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Malecón Simón Bolívar à Guayaquil© Alan Falcony - Shutterstock.com.jpg

Tesoros precolombinos

Ecuador alberga asombrosos vestigios de las primeras civilizaciones sudamericanas. Hace 5.500 años, en el corazón de la Amazonia, los Mayo-Chinchipe-Maranon desarrollaron un arte muy refinado del trabajo de la piedra. Uno de los lugares clave de esta cultura es Santa-Ana-La-Florida. Aquí se pueden ver los restos de una gran plaza circular y chimeneas ceremoniales, que atestiguan la forma en que se organizaba el espacio de acuerdo con los ritos sagrados. Este elemento también se encuentra entre los Yumbo, famosos por sus inmensas piscinas purificadoras, la más famosa de las cuales se encuentra en Tulipe. Pero los vestigios más numerosos que se encuentran en Ecuador son los montículos. Estos montículos artificiales de tierra pueden ser redondos, cuadrados o en forma de pirámide truncada, a menudo flanqueados por una rampa de acceso que conduce a una plataforma superior. Dependiendo de su tamaño, pueden servir como túmulos funerarios o centros ceremoniales. El valle del Upano es rico en túmulos atribuidos a la cultura huapula. También se han descubierto simas, fosas y hogares que sugieren la existencia de viviendas individuales. Los túmulos también están inextricablemente ligados a la cultura Mantena, de la que hay numerosos ejemplos en la costa de Manabí y en el Parque Nacional de Machalilla. El yacimiento de Japoto es uno de los más famosos, con montículos de hasta 80 m de largo, 20 m de ancho y a veces más de 3 m de altura. Estos montículos se construyeron en capas horizontales sucesivas, lo que ofrecía una mayor resistencia a la erosión. Entre los otros grandes yacimientos arqueológicos del país, no hay que perderse las pirámides truncadas de Cochasqui. Según los arqueólogos, son 15 y forman un gran calendario solar. La civilización de Otavalo también es famosa por sus montículos y pirámides, como la de Zuleta, de dimensiones impresionantes: su base tiene 84 m cuadrados, los lados de su plataforma miden 60 m y su rampa de acceso ¡se extiende a lo largo de 180 m! Esta arquitectura religiosa se complementa con una arquitectura militar simbolizada por fortalezas como la de Rumicucho. Estas estructuras defensivas fueron reutilizadas en gran parte por los incas. Pueden identificarse por los anillos concéntricos de fosos y muros de piedra que rodean las cumbres de muchas colinas. Originalmente construido por el pueblo canario, el famoso sitio deIngapirca fue remodelado por los incas. Dispuestos en torno a una vasta plataforma central conocida como Templo del Sol, los distintos restos son típicos de la arquitectura inca: sus portadas trapezoidales y piedras perfectamente talladas dispuestas en estructuras sin argamasa fueron diseñadas para resistir mejor los terremotos. Otro gran testimonio del poder inca es el Qhapaq Nan, la famosa red de caminos andinos. A lo largo del camino entre Achupallas e Ingapirca, se pueden descubrir fortalezas como Qallana Pucara, y tambos o posadas como Cuchishiana y Paredones de Culebrillas. También hay puentes, escalinatas y sistemas de drenaje de agua que atestiguan el poder de los constructores incas, capaces de dominar terrenos hostiles utilizando simples herramientas de piedra y madera

La herencia colonial

Como en el resto de América Latina, los colonos españoles importaron a Ecuador sus estrictas normas urbanísticas, organizando sus ciudades según un plano ajedrezado, cuyo espacio principal es la gran plaza central, conocida como Plaza de Armas o Plaza Mayor, que reúne todos los poderes (catedral, juzgado, ayuntamiento). Las calles empedradas conducen a numerosos parques y espacios públicos. Las casas coloniales que bordean estas calles se reconocen por sus siluetas sencillas pero elegantes, hechas de bloques de adobe encalados o en colores pastel y que se elevan hasta una o dos plantas, sus fachadas adornadas con balcones de madera tallada, sus puertas y ventanas decoradas con refinadas molduras y sus tejados de tejas. El interior se organiza en torno a uno o varios patios. Las galerías que dan a los patios y conducen a las distintas estancias de la casa están adornadas con suntuosas balaustradas y columnatas de madera tallada. Aunque los centros históricos de Cuenca y Quito son los mejores ejemplos de este urbanismo colonial, no hay que perderse las hermosas casas de Riobamba e Ibarra, apodada la Ciudad Blanca, y por supuesto las bellas arcadas y columnatas de las calles de Guayaquil.

