Museo de Arte Costarriciense © Marek Poplawski - Shutterstock.com.jpg

Arqueología

Varios yacimientos arqueológicos han servido para reconstruir la cultura de los primeros habitantes de Centroamérica. El más antiguo, el Monumento Nacional de Guayabo, ha revelado preciosas rocas grabadas entre sus acueductos y tumbas. Entre los motivos incisos en las piedras destacan animales como un jaguar y un cocodrilo. Los restos descubiertos en los 66 yacimientos situados a orillas del río Reventazón ofrecen un testimonio único de cómo era la vida 12.000 años antes que nosotros. El avance de la civilización a lo largo de la costa atlántica queda patente en los utensilios cotidianos, las huellas de habitación y los objetos funerarios. Algunos de los objetos se dejaron in situ, otros se conservan en el Museo Nacional de San José.
Otros testimonios excepcionales son las 465 rocas grabadas al aire libre, diseminadas en el yacimiento del Pedregal, en el noroeste de Costa Rica. No lejos de Nicaragua, la multitud de petroglifos demuestra que esta práctica gráfica era una tradición local. Hay motivos geométricos simples y complejos (espirales, cruces y composiciones concéntricas), así como motivos figurativos: rostros humanos, siluetas vestidas y animales (lagartos, cocodrilos, serpientes). Las más antiguas datan del 500 a.C.
La diversidad de las representaciones atestigua una mezcla muy temprana de las poblaciones indígenas, enriquecida por múltiples aportaciones procedentes de América del Sur y del Norte.

Arte precolombino

El periodo precolombino terminó con la llegada de los europeos. El Museo del oro precolombino ofrece la más amplia panorámica de la cultura de los pueblos indígenas de Centroamérica. Además de sus 1.600 piezas de oro, la colección traza el surgimiento de la metalurgia y su impacto cultural en la región. Para los indígenas, el oro tiene una carga espiritual. Utilizado en la fabricación de todo tipo de objetos, este metal inalterable desempeña un papel clave en los rituales sagrados.
Se cree que el centenar de esferas megalíticas de los Diquis, descubiertas en la selva del sur del país, son obra de los Diquis, un pueblo del valle del Río Grande. Talladas en piedra caliza o arenisca, estas Bolas varían en tamaño de 5 centímetros a 2 metros. Su función sigue siendo desconocida a día de hoy. Algunos de ellos pueden verse a la entrada del Parque nacional Corcovado, en los alrededores del Museo Finca 6 de Sierpe, dedicado al desarrollo de las civilizaciones precolombinas.
Una de ellas se encuentra en el patio del Museo Nacional de Costa Rica. En su interior, una colección de objetos variados evoca la evolución de las sucesivas culturas. Se pueden admirar cerámicas y esculturas de jade. Las civilizaciones prehispánicas apreciaban el jade en diversos colores. Desde el año 1200 a.C. hasta el siglo XIII, los olmecas, los mayas y luego los aztecas dominaron el arte de trabajar el jade. Más valiosa que el oro, esta roca simbolizaba el agua y, por tanto, la cosecha y la abundancia de maíz. Por eso, muchas máscaras y estatuillas se tallaban en jade. Una visita obligada es el Museo del Jade y la Cultura Precolombina, ubicado en un moderno edificio construido especialmente para San José.

Arte tradicional

La llegada de los conquistadores supuso un cambio radical en las artes visuales. Sin embargo, aún hoy, los pueblos nativos siguen perpetuando tradiciones ancestrales. Los chorotegas, originalmente politeístas, siguen produciendo una notable cerámica decorada con ingeniosos motivos decorativos y animales.
Las máscaras de los Boruca siguen siendo, cuando menos, espectaculares. Estas máscaras altas y coloreadas, talladas en madera, se usan en danzas rituales y seducen con sus rasgos exagerados. Su función es que los actores los lleven durante varios días. Durante estas ceremonias, los portadores cuentan la gran historia nacional, así como la de una de las últimas poblaciones indígenas. Las máscaras más terroríficas, los diabolitos, pretenden narrar la invasión española. Los colores vivos de los borucas tienen una connotación espiritual. También utilizados en pintura, exaltan la relación de un pueblo con el medio ambiente. Hoy en día, estas máscaras son la principal fuente de ingresos de los borucas.

Influencias mixtas

Los pueblos indígenas han recibido una mezcla de influencias de América, África y España. Las aportaciones africanas fueron más en música, danza y comida que en artes visuales.
La cultura europea entró en Costa Rica a través de España. En el campo de la pintura, la élite adoptó rápidamente un género clásico, inspirado en las pinturas populares de la nobleza española. En las plazas del país aparecieron bustos esculpidos. Estos retratos de encargo acompañaban la construcción de casas y palacios.
En el arte tradicional, las carretas de bueyes pintadas a mano son uno de los símbolos de Costa Rica. El MADC - Museo de Arte Costarricense alberga una espléndida colección de arte popular.

Auge cultural

El siglo XX fue testigo de una explosión de innovaciones y tendencias artísticas. Surgieron varios talentos, algunos de los cuales alcanzaron fama internacional.
El pintor y arquitecto Teodorico Quirós (1897-1977) ofreció una visión moderna del paisaje tradicional en la década de 1920. Considerado uno de los principales pintores de Costa Rica, participó en la construcción y decoración de numerosos lugares públicos. El Museo de Arte Costarricense nombra una planta de su edificio en su honor. También pintó murales, entre ellos uno famoso en 1932 en el Colegio Superior de Señoritas.

