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Poesía galaico-portuguesa y Renacimiento

Los primeros poemas líricos cultos en la Península no se dan en lengua castellana, sino en gallego y catalán, influenciados por la poesía provenzal, admitida como la primera manifestación lírica de la Europa medieval. Este influjo llegó a Galicia a través del camino de Santiago: la afluencia de peregrinos de todos los países que acudían a ver la tumba del apóstol atrajo a muchos trovadores provenzales, que encontraron en el noroeste de la Península el público, la lengua y el entorno ideal para el desarrollo de una gran corriente trovadoresca. La lírica galaico-portuguesa aportó sus rasgos particulares, como el sentimentalismo de los pueblos del noroeste y la dulzura de su lengua. Esta poesía quedó recogida en tres cancioneros bien conocidos: de Ajuda, de la Vaticana y de Colocci Brancutti. En estos cancioneros galaico-portugueses se encuentran las tres principales clases de canciones: cantigas de amor, en las que los caballeros se lamentan de la ausencia de la amada y de su desdén; las cantigas de amigo, en las que la joven enamorada confiesa a sus amigas y madre la ausencia del amado; y las cantigas de escarnio o maldecir, sátiras de la corte contra personajes importantes. La lírica española se produjo principalmente en gallego hasta finales del siglo XIV o principios del XV, con obras tan importantes como las Cantigas de Alfonso X el Sabio o el Cancionero de Baena. 

Las gestas de los navegantes dio origen a un nuevo género, los diarios. Vasco de Gama nació alrededor de 1469 en Sines y no regresó de su tercera expedición, que lo vio exhalar su último aliento en Cochin en 1524. Fue el primero en dar la vuelta a África por el cabo de Buena Esperanza, en aceptar un reto y en perseguir una leyenda, la del mítico reino del sacerdote Juan, cuya existencia habían atestiguado varios viajeros europeos ya en el siglo XII. El relato de su primera expedición (1497 a 1499) fue realizado por un hombre que le acompañaba, pero cuya identidad permaneció oculta durante mucho tiempo. Ahora se le identifica como Álvaro Velho, testigo presencial cuyo relato puede descubrirse en la obra de Isabel Soler Derrota de Vasco de Gama: el primer viaje marítimo a la India, editado por El Acantilado en 2011.

Mientras el navegante partía a descubrir el vasto mundo, dos autores alentejanos exploraban nuevos géneros literarios: García de Resende (1470-1536) y Bernadim Ribeiro (1482-1552). El primero entró al servicio de Juan II como paje a la edad de diez años, y dedicó una crónica al rey (Crónica de D. João II) llena de anécdotas personales en 1545, pero esta es solo una de las obras que realizó con brillantez, ya que también se le atribuye una antología de las obras de casi trescientos poetas portugueses y españoles (Cancioneiro Geral o Cancionero de Resende, 1516) y la Miscelânea o Variedade de Histórias, en la que, en trescientas estrofas, cuenta la historia de su tiempo. Algunos le consideran también el instigador del Ciclo dos Castros, que Antónia Ferreira llevó a escena en Coimbra en 1587, tragedia que inició el movimiento clásico en Portugal. García de Resende fue el primero en evocar el extraño destino post mortem de Inés de Castro, que fue proclamada reina después de su muerte y cuyo cuerpo fue desenterrado para ser presentado en una ceremonia de coronación fúnebre durante la cual, se dice, los miembros de la corte tuvieron que besar su mano.

Bernadim Ribeiro, por su parte, está considerado como el iniciador de la novela pastoril con su Libro das saudades, más conocido como Menina e moça por su primera frase. Este retrato de una mujer que sueña su vida a través del destino de tres de sus compañeras pertenece a una época de efervescencia intelectual, como confirma la creación de la Universidad del Espíritu Santo en Évora por el cardenal infante Dom Henrique, futuro rey de Portugal, en 1559. Esta prestigiosa institución acogió a Pedro da Fonseca (1528-1599) —que se dedicó a la publicación de comentarios sobre Aristóteles, lo que le valió comparaciones con el antiguo filósofo— y a Luis de Molina, que también enseñó filosofía en la Universidad, interesándose por la obra de Santo Tomás de Aquino.

Del siglo XVII al XX

El 4 de enero de 1669, el librero-editor parisino Claude Barbin publicó Lettres portugaises traduites en français, las Cartas portuguesas o Cartas de amor de una monja portuguesa, consideradas una obra maestra de la literatura universal, que influyeron en escritores tan importantes como Sthendal. El tema de esta correspondencia es, en conjunto, bastante clásico una mujer, seducida por un hombre, que espera en vano su regreso, oscilando entre la esperanza y la desesperación—. Su historia se publicó por primera vez de forma anónima. Al final de lo que parece una verdadera investigación literaria, estos escritos serían atribuidos, sin ninguna certeza real, a Mariana Alcoforado, nacida en 1640 en Beja e ingresada en el convento de su pueblo por su familia. Su amor y el destinatario de sus misivas, en cambio, sería el oficial francés Noël Bouton de Chamilly. Por último, se dice que el rescate y la traducción de esta correspondencia, que debía permanecer en secreto, es obra de Gabriel de Guilleguargues, un reputado erudito de la época. Algunos estudios recientes cuestionan la autoría de la obra, entre ellos, Carmen Martín Gaite, quien se la atribuye al poeta Gabriel-Joseph de Lavergne.

