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Dauphins près de l'Île Faïal © Mlenny - iStockphoto.com.jpg
Cachalot près du Volcan Pico ©  tane-mahuta - iStockphoto.com.jpg
Observateurs de cétacés surpris par un orque © Wild_and_free_naturephoto - shutterstock.com.jpg
Plongée avec des requins © Vpommeyrol - iStockphoto.com.jpg

Definición de cetáceo

Los cetáceos (del griego ketos, "monstruo marino") son mamíferos. La principal diferencia física entre ellos y los peces es su aleta caudal: la cola de los peces se mueve horizontalmente (de izquierda a derecha y viceversa), mientras que la aleta caudal de los cetáceos se mueve verticalmente (de arriba abajo). Los cetáceos son criaturas de sangre caliente que respiran por los pulmones. Sus crías se alimentan de la leche materna. El orden de los cetáceos se divide en dos subórdenes: los odontocetos tienen dientes y una sola fosa nasal, mientras que los misticetos tienen barbas córneas, filtros alimentarios y dos fosas nasales. Existen unas 80 especies de cetáceos, algunas de las cuales siguen siendo en gran medida desconocidas para los investigadores. La caza, la pesca y la contaminación están haciendo mella en muchos de ellos, y algunos se encuentran en grave peligro de extinción, pero aún es posible encontrarse con muchos cetáceos. Todas las visitas merecen la pena, y el simple hecho de compartir unos momentos con delfines garantiza recuerdos mágicos e inolvidables.

En busca de cetáceos

Es una experiencia única e ineludible en las Azores. Es difícil viajar al archipiélago y no probar suerte. Aunque algunas islas son más propicias para la observación de cetáceos, en casi todas se puede zarpar en su busca. En Ponta Delgada, los operadores especializados operan incluso durante todo el año. En Terceira, la oferta es variada y muchos programas combinan alojamiento y actividades en el mar. Faial, São Jorge y Pico forman lo que se conoce como el Triángulo, y son ideales para el avistamiento de ballenas y otra fauna marina. En Faial, las excursiones marítimas parten del famoso puerto de Horta y están acompañadas por guías científicos y técnicos formados en la Universidad de las Azores. Por último, Pico es la isla donde la tradición ballenera está más arraigada, y fue aquí donde empezó todo. Es aquí donde la oferta es más densa y donde tendrá más posibilidades de ver a estos monstruos. Pico y Faial también albergan museos y centros etnográficos.

¿Quién? ¿Qué es? ¿Qué?

La observación de ballenas es una actividad abierta a todos. No hay límite de edad para admirar la belleza de la naturaleza Como las salidas son relativamente largas (prevea al menos 3 horas en el mar), le aconsejamos que no lleve a bordo a niños menores de 5 años, ya que el viaje podría ser un poco largo para ellos... ¡Sobre todo si el mar está agitado! A veces es difícil para los adultos enfrentarse a un mar un poco enfadado, así que no se lo imponga a los más pequeños. Para su excursión, recuerde llevar ropa adecuada, una pastilla contra el mareo si las condiciones no son las más tranquilas, agua, un tentempié y, por supuesto, su cámara para capturar estos momentos únicos.

Tenga paciencia y disfrute

No nos lanzamos al mar al azar Nuestras salidas están cuidadosamente preparadas, y te daremos muchas explicaciones sobre los cetáceos y las precauciones que debes tomar para no interferir con la vida marina. Le daremos algunos consejos para aumentar sus probabilidades de éxito: mire siempre hacia el mar y concéntrese en observar el soplido de las ballenas (que es más fácil de ver). Si tiene suerte, vivirá momentos únicos durante su avistamiento. La aleta de un delfín en el horizonte, el chorro de agua de una ballena que surge y le sorprende y, por qué no, cruzarse con el rey de las Azores, el cachalote... Disfrute del momento e inmortalícelo. Su cámara es esencial para grabar este encuentro único. Pero si no tiene la oportunidad de ver cetáceos, ¡no se desanime! Aunque obviamente la experiencia no es la misma, también hay oportunidades en tierra. Hay muchos museos y centros de interpretación donde podrá aprender más sobre estos fascinantes mamíferos. Por último, no dude en subir a uno de los antiguos puestos de vigilancia. Están situados en puntos estratégicos de las distintas islas y ofrecen unas vistas panorámicas asombrosas. Sea cual sea su aventura, seguro que será fantástica. Y no olvide que es una visita obligada. Hay muy pocos lugares en el mundo donde pueda verlos en su entorno natural, de cerca y en persona, durante todo el año.

