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El oro verde de Costa Rica

Costa Rica se dio cuenta tarde de sus ventajas ecológicas. Durante décadas, el país no se dio cuenta de la innegable riqueza natural que atesoraba. Costa Rica posee el 6% de todas las especies animales y vegetales del planeta, bosques primarios, dos litorales con costas preservadas, un terreno accidentado con volcanes activos, montañas y selvas densas y exuberantes. Cuando llegaron los conquistadores, la selva tropical cubría todo el país, pero con la colonización occidental, el país perdió casi la mitad de sus zonas boscosas en sólo treinta años. En 1950, tres cuartas partes del territorio estaban abiertas a la tala debido al desarrollo de la agricultura a gran escala. En 1953, el bosque se había reducido un 50% y en la década de 1980 sólo ocupaba el 30% de la superficie. El motivo fue el crecimiento exponencial de la ganadería extensiva, la silvicultura y las plantaciones agrícolas, que resultaron fatales para el bosque y las especies animales que lo habitaban. Sólo a partir de 1987 se invirtió la tendencia, gracias sobre todo a la intervención del Estado. Al borde del desastre ecológico, el país creó zonas de protección (parques, reservas y refugios) a partir de los años 60, que ahora se han convertido en la principal fuente de ingresos del país gracias al ecoturismo. El ecologista sueco Nils Olof Wessberg y la ecologista danesa Karen Morgenson fueron los responsables de la creación de la primera reserva nacional, Cabo Blanco, en la península de Nicoya. La fundación de esta reserva, la primera zona protegida del país en 1963, marcó el inicio de la política de conservación de la naturaleza. Cabo Blanco incluso llevó a Costa Rica a pensar y crear su actual sistema nacional de áreas de conservación.

Poco a poco, creció el interés de los organismos internacionales y las instituciones nacionales por financiar distintos proyectos de conservación, los costarricenses se comprometieron ecológicamente y recibieron subvenciones estatales para rehabilitar las zonas de reforestación. Desde entonces, esta concienciación no ha dejado de crecer: hoy, la cubierta forestal representa más de la mitad de la superficie del país, con planes para alcanzar el 60% de cubierta forestal en 2030. Con esta nueva postura medioambiental, el país pretende regenerar su riqueza biológica y adopta la idea de un nuevo concepto: el matrimonio entre ecología y economía. Costa Rica fue el primer país del mundo que duplicó la superficie de sus bosques al tiempo que triplicaba la economía del país: proteger la naturaleza dista mucho de ser contradictorio con el objetivo de crecimiento.

La bonanza turística

El turismo se planteó a finales de los años ochenta como un verdadero punto de recuperación de la economía costarricense. Costa Rica no siempre ha apoyado una política verde, pero se dio cuenta muy pronto de la riqueza de su biodiversidad y de la necesidad de protegerla. Iniciador ya de numerosos proyectos ecológicos, el país se dio cuenta del potencial que ofrecía su excepcional biodiversidad y decidió conciliar las actividades turísticas con la protección del medio ambiente. Con el paso de los años, unos cuantos aventureros modernos se enamoraron de la fauna costarricense y el turismo resultó ser una bendición que había que optimizar a toda costa: en un país donde la economía está en declive y donde se avecina la próxima regresión, el gobierno costarricense ha convertido en una prioridad la protección de esta biodiversidad y su conversión en un pilar del desarrollo sostenible. Conscientes ya de la fragilidad de la biodiversidad centroamericana, se diversifica la oferta turística, se crean cursos de formación para preparar personal cualificado, se diversifica la agricultura favoreciendo los productos locales y se patrocinan infraestructuras.

Los valores del turismo costarricense se construyeron y derivaron de las convicciones vanguardistas que el país venía desarrollando desde los años 50, y los resultados se dejaron sentir rápidamente: a partir de finales de los 80, gracias sobre todo a un flujo de visitantes norteamericanos, el tráfico turístico fue exponencial. El número de turistas extranjeros pasó de 329.000 en 1988 a 1,03 millones en 1999 y finalmente alcanzó el récord absoluto de 3 millones en 2016. En 2022, el PIB representa el 8,2% del total del país. Pero, ¿en qué se basa el ecoturismo? También conocido como "turismo verde", el ecoturismo gira en torno a la biodiversidad. Es una forma responsable de turismo que contribuye al progreso social del país redistribuyendo los beneficios económicos. Su objetivo es sensibilizar y educar a los turistas para que viajen "sin dejar huella", mejorar las condiciones de vida de las poblaciones locales y, por supuesto, preservar el mundo vivo. Para gestionar, desarrollar y mantener las zonas protegidas, se recaudan fondos del Gobierno, organizaciones internacionales, particulares (a través de una parte deducida del impuesto sobre la renta) y turistas (de las entradas a los parques). Por último, desde 1997, la Certificación para el Turismo Sostenible (CST) es una etiqueta que se concede a las empresas que cumplen estrictas especificaciones sobre protección del medio ambiente, con una garantía contra el lavado verde.