El siglo XIX estuvo marcado por un hombre que fue la antítesis del convento, Fialho de Almeida (1857-1911), que se inscribió en la corriente posromántica, o incluso decadente, si nos atenemos a sus obras —Os gatos, O pais das uvas, Contos, etc.— que combinan su realismo exacerbado, propio de su profesión de periodista, con un cierto gusto por el morbo. Figura tutelar de su tiempo, su ironía mordaz y su postura provocadora no dejaron a nadie indiferente, pero es importante destacar la ternura que nunca dejó de mostrar por la gente corriente de su región natal. Su contemporáneo, António Lobo de Almada Negreiros (1868-1939), también trabajó como periodista, y como tal fue enviado a París por el gobierno de Lisboa para presentar las colonias portuguesas en la Exposición Universal de 1900. Luego fue nombrado vicecónsul en la capital francesa, donde publicó artículos en numerosos periódicos, así como obras sobre su tema favorito: las colonias. También fue poeta y obtuvo un gran éxito con su colección Lyra occidental. En 1894 nace la gran poetisa Florbela Espança en Vila Viçosa. Golpeada por las pérdidas sucesivas de su madre y su hermano, y por tres divorcios, sus versos están impregnados de una verdadera melancolía, pero no rehúyen el erotismo ocasional. Redescubierta constantemente desde su precoz suicidio a los 36 años, Florbela Espança está considerada hoy como una de las más grandes autoras portuguesas y precursora del movimiento feminista en Portugal.  

El nuevo siglo

Florbela Espança no se asocia a un movimiento literario concreto, dado el carácter universal de su obra y a su uso de formas clásicas. Así, mientras José Régio se inclinaba por un enfoque psicológico de las dicotomías humanas —cuerpo y mente, individualidad e instinto gregario en Poemas de Dios y del diablo (1925) o La canción prohibida (1968), también se sumaba a la revista antiliteraria Presença, de la que fue miembro fundador en 1927 junto con Branquinho da Fonseca. Esta publicación reunió a los modernistas portugueses y tradujo a muchos escritores europeos, como Apollinaire, Dostoievski, Gide, Ibsen o Joyce. Manuel de Fonseca (1911-1993) y Antunes da Silva (1921-1997), por su parte, optarían por el neorrealismo, dejando testimonio de las turbaciones y angustias de la historia de su país, que, desde el golpe de Estado del 28 de mayo de 1926, se había hundido en la dictadura.

No fue hasta la Revolución de los Claveles, en 1974, cuando Portugal se liberó, y la literatura alentejana cobró nueva vida con la obra Levantado del suelo, de José Saramago, publicada a principios de los años ochenta. El hombre que recibió el Premio Nobel en 1998 nació en 1922 en el seno de una familia muy modesta. En su discurso de aceptación, rindió homenaje a sus abuelos analfabetos, con los que pasó parte de su juventud. Así pues, fue de una vida que conocía bien, la de un pueblo rural, de donde sacó la inspiración para su primera obra de éxito, la primera en la que innovó al prescindir de una puntuación demasiado rígida y mezclar hábilmente el discurso directo y el indirecto, iniciando el lenguaje que a partir de entonces sería su marca. Levantado del suelo recuerda a tres generaciones de una misma familia de campesinos enfrentados a la Iglesia y al control de los terratenientes, desde principios del siglo XX hasta la Revolución de los Claveles. Este libro, muy realista, es indispensable para los que quieren entender el Alentejo desde dentro. Almeida Faria, nacido en 1943 en Montemor-o-Novo, también se inspiró en la vida de una familia alentejana durante la dictadura en su Tetralogía lusitana, aunque esta es solo una pequeña parte de la obra de un escritor que también se convirtió en traductor y, sobre todo, modificó los códigos estilísticos en varias ocasiones. En 2016, el editorialista del diario Expresso, Henrique Raposo, publicó Alentejo prometido sobre el mismo tema, una obra que causó polémica, pues algunos la vieron como una burda caricatura del mundo campesino, mientras que otros celebraron la denuncia de la alta tasa de suicidios en esta región de Portugal.

Sea como fuere, la literatura florece y florece en estas áridas tierras, como demuestra la riqueza de la página web de ASSESTA (Associação de Escritores do Alentejo), que hace referencia a los nuevos talentos y que, además, ha creado el Premio Joaquim Mestre, que lleva el nombre de un bibliotecario de Beja que tuvo una influencia decisiva en la vida cultural local y que también se dio a conocer por la calidad de su prosa, que fue galardonada con el Premio Manuel da Fonseca por Breviário das almas en 2009. También hay que mencionar la intachable trayectoria de José Luís Peixoto, nacido en Galveias, Ponte de Sor, en septiembre de 1974, que ganó el prestigioso Premio Saramago por su primera novela, publicada cuando solo tenía 26 años. Está traducida al  castellano con el título Nadie nos mira y cuenta la historia de un pastor, José, al que le persigue la idea de que su mujer le es infiel. La segunda parte impulsa a los lectores treinta años después, cuando sus descendientes se enfrentan a un destino igualmente incierto. El vigor de su escritura y la fuerza de sus temas se confirmaron en novelas posteriores, especialmente en Una casa en la oscuridad, sobre un escritor que vive recluido con su madre y se enamora de la heroína de papel de la historia que está escribiendo, o en Livro, que aborda la inmigración portuguesa durante la dictadura de Salazar.