De la tradición oral al teatro

Zambia, habitada desde la noche de los tiempos, ha acogido a lo largo de los siglos a numerosos grupos étnicos que han traído consigo sus prácticas culturales y su corpus de mitos. Hoy en día, la pluralidad de lenguas sigue demostrando esta diversidad, ya que sólo de origen bantú existen varias decenas de lenguas (bemba, kaonde, lozi...)si bien la importancia de este patrimonio sólo se tuvo en cuenta a principios de los años 70, cuando se empezaron a recopilar y transcribir cuentos y leyendas, en la actualidad existen numerosas iniciativas que fomentan la salvaguardia de este patrimonio inmaterial, por ejemplo, la UNESCO trabaja para preservar el kuyabila -poesía del pueblo tonga recitada en reuniones sociales o ceremonias tradicionales, generalmente acompañada de música o danza- o para inventariar las canciones compartidas por los lozi y los nkoya en el distrito de Kaoma, lo que ha tenido como efecto apaciguar las diferencias entre estas dos poblaciones.

Además, cuando los colonos introdujeron el teatro a principios de los años 50, los zambianos utilizaron sus habilidades orales para acceder al escenario, aunque estuviera reservado a los blancos. En 1958, se formó la primera compañía en el Waddington Theatre Club, desafiando la prohibición. Unos años más tarde, Kenneth Kaunda (1924-2021) -que se convertiría en el primer presidente de la República de Zambia en el momento de la independencia, en 1964- decidió ser menos conciliador con la mezcla de actores y la influencia europea, demasiado fuerte para su gusto, lo que se explica por su pasado, durante el cual sufrió de lleno la segregación. Se le impidió entrar en la biblioteca por el color de su piel. Después creó su propia compañía de teatro, Chikwakwa ("movimiento de base" en nyanja), y en 1969 alcanzó un verdadero éxito popular con Une Vie de boy, adaptación de la novela homónima de 1956 del camerunés Ferdinand Léopold Oyono sobre el racismo y la violencia engendrados por la colonización. Kaunda siguió al año siguiente con Che Guevara en la tercera cumbre del Movimiento de Países No Alineados, una organización internacional fundada en 1961 que aboga por la independencia de las potencias mundiales y que tiene su sede en Lusaka. Otros dramaturgos tomaron el relevo, sobre todo Kabwe Kasoma y Masautso Phiri en los años setenta. A partir de la década siguiente, las compañías pudieron alcanzar un estatus profesional, como el Kanyama Theatre, el Chipata Jungle Theatre, afiliado a la Zambia Popular Theatre Alliance (ZAPOTA) desde 1990, el grupo Kamoto Community Artists de Ngombe (un suburbio de Lusaka) y el Cood Upraising Drama Group, creado en 2000 en Mpongwe (distrito de Copperbelt). Por último, hay que señalar que la asociación TPD (Teatro para el Desarrollo) sigue recordando que el objetivo de la escena zambiana es ser un "teatro del pueblo" y no sólo un "teatro para el pueblo", de ahí su insistencia en la necesidad de ser autónomos respecto a los patrocinadores, para apreciar el verdadero valor de la palabra expresada libremente en el seno de la comunidad.

Andreya Masiye es otro hombre importante del teatro, aunque su biografía sigue siendo irremediablemente incompleta. Se dice que fue guardabosques, maestro, soldado, diputado, diplomático en China y abogado, y que su carrera literaria fue muy amplia, ya que utilizó tanto el inglés como el zambiano, escribió una obra radiofónica y otra teatral(Lands of Kazembe, basada en el archivo de la historia de los puestos comerciales portugueses en el sur de África) y, sobre todo, tendió un puente entre la palabra oral y la escrita al regalar a Zambia la que se considera su primera novela. Publicada por la National Educational Company of Zambia (NECZAM) en 1971, Antes del amanecer cuenta la historia de Kavumba, conocido como "El Torbellino" por haber nacido en la noche de una violenta tormenta, que demostrará a lo largo de su vida lo bien que se merece su apodo. Sin embargo, esta publicación no surgió de la nada; desde hacía algunos años, la vida intelectual era propicia al desarrollo -aunque tardío, pero entusiasta- de una literatura zambiana.

De las revistas a las novelas

En efecto, ya en 1964, unos jóvenes zambianos, reunidos bajo el nombre de The New Writer Group, habían iniciado la creación de una revista literaria, New Writing from Zambia. Procedentes de ámbitos tan diversos como la enseñanza y el periodismo, estos entusiastas querían fomentar la aparición de una cultura anglófona zambiana, algo que se esforzaron por hacer hasta 1975, año en que apareció el último número de una publicación que había acogido en sus columnas a no menos de 150 autores Aunque se apoyaron en la fuerza del colectivo, aún podemos mencionar a algunos de estos precursores: Timothy Holmes, que dedicó una biografía a Livingstone, Sundie Kazunga y Elias Chipono, ambos directores, William (Bill) Sylvester Saidi, nacido en 1937 en Zimbabue, que estaba destinado a publicar numerosas novelas de éxito(La horca, El retorno del inocente, Los viejos ladrillos viven...) antes de que la muerte se lo cobrara en 2017. Además de la revista -que fue emulada por otra cabecera, The Jewel of Africa, con la que New Writing from Zambia mantuvo una amistosa y motivadora rivalidad-, el New Writer Group organizaba talleres y concursos de escritura, así como encuentros literarios dentro y fuera del país.. En este terreno fértil nació una primera generación de escritores, entre ellos Fwanyanga Mulikita (1928-1998), que escribió una colección de relatos cortos(A Point of No Return, 1968) antes de entrar en política, y Dominic Mulaisho (1933-2013), que se dio a conocer en 1973 con The Thongue of the Dumb y confirmó su talento seis años más tarde con The Smoke that Thunders.

