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Una economía abierta al mundo

La situación geográfica de Panamá, en el corazón de América y entre dos océanos, confiere al país una posición única en la economía mundial. Desde tiempos inmemoriales, el istmo ha sido paso obligado de flora, fauna, grupos humanos y, hoy, barcos y aviones de todo el mundo. Su papel como ruta de tránsito, del que se tuvo conciencia por primera vez cuando Balboa descubrió el océano Pacífico en 1513, se amplificó cuando los estadounidenses abrieron el canal hace más de un siglo. Aprovechando el atractivo de la ruta interoceánica para las mercancías y capitales de todo el mundo, el país ha centrado su desarrollo en las actividades marítimas, el comercio y los servicios (más del 80% del PIB). Esta terciarización de la economía la diferencia de otros países de la región, cuyo modelo económico se basa más en la agroexportación. El canal, que permite el paso anual de 500 millones de toneladas de mercancías entre los océanos Atlántico y Pacífico, sigue siendo evidentemente la piedra angular de esta economía de servicios. Las nuevas esclusas, más anchas y operativas desde 2016, han permitido acoger portacontenedores más grandes del tipo "Post-Panamax" (366 m de eslora y 46 m de manga) y triplicar los ingresos por peaje, que representan el 20% del PIB. El país también ha construido sistemas portuarios ultramodernos en Ciudad de Panamá (Balboa) y Colón (Manzanillo, Cristóbal, Terminal Portuaria de Colón), en concesión a grandes grupos asiáticos y norteamericanos. Sus potentes infraestructuras (muelles, grúas, etc.), combinadas con enormes almacenes, permiten descargar miles de contenedores, almacenarlos y reexpedirlos en pequeñas partidas a puertos más pequeños de las costas de América del Sur y del Norte. Colón alberga también la Zona Franca de Colón, la segunda mayor del mundo después de Hong Kong Auténtica plataforma de distribución de mercancías, este vasto almacén de 400 hectáreas está libre de impuestos para una amplia gama de productos (electrónica, farmacia, perfumería, cosmética, etc.) procedentes de todo el mundo. El contenido y los contenedores llegan por separado para ahorrar volumen. Las mercancías se empaquetan, ensamblan y embalan antes de ser devueltas libres de impuestos a los países de la región. Por último, además de servir de nudo internacional de transporte y comercio, Panamá posee la mayor flota de marina mercante del mundo Gracias a su bandera de registro abierto, o "bandera de conveniencia", cualquier buque, sea cual sea su edad, tonelaje o nacionalidad del propietario, puede solicitar el registro panameño y beneficiarse de una legislación social, fiscal y marítima especialmente flexible. Creado en 1925 por Estados Unidos, once años después de la apertura del canal, el registro panameño está gestionado por la Autoridad Marítima de Panamá, con unos sesenta consulados en todo el mundo (en Marsella, por ejemplo). La rapidez del procedimiento de registro, las exenciones fiscales y el anonimato, tan apreciado por los armadores sin escrúpulos, explican el éxito de la bandera. Con más de 8.000 buques que representan unos 180 millones de toneladas de carga bruta, el registro ingresa 60 millones de dólares en concepto de derechos de registro y aproximadamente la misma cantidad en recursos indirectos (abogados, seguros, hipotecas navales, etc.).

¿Infierno o cielo?

De los pabellones de conveniencia a los bancos, sólo hay un paso al mundo de los paraísos fiscales... Panamá es un centro bancario y financiero de primer orden. Su Centro Bancario, creado en 1970 cuando abundaban los petrodólares, alberga un centenar de bancos internacionales. El centro bancario del mundo se ha desarrollado gracias al uso de una moneda estable y tranquilizadora, el dólar estadounidense, desde 1904, así como a estrictas normas de confidencialidad y "territorialidad": sólo tributan los beneficios obtenidos en Panamá, no los obtenidos en el extranjero y transferidos al país. Se trata de un paraíso fiscal, uno de los más opacos del mundo. 350.000 empresas se benefician del secreto bancario panameño. Pero no siempre se puede ganar... El 3 de abril de 2016, un sistema de evasión fiscal a gran escala puso al país en el punto de mira: ¡las revelaciones de los Papeles de Panamá! Multimillonarios, jefes de Estado, estrellas del fútbol y otras celebridades de todo el mundo fueron señalados por las revelaciones del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ). 370 periodistas de 76 países y 109 medios de comunicación analizaron 11,5 millones de documentos confidenciales filtrados por Mossack Fonseca, un bufete panameño especializado en la creación de sociedades offshore. Para evadir impuestos o blanquear dinero, personas adineradas y organizaciones criminales de todo tipo han recurrido a este bufete, especializado en domiciliar sociedades ficticias en paraísos fiscales. Los documentos detallan información sobre más de 214.000 sociedades offshore, incluidos los nombres de sus accionistas. A ello siguieron investigaciones en todo el mundo y la vuelta del país a la lista negra de paraísos fiscales. Mientras en el país se denunciaba como un complot de las grandes potencias mundiales contra Panamá, el escándalo no hacía sino agravar la lacra de la gran corrupción que azota al país desde hace décadas. ¡No más Corrupción! el tema aparece regularmente en los titulares, a veces implicando a las más altas esferas de la política. En los últimos años, dos ex presidentes de la República, Ricardo Martinelli y Juan Carlos Varela, han sido juzgados por sobornos de varios millones de dólares y blanqueo de dinero a través de empresas pantalla. Y las cabezas ruedan con cada nueva elección...

