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Música y danza tradicional

La cultura española ha sido moldeada por la historia del país y por las distintas civilizaciones que han pasado por él o lo han conquistado. Romanos, visigodos y, sobre todo, árabes, participaron a su manera en la configuración del vocabulario y la cultura. Sin embargo, una vez reconquistada por los españoles, España conservó y asimiló todos estos elementos para tejer una cultura singular y mixta. Una identidad plural en la que cada una de las 17 regiones, como cada miembro de una gran familia, tiene y cultiva su propia parte

¿Qué sería de Andalucía, por ejemplo, sin el flamenco? Esta música es la cara de la región, y aficionados de todo el mundo viajan sólo para disfrutarla en su elemento tradicional. Dicho esto, teniendo en cuenta su importancia, sería una lástima limitar la región a esta estética (detallada a continuación)

Andalucía está llena de bailes diferentes, como el fandango, que es muy conocido en el mundo ya que ha viajado e integrado las prácticas tradicionales de algunos países sudamericanos. A la vez estilo musical y baile tradicional de pareja, el fandango se distingue por sus animados movimientos y su ritmo continuo de castañuelas. Con un ritmo que se acelera constantemente, los bailarines marcan el movimiento golpeando los talones. Una variante del flamenco también se canta en Málaga, donde se interpretan los verdiales. Forma primitiva y rural de fandango, los verdiales han evolucionado muy poco con el tiempo y han conservado una autenticidad y una vitalidad poco comunes. Si grupos como el Grupo Folk Migas o Andaraje han participado en gran medida en la transmisión de la estética tradicional andaluza desde los años 80, los numerosos eventos locales también han desempeñado un papel importante. Esto es especialmente cierto en el caso del famoso Festival Etnosur. Aquí, desde 1997, durante tres días cada mes de julio, las músicas del mundo y las tradicionales se unen en un diálogo. Una visita obligada para todo aquel que se encuentre en este periodo.

Al noroeste de Andalucía, la vecina Extremadura comparte y cultiva muchas tradiciones con ella, así como con sus otros vecinos, Portugal y la región de Castilla y León. Esta última, junto con Madrid y la región de Castilla-La Mancha, forman un territorio rico en folclore. Típico de esta región es la seguidilla (o "seguidilla" en español), un animado baile de pareja con pasos similares a los del fandango o la jota. Reconocida por sus majestuosos arcos, esta danza implica también mucho golpe de tacón, marcando el ritmo además de las castañuelas. Además, en gran parte de la región existe una vigorosa tradición de música para rondallasademás, en la mayor parte de la región se cultiva una vigorosa tradición de música de cuerda y se siguen practicando las danzas de palos y de cintas, una forma ancestral de guerra con palos. Sin olvidar el famoso chotis. Introducido en Madrid en el siglo XIX, el chotis deriva de la "schottische" , una danza bohemia que se ejecuta en pareja, cara a cara, la mujer girando alrededor de su compañero, éste girando sobre sí mismo, todo ello al son de un organillo

