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Región sísmica y volcánica

Detrás de su hermosa y cautivadora naturaleza, Costa Rica es una tierra convulsa, que esconde una violencia primitiva caracterizada por terremotos, erupciones volcánicas y huracanes. ¿Por qué tanta agitación? Debido a su origen geológico, Centroamérica es una de las regiones con mayor actividad sísmica del mundo. Todo comenzó hace 65 millones de años: durante una intensa actividad sísmica, dos placas tectónicas colisionaron. Así surgió Centroamérica, situada en el Cinturón de Fuego del Pacífico que va desde Alaska hasta la Patagonia. La subducción de la placa del Pacífico (placa de Cocos) bajo la placa continental (placa de Norteamérica) dio lugar a la creación de una larga cadena de volcanes a lo largo de la parte occidental de la región. Los picos de la cordillera central, que aparecieron a finales del Mioceno en forma de islas, son una de las formaciones más antiguas del país. Se han identificado numerosos fósiles marinos. En la actualidad, una cadena montañosa atraviesa Costa Rica de noreste a suroeste. Consta de tres partes: al norte, la sierra de Guanacaste y su famoso volcán Arenal, que alcanza los 1.630 metros de altitud; la sierra de Tilarán, que une la sierra de Guanacaste con la cordillera volcánica central; y la sierra de Talamanca, una de las más interesantes para los geólogos, aunque no tiene volcanes. Está formado por un bosque muy denso y antiguo, y quince de sus cumbres superan los 3.000 metros.

Tierra de fuego

Costa Rica tiene al menos 290 volcanes, algunos extintos, otros inactivos y sólo 5 históricamente activos. Se han producido grandes erupciones como la del Turrialba en 1864, la del Poás en 1953 y 1955, la del Irazú en 1963 y 1965, la del Arenal en 1968 y la del Rincón de la Vieja en la década de 1990. Estos respiradores de fuego han provocado erupciones violentas y desastrosas, dejando a menudo un trágico recuerdo. Caracterizados por erupciones freáticas, Irazú, Turrialba y Poás son famosos por sus explosiones de rocas lanzadas hasta cientos de metros.

Elvolcán Turrialba, de 3.339 metros de altura, es uno de los más vigilados de Costa Rica: cada día, uno de sus tres cráteres escupe nubes de humo. Tras más de 150 años de letargo, el volcán está muy activo desde 2016, lo que ha llevado a los científicos a observarlo con detenimiento.

Aunque a menudo oculto en la niebla, Poás ofrece a la vista su lago cratérico y sus fumarolas. A 2.704 m de altitud, su cráter de 1,7 km está considerado el mayor del mundo. La gran erupción de 1910 y la columna de agua y lodo que proyectó a más de 4.000 m de altura permanecen en la memoria colectiva: ¡las cenizas se depositaron hasta Puntarenas! Desde 1928, el volcán ha experimentado casi 40 episodios eruptivos. La última erupción registrada fue en 2019, pero en abril de 2017, las repetidas erupciones obligaron al parque a impedir temporalmente el acceso al cráter.

A 3.432 metros sobre el nivel del mar, el Volcán Irazú es un volcán activo con un largo historial de erupciones. Sus erupciones van acompañadas de nubes de vapor y chorros de ceniza, escoria o piedras. Sus últimas erupciones se remontan a 1991 y actualmente sólo son visibles algunas fumarolas. Su cima tiene cuatro cráteres: el principal tiene un paisaje lunar sobre un diámetro de 1.050 metros; Diego de la Haya, el segundo, albergaba un lago sulfuroso hasta 2014: la laguna comenzó a evaporarse con la reanudación de la actividad volcánica, pero se ha ido reformando gradualmente desde 2017. Los otros dos cráteres se encuentran a ambos lados del cráter principal.