Edén salvaje y naturaleza excepcional

En Costa Rica, todos los caminos conducen a un río, un bosque, una laguna, una playa o las laderas de un volcán. No es necesario caminar durante horas para encontrar un paraíso virgen Entre bosques tropicales, puentes colgantes y altas montañas, Costa Rica es un destino en el que se puede ser ecológico y respirar hondo El mayor de todos los parques, el de Santa Rosa, en Guanacaste, abarca 45.000 hectáreas, mientras que el más visitado, Manuel Antonio, tiene 690 hectáreas. De los 30 parques nacionales del país, el de Rincón de la Vieja, que incluye el macizo donde se asienta el volcán Rincón de la Vieja, es sin duda uno de los más majestuosos. Aquí, fumarolas, bosques nubosos, cascadas y ríos ofrecen un paisaje tropical único. En la costa este, el Parque Nacional de Tortuguero, en la frontera con Nicaragua, ofrece un entorno de marismas, manglares y playas sublimes donde acuden a desovar múltiples especies de tortugas. En cambio, en la península de Osa, el Parque de Corcovado revela una naturaleza salvaje que representa por sí sola el 2,5% de la biodiversidad mundial. Los amantes de los animales tendrán la oportunidad de observar monos, tapires, serpientes e innumerables aves. Aquí, el medio ambiente es un tesoro que hay que preservar, y una filosofía del asombro parece sostener esta gratitud constante hacia el mundo vivo.

Los ticos han desarrollado una relación única con la naturaleza y combinan la gran mayoría de sus actividades con el aire libre. Desde sesiones de yoga en la playa frente al océano Pacífico hasta excursiones por la selva y observación de aves exóticas, la naturaleza está omnipresente en todas sus formas. En la humedad de la selva, caminas hacia una refrescante cascada con monos aulladores de fondo... ¡Y nadie parece cansarse de tanta calma y placer! Por último, las personas que aún tienen la oportunidad de vivir de forma tradicional apenas artificializan su entorno; lo conocen a la perfección y no lo dañan. Han sido capaces de sobrevivir durante miles de años sin comprometer la capacidad de regeneración de los ecosistemas.

De pionero a defensor de la biodiversidad

"El Estado debe garantizar el derecho al mayor bienestar posible para todos los habitantes del país, organizando y estimulando la producción y una mejor distribución de la riqueza. Para ello, parece legítimo denunciar los actos contrarios a este derecho y exigir una indemnización. El Estado debe garantizar, defender y preservar este derecho. La ley determinará las responsabilidades y las sanciones correspondientes" (Artículo 50 de la Constitución Política de Costa Rica). Con este artículo, añadido a la Constitución el 14 de septiembre de 2002, el Presidente de la República, Abel Pacheco, insiste en el derecho de todos a disfrutar del mejor medio ambiente posible, es decir, sano y ecológicamente equilibrado. Tras las garantías sociales firmadas en 1943, las garantías medioambientales se convirtieron en una de las prioridades del país. Esta apuesta ecológica dio ventaja a Costa Rica. El país necesita constantemente revitalizar su biodiversidad y se replantea constantemente cómo desarrollar su benevolencia hacia todas las formas de vida: en lugar de explotar su entorno como un pozo infinito de recursos, que se pueden utilizar sin límite, Costa Rica tiene en cuenta a los demás seres vivos y ha comprendido que ellos también dependen de él para existir. El país exige que el tratamiento de las aguas residuales sea respetuoso con el medio ambiente, que la energía renovable sea la principal fuente de energía y que se elimine prácticamente el uso de pesticidas. Con la iniciativa Paz con la naturaleza, Costa Rica se ha propuesto incluso ser el primer país del mundo neutro en emisiones de carbono. Su política verde se extiende más allá de las fronteras del país: el istmo, caracterizado por un corredor ecológico - corredor biológico mesoamericano - es ahora una vasta zona internacional de conservación de la naturaleza. Costa Rica es ahora un modelo de protección de la naturaleza y desarrollo turístico. Convertido en la escuela ecológica del mundo, el país se replantea constantemente su definición de ecoturismo anclando cada vez más el desarrollo sostenible en sus costumbres. Es esta actitud, cuando menos ejemplar, la que le permitirá seguir siendo un popular destino turístico ecológico.