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Música y danza tradicionales

En Costa Rica, la música tradicional es ante todo una expresión de las distintas regiones del país y adopta formas diferentes según se toque en Guanacaste, el Valle Central, Limón o Puntarenas. En Guanacaste, una de las formas tradicionales más típicas y populares son las "bombas", canciones poéticas breves y alegres, a menudo divertidas y satíricas, escritas en cuartetas y puntuadas con "¡bombas!" gritadas al final de cada verso. Según la leyenda, esta tradición debe su nombre a que, antiguamente, durante las celebraciones, alguien quería hacer un brindis y gritaba "¡Bomba!" para que parara la música y los congregados le escucharan.
También es de esta región de donde procede el punto guanacasteco. Considerada la danza nacional del país, en ella las mujeres hacen girar sus coloridos vestidos mientras los hombres las acompañan agitando trapos rojos en movimientos de barrido.
Aunque carece de letra, esta música se acompaña a veces de las famosas bombas.
El otro estilo representativo de la región es el tambito. Al igual que el punto guanacasteco, también se considera un pilar del folclore nacional. Su nombre deriva del tambo, un tipo de rancho, y aunque se desconoce su origen, se cree que desciende del baile español. Algunas de las grandes canciones costarricenses son tambitos, como el famoso Caballito Nicoyano.
Jesús Bonilla Chavarría (1911 - 1999), eminente compositor folclórico costarricense, dedicó gran parte de su obra a la provincia de Guanacaste y a sus tradiciones musicales, como puede escucharse en Luna liberiana, Pampa o el Himno de la Anexión de Guanacaste. La mayoría de sus obras son de carácter sinfónico y forman parte del repertorio de la Orquesta Sinfónica Nacional.
Cualquiera que quiera saborear el folclore de Guanacaste se animará a ir a las Fiestas de Liberia, donde se vive su máximo esplendor con conciertos, concursos de baile y mucho más.
En el valle central, las influencias europeas son evidentes en la música local. Esto es especialmente evidente en el uso del acordeón, la trompeta, el violín o el saxofón, así como en la popularidad de ritmos como el vals costarricense, la jota, la mazurca y la polca, estéticas introducidas por la sucesión de colonos europeos. La Patriótica costarricense, considerada el segundo himno nacional (fue escrita por Manuel María Gutiérrez Flores, que también es el compositor del himno nacional) es un buen ejemplo de vals costarricense.
Las batambas son otro género típico de la región. Se distinguen por su estrofa, demasiado larga para la frase musical, que da la impresión de que el cantante tiene que "perseguir" el ritmo.
La música de la región costera de Puntarenas está notablemente marcada por estilos como la campera, un animado ritmo tocado con guitarra, que mezcla música campesina y criolla y que puede asemejarse a una cumbia colombiana. Puntarenas es también la región de las tonadas, canciones románticas impregnadas de leyendas y fiestas locales tocadas con guitarra, violín y acordeón.
El Carnaval de Puntarenas suele ofrecer un hermoso panorama del folclore regional.
En la provincia de Limón se dejan sentir dos grandes influencias: la española y la afrocaribeña. Es claramente la región más rítmica del país, y basta con escuchar unos compases de sinkit, un instrumento de percusión de carnaval, para convencerse de ello. Otra especialidad local es el cultivo de su propia forma de comparsas, grupos móviles que tocan durante desfiles y carnavales. Por último, la cuadrilla, una forma burlesca de danza que se remonta a la época en que los esclavos imitaban los bailes de sus amos, también es popular en la provincia.
Pero si la provincia de Limón se percibe como el corazón del ritmo costarricense, es porque es aquí donde el calipso y otros ritmos afrocaribeños están más presentes. La razón se encuentra a finales del siglo XIX, cuando un gran número de emigrantes jamaicanos y caribeños llegaron a la región. el calipso limonense hunde sus raíces en su primo trinitense, al que los músicos locales han añadido un toque de mento jamaicano (precursor del ska y el reggae de los años 40) para un resultado tan bailable como claro y cálido. Aparte de este aspecto festivo y risueño, el calipso es también un vehículo privilegiado para la crítica social -siempre llena de humor- y la representación de la vida cotidiana de la minoría negra.
Entre sus intérpretes más conocidos -conocidos como "calypsonians"- está Walter "Gavit" Ferguson, el icono nacional, considerado el rey del calipso costarricense. Ya centenario (nació en 1919), este venerado músico ha compuesto algunos de los éxitos más inmortales -Cabin in the Wata, Callaloo y Carnival Day, por citar sólo algunos- y ha desempeñado un papel fundamental en la conversión del calipso en patrimonio nacional.
Walter Ferguson y su estilo característico son un orgullo local, y no es casualidad que se oiga tanto calipso en el Carnaval de Limón. Durante una semana de octubre, este gran festival invita al canto, al baile -y al calipso, claro- para honrar a las distintas comunidades de la provincia. Es uno de los mayores festivales del país.
Por lo demás, en todo el país, los cantos, bailes y música tradicionales están siempre presentes durante las celebraciones populares y patronales, como la Fiesta de la Virgen del Mar en Puntarenas, donde una barca floreada encabeza la procesión de la Virgen en el golfo de Nicoya. Es la ocasión para un festival de música, fuegos artificiales, etc.
Tenga en cuenta que el instrumento nacional de Costa Rica es la marimba. Puede verse y oírse en todo el país, y es la atracción principal de muchas fiestas. Fabricado con tiras de madera, este primo del xilófono es el resultado del maridaje entre diferentes instrumentos precolombinos y africanos y puede medir hasta dos metros de longitud. Verdadero tesoro nacional, también fue incluido en 2015 en la lista del patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO.
El instrumento se honra especialmente durante lasFiestas de Santa Cruz, en enero, en la provincia de Guanacaste.
Aunque la música tradicional costarricense está más reservada a grupos de aficionados que tocan durante celebraciones populares, cabe mencionar a un grupo como Cantares, que en los años 80 ayudó a popularizar la música folclórica costarricense entre un amplio público.