Siguiendo hacia el noroeste, nos encontramos con un trío de regiones con una identidad común: Galicia, Asturias y Cantabria. Aquí triunfa la gaïta, la famosa gaita que narra el pasado celta de la región. Común en el siglo XIII, su popularidad decayó a partir de entonces antes de experimentar un renacimiento a principios del siglo XX -iniciado por el emblemático gaitero Perfecto Feijoo- en paralelo al renacimiento del folclore gallego. Bajo el franquismo, los estilos tradicionales se vieron obligados a ser más discretos y no fue hasta la caída del régimen, en 1975, cuando la música gallega y asturiana empezó a florecer de verdad, consagrada en numerosas grabaciones. A finales de los años 70 y principios de los 80, el grupo gallego Milladoiro llegó a consolidarse como un referente en el mundo de la música celta y comenzó a difundir los sonidos y tradiciones de la región. Una década más tarde, aparecieron figuras como Uxía, la patrona de la música gallega, cuyas canciones llevaron el género a un terreno más moderno. Contemporáneo de éste, surgió el gaitero y flautista Carlos Núñez, que popularizó especialmente las tradiciones musicales de la región en todo el mundo. Su álbum A irmandade das estrelas, publicado en 1996, vendió más de 100.000 copias y recibió una amplia atención de los medios de comunicación. Desde entonces, Núñez se ha convertido en un fijo en el mundo de la música celta. Otros gaiteros modernos son el gallego Xosé Manuel Budiño y, sobre todo, Susana Seivane, que abrió el camino a muchas otras artistas femeninas del sector. Hoy, la música tradicional gallega está en buenas manos. En primer lugar, los de Mercedes Peón, una figura icónica, activista por los derechos de la mujer y la protección de la cultura gallega, que mezcla la tradición con el rock o el electro. También estaba Baiuca, un productor y músico que pretendía preservar el folclore local mezclándolo con la electrónica, el house, la cumbia y el techno. En los años 80 y 90 también se produjo un renacimiento de la música tradicional asturiana, de la mano de artistas que se han convertido en míticos, como el gaitero José Ángel Hevia y los grupos celtas Llan de Cubel, Felpeyu y Tejedor. Es en gran parte gracias a su trabajo que los músicos asturianos de hoy en día están cada vez más presentes en importantes eventos del sector, como el Festival Interceltique de Lorient

Dada la riqueza del folclore de la región, no es de extrañar que haya al menos tantas danzas y músicas tradicionales. Una de las más conocidas es la melancólica muiñeira, una danza gallega y asturiana que se interpreta al son de la gaïta. Muy galante y juguetón, en él los bailarines forman un círculo y realizan saltos sincronizados con la percusión. Carlos Núñez y Susana Seivane han interpretado algunas muiñeiras memorables. En Asturias, la danza prima es una de las más importantes. Una danza colectiva en la que los miembros unen sus manos o entrelazan sus dedos meñiques para formar un círculo que gira o se mueve hacia adelante y hacia atrás. Otros bailes asturianos son el saltón, el respingu, el rebudixu, el corri-corri y el xiringüelu o el pericote. Este último es compartido con Cantabria y se considera uno de los bailes más antiguos del país. Se realiza en grupos de tres, normalmente dos mujeres y un hombre, avanzando y retrocediendo en una procesión. En Cantabria, los bailes más característicos son los de armas, como las danzas de palillos, las danzas de espadas y las danzas de arcillos

Para los que quieran conocer de cerca la fiebre celta ibérica, estas regiones ofrecen dos grandes (y muy populares) eventos folclóricos: por un lado, el famoso Festival Intercéltico de Avilés y, por otro, el Festival Internacional del Mundo Celta de Ortigueira. Celebrada habitualmente en la primera quincena de julio, esta última ha sido declarada de interés turístico internacional y acoge a más de 50.000 visitantes cada año. Por otra parte, muchos conciertos folclóricos también tienen lugar durante las fiestas religiosas, como la Fiesta del Apóstol Santiago en Santiago de Compostela o la Semana Grande de Santander (también en torno a Santiago de Compostela, el 25 de julio).

En las regiones de La Rioja y Navarra, la expresión folclórica más importante es la jota. Aunque tradicionalmente ligada a la vecina Aragón, la jota es un baile que se practica en prácticamente todo el país y cada región cultiva una variante del mismo. Eso sí, las jotas aragonesas, navarras y riojanas son casi gemelas, y juntas forman lo que se conoce como "jotas del Ebro", un estilo común. La jota es a la vez un canto y un baile (mixto), y es una tradición espectacular, con sus saltos casi acrobáticos, sus trajes y sus frenéticos ritmos de castañuelas. Se interpreta con guitarras, bandurrias, laúdes, dulzainas (oboes) y tambores, e incluso gaitas. Entre los cantantes, el género ha contado con figuras como Juanito Pardo, Cecilio Navarro y, sobre todo, José Oto, considerado el artista más importante de la jota aragonesa . Entre las voces femeninas, Asunción Delmás, Pilar Gascón y Pascuala Perié son las que hay que recordar (y escuchar). Es muy posible escuchar jota durante los Sanfermines, las famosas fiestas de Pamplona, ricas en manifestaciones folclóricas, o en Jaca, durante el Festival Folclórico de los Pirineos