Paralelamente a esta literatura de ficción en inglés, el periodo pre y poscolonial vio surgir la literatura en lengua local, como la que en bemba produjo Stephen Andrea Mpashi, nacido en 1920 en Kasama (de Cekesoni aingila ubosoja en 1950 a Tusoobolole Icibemba en 1978). Tampoco hay que olvidar a los escritores de origen británico nacidos en lo que entonces era Rodesia del Norte, como Peter Dickinson (1927-2015), muy conocido por sus obras para jóvenes lectores y por sus novelas policíacas (pero poco traducidas al francés): hasta la fecha, sólo Le Bateau de grand-père sigue disponible en Gallimard-Jeunesse), Gabriel Ellison (1930-2017), que diseñó la bandera y el escudo nacionales, pero también ilustró libros para niños, y Wilbur Smith (1933-2021), algunos de cuyos libros de inspiración histórica siguen disponibles en Presses de la Cité(Pharaon, Le Dieu désert, Cercle vicieux...)

La nueva generación

Si la generación pionera quiso imponerse, las estructuras editoriales no siempre permitieron una influencia que traspasara la frontera digital, por lo que hay que tener en cuenta que, una vez más, sólo podemos percibir una ínfima parte de lo que ocurre en el interior. Sin embargo, algunos autores han publicado obras que han sido un verdadero éxito popular en un país que, recordemos, no llega a los veinte millones de habitantes. Es el caso, por ejemplo, de Bimwell Sinyangwe con Cowrie of Hope (2000), o de la dramaturga Mulenga Kapwepwe, que ha luchado de forma más general para que se escuche la voz de las mujeres cofundando en 2016 un museo dedicado a su historia. Está claro que, a la vista de la trayectoria de algunas de las mujeres, esta lucha está dando sus frutos. Ellen Banda-Aaku -nacida en el Reino Unido en 1965, pero criada en Zambia- ha sido ampliamente recompensada desde su debut literario: Writer's Prize of Africa en 2004, ganadora del Commonwhealth Short Story Competition en 2007 y del Penguin Prize for African Writing en 2010, seleccionada para el Commonwealth Book Prize en 2012... Si algunos de sus cuentos ya han dado la vuelta al mundo, de Australia a Estados Unidos, desgraciadamente aún no han sido traducidos a nuestro idioma.

Sin embargo, será posible leer a Dambisa Moyo en francés, con L'Aide fatale, publicado por Lattès en 2009. Su campo favorito no es ciertamente el literario, pero su presencia en numerosas listas de personalidades eminentes (incluida la del Times) explica que esta especialista en macroeconomía tenga un lugar en este panorama. En cuanto a la ficción, es imposible no alegrarse de que el libro de Namwali Serpell, que nació en 1980 en Lusaka, haya sido incluido en la excelente colección Cadre Vert de Le Seuil, sobre todo teniendo en cuenta que esta primera novela fue galardonada con el muy prestigioso premio Arthur C. Clark y que el propio Salman Rushdie la calificó de "extraordinaria, ambiciosa, evocadora, deslumbrante", lo que la editorial francesa no dejó de mencionar en su argumento de venta. Mustiks: una odisea en Zambia(The Old Drift) es, en efecto, una obra mayor, ya que se propone describir, a lo largo de cuatro generaciones y a través del punto de vista de tres familias, medio siglo de historia, a través de la colonización y la migración, salpicando la realidad con una pizca de fantasía, al tiempo que invita a reflexionar sobre cuestiones de feminismo y racismo. Namwali Serpell, que se formó en Harvard y Yale, pero regresa cada año a su país natal, se dio a conocer ya en 2015, cuando su novela The Sack fue galardonada con el Premio Caine. Su segunda novela, The Furrows, publicada en 2022, era muy esperada. Aunque todavía tímida, la literatura zambiana parece tener ahora la posibilidad de exportarse, como confirma Kayo Chingonyi, que dejó Zambia por Inglaterra en 1993, a la edad de seis años. Sus dos colecciones publicadas(Kumukanda, A Blood Condition) y sus numerosos galardones (Premio Dylan Thomas, Premio Somerset Maugham) le han valido un lugar en la antología More Fiya: A New Collection of Black British Poetry , publicada por Canongate Books en 2022, y sin duda esto no es más que el principio..