El Arenal, con su icónica perfección, encarna el arquetipo de volcán. Su cráter principal tiene 1.300 metros de diámetro y 300 metros de profundidad. Debido a sus 3.000 años de inactividad, la gente ha vivido cerca de esta montaña durante mucho tiempo sin pensar nunca que pudiera representar un peligro. Pero en 1968, durante un violento terremoto, el joven escupefuegos despertó de su letargo. Desde entonces, las erupciones han sido mínimas y poco peligrosas: la última gran erupción se produjo en 1993. Según los vulcanólogos, el volcán está mostrando signos de un ciclo de reposo, lo que significa que está empezando a volver a dormirse.

Porúltimo, el volcán Rincón de la Vieja, de un millón de años de antigüedad, fue noticia en 2021 cuando entró en erupción por última vez. La última erupción duró sólo tres minutos, pero envió al cielo una columna de 2 km de gas y ceniza. Desde la llegada de los europeos en el siglo XVI, la actividad eruptiva del Rincón de la Vieja ha sido regular, con unas 20 erupciones registradas, principalmente en el periodo 1966-1970 y 1991-1992. Actualmente es el tercer volcán más activo de Costa Rica, con nueve conos eruptivos interconectados, uno de los cuales -el cráter principal- está permanentemente activo. Se comporta como una olla a presión con varias boquillas que liberan vapor. Al sur del gigante, en los lugares llamados "Las Pailas" (cardos) y "Hornillas" (pequeños hornos), géiseres y chorros de vapor que contienen azufre, hierro y cobre han coloreado los alrededores con manchas "impresionistas" rojas, amarillas o verdes.

En busca de paisajes

Todos estos lugares, que conforman el paisaje y marcan la superficie del país, se pueden observar a medida que se descubren las distintas zonas de Costa Rica. El campo es un lugar ideal para disfrutar del paisaje en todas las estaciones. El cambio de aires puede ser abrumador Ante determinados panoramas, las emociones se disparan y los sentidos se despiertan.

En lavertiente del Pacífico, de norte a sur de la costa occidental, el paisaje es múltiple: el calor y la sequedad campan a sus anchas en Guanacaste, mientras que, siguiendo la costa, uno se acerca al flanco occidental de la península de Nicoya, donde las playas se suceden hasta Playa Carillo, primer punto de acceso al bajar de las montañas del centro de la península. Al sur de Nicoya, subiendo hacia el golfo del mismo nombre, encontrará calas rocosas aún salvajes. Bajando hacia Quepos, encontrará playas y el famoso Parque Nacional Manuel Antonio. Remotas y aún de difícil acceso, la Península de Osa y sus alrededores inmediatos ocupan menos del 0,001% de la superficie de la Tierra, pero albergan el 2,5% de sus formas de vida. La variedad de hábitats de Osa ofrece refugio a miles de especies entre bosques nubosos, pantanos, lagunas de agua dulce y manglares.

Alotro lado, al este, la costa está bordeada por el mar Caribe. Un poco más allá de la cordillera central y sus bosques ocultos por las nubes se encuentra Tortuguero, una enorme zona lacustre relativamente aislada. Es el lugar privilegiado de las tortugas verdes, que eligen estas playas para venir a desovar de mayo a agosto.

Alnorte, los ríos Frío y Sarapiquí nos llevan a Nicaragua, mientras que un poco más al sur, las cascadas de La Fortuna y las aguas termales de Tabacón son testigos de la actividad volcánica del volcán Arenal. La mayoría de los volcanes de esta zona tienen fuentes termales, baños termales que atraen a turistas y lugareños por igual. Al noroeste, el majestuoso Rincón de la Vieja y el igualmente majestuoso Arenal recuerdan a los visitantes la continua actividad volcánica del istmo centroamericano. La cascada del Río Celeste es especialmente espectacular: la presencia de silicato de aluminio le confiere un color increíble. Para comprender mejor los orígenes de este azul celeste, debemos remontarnos río arriba en la historia de este bosque, se trata de un fenómeno químico único que se produce en el punto de encuentro entre la Quebrada Agria, que tiene un PH ácido, y el río Buena Vista, que está cargado de partículas de silicato de aluminio. El agua ácida aumenta el tamaño de las partículas minerales, mientras que otras permanecen en suspensión, reflejando la hechizante luz azul. El bosque nuboso de Monteverde, el lago Arenal y las playas del Pacífico Norte completan la extraordinaria paleta de riquezas naturales de esta región.