Junto a esta arquitectura civil, los colonos españoles desarrollaron una rica arquitectura religiosa. La Catedral de la Inmaculada de Cuenca, con sus imponentes torres gemelas y su austera silueta, recuerda a las iglesias-fortaleza de los primeros misioneros. Pero esta austeridad dio paso poco a poco a la exuberancia barroca, como demuestran los suntuosos edificios religiosos de Quito, entre ellos la Iglesia de la Compañía de Jesús, con sus techos verdes y dorados, sus paredes rojo sangre, sus columnas retorcidas y sus decoraciones doradas. Pero fíjese bien en la decoración... descubrirá rostros indígenas, así como referencias a la astronomía y a los ritos indígenas. Esta mezcla de culturas fue el sello distintivo de la famosa Escuela de Quito, que fusionaba el barroco europeo con el saber hacer indígena, sobre todo en pintura, escultura y orfebrería. Para los colonos, esta mezcla era la clave del éxito de la evangelización. Por eso no es de extrañar que muchas iglesias se construyeran en lugares precolombinos.

El dominio de la tierra vino acompañado de la aparición de haciendas, grandes granjas-villas. El edificio principal es la mansión, que en la mayoría de los casos sigue una planta cuadrilátera con sus alas enmarcando un vasto patio, pavimentado o arbolado. Elegantes escaleras conducen a las arcadas y galerías que dan servicio a las diferentes estancias de la casa, que es objeto de gran atención decorativa con sus pilares y columnas estilizados, balaustradas y balcones esculpidos y decoraciones y molduras de estuco. El tejado de tejas a doble vertiente tiene voladizos para proteger las fachadas del sol y la lluvia. Además de la casa principal, la hacienda cuenta con viviendas de servicio, almacenes y una capilla distribuidos en torno a patios, jardines y pozos. Toda la propiedad está protegida por un muro perimetral. Los materiales preferidos son la madera, la mazorca, el adobe y, sobre todo, el adobe. Entre las haciendas más bellas del país, no deje de visitar Tilipulito, La Herrería, La Merced y las Haciendas Zuleta e Ibarra.

De la República al modernismo

En el siglo XIX, Ecuador emprendió la construcción del Transandino, "el tren más difícil del mundo", cuyos numerosos túneles y puentes de metal y acero tuvieron que adaptarse a la accidentada topografía. A lo largo del ferrocarril surgieron numerosas ciudades, comoAlausí, famosa por su magnífica estación y sus casas de madera con porches exteriores, que traían un ambiente costero al corazón de las montañas y daban fe de los intercambios entre regiones que el tren hizo posibles Fue también en esta época cuando la ciudad minera de Zaruma experimentó un nuevo auge. La arquitectura de la ciudad estaba perfectamente adaptada a su entorno. Las plantas y los jardines mantenían frescas las casas, mientras que las estructuras de madera, el adobe y la tierra seca las hacían más resistentes al clima y, sobre todo, a los terremotos, al tiempo que permitían suntuosos trabajos decorativos en las fachadas.

El final del siglo XIX estuvo marcado por un estilo neoclásico muy europeo. En Cuenca, la Casa Coco, de 1890, es un ejemplo perfecto de este estilo, conocido como "estilo de la República", con sus frisos, columnas y marcos de yeso, así como sus decoraciones en hoja de estaño importadas de Francia. Este estilo continuó hasta bien entrados los años 20 y 30, como demuestran otros edificios de Cuenca, como el Colegio Benigno Malo, diseñado como una réplica de la Universidad de Lyon; el Tribunal de Justicia; y la Clínica Bolívar. Balcones de hierro forjado, columnas corintias, motivos florales, torrecillas y estilizadas arcadas caracterizan este estilo. Aunque el hormigón hizo su primera aparición en los años 20 y 30, el modernismo tuvo dificultades para imponerse, entre otras cosas debido a una ley que exigía que todos los edificios modernos hicieran referencia al pasado No fue hasta los años 50 y 60 cuando aparecieron los primeros edificios verdaderamente modernistas, como el Hotel Quito y el Ministerio de Asuntos Exteriores. En los años 70, el arquitecto Milton Barragán Dumet siguió trabajando con el hormigón en edificios que preconizaban un brutalismo explosivo, como el Templo del Dolor de Quito, con sus volúmenes salientes, o el Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina, que adopta la forma de un árbol. En contraste con este estilo internacional, otros arquitectos propusieron una arquitectura que multiplicaba las referencias a las culturas y tradiciones locales. Los principales exponentes de este movimiento fueron Eduardo Kingman y Oswaldo Guayasamín. Guayasamín diseñó la Chapelle de l'Homme, de inspiración cubista, que hoy alberga un museo dedicado a su obra.

Efervescencia contemporánea

En los años 90, la ciudad de Guayaquil puso en marcha el MALECÓN 2000, un gran proyecto de regeneración urbana que acompañó la rehabilitación del Malecón Simón Bolívar, un largo paseo creado en el siglo XIX. El nuevo trazado se divide en tres zonas principales (comercial, residencial y cultural) jalonadas por plazas, parques, quioscos y jardines. El proyecto también incluye la revitalización del centro histórico de la ciudad. Se están repavimentando las calles, repintando las bellas fachadas coloniales y neoclásicas y rediseñando las plazas y parques, como la plaza Baquerio Moreno y su edificio central, que parece un cubo metálico flotante.

