Serres pour le développement des productions locales, Salazie. shutterstock - Zamir Popat.jpg
Les résidus de canne à sucre sont utilisés pour produire de l'énergie, Saint-Louis. shutterstock - lr.s.jpg

El reto de la vida cara

Al ser una isla, la inmensa mayoría de los bienes de consumo y alimentos se importan de Europa y Francia continental. Al precio inicial hay que añadir los gastos de transporte y los impuestos de entrada al país. Los alquileres son de los más altos de Francia, los coches son un 30% más caros y los alimentos cuestan entre un 0 y un 100% más según el producto. El sector de bajo coste sigue poco desarrollado, ya sea en telefonía, Internet, transporte aéreo o supermercados de descuento. Para intentar compensarlo, el tipo impositivo es ligeramente inferior al de la Francia metropolitana, pero no así los salarios, salvo los de los funcionarios. El resultado son grandes disparidades sociales y tensiones que se expresan durante movimientos sociales como en 2009 o en 2018 durante la larga y violenta crisis de los Chalecos Amarillos. Como respuesta, el prefecto puede bloquear el precio de ciertos alimentos para evitar subidas desproporcionadas en tiempos de crisis, y periódicamente se elabora una lista de productos de consumo típicos con precios negociados, pero esto parece ser muy poco. En 2020, la crisis y el confinamiento de Covid-19 volvieron a poner de manifiesto la dependencia de la isla de los productos procedentes de la Francia continental. La tendencia es, por tanto, hacia el desarrollo de canales de distribución cortos y el consumo local, ya que la isla está bendecida con un suelo fértil.

La cuestión del desempleo

La crisis de Covid-19 golpeó duramente a la economía de Reunión, con una fuerte caída del turismo en particular. Se desplegaron paquetes de ayuda financiera para apoyar a las empresas en dificultades y evitar el hundimiento de la economía local. También se han puesto en marcha programas de formación y reciclaje para luchar contra el desempleo y ayudar a los solicitantes de empleo a reincorporarse a la población activa. Contra todo pronóstico y gracias a estas medidas de estímulo, mientras que la tasa de desempleo se situó en el 24% en 2018, Reunión registrará un aumento significativo del empleo en 2021, el más elevado desde hace diez años, gracias sobre todo al desarrollo de las microempresas y del aprendizaje, que favorecerá la formación en alternancia. La tasa de desempleo bajará entonces al 18% de la población activa. Un nivel históricamente bajo. Mientras que en 2020 casi el 45,9% de los jóvenes de La Reunión estaban afectados por el desempleo, esta cifra se ha reducido al 34% en 2021.

La creciente conciencia ecológica

Al igual que la Francia continental, la Reunión se está volviendo poco a poco más verde. Y con razón: la ecología es un tema crucial cuando se vive en una isla, ya sea por la gestión de los residuos, el reparto de los recursos y el espacio limitado, o los productos vertidos al océano. Los habitantes de La Reunión son sensibles a la hermosa naturaleza que les rodea, y las iniciativas para promover la producción local y las cadenas de suministro cortas se multiplican, pero siguen siendo principalmente obra de asociaciones y ciudadanos. Entre las iniciativas emblemáticas están la creación de una reserva marina, un parque nacional y una zona Ramsar, así como las "noches sin luz", un mes durante el cual las autoridades locales apagan el alumbrado público para no molestar a los jóvenes petreles que aprenden a volar, las salidas para recoger basura en las playas y el cambio a platos y cubiertos de cartón y bambú en casi todos los actos públicos. Aunque los productos "hechos a mano" están mucho más arraigados en la isla que en la Francia continental, la ecología es, como en todas partes, una cuestión de prioridades, y aún no lo es para los sectores más desfavorecidos de la población. En los barrios populares, por ejemplo, no es raro ver los parques infantiles cubiertos de basura al final del fin de semana, o un coche deshuesado junto a una lavadora en un aparcamiento. Por último, pero no por ello menos importante, está la cuestión de la contaminación de los coches y la idea arraigada de que todo aquel que haya alcanzado o esté a punto de alcanzar la mayoría de edad debe poseer su propio coche si quiere sobrevivir en Reunión, de ahí los legendarios atascos en la carretera de la costa. Y sin embargo, la red de transporte público, aunque no esté en el corazón de los habitantes de Reunión, está muy presente y es funcional.

Hacia la autonomía energética

Donde hay medio ambiente, también hay energía renovable. Casi un tercio de la electricidad de la isla se genera quemando bagazo, un residuo de la producción de caña de azúcar. Una parte también se genera en presas, centrales térmicas y paneles solares, muy populares en los últimos años en los tejados de almacenes y aparcamientos de supermercados. También han aparecido algunas turbinas eólicas, con palas desmontables en caso de ciclón. La Reunión es también uno de los departamentos franceses mejor equipados en materia de calentadores solares de agua, lo que parece lógico dada la insolación, ¡pero el ritmo de instalación sigue estando por detrás del de Alemania! Aunque en los años 80 Reunión producía el 100% de su electricidad a partir de fuentes renovables, la explosión del consumo ha hecho que la parte del petróleo y del carbón vuelva a aumentar. Sin embargo, Reunión sigue siendo una isla muy dependiente de las energías renovables, hasta el punto de que tiene previsto volver al 100% de energías renovables en el marco de un vasto proyecto político llamado Gerri. Este acrónimo, que significa Revolución de la Energía Verde: Isla Reunión, es un programa lanzado por el Estado, la región y el departamento, con el objetivo de convertir a Reunión en un modelo ecológico en términos de producción y consumo de energía de aquí a 2030. Dentro o fuera de este marco, no faltan proyectos innovadores: energía de las olas, geotermia... Un bonito sueño para 2030, pero muchos de estos proyectos se quedan en eso por falta de financiación o de compromiso político. En concreto, la nueva central de 210 MW de fuel pesado de Le Port se inauguró en 2013, mientras que Gerri se disolvió ese mismo año tras revelarse sus elevados salarios y la falta de medidas concretas.