El suroeste y sus altas montañas ofrecen un paisaje virgen, más al margen de la actividad humana. En las laderas de la Cordillera de Talamanca, nos encontramos con una geografía particular donde los periodos de glaciación han dejado su huella en el corazón mismo de bosques tropicales increíblemente densos. Siempre al oeste, el río Tanpiscué fluye por una zona húmeda protegida por un parque nacional. El Palo Verde alberga multitud de aves, tanto sedentarias como migratorias, que encuentran alimento y refugio para reproducirse. Lagunas, manglares y pantanos forman un ecosistema único en esta parte del país. Viajar por estas tierras moldeadas por la madre naturaleza es un auténtico privilegio: a capricho del relieve, uno descubre en Costa Rica arrecifes de coral, siluetas volcánicas, cascadas de aguas perfectamente transparentes o valles tropicales. De sorpresa en sorpresa, estos descubrimientos seguramente le harán desear explorar los parajes naturales más bellos del país.

Los parques nacionales como joyas naturales

Volcanes, montañas, ríos, bosques, manglares, océanos... Un paraíso debe tener un escenario, y éstos son los parques y reservas nacionales que garantizan al visitante un asombro total. Los tesoros bien guardados del país pueden observarse, explorarse y redescubrirse en los parques naturales: se trata de más de una cuarta parte del país. Bosques vírgenes, hay algunos parques nacionales que se pueden visitar y permanecer durante días. Rafting, senderismo, piragüismo y kayak. Se han creado parques naturales, junto con reservas privadas. En el Parque Nacional de Manuel Antonio, el visitante tiene garantizado el avistamiento de animales: perezosos, capuchinos, tucanes. Bordeado por tres magníficas playas, este parque es el más visitado del país. Desde la creación del primer parque nacional en Cabo Blanco en 1963, y luego en 1970 del Servicio de Parques Nacionales dentro del Ministerio de Agricultura, Costa Rica no ha dejado de aumentar la importancia de estas zonas, que protegen entre el 6 y el 10% del total de especies vegetales y animales del mundo. En la actualidad, el país cuenta con 30 parques nacionales, 149 espacios naturales protegidos, 58 refugios de vida salvaje, 32 zonas protegidas, 15 humedales, 11 reservas forestales y 8 reservas biológicas. Están presentes casi todos los hábitats existentes: bosques caducifolios, pantanos, manglares, selvas (también llamadas selvas tropicales), bosques nubosos, lagunas herbáceas, palmerales pantanosos, bosques secos tropicales y zonas desérticas. Pero, ¿cómo diferenciar cada una de las llamadas zonas protegidas? Los parques nacionales protegen los recursos naturales, en su mayoría bosques primarios, es decir, nunca tocados por el hombre. Puede seguir senderos, guiados o no, y participar en actividades de descubrimiento o mantenimiento. Las reservas biológicas son bosques o terrenos forestales donde se preservan todas las formas de vida forestal y que, por lo general, son inaccesibles al público en general. Los refugios nacionales, con zonas delimitadas, protegen la fauna y la flora de los bosques y, más concretamente, las especies amenazadas. Por último, las reservas forestales se desarrollaron en terrenos dedicados a grandes plantaciones forestales, sobre todo de teca, que se ha adaptado muy bien a Costa Rica. En el caso de los pantanos, que son el hábitat de muchas especies vegetales y animales, estas tierras inundadas o parcialmente cubiertas están autorizadas a tener o mantener determinadas actividades humanas siempre que no tengan impacto en el medio ambiente. Así, muchas zonas protegidas han podido conservar su belleza natural. Costa Rica guarda celosamente sus parques y el enorme potencial económico que encierran, una riqueza posible gracias a un clima benévolo y una situación geográfica especial. Tres lugares están declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO: la Reserva de la Amistad (1983), el Parque Nacional Isla del Coco (1997) y el Parque Nacional de Guanacaste (1999). Todas estas zonas protegidas están ahora conectadas por corredores ecológicos que permiten la libre circulación de los animales.