Pero cuando se trata de arquitectura contemporánea, Quito es el lugar donde hay que estar. La sede de las Naciones Unidas de América, diseñada por Diego Guayasamín, es un vasto edificio de imponentes volúmenes formados por paneles de aluminio blanco y cristales tintados de negro, con una estructura en voladizo de más de 50 m de largo que sobresale en una gran explanada adornada con espejos de agua. A menudo criticado por su monumentalismo un tanto ostentoso, este edificio marca sin embargo el inicio de la transformación de Quito, acelerada desde 2013 con la transformación del antiguo aeropuerto Mariscal Sucre en un vasto espacio verde, el parque La Carolina. El traslado del aeropuerto a las afueras de la ciudad supuso la derogación de la ley que imponía una altura máxima de 4 plantas a los edificios. Ahora se pueden construir los proyectos de torres más descabellados La torre Yoo Quito, con sus 22 plantas coronadas por una inmensa nube de aluminio diseñada por Philippe Starck, no pasará desapercibida. En cuanto a Bjarke Ingels, ha diseñado dos asombrosas torres a lo largo de la futura línea de metro: la torre Epiq, de 24 plantas, con sus tonos rosados que recuerdan a la terracota local, y la torre Icon, de 33 plantas, con su asombrosa silueta de cubos apilados. Ambas cuentan con terrazas verdes en la azotea, que constituyen una prolongación vertical del parque de La Carolina.

Otros grandes proyectos futuros son la Corner Tower, de Moshe Safdie, con sus 24 plantas, terrazas de doble nivel y muro verde, y la Unique Tower, de Carlos Zapata, con su silueta acristalada de 23 plantas. Pero el proyecto más loco concebido en Quito es sin duda el complejo residencial Aquarela, diseñado por Jean Nouvel en el barrio de Cumbayá. Este complejo, que parece una jungla urbana, ofrece un asombroso diálogo entre la naturaleza mineral de las fachadas, la madera de las persianas y la omnipresente vegetación. La finalización del proyecto está prevista para el segundo semestre de 2024. Al mismo tiempo, Quito rehabilita su patrimonio histórico con elegantes proyectos que combinan tradición y modernidad. El Hotel Boutique República Rosa, con su soberbio patio, y el Centro Cultural, que alberga la casa rehabilitada del célebre escritor Benjamín Carrión, con su transparencia y luminosidad, son los dos mejores ejemplos.

Riqueza vernácula y sostenible

En las regiones costeras, se utilizan con profusión las palmeras, los manglares, el bambú y la paja... bambú, palma y paja que se encuentran en el Oriente amazónico. En la Sierra, abundan los eucaliptos, los tallos de agave, la tierra, la hierba de la pampa y la paja. En los humedales, las casas se construyen sobre pilotes, pero en general, sea cual sea la zona, las casas suelen estar elevadas para facilitar la ventilación y el aislamiento. La gran conferencia HABITAT III, organizada por la ONU en Quito tras el devastador terremoto de 2016, puso de relieve que las únicas construcciones que habían podido resistir los temblores eran estructuras de bambú, abogando así por la necesidad de volver inmediatamente a las tradiciones vernáculas. Los arquitectos ecuatorianos de hoy se caracterizan por el uso de materiales locales, estructuras elevadas y una relación más estrecha entre interior y exterior, con un respeto constante por la naturaleza. La agencia Natura Futura, en particular, multiplica sus proyectos con su Salón de Té sobre pilotes en Babahoyo, su cabaña sobre pilotes que combina ladrillos de terracota y madera en Villamil y, sobre todo, su suntuoso refugio para excursionistas entre Guarando y Babahoyo, todo de madera pero totalmente recubierto de espejos para mimetizarse con el paisaje.

En Guayaquil, está en marcha un proyecto muy bonito: el Faro Verde, una torre de bambú de 6 pisos concebida como un gran espacio comunitario. El centro cultural de Chamanga, por su parte, combina la vuelta a las raíces con el ingenio sostenible, como demuestra su tejado de planchas de Tetrapak recicladas. El reciclaje está en el corazón de la casa Dark Matter, diseñada por el joven colectivo Al Borde. Deseosos de ofrecer a todo el mundo la posibilidad de vivir dignamente, estos arquitectos han ideado una casa hecha con materiales reciclados, basada en los sencillos principios de la autoconstrucción. La adaptabilidad y la modularidad son también la base de la Paper Log House diseñada por el famoso arquitecto japonés Shigeru Ban para ayudar a las víctimas del terremoto de 2016. Cimientos de cajas de cerveza de plástico rellenas de sacos de arena, paredes de tubos de cartón impermeabilizados e ignífugos unidos por varillas metálicas y un tejado de lona son los principios fundamentales de esta ingeniosa vivienda. Ecuador demuestra más que nunca que es la arquitectura la que debe adaptarse a la naturaleza, ¡y no al revés!