mitad del PIB. Además están la extracción de petróleo —desde el verano de 2012, la noruega Statoil ha obtenido concesiones para realizar prospecciones en el este del archipiélago— y el turismo, en alza antes de la crisis sanitaria de 2020 (+13% en 2019).

El establecimiento de nuevos hoteles y su aparición en la última película de James Bond han centrado la atención en el Atlántico norte. A pesar de las sucesivas crisis, el desempleo afectó a tan solo el 0,7% de la población activa en 2023. Sin embargo, esta baja tasa de desempleo es una cifra que puede llevar a equívoco: está más relacionada con el éxodo masivo de jóvenes, sobre todo a Dinamarca, que con la buena salud de la economía. Este éxodo penaliza el desarrollo de industrias y servicios de alto valor añadido, como las TIC (tecnologías de la información y la comunicación).