Retos sociales que hay que afrontar

Hay dinero en Panamá, mucho, ¡cada vez más! Pero sólo para algunos. Una de las economías más estables y dinámicas del continente esconde profundas desigualdades sociales. El país figura regularmente entre los diez más desiguales del mundo. 80 familias acaparan más del 40% de la riqueza del país, y una de cada cuatro personas vive por debajo del umbral de la pobreza, con una de cada ocho en la indigencia. La pobreza es más aguda en el campo, sobre todo en las comunidades amerindias: el 80% de los habitantes de las comarcas viven con menos de dos dólares al día, y tienen grandes dificultades para acceder a la educación y la sanidad.

La pandemia de Covid-19 y sus consecuencias económicas no han ayudado a mejorar la situación, con una recesión que alcanzó casi el 18% en 2020. La contención ha sido de las más estrictas y prolongadas del mundo, arrojando a cientos de miles de personas a la pobreza. La mitad de la población trabaja de manera informal, es decir, sin ningún tipo de ayuda o compensación por permanecer confinada y sin poder salir a trabajar. El año 2022, marcado en Panamá como en todas partes por un aumento significativo de los precios de los productos de primera necesidad, se vio sacudido por una ola de protestas sin precedentes, producto de una serie de factores institucionales, económicos y sociales a los que el gobierno de centro-izquierda no respondió suficientemente. Sindicatos de trabajadores de la industria y la construcción, agricultores, pescadores, estudiantes, profesores, profesionales de la salud, movimientos indígenas, etc., salieron masivamente a la calle para plantear una amplia variedad de reivindicaciones, tanto coyunturales como estructurales: bajada de los precios del combustible y los medicamentos, mejores condiciones laborales y educativas, medidas anticorrupción, reforma constitucional, etc. Las protestas acabaron siendo escuchadas tras la intervención de las autoridades eclesiásticas, que actuaron como mediadoras. Al final, el gobierno asumió una serie de compromisos sociales. Ahora sólo queda ponerlos en práctica..

Relanzamiento del turismo

El turismo, gran generador de empleo y divisas, tiene un enorme potencial en Panamá, ¡y los viajeros podrán comprobarlo! Durante mucho tiempo, el "país del canal" se limitó al turismo de negocios, cuyo principal atractivo era la zona franca de Colón, los bancos, los centros comerciales y los casinos. Los hoteles de la capital siguen estando muy concurridos por hombres de negocios que vienen a firmar contratos o a asistir a conferencias, y que aprovechan para hacer compras en los modernísimos centros comerciales. Los proyectos turísticos a gran escala no empezaron realmente hasta la década de 2000, con la reurbanización de los terrenos de la Zona del Canal devueltos por los estadounidenses y la llegada de la leyenda de la salsa Rubén Blades al frente de la Autoridad de Turismo. Impulsado por los incentivos fiscales, el sector creció con fuertes inversiones extranjeras hasta la crisis de las hipotecas de alto riesgo (2007-2008). En los últimos años se ha estancado, salvo en algunas regiones como Bocas del Toro, o en áreas específicas como el turismo médico o los baby boomers: panamá, tradicionalmente orientada a turistas latinos y norteamericanos, se interesa cada vez más por los europeos, con cada vez más conexiones aéreas y campañas turísticas que promocionan las riquezas naturales y las culturas amerindias del país en lugar de casinos y centros comerciales. Hay mucho en juego si se tiene en cuenta el éxito de las vecinas Costa Rica y Colombia, que cuentan con activos similares y donde el turismo se ha disparado en los últimos años...