Música clásica

Para ser un país sin tradición en este campo ni grandes nombres -salvo quizá la soprano Iride Martínez, que cantó con Plácido Domingo-, Costa Rica cuenta con una institución bastante dinámica y bien dotada: la Orquesta Sinfónica Nacional de Costa Rica. Creada en 1970, ha sido dirigida por nombres relativamente interesantes como el estadounidense Irwin Hoffman, el japonés Chosei Komatsu y, más recientemente, Carl. Clair (también estadounidense), su actual director musical.
Para escucharla sobre el escenario, diríjase al Teatro Nacional de San José, el mayor recinto del país -y orgullo de los costarricenses-, declarado monumento protegido desde 1965.

Música popular

Aunque ningún músico ha brillado realmente a nivel internacional -salvo la cantante de origen costarricense Chavela Vargas, que se identifica como mexicana-, algunos músicos cuentan (y han contado) en la escena local. Es el caso, en particular, de Taboga Band, que mezcla salsa y jazz, o de Los Brillanticos, cuya proeza es haber tocado con la estrella cubana Celia Cruz. También está el grupo Editus, que hizo que la reputación del jazz costarricense diera la vuelta al mundo, y Malpaís, un grupo de la región de Guanacaste, que se convirtió en el centro de la escena del rock nacional al invitar al folclore costarricense.
La música popular costarricense ha tenido algunos episodios turbulentos, sobre todo en los años sesenta con el movimiento de la Nueva Canción Costarricense -una respuesta local a la Nueva Canción Chilena y la trova cubana-, donde canciones formalmente sencillas (voz + guitarra / verso + estribillo) llevaban fuertes mensajes sociales y políticos. Más tarde, a finales de los 70 y en los 80, los ticos desarrollaron una moda sin precedentes por el chiqui chiqui, una ola de adaptaciones de las grandes tendencias - pop, rock, disco, etc.- mezclándolas con calipso. - fue una oleada de adaptaciones de las grandes tendencias -pop, rock, disco, etc.- mezclándolas con calipso, cumbia colombiana o merengue dominicano. Hoy en día, no queda mucho de este patrimonio en las composiciones de las generaciones más jóvenes.

Música actual

Quizá sea la diversidad botánica de la región lo que le inspira, pero Costa Rica alberga toda una joven escena de productores de electrónica ambiental con una estética a menudo orgánica y exuberante. Los trabajos muy atmosféricos de Blau Grisenc, Multitud u OVSICORI ilustran a la perfección este tipo de paisajes sonoros. Productores más experimentales como Raido o el dúo Quilting también dan fe de la gran creatividad de esta nueva escena.
El país, y sobre todo su capital, cuenta también con una escena de indie rock muy fina, encabezada por los muy garajeros Las Robertas, los más dance-rock Cocofunka y el post-rock de Niño Koi.