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La pobreza y la desnutrición dictan la vida cotidiana

Cuando más del 60% de la población vive por debajo del umbral de pobreza, cuando casi 1,2 millones de personas pasan hambre, no se puede decir que la gente vaya bien. La economía de Zambia va bien gracias a las minas de cobre, pero su abismal deuda se está comiendo su economía y los beneficios de las minas se distribuyen de forma muy desigual entre la población, que nunca ve ninguno de los beneficios, ni a través de la construcción de carreteras, ni de clínicas sanitarias, ni a través de la electrificación o la construcción de nuevas redes de agua en los pueblos. Sólo cerca del 43% de los zambianos tienen un hogar electrificado y la mitad de ellos no tienen acceso a agua potable. La falta de saneamiento y alcantarillado también contribuye a la propagación de enfermedades. La vida cotidiana es complicada, aunque la delincuencia no es muy elevada dada la presión de los precios y la inflación en alimentos y combustible, como ha ocurrido en todo el mundo desde el comienzo de la guerra en Ucrania.

Una dualidad entre tradición y modernidad

Cada individuo tiene un papel y un lugar específicos dentro de la comunidad, que vienen determinados por su edad, su sabiduría, su filiación familiar, su origen social y su entorno urbano o rural. La fuerte solidaridad que caracteriza prácticamente a toda la sociedad africana depende de una sólida estructura que puede resumirse en la forma del grupo étnico, cuyos individuos comparten una herencia cultural y una lengua común: el linaje formado por una familia numerosa cuyo parentesco se remonta a varias generaciones, y el clan, compuesto por un grupo de individuos que hacen referencia a una figura política o religiosa. Es muy difícil transgredir estas leyes, prácticamente comunes a todos los grupos étnicos, pero los cambios económicos derivados del periodo poscolonial y la urbanización del país favorecen la ruptura de la familia extensa y la unidad del clan. En la actualidad, la emigración a las ciudades se ha acelerado en los últimos 20 años, aunque el 55% de los habitantes siguen siendo rurales. Esta atomización se materializa en un declive progresivo de la solidaridad tradicional y en la individualización, que a veces desemboca en la marginalidad y la pobreza extrema, cuyas formas más graves conducen inevitablemente a la delincuencia, la prostitución y el abandono de niños y ancianos. Así pues, el zambiano, como la mayoría de los africanos, se enfrenta a un dualismo cultural, dividido entre el deseo de preservar su identidad tradicional y el de integrarse en un mundo en rápida mutación, fuertemente influido por los valores individualistas occidentales.

Matrimonios consuetudinarios y precoces

En la sociedad tradicional, la formación de parejas y el matrimonio siguen ligados a ciertas tradiciones. Por ejemplo, los matrimonios entre hermanos, la tolerancia de la poligamia a pesar de la religión cristiana dominante, la asignación de una dote (lobola), los matrimonios forzados y los concertados por las familias... Si bien la edad mínima para contraer matrimonio es de 21 años, prevalece el derecho consuetudinario, ya que se calcula que el 8% de las zambianas se casan a los 15 y el 40% a los 18 años. Como consecuencia, el 30% de las zambianas están embarazadas antes de los 18 años. Sin embargo, sobre todo en las zonas urbanas, estas prácticas tienden a desaparecer en favor de las costumbres occidentales y sobre todo cristianas: libre elección de pareja y permiso para divorciarse. Por otra parte, la infidelidad se tolera mucho más que en Occidente. Especialmente en el caso de los hombres... muchos tienen una segunda esposa, una amante, una segunda mujer... En cuanto a la igualdad de género, la ley y la práctica consuetudinaria otorgan a la mujer un estatus subordinado en lo que respecta a la herencia y la propiedad, a pesar de las medidas de protección constitucionales y legales. Queda mucho camino por recorrer..

Muchos niños y educación gratuita

La proporción de 4,5 hijos por mujer es elevada en Zambia. A ello se suman los matrimonios y embarazos precoces. La edad media es de sólo 17,6 años, lo que significa que la mitad de la población son niños. Por ello, la educación reviste hoy una importancia capital. El sistema zambiano consta de 7 años de primaria, 5 de secundaria y 4 de universidad. El nuevo presidente, Hakainde Hichilema, que será elegido en 2021, ha hecho que la enseñanza pública sea gratuita para todos hasta el final de la secundaria (lo era desde 2002 para la primaria), una verdadera mejora que debería animar a muchas familias pobres a enviar más a sus hijos a la escuela. Los uniformes y el material siguen corriendo a cargo de las familias, pero en muchos pueblos la escuela ofrece una comida al final del día para los niños, lo que anima a las familias a enviarlos a la escuela. Los resultados deberían notarse positivamente en los próximos años en términos de escolarización, sobre todo desde que el Presidente ha dado fondos para la contratación de profesores. Las escuelas privadas y de pago siguen siendo la norma para quienes pueden permitírselas y desean dar una mejor educación a sus hijos, sobre todo las clases medias y altas de las ciudades zambianas.

Mala salud a causa de la pobreza, la malaria y el sida

La esperanza de vida es de sólo 64 años. La pobreza extrema (60% de la población vive con menos de 2 dólares al día) y la malnutrición (30% de los niños) son indirectamente las principales causas de una elevada tasa de mortalidad. Esto afecta sobre todo a los recién nacidos (11% de las muertes), por no hablar de la falta de atención hospitalaria para todas las categorías de pacientes, una alta incidencia de la malaria y el SIDA. Este último, que ha sido durante mucho tiempo el espantajo de las estadísticas de mortalidad en África Austral, es una epidemia que se ha estabilizado. Pero, al igual que otros países de la región, el sida afecta gravemente a Zambia, con una tasa de prevalencia en adultos que ronda el 11,1%, principalmente entre las mujeres y la población activa del país. El gobierno está muy preocupado por la enfermedad y está aumentando las campañas de prevención, el acceso a los preservativos y los tratamientos de triple terapia. De hecho, el 80% de los adultos y niños con SIDA reciben triple terapia, la tasa más alta de África. Gracias a estos ambiciosos programas, la situación mejora poco a poco, pero queda mucho por hacer.