Cetáceos protegidos

Dado el aumento de las actividades de observación de cetáceos, es importante establecer normas para respetar a los animales y evitar molestarlos. Recordamos que somos nosotros los que interferimos en su hábitat natural, por lo que nos corresponde comportarnos decentemente. Montar una atracción turística de este tipo nunca está exento de consecuencias. Si queremos presenciar este magnífico espectáculo como es debido, debemos respetar las medidas establecidas. Para proteger a las ballenas y limitar el impacto de la observación de cetáceos en su comportamiento, el gobierno regional de las Azores aprobó un decreto en marzo de 1999. Al acercarse a los mamíferos, deben aplicarse ciertas normas:

Acercarse al animal por detrás, a velocidad constante y reducida;

Durante la aproximación, evitar cambiar el rumbo o la velocidad de la embarcación. No acercarse nunca a vela;

Nunca acercarse a menos de 50 m y dejar el motor al ralentí;

Evitar la presencia de varias embarcaciones en un radio de 150 m alrededor del grupo;

Si hay varias embarcaciones, nunca rodear a los animales, sino permanecer juntos, en el mismo lado;

No permanecer más de 15 minutos con el mismo animal;

Cuando se aleje del grupo, mantenga su velocidad a menos de 300 m del animal;

No nade con grandes cetáceos. Sin embargo, en determinadas condiciones, todavía es posible nadar con delfines azules y blancos, delfines de Risso, delfines moteados y delfines mulares.

La caza de la ballena

Aunque hoy ya no se cazan ballenas, esta actividad era importante para la identidad cultural y la economía del archipiélago. Practicada por primera vez en el siglo XIX, la caza de ballenas se prohibió oficialmente en 1982, pero hasta 1986 no se aplicó plenamente. Por cierto, la última ballena fue matada en 1987 como protesta de algunos antiguos balleneros de la isla de Pico. Un poco como en Moby Dick, utilizando técnicas ancestrales, los cazadores se hacían a la mar en grandes barcos abiertos, arpón en mano. Normalmente había 7 tripulantes a bordo: un "patrón" que dirigía las operaciones, un hombre encargado de lanzar el arpón y otros 5 para remar la embarcación. De hecho, todo partía de los puestos de observación. Verdadero punto de partida de la caza, los cuidadores podían pasar largas horas observando el mar con la esperanza de avistar una ballena. Una vez avistado el animal, se ponía en marcha un ritual bien establecido: lanzar un cohete y agitar una sábana blanca sin perder de vista a la ballena. Una vez dadas estas señales, la tripulación se hacía a la mar para una persecución que podía durar horas o incluso días, antes de capturar al animal con una cuerda y llevarlo a tierra. A continuación se realizaban otras tareas, como desgarrar el cuerpo de la ballena, aprovechar su grasa y convertirla en aceite, pulverizar los huesos y utilizarlos como abono... Como habrá podido deducir, la caza de ballenas se llevaba a cabo principalmente por motivos económicos. Era una importante fuente de ingresos en una época en la que los balleneros eran a menudo los únicos con dinero en efectivo en las islas, donde el trueque había prevalecido durante mucho tiempo. Hoy, los viejos cazadores que cuentan sus historias no son ancianos reumáticos que dan caladas a una pipa de marinero, sino hombres jóvenes, lejos de la jubilación; han pasado a regañadientes de la posición de aristócratas isleños a la de sus vecinos agricultores más comunes. Son propietarios de cafeterías, pescadores o funcionarios, y se cuentan con nostalgia historias sobre ballenas. Antaño una importante tradición en muchas islas, la caza de ballenas se ha transformado en una actividad turística, ¡y sólo sus ojos podrán arponearlas!

Nadar con tiburones: de moda pero con cuidado

Conscientes del tirón turístico y del potencial de la zona marítima de las Azores, los proveedores de actividades náuticas derrochan imaginación para idear salidas cada vez más atractivas. Tras el avistamiento de ballenas y el nado con delfines (¡afortunadamente regulado!), algunos proponen ahora el buceo con tiburones. Aunque a primera vista pueda parecer una moda, lo cierto es que perjudica gravemente el equilibrio del ecosistema. En algunos países, los tiburones de arrecife conviven casi naturalmente con los humanos, prueba de que esta especie a menudo estigmatizada no siempre es tan agresiva como se piensa. Pero en las Azores, la situación es diferente. No se trata de la misma especie, y los tiburones tienden a rehuir la presencia humana. Así que, para acercarnos a ellos, les ponemos un cebo. Y como resultado: ofreciéndoles comida sangrienta en bandeja, es una apuesta segura que poco a poco se irán acercando a la costa, convirtiéndose esta vez en una amenaza real para los humanos, a los que habrán asociado con apetitosos trozos de carne. No vayamos a cazar tiburones. Quedémonos en nuestro sitio y disfrutemos de los muchos tesoros que ya tenemos a nuestro alcance.