Demografía a media asta

El último censo oficial del Estado griego tuvo lugar a lo largo de 2021, en medio de una gran desconfianza de la población. Los resultados preliminares publicados en 2022 muestran que la demografía griega sigue disminuyendo desde el último censo de 2011: continúa la tendencia a la baja de las últimas décadas. En la actualidad, el país cuenta con 10,43 millones de residentes, un -3,5% en comparación con la década anterior. Esta tendencia se confirma en las islas del norte del Egeo, con un descenso menos pronunciado que la media nacional en el complejo administrativo del noreste (-2,6%), pero muy por encima de la media nacional en las Espóradas (-5,6%) y las islas tracias de Tasos y Samotracia (-5,7%). En las islas del Egeo septentrional, la mayor aceleración de la pérdida de población se explica por el aumento de las defunciones de una población isleña de edad avanzada que no se ve sustituida ni por el asentamiento de familias griegas jóvenes ni por la inmigración extranjera.

Se trata de una tendencia que se ha acelerado desde la década de 2010. Desde los años ochenta, Grecia tiene una de las tasas de fecundidad más bajas de Europa: 1,30 hijos por mujer de media en los últimos cuarenta años. La crisis económica y financiera de 2009 a 2019 es en gran medida responsable de la reciente aceleración del declive demográfico. Ha provocado un éxodo de jóvenes griegos (unas 500.000 personas en diez años), sobre todo a Alemania, pero también un descenso de la natalidad (ahora hay más muertes que nacimientos), mientras que la población ha envejecido (la edad media era de 25 años en 1950, ahora es de 45). Así, desde 2015, el país ha caído por debajo de la población de 11 millones, antes estable. Como no se toman medidas significativas, se prevé que el fenómeno empeore: las proyecciones dan estimaciones de menos de 10 millones de habitantes en 2030 y menos de 8 millones en 2080.

Éxodo y retorno

El éxodo rural hacia Atenas y las grandes ciudades ha marcado profundamente la demografía del Egeo Septentrional, aunque durante la crisis se ha producido una cierta ralentización de la tendencia, con un número cada vez mayor de jóvenes que regresan a las islas. La demografía de estas islas está muy marcada por las temporadas turísticas: muchos isleños pasan el invierno en las islas mayores, como Lesbos, o en Atenas y Salónica, y regresan a partir de Semana Santa para trabajar durante la temporada estival. En la actualidad hay unos 220.000 habitantes en todo el Egeo Septentrional, de los cuales unos 80.000 viven sólo en la isla de Lesbos.

La emigración también ha afectado en gran medida a las islas del Egeo Septentrional, sobre todo a las más cercanas a la costa turca. De hecho, tragedias históricas, como las masacres de Quíos y Psara (1822-24), empujaron a las poblaciones supervivientes a abandonar la región, por temor a futuros desastres. En el caso concreto de Quíos, las poblaciones tomaron la ruta de los puertos comerciales en los que se habían establecido puestos comerciales de Quíos (Odessa, Marsella, Trieste, Londres...). Antes de la anexión de Grecia, muchos isleños abandonaron sus islas en dirección a Estados Unidos para escapar de las restricciones de la dominación otomana, tendencia que se aceleró tras la Gran Catástrofe de 1922. El apego de los descendientes de estos emigrantes a sus islas de origen es muy fuerte: vienen a repoblar el Egeo Septentrional todos los veranos.

