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Antes de la independencia, ya existía una cultura cinematográfica

Los primeros vestigios del cine en Zambia se remontan al protectorado británico. Marcus Grill, un hombre de negocios, fue probablemente el artífice de las primeras proyecciones al aire libre en la región, en 1917. La familia Grill abrió el primer cine en 1931 para proyectar las primeras películas sonoras de Hollywood. El cine estaba entonces reservado exclusivamente a los colonos, aunque se organizaron algunas proyecciones para los trabajadores y mineros negros, sobre todo en torno a las minas de Copperbelt. Sin embargo, las películas proyectadas eran cuidadosamente seleccionadas y estrictamente controladas por la administración colonial, que veía con muy malos ojos el efecto del cine en las masas populares. Al mismo tiempo, los primeros cineastas, entre ellos el misionero J. Merle Davis, rodaban en Rodesia del Norte. En el país se fundó incluso un comité de experimentación y creación cinematográfica, que produjo varias decenas de películas a finales de los años treinta con el objetivo de "civilizar" a las poblaciones locales. A pesar de ello, la segregación seguía vigente, y las grandes películas de las grandes pantallas estaban reservadas a la élite blanca. Para las poblaciones locales, hubo que esperar hasta finales de los años 50 para que se abrieran las primeras salas de cine negro, y a la independencia para que empezara a desarrollarse un cine nacional.

Un país de cinéfilos y de directoras

A partir de esta tradición de cines populares al aire libre, Zambia desarrolló rápidamente una red de proyecciones móviles. En la década de 1970 se desplegaron por todo el país "Film-Rovers". Estos vehículos, totalmente equipados, podían organizar proyecciones en pueblos y ciudades de todo el país y proyectar noticiarios y películas de ficción en 16 mm, un formato más fácil de manejar en estas difíciles condiciones. En aquella época, Zambia contaba con una veintena de salas, y el cine en 35 mm seguía siendo un privilegio de los más ricos. A pesar de la abolición de la segregación por ley, la mayoría de la población negra acudía a cines más asequibles, a menudo también en 16 mm. Al mismo tiempo, algunos cineastas intentan desarrollar una industria local con el apoyo de los Servicios de Información de Zambia, pero sin mucho éxito. En los últimos años, un viento de creatividad sopla en Zambia, a través de una joven generación de directoras dinámicas y con talento. La más reconocida de ellas, la cineasta Rungano Nyoni, lleva haciendo películas delante y detrás de la cámara desde 2009. En 2017, su película I Am Not a Witch (No soy una bruja ) ganó el BAFTA a la mejor directora británica novel, tras proyectarse en la Quincena de Realizadores de Cannes. Revelada a través de la televisión, y mediante colaboraciones cada vez mayores con otros centros de producción africanos como Nollywood, la zambiana King Cassie Kabwita es otra de las figuras destacadas de esta joven generación, que lleva el talento artístico de Zambia a las pantallas de toda África y del mundo.

Rodajes internacionales pasados y presentes

Los aficionados al cine de serie B y a las películas de aventuras pasadas de moda están de enhorabuena. Los paisajes y escenarios de Zambia, sobre todo en la zona de las cataratas Victoria, han sido escenario de muchas producciones de este tipo. A finales de los años 50, el director George Marshall, que se había dado a conocer en Hollywood con Laurel y Hardy, rodó Duelo en la jungla (1954). La película está protagonizada por Dana Andrews, un famoso actor británico de serie B, en el papel de detective privado. Mientras intenta resolver la misteriosa desaparición de un traficante de diamantes, Andrews, alias Scott Walters, se ve envuelto en una compleja trama, a la que no es ajena la intrigante Marian Taylor (Jeanne Crain). La película se rodó en condiciones difíciles y fue testigo de la trágica muerte del ayudante de dirección Tony Kelly, arrastrado por las aguas del caudaloso Zambeze. Como película, Duelo en la jungla no es la más interesante, pero sigue representando una parte importante del cine de Hollywood de este periodo, y por ello merece ser descubierta.

También es el caso de esta otra pepita de película de serie B, quizá más conocida porque fue producida por Chuck Norris. Allan Quatermain y la ciudad del oro perdido, estrenada en 1987, también presenta las cataratas Victoria y la región fronteriza de Zambia y Zimbabue. Aunque el director -Gary Nelson- no es muy conocido, el reparto incluye los grandes nombres de Richard Chamberlain(The Towering Inferno), Sharon Stone(Instinto básico) y James Earl Jones (Lapersecución del Octubre Rojo), todos ellos aparecen en esta película que no podría haberse hecho en otro lugar que en los años ochenta. A medio camino entre Indiana Jones y Cocodrilo Dundee, es posible que la saga de Allan Quatermain ya le haya entusiasmado. Si no es así, vaya y descubra esta aventura condensada que roza el ridículo, con escenas de acción que, sin embargo, son bastante impresionantes. Si no, tendrá grandes historias que contar cuando visite las cataratas.

Ver películas en Zambia

Hoy en día, las salas de cine han sufrido la llegada de la televisión y las diversas posibilidades que ofrecen los contenidos digitales. Sólo quedan tres salas en Lusaka, y apenas un puñado en el resto del país. De ellos, el Capitol Theatre de Livingstone es uno de los más antiguos del país. Su arquitectura Art Déco hará las delicias de sus ojos, sobre todo si tiene la oportunidad de entrar a ver un espectáculo. En Lusaka, visite el Ster-Kinekor, en Manda Hill, un complejo que proyecta tanto los últimos éxitos de taquilla como películas independientes. En Ndola, Livingstone y Lusaka, también se puede acudir a la red Fresh View Cinemas, orientada más bien a la gran pantalla. A pesar de todo, y gracias a estas cadenas que resisten contra viento y marea, los cinéfilos zambianos, jóvenes y mayores, se benefician de una programación rica, y la mayoría de las veces en versión original.