Escultura moderna

José de Jesús Francisco Zúñiga Chavarria (1912 -1998) debutó como artista a los quince años. Sus padres eran escultores, su padre especializado en arte religioso. Este pintor y escultor fue rápidamente aclamado en todo el mundo. Muy joven, Francisco Zúñiga se trasladó a Ciudad de México, donde se integró en la comunidad artística local. Después se convirtió en profesor en las escuelas de arte más prestigiosas del país. Su refinado tratamiento de la figura humana, visión contemporánea del arte prehispánico, se convirtió en su firma. Copiaba los modelos de los museos. Apegado al arte figurativo, el cuerpo humano es para él el aspecto más importante del mundo que le rodea. Creó más de treinta y cinco esculturas públicas en todos los continentes. Ha recibido premios de escultura en todo el mundo, entre ellos el Premio Kataro Takamura de la Tercera Bienal de Escultura de Japón y el Premio Elías Sourasky de México.
En el Museo de Arte Costarricense de San José, descubrimos la obra de su contemporáneo con influencias indígenas, el escultor Juan Manuel Sánchez Barrantes (1911-1990). Sus esculturas minerales, de un modernismo próximo al de Rodin, están impregnadas de romanticismo. Sus formas humanas o animales y sus temas de inspiración religiosa sobresalen del bloque de piedra, tallado con aparente espontaneidad.
Economista de formación, José Sancho (nacido en 1935) se dedicó a la escultura a finales de los años sesenta. Con una cultura internacional, fusiona las influencias más diversas (Tinguely, Brancusi, etc.). Sus piezas orgánicas se inspiran tanto en la industrialización como en el biomorfismo. Utiliza materiales reciclados, piedra y metal. La trayectoria de este incansable modernista fue objeto de una retrospectiva en 2011 en el Banco Central de Costa Rica, en San José.

Pintura moderna

Sin duda una de las principales figuras de la escena costarricense contemporánea, Amighetti nació en San José en 1907 en el seno de una familia italiana. Grabador y pintor, se inspiró en el surrealismo y la abstracción para romper los códigos. Entre sus temas favoritos, Francisco Amighetti representa escenas rurales y procesiones religiosas.
Su contemporáneo César Valverde Vega abandonó la abogacía para dedicarse a la pintura. Trató la figura femenina, su tema principal, a rayas, en el espíritu de Picasso.
Nacido en Cartago en 1928, Rafael Ángel Felo García Picado se dio a conocer en el mundo del fútbol. Se hizo pintor y arquitecto y pasó varias temporadas en Europa, desarrollando un estilo expresionista abstracto. Aclamado profesor de arte y ferviente defensor de la cultura costarricense, se adelantó a su tiempo. Fundó el grupo Nueva Visión, con el objetivo de intercambiar ideas y montar exposiciones colectivas. Experimentador empedernido, reciclaba y transformaba resina, frutos secos y madera. Es aclamado como la figura pública que ha dado una nueva dimensión a la cultura del país.

Arte postcolombino

En Costa Rica, la búsqueda de las raíces indígenas está muy presente en el arte del siglo XX. Estas cuestiones se reflejan especialmente en la obra de Rolando Castellón. Representante de la corriente neoconceptual y del activismo indigenista, presentó en la Bienal de Venecia de 2011 una instalación formada por fragmentos textiles, de papel y vegetales que parecen restos arqueológicos. En 1968 fundó la galería La Raza en San Francisco para promover el arte de las minorías latinas.
De vuelta en Costa Rica, participó en 1995 en la creación de TEOR/éTica (en la esquina de Calle 7 y Av. 11). Este lugar está dedicado a la promoción del arte contemporáneo nacional.
Le gusta aplicar el término "poscolombiano" a sus obras para evocar el encuentro entre la expresión indígena y la energía contemporánea.

Arte contemporáneo

Ubicado en una antigua fábrica de licores, el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo representa las tendencias más actuales en sus cuatro salas de exposición y su espacio al aire libre.
Figura emblemática del arte contemporáneo latinoamericano, Priscilla Monge impone su talento en un contexto regido por el patriarcado. Nacida en San José en 1968, su carrera despegó en los años ochenta. Se expresa a través del videoarte, las instalaciones y la fotografía. En su obra cuestiona la feminidad, en particular la disciplina impuesta al cuerpo femenino. Priscilla Monge participó en la Bienal de Venecia en 2001 y 2013.

Arte callejero

Elarte urbano se despliega en el centro de San José. Negus, el grafitero más popular, empezó a pintar muy joven. Decidido a llevar el arte a la vida cotidiana, Negus desarrolló un estilo urbano ultracolorido. Hay que decir que en San José, las autoridades toleran los murales siempre que sean un plus. Además de sus diseños pintados con espray, Negus se ha pasado recientemente al tatuaje y ha abierto su propio estudio, Arte Vida.
Los aficionados se aventurarán a salir del centro por las callejuelas de los barrios la California, Amón, Otoya o Aranjuez. Proyectos como De mi barrio a tu barrio, apoyado por el grafitero Diego Fournier, ofrecen espacios dedicados a la creatividad en los barrios. Tanto el municipio como los particulares aprecian tanto el arte callejero que ceden de buen grado sus paredes a los artistas callejeros.
Vivo Graff dio sus primeros pasos en San Ramón, antes de pintar retratos y formas geométricas en paredes públicas. Otro artista urbano, Gussa, difunde sus alegres rostros de vivos colores por Europa y Estados Unidos.
En Costa Rica, se extiende la alfombra roja para el arte callejero. Como voz del pueblo, transmite sus luchas, sus ideales y sus aspiraciones... ¡el alma de una nación se despliega en el espacio público para nuestro mayor placer!