En el País Vasco, una región con una fuerte identidad, existe, como es lógico, un mundo de música folclórica variada. Una de las características más llamativas de la región es la importancia que se da a la voz. Con una larga tradición oral -algunas melodías grabadas se remontan al siglo XVII-, el País Vasco sigue teniendo una fuerte tradición a cappella y los coros vascos tienen fama internacional. Cuando no son puramente vocales, las canciones tradicionales pueden ir acompañadas del txistu, la famosa flauta de tres agujeros que se toca con una mano (la otra suele tocar un instrumento de percusión). Pero la tradición vasca más espectacular es, sin duda, el bertsolarismo, una improvisación cantada en euskera, verdadero pilar de la cultura de la región. En este arte, que requiere una gran agilidad intelectual, vemos a un improvisador, el bertsolari, versificando sobre un tema impuesto, respetando el ritmo y la melodía. Fenómeno tan social como cultural, los campeonatos de bertso -que existen desde 1935- pueden atraer hasta varias decenas de miles de espectadores Una tradición cada vez más popular y que juega un papel fundamental en la transmisión oral del euskera. Un nombre a tener en cuenta es Maialen Lujanbio Zugasti, la primera mujer que ganó la Bertsolari Txapelketa Nagusia en 2009. En Bilbao, el Basque Fest , gran evento de la cultura vasca, ofrece durante cuatro días una muestra de la cultura vasca a través de la literatura, la gastronomía, el deporte y, por supuesto, la música. Si quieres acercarte al arte de los bertsolaris, debes visitar la Sala BBK de Bilbao, un antiguo cine reconvertido en una dinámica plataforma cultural, o el Doka Kafe Antzokia de San Sebastián, uno de los mejores espacios artísticos de la ciudad

Para concluir este gran recorrido folclórico por las regiones: Cataluña. Aquí, la gran práctica folclórica es la sardana . Es el más famoso de los bailes tradicionales catalanes y es originario de la Costa Brava, más concretamente de la región del Ampurdán. Aunque el mundo la descubrió durante la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de 1992, la sardana nació a mediados del siglo XIX, bajo el impulso del músico Pep Ventura. Desde entonces se ha mantenido relativamente inalterado, con bailarines -alternando, si es posible, entre un hombre y una mujer- cogidos de la mano en un círculo cerrado y enlazando pasos cortos y largos. La sardana siempre va acompañada de la música de la cobla, el conjunto emblemático de Cataluña al aire libre, que suele estar formado por una docena de músicos y por instrumentos tradicionales como el flabiol (flauta de pico), la tenora y el tible (dos tipos de oboe) y el tambori. La otra especialidad aquí son las habaneras, canciones nostálgicas en catalán o español con ritmos criollos, que originalmente cantaban los marineros cuando partían hacia la guerra de independencia de Cuba (1895-1898). Todavía resuenan en Calella de Palafrugell, donde cada año se celebra la tradicional Cantada d'Havaneres en la playa de Port Bo. Originaria de Barcelona, la rumba catalana es una variante de la rumba flamenca con influencias cubanas y del mambo. Fue encarnado en los años 60 por Peret, el icono del género, así como por Gato Pérez y El Pescaílla. Por último, común a todo el país, el pasodoble es un baile de salón de origen militar cuyos pasos se inspiran en la tauromaquia.