Una población creciente en un espacio limitado

Uno de los principales retos de desarrollo a los que se enfrenta la isla es el crecimiento demográfico. La población podría superar el millón de habitantes en 2037 (según el INSEE). Sin embargo, esto no impedirá el envejecimiento general de la población de la isla. De aquí a entonces, habrá que construir viviendas adicionales, con un número aún mayor de vehículos en la isla, preservando al mismo tiempo el espacio para la agricultura y las zonas naturales, dado que las viviendas y los puestos de trabajo existentes ya son ampliamente insuficientes. Un verdadero quebradero de cabeza. La "solución" a corto plazo, lejos de ser ideal, sigue siendo la emigración. Desde hace mucho tiempo, se anima a los jóvenes reunionenses bien formados a ir a trabajar a la Francia continental: cerca de 200.000 reunionenses viven actualmente en la Francia continental. A largo plazo, se trata esencialmente de densificar el hábitat existente mediante la construcción de edificios cada vez más altos, evitando al mismo tiempo que las zonas residenciales vayan mordisqueando el terreno, y siempre que se prevean al mismo tiempo transportes públicos adaptados.

El turismo se reinventó

Desde la crisis de los tiburones de 2011 y su fuerte impacto mediático, el turismo en Reunión ha tenido que reinventarse. Muchas actividades acuáticas se han paralizado: surf, optimismo, hidropedales, boyas remolcadas, etc., lo que ha llevado a la parálisis de estaciones balnearias antaño vibrantes, como Boucan-Canot y Saint-Gilles-les-Bains, que no tienen la suerte de estar protegidas por una laguna. Como contrapartida, Reunión se ha volcado hacia el interior, diversificando sus actividades terrestres: barranquismo, senderismo, espeleología, trail running, parapente, rafting, museos y visitas guiadas. En pocos años, la isla ha pasado de ser un destino de ocio a un destino deportivo y cultural. Por supuesto, el mar sigue estando muy presente, y el submarinismo y el avistamiento de delfines y ballenas siguen siendo muy populares, pero las escarpadas cumbres se han robado el espectáculo. En 2021, el reto para el mundo del turismo ya no será consolidar la oferta, sino sobre todo impulsar la demanda. El año 2022 estará marcado por un fuerte aumento del número de turistas que visitarán La Reunión, con 495.473 turistas que visitarán la isla, casi el doble que en 2021, frente a los 601.346 visitantes de 2019 (el 91,8% de los cuales eran turistas de ocio). En el primer semestre de 2023, el número de turistas externos experimentará un fuerte repunte (+30,1% en comparación con el primer semestre de 2022). La actividad turística supera los niveles de 2019 por primera vez desde la crisis sanitaria. El 79% de los turistas proceden de Francia. Los visitantes europeos (alemanes, belgas y suizos representan el 61,5% de los turistas europeos en el primer semestre de 2023) y los visitantes de la región del Océano Índico (Mauricio, Mayotte) aumentan fuertemente.

La agricultura entre la infusión y la autosuficiencia

La caña de azúcar es uno de los principales recursos de la isla (casi 2 millones de toneladas anuales, 2.800 explotaciones y 14.000 empleos vinculados a los sectores de la caña, el azúcar, el ron y la producción de energía). El sector representa el 50% de las exportaciones alimentarias, es decir, un tercio de las exportaciones de Reunión. La isla es el primer productor europeo. Pero mucho más que eso, con el 58% de las tierras cultivadas de la isla dedicadas a la caña de azúcar, ésta ha forjado la personalidad de Reunión, ha modelado sus paisajes y ha desempeñado un papel clave en la historia y la cultura de la isla. Sin embargo, las cuotas azucareras, que fomentaban la producción de azúcar en los departamentos franceses de ultramar, llegaron a su fin en 2017, y este sector tan costoso solo sobrevive gracias a las ayudas estatales. Por el contrario, el desarrollo del mercado agroalimentario nacional es uno de los mayores éxitos económicos de la isla. El sector ganadero produce cerdos, vacas y aves de corral, lo que ha permitido mantener puestos de trabajo en la región de Hauts y sostener a unas 4.000 familias. Otras producciones agrícolas reducen la dependencia de las importaciones. La Reunión se beneficia de una multiplicidad de microclimas (debido a la latitud tropical de la isla y a su terreno montañoso), lo que le permite tener uno de los sectores agrícolas más diversificados del mundo en una superficie tan pequeña. La tierra es ideal para cultivar piñas, vainilla y caña de azúcar, además de patatas, lentejas y ganado lechero. ¿Sabía que en los trópicos se produce vino, queso e incluso foie gras? Así pues, la producción local cubre el 70% del mercado nacional de productos frescos locales (frutas, verduras y productos animales). La agricultura de Reunión es también la segunda fuente de energía renovable, después de la hidroeléctrica, gracias al bagazo producido a partir de la caña de azúcar.