Las primeras películas

A principios del siglo XX, gracias al cinematógrafo (un proyector inventado por los hermanos Lumière), los asombrados espectadores pudieron descubrir imágenes rodadas en Europa. El cine ecuatoriano no se desarrolló realmente hasta principios de los años veinte. El primer largometraje dirigido por Augusto San Miguel se titulaba El Tesoro de Atahualpa y narraba la historia de un aprendiz de médico que emprende la búsqueda de un tesoro inca. Se emitió el 7 de agosto de 1924, fecha que Raúl Vallejo, entonces Ministro de Cultura, decidió celebrar como Día Nacional del Cine en 2006. En la misma década, el italiano Carlo Crespi filmó el primer documental: Los Invencibles Shuaras del Alto Amazonas . Esta película muda, uno de los primeros documentales etnográficos de América Latina, muestra la labor de los misioneros entre los shuar, el pueblo indígena más numeroso de la Amazonia.

Una importante producción documental

Entre 1930 y 1931, la llegada del cine sonoro obstaculizó el desarrollo del cine ecuatoriano, que aún no se beneficiaba de esta tecnología. Para sortear este retraso, algunos cineastas idearon otra forma de entretenimiento. Crearon proyecciones con sonorización en vivo, es decir, sonido en directo gracias a la incorporación de textos y canciones recitados al mismo tiempo que la película. Un buen intento, pero insuficiente para lanzar el cine de ficción en Ecuador. Por eso, hasta alrededor de 1950, la producción cinematográfica se limitó a documentales y películas para turistas. En los años sesenta, los cineastas ecuatorianos empezaron a colaborar con sus homólogos mexicanos. Esto dio lugar a numerosas coproducciones y a la aparición del género documental, sobre todo con la creación de la Asociación de Escritores Cinematográficos Ecuatorianos en 1977.

La filmoteca nacional Ulises Estrella, creada en 1981, posee una increíble colección de películas antiguas, con cerca de 4.000 películas y 10.000 documentos originales en su archivo

Desarrollo de la película y éxito de la crítica

A partir de los años ochenta, el cine de ficción comenzó a desarrollarse de nuevo. Un buen ejemplo de este periodo es la película La Tigra (1989) de Camilo Luzuriaga, adaptación de una obra de José de la Cuadra, escritor ecuatoriano y uno de los mejores exponentes del realismo mágico.

La película Ratas, ratones, rateros (1999), de Sebastián Cordero, puso al cine ecuatoriano en boca de toda Europa. Nacido en Quito en 1972, tras estudiar cine en la Universidad del Sur de California, el director decidió regresar a Ecuador para desarrollar la industria cinematográfica, entonces prácticamente inexistente. Se dio a conocer con su película Crónicas, proyectada en Cannes en la categoría "Un certain regard" en 2004 y nominada al Gran Premio del Jurado en el Festival de Sundance. En 2011, su película Pescador fue nominada en el Festival de Cine de San Sebastián. Desde entonces ha dirigido dos nuevas películas: Europa Resort (2013) y Sin muertos no hay carnaval (2016).

Actualmente, la producción nacional sigue siendo modesta, pero no por ello menos prometedora, y está claro que la aparición de esta nueva generación de cineastas está dando al cine ecuatoriano sus credenciales a los ojos de los europeos. En los últimos diez años, cineastas como Víctor Arregui, Mateo Herrera, Anahí Hoenesein y Daniel Andrade han dejado su impronta en el panorama cinematográfico ecuatoriano. Tras el estreno de su primera película, Qué tan lejos, en 2006, la directora Tania Hermida se convirtió en miembro de la Asamblea Constituyente del país.

La producción estatal y nacional

El dinamismo de la producción ecuatoriana llevó al gobierno a aprobar la primera Ley de Cine en 2006. Esta ley, destinada a desarrollar el cine nacional, ha acelerado el crecimiento y la consolidación de la industria cinematográfica ecuatoriana, proporcionando apoyo a nuevos proyectos cinematográficos (largometrajes de ficción o documentales) y apoyo a la postproducción de largometrajes, cortometrajes y películas de animación o experimentales.

El CNCINE, Consejo Nacional de Cinematografía, es hoy una institución responsable del desarrollo de la industria cinematográfica y audiovisual en el país, y de la promoción del cine nacional en el extranjero. La producción, impulsada por el apoyo financiero del Gobierno, está en expansión (¡solo en 2014 se rodaron 20 películas!). Al mismo tiempo, un cine marginal producido fuera de los circuitos culturales y comerciales, el "cine bajo tierra" (como se conoce a esta nueva ola underground), está cosechando cierto éxito. El documental Más allá del Mall (Miguel Alvear, 2010) aborda el tema con humor.

El cine ecuatoriano en Europa

Desde 2011 se organiza en París una "Semana de Cine Ecuatoriano" en el Instituto Cervantes, con el patrocinio de la Embajada de Ecuador en Francia y la asociación ARC. El objetivo de este evento es dar a conocer el cine ecuatoriano contemporáneo en Francia. En 2019, para la novena edición, el público tuvo la oportunidad de descubrir en la ceremonia de clausura el hermoso documental La Playa De Esmeraldas de Patrice Reynal, que aborda la invisibilización de los afrodescendientes. Directores como Javier Izquierdo, Lionel Retornaz e Isabel Centeno también pudieron presentar sus películas.

Los documentales se proyectan regularmente en Francia, en festivales y a veces en salas de cine. Por ejemplo, dos documentales ecuatorianos destacaron en el festival Ciné latino de Toulouse, en abril de 2014: El grill de César , de Darío Aguirre, que aborda la búsqueda del amor paterno a través de su propio viaje de integración para adquirir la ciudadanía alemana, y La mort de Jaime Roldós, de Lisandra Rivera y Manolo Sarmiento. Esta película trata sobre la corta presidencia de Jaime Roldós, el primer presidente elegido democráticamente, antes de su accidente aéreo.

En 2016 se estrenó en los cines franceses la película On revient de loin, dirigida por los franceses Pierre Carles y Nina Faure. Un documental sobre la recuperación del país y la labor del expresidente Correa.