Una huella de carbono negativa

A escala mundial, sólo tres países tienen una huella de carbono negativa. Bután, Panamá y Surinam absorben másCO2 del que emiten. Lo que tienen en común es su densa cubierta forestal. Los árboles tienen una capacidad excepcional para atrapar el dióxido de carbono. Tanto mejor: cubren el 93% de Surinam. Pero no sería posible que el bosque absorbiera másCO2 del que produce el país, si no fuera ayudado por las políticas nacionales de reducción de emisiones, y en particular el uso extensivo de fuentes de energía renovables y bajas en carbono. Gracias a estos esfuerzos, así como a su escasa población de poco más de 600.000 habitantes, es uno de los países con menos emisiones de carbono del mundo.

Récord de superficie forestal

Con un impresionante 93% de su territorio cubierto por bosques, Surinam ostenta el récord mundial de mayor proporción de territorio nacional cubierto por bosques. En términos de superficie forestal bruta, Surinam ocupa el puesto 37 del mundo, con 153.000 km² de bosque, a pesar de ser uno de los países más pequeños del mundo.

El bosque que cubre Surinam es tanto más valioso cuanto que es uno de los escasos relictos de bosques primarios del mundo, es decir, aquellos que no han sido alterados por el hombre. Mejor aún, forma parte de la inmensa selva amazónica, el ecosistema más rico del mundo.

Un litoral en erosión

Surinam es el país con la mayor cubierta forestal del mundo, y más del 90% de la población vive en la costa y no en el interior. Sin embargo, esto conlleva otros problemas, entre ellos el de fomentar la erosión, a la que la costa surinamesa es naturalmente muy sensible.

Sin embargo, se trata de ecosistemas especialmente valiosos, como los manglares. Estos bosques tropicales semisumergidos son hábitats privilegiados para muchas especies. Además, desempeñan un papel clave en la lucha contra la erosión, ya que sus raíces anclan el suelo, impidiendo que se hunda.

Por desgracia, son muy sensibles al cambio climático y están desapareciendo en todo el mundo, y Surinam no es una excepción. La zona de Weg Naar Zee, al norte de la capital, Paramaribo, es un excelente ejemplo de ello, ya que sufre una erosión extrema. El país, apoyado por la ONU, está haciendo grandes esfuerzos para atajar el problema. La Universidad Anton de Kom ha desarrollado un sistema basado en técnicas ancestrales. A lo largo de las costas, sobre todo las de Weg Naar Zee, está colocando trampas de sedimentos para fijar el suelo y replantando nueva vegetación para combatir el efecto destructor de las olas. Desde su introducción en 2016, este método innovador y prometedor ya está siendo seguido de cerca por académicos de todo el mundo, con vistas a tal vez aplicarlo a otras costas erosionadas de todo el mundo...

Bauxita: un regalo envenenado

La selva de Surinam no sólo es rica en especies vivas. Su suelo esconde otro tesoro del que podría prescindir: la bauxita. Es esta roca, uno de los principales componentes de la producción de aluminio, la que sustenta la industria minera de Surinam. Sólo este sector económico representa más de un tercio del PIB del país.

La extracción de estos minerales preciosos supone un gran riesgo para la selva tropical. Sus túneles y canteras provocan la destrucción de hábitats salvajes de una riqueza incomparable. Además, provoca una importante contaminación del agua, sobre todo por el uso de mercurio. En la cuenca del río Maroni se encuentran concentraciones anormalmente elevadas de este metal tóxico. Este río, que marca la frontera entre Surinam y la Guayana Francesa, es escenario de un extenso lavado ilegal de oro en ambas orillas. Pero Francia y Surinam firmaron recientemente un acuerdo, bien acogido por las ONG ecologistas, para poner fin a este tráfico.

Parques naturales: barreras esenciales a la minería del oro

Surinam cuenta con un parque y once reservas naturales. Son tanto más importantes cuanto que representan zonas de protección contra la minería. El Parque Natural de Brownsberg, creado en 1970, es un ejemplo perfecto. Brownsberg, como se le conoce localmente, es de hecho un antiguo emplazamiento minero, e incluso toma su nombre de uno de los primeros mineros de oro que lo explotaron, John Brown. El parque sigue siendo objetivo de mineros ilegales, de los que se calcula que al menos 1.500 acamparon allí en 2012. Pero su protección legal ayuda a limitar los daños.

El pequeño país también cuenta con una de las mayores reservas naturales del mundo: la Reserva Natural de Surinam Central. Con una superficie de más de 1,6 millones de hectáreas, representa más del 10% de la superficie del país. Está constituida por un mosaico de ecosistemas muy diversos y particularmente bien conservados. Su relieve y su red hidrográfica muy desarrollada le confieren una riqueza inestimable en biodiversidad. Jaguares, armadillos gigantes, tapires, perezosos y primates conviven con más de 5.000 especies vegetales. La reserva natural de Surinam Central es tan valiosa que ha sido reconocida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad por su riqueza ecológica.

Las otras diez reservas del país son también enclaves de biodiversidad, y dan testimonio de la determinación de Surinam por proteger su medio ambiente. La reserva privada de Pepperpot es un ejemplo de ello, ya que ha pasado de ser una antigua plantación de café y cacao a convertirse en un corredor ecológico a sólo 10 minutos de la capital. La reserva natural de Coppenamemonding, por su parte, ya figuraba en el Código Penal como zona de interés especial en 1915, antes de convertirse en reserva natural en 1961. Hoy es uno de los principales santuarios de aves del país.