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Una zona que defender

La gran diversidad climática y geográfica de este pequeño país tropical situado entre dos masas continentales y dos océanos explica la excepcional riqueza de su fauna y flora. 11.000 plantas, 976 especies de aves y 250 de mamíferos, la lista es generosa. La variedad de corales es igualmente evocadora: 58 especies diferentes en la vertiente atlántica y 18 en la pacífica. De las 1.307 especies de peces marinos, 140 son de interés comercial. De las 56 especies de peces de agua dulce, el 25% son endémicas. Para asegurar la conservación de esta biodiversidad única, en febrero de 2022 Panamá se unió a los pocos países (Bangladesh, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, India, México, Nueva Zelanda, etc.) que se han comprometido a reformar sus constituciones, promulgar leyes o emitir sentencias judiciales reconociendo derechos legales a la naturaleza. La legislación panameña confiere ahora a la naturaleza "el derecho a existir, a persistir y a regenerar sus ciclos", "el derecho a conservar su biodiversidad" y "el derecho a ser restaurada después de haber sufrido directa o indirectamente daños causados por cualquier actividad humana". Se trata de un texto sin precedentes que da la posibilidad de representar los intereses de la naturaleza ante los tribunales y reconoce el alcance de los conocimientos de las comunidades indígenas y su inclusión en la aplicación de la ley.

Una flora única

Panamá, país de mares, montañas y llanuras, posee una increíble diversidad de entornos naturales, modelados por la altitud y las influencias marítimas. La costa atlántica presenta una vegetación densa y exuberante por su buena irrigación. La vertiente del Pacífico es menos húmeda, con zonas semiáridas y bosques tropicales secos y húmedos. También abundan los manglares. Para las poblaciones amerindias, los árboles y plantas no sólo dan frutos, sino que también constituyen la base de su medicina tradicional. Para los visitantes, es una oportunidad de probar nuevos sabores y descubrir la riqueza de la flora panameña: desde árboles flamboyanes hasta frutales (plátano, mango, papaya, etc.), caña de azúcar y orquídeas.

Árbol del pan. Estos árboles de tamaño medio, con hojas largas y de color verde intenso (30-60 cm), se encuentran sobre todo en las islas habitadas por Guna Yala. Sus frutos redondos y granulosos son comestibles, cocidos o secos.

Buganvilla. Se trata de una planta trepadora con hojas que van del blanco puro al violeta, rosa o amarillo. Si busca la flor, es el puntito amarillo en medio de los colores.

Ceiba. De la familia de las Bombacáceas, puede superar los 40 metros. Su impresionante tronco es palmeado en la base. Es el árbol sagrado de los mayas, que, según la mitología, representa el símbolo del universo, la vía de comunicación entre el mundo subterráneo, el mundo medio, donde vivimos, y el mundo superior.

Flamígero. Este árbol toma su nombre del color de sus flores, que florecen todas al mismo tiempo. Un naranja brillante enmascara por completo las hojas, revelando un ramo flamígero.

Heliconia. Imagine un ramillete de hojas altas de las que emerge un gran tallo, coronado por una espiga amarilla o roja que constituye un depósito de agua ideal para pájaros, insectos y reptiles. Este género comprende más de un centenar de especies, concentradas principalmente en zonas cálidas, húmedas y semisombreadas.

Manglar. Aunque el país alberga la mayor variedad de manglares del continente americano, en la actualidad los manglares sólo cubren 165.000 hectáreas, menos de la mitad que hace medio siglo. El papel ecológico de este ecosistema amenazado pero protegido es considerable: freno de la erosión costera, filtro, refugio y despensa de crustáceos y mamíferos. También son eficaces sumideros de carbono y gases de efecto invernadero.

Noni. Este arbusto, que crece por todo el país, es fácilmente reconocible por su fruto, que tiene forma de óvalo deformado y cuya piel está salpicada de pequeñas manchas marrones. Su color varía del verde al amarillo translúcido, según el grado de madurez. Cuando está maduro, se desprende del arbusto y desprende un olor terrible. Rica en fibra, hierro, vitamina C, calcio y zinc, se consume en zumo (disponible en nuestras tiendas ecológicas).

Orquídeas. Se han registrado más de 1.000 especies en el país. Se pueden admirar silvestres en árboles o en el suelo y en jardines de rocas, pero también son cultivadas por aficionados en fincas especializadas de El Valle, Santa Fe y Cerro Punta. La flor emblemática de Panamá es una orquídea (la flor del Espíritu Santo), parecida a una delicada paloma blanca con las alas extendidas.

Una fauna a eliminar

Ya se trate de la isla de Coiba, apodada las Galápagos panameñas, o de una de las muchas zonas terrestres o marinas protegidas que cubren más de un tercio de la superficie del país, el patio de recreo es tan fascinante para la comunidad científica como para cualquier visitante de paso o que se aloje en Panamá. Sea cual sea la ruta que se tome para llegar a este destino, la vida salvaje nunca está lejos, ni siquiera en medio de las verticales torres de la capital. De hecho, no se tarda mucho en llegar a uno de los parques nacionales que actúan como pulmones de la ciudad y toparse con unos cuantos animales... Un encuentro que exige el cumplimiento de unas cuantas normas elementales: no molestar ni alimentar a los animales, no contaminar su ecosistema o confiar en las habilidades de guías o agencias locales responsables. La estructuración de la oferta turística para los amantes de la naturaleza también está en marcha, con una amplia gama de excursiones a medida diseñadas para satisfacer a los visitantes más exigentes y apasionados. Tanto si se trata de aumentar la profesionalidad de los guías como de crear excursiones temáticas, los proyectos están muy avanzados. Así que coja sus prismáticos y teleobjetivos, y esté atento al calendario de migración de aves, ballenas y tortugas para vivir momentos mágicos..