Una población homogénea

Oficialmente, la población del país es griega y ortodoxa en un 98%. Sin embargo, la Grecia de principios del siglo XX no era tan homogénea como entonces: era un mosaico de pueblos, herencia de la mezcla de poblaciones a lo largo de los siglos y del largo periodo otomano. Así, griegos, turcos, eslavos, albaneses, judíos y rumanos convivían en el territorio. Sin embargo, de 1830 a 1977, el Estado griego llevó a cabo una política de helenización forzosa que prácticamente aniquiló a las minorías no griegas, ya fuera expulsándolas o asimilándolas. Así, tras la anexión de las islas del Egeo Norte en 1913, los componentes no helénicos y no ortodoxos fueron asimilados o forzados al exilio. Durante la Gran Catástrofe de 1922, un millón de griegos de Asia Menor fueron expulsados a su vez de Turquía, y la mayoría de ellos vinieron a establecerse en el territorio de la actual Grecia, sobre todo en las islas del Egeo septentrional, donde se refugiaron antes de emigrar más lejos de estas costas, en busca de mayor seguridad. Otra tragedia fue el exterminio de la población judía de Grecia durante la ocupación nazi. En la década de 1960, llegaron nuevas pequeñas comunidades griegas procedentes de Estambul y Alejandría. El resultado de estos sucesivos desarraigos y tragedias ha homogeneizado la población del país y de las islas.

Minorías

La única minoría étnica reconocida oficialmente por el Estado griego es la de los "turcos", término vago que incluye a todos los ciudadanos musulmanes de Tracia Occidental, no necesariamente turcos, que gozan de un estatus especial (educación bilingüe en las escuelas públicas, aplicación de la ley islámica en determinados casos), en virtud del Tratado de Lausana (1923). Alrededor de 150.000 de los llamados "turcos" viven en los alrededores de la ciudad de Xanthi, por la que pasará si combina un viaje a Tasos y Samotracia.

Hoy, la principal minoría del país y de las islas del Egeo Norte son las poblaciones albanesas. Se calcula que en Grecia hay cerca de un millón, es decir, alrededor del 10% de la población. La mayoría se instaló en los años 90, tras las dos sacudidas que sufrió este país vecino: la caída del régimen comunista de Tirana (1991) y la "crisis de las pirámides" (1997). Su llegada fue masiva y durante mucho tiempo provocó un fuerte sentimiento antialbanés entre la población local. Hoy las cosas están más tranquilas: los inmigrantes albaneses han participado en el desarrollo económico del país y han permitido repoblar muchos pueblos de las islas que habían quedado destruidos por el éxodo rural y la emigración. Se hicieron cargo de las tiendas y tabernas donde trabajaban anteriormente, lo que limitó muchos de los cierres. Hoy en día es difícil diferenciar entre albaneses y griegos, ya que se han asimilado a la población local. Tras dos grandes oleadas de regularizaciones (en 2003 y 2010), en 2015 el Estado concedió finalmente la nacionalidad griega a los niños albaneses nacidos y residentes en Grecia. Esta medida también ayuda a combatir el declive demográfico, sobre todo en las islas, que están experimentando una rápida pérdida demográfica.

Inmigración y refugiados

En las islas del Egeo Norte que aún viven de la pesca (como Psara, Fourni, Samotracia...), observará que la mayoría de los barcos pesqueros tienen tripulación extranjera. La mayoría son egipcios. En 2010, El Cairo y Atenas firmaron un acuerdo sobre el desarrollo de la pesca y la acuicultura en Grecia. En este marco, varios miles de pescadores egipcios permanecen en Grecia de forma estacional o permanente.

La inmigración en el Egeo septentrional, especialmente en las islas más cercanas a la costa turca, ha estado en horas bajas desde que la crisis de los refugiados dio un giro dramático en 2015. En 8 meses, más de 230.000 migrantes llegaron a las islas de la región. Cada isla recibe su cuota de refugiados, principalmente de Oriente Próximo, que huyen de la guerra para llegar al norte de Europa. Lesbos, Samos y Quíos reciben el mayor número de solicitantes de asilo, y se ven rápidamente desbordadas por la magnitud de la crisis humanitaria. Uno de los principales problemas de la región afecta a estas personas que esperan un futuro: a día de hoy, sigue siendo muy difícil obtener papeles en regla, y la derecha conservadora de Mitsotakis en el poder desde 2019 apuesta claramente por una política más dura contra los refugiados. Con las elecciones de 2023 aún inciertas, es difícil predecir si se confirmará la tendencia actual.