Flamenco

El flamenco puede tener su origen en el sur de Andalucía, pero es la estética que encarna el espíritu de España, su fiebre, su pasión... en definitiva: el país en su conjunto. El flamenco es una fusión de la cultura gitana y andaluza y se divide en tres elementos: cante, baile y guitarra. Los ritmos son batidos por los pies y las manos de los bailarines, cuyos pasos difieren según se trate de un hombre (más vigoroso) o de una mujer (movimientos más suaves y sensuales). Acompañando a esta apasionada danza, el canto, de gran expresividad, expresa lo más profundo del alma del intérprete. Uno de los tipos de canto más conocidos es el cante jondo de los gitanos, con grandes variaciones de tono y voz que no pueden dejar de emocionar al oyente. Calificando los cantes más antiguos del repertorio flamenco, el adjetivo " jondo

" hace referencia al origen del cante, tanto a las profundidades de la garganta como a las del ser... La pronunciación gutural anuncia el carácter crudo de la canción.

El flamenco está presente en todo el país y tiene variedades regionales ( palos), los más conocidos son la bulería, la soleá, la alegría, el fandango, el jaleo

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El flamenco, que originalmente se interpretaba en festivales religiosos, ceremonias o fiestas privadas, se representa en el escenario en casi todas partes. En Madrid, por ejemplo, se puede ver flamenco casi a diario en el Café de Chinitas, el Centro Cultural Flamenco De Madrid, el Corral De La Morería (considerado la "catedral del arte del flamenco" en España) o en la Casa Patas. Por lo demás, las mejores bailarinas de flamenco, como Sara Baras o Rocío Molina (dos de las figuras más importantes) actúan regularmente en teatros madrileños como el Teatro Calderón

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En Sevilla, como es de esperar, hay muchas opciones para ver el flamenco en escena. Está la Casa de la Memoria, un centro cultural que organiza exposiciones, conciertos y conferencias sobre el flamenco, el tablao Álvarez Quintero, que ofrece espectáculos de flamenco tradicional todas las noches, y la Casa del Flamenco, que ofrece actuaciones de autores en un ambiente íntimo, la Casa De La Guitarra, recién llegada a la escena flamenca de Sevilla, con un flamenco sincero y apasionado cada noche, Esencia, una pequeña bodega tradicional a orillas del Guadalquivir, y Flamenqueria

, situada en la misma orilla, pero en Triana.

No olvidemos mencionar Jerez de la Frontera, ciudad costera de la provincia de Cádiz, considerada la cuna del flamenco. De aquí proceden muchos grandes nombres -Antonio Chacón, Manuel Torre, Manuel Moreno Jiménez y Moraíto Chico, por nombrar sólo algunos- y esta (no tan) pequeña ciudad está plagada de grandes lugares que celebran el arte del flamenco. Empezando por el Tablao Flamenco Puro Arte, posiblemente el mejor espectáculo flamenco de la ciudad, el Centro Andaluz de Flamenco, alojado en el bello palacio de Pemartín y que organiza exposiciones, conciertos, seminarios o conferencias sobre el mundo del flamenco, y Las Cuadras

, un bar situado en las antiguas caballerizas del palacio de la Condesa de Casares y frente a la bella iglesia de San Dionisio, que tiene su cuota de conciertos de flamenco tradicional. En estos lugares se podrá ver de cerca a los herederos de los grandes nombres del género, como Molina, ídolo de los españoles en los años 50 y 60, Paco de Lucía, considerado el mejor guitarrista flamenco de todos los tiempos, o Camarón de la Isla, venerado y escuchado en toda la península.

Música clásica

Tras la Reconquista, en el siglo XVI, los intercambios entre España, Flandes y Francia favorecerán la aparición de un estilo de canto polifónico. Cuatro compositores fueron los primeros en situar a España en el mapa musical mundial: Mateo Flecha (1481-1553), Tomás Luis de Victoria (1548-1611), Cristóbal de Morales (1500-1553) y Francisco Guerrero (1528-1599). El primero es más conocido por sus ensaladas, obras a cuatro o cinco voces escritas para entretener a la corte, mientras que el segundo, sacerdote católico, es el polifonista más famoso del Renacimiento español. Fue elogiado muchas veces por la perfección polifónica y la intensidad expresiva de su obra. En cuanto a los dos últimos, Francisco Guerrero y Cristóbal de Morales, están considerados como los principales compositores españoles de la época, con una obra dedicada a la música sacra. Esto es especialmente cierto en el caso de este último, que compuso numerosos motetes y alcanzó fama internacional. Lo más destacable del Renacimiento español es, sin duda, el gran número de obras escritas para la vihuela -instrumento emparentado con el laúd típico de la Península Ibérica- de la que los compositores Luis de Milán, Alonso de Mudarra y Miguel de Fuenllana son los máximos representantes.

En los siglos XVII y XVIII, además de la influencia italiana marcada por la presencia de Domenico Scarlatti, Luigi Boccherini y Gaetano Brunetti, residentes en la corte de Madrid, la música española dio lugar a una de sus estéticas más características: la zarzuela. Primo ibérico de la ópera cómica francesa, este teatro lírico -definido por la alternancia de textos hablados y cantados- estaba destinado originalmente a entretener a la corte real. Durante el siglo XVIII, la zarzuela se extendió por todo el país, adoptando las tradiciones locales y comenzando a incorporar temas de la vida cotidiana a su repertorio.

La España del siglo XIX afirmó su identidad a través de esta opereta, que evolucionó gracias, entre otros, a Francisco Barbier (1823-1894) y Emilio Arrieta (1821-1894), mezclando un estilo medio italiano y medio francés con acentos populares típicamente madrileños. En la segunda mitad del siglo XIX, este género cobró protagonismo con las obras maestras de Tomás Bretón (1850-1923) y Ruperto Chapí (1851-1909). El musicólogo y compositor Felipe Pedrell es otra figura importante del género. Hoy en día, la zarzuela es menos popular, pero se sigue representando ampliamente, sobre todo en el gran Teatro Calderón, que cuenta con una amplia programación de zarzuela, y en el bien llamado Teatro de la Zarzuela, que está dedicado a ella

El renacimiento de la música española a finales del siglo XIX pasa por la unión de la música culta con el folclore nacional, encarnado en la obra de tres compositores que se han convertido en emblemáticos: Isaac Albéniz (1860-1909), Enrique Granados (1867-1916) y, sobre todo, Manuel de Falla (1876-1946). Este último es el gran pianista y compositor del país y figura en el Salón de la Fama de la Música Española. Durante un tiempo vivió en París, donde frecuentó a artistas de la talla de Debussy, Ravel y Stravinsky y se inspiró en su modernismo para establecer una nueva gramática neoclásica puramente ibérica. Fue un genio de la música española, y es aconsejable escuchar Le Tricorne (música para ballet) o su ópera La Vie brève para apreciar plenamente su sustancia. Apasionado de su país, el desenlace de la Guerra Civil le llevó a refugiarse en Argentina, donde pasó sus últimos años

Durante el franquismo, en los años 40, se creó la Orquesta Nacional de España -hoy es el conjunto más prestigioso del país- y surgieron figuras como Joaquín Rodrigo (el gran compositor clásico de la época), el gran violonchelista Pablo Casals (1876-1973) y la fantástica pianista Alicia de Larrocha (1923-2009). Fue también en esta época cuando Enrique Fernández Arbós (1863-1939), un violinista no muy lejano a un virtuoso, se convirtió también en el primer gran director de orquesta español y en el primer director titular de la Orquesta Sinfónica de Madrid.

En los años 60, la creación local fue impulsada por las vanguardias. Cristóbal Halffter y Luis de Pablo, figuras destacadas del movimiento "Generación del 51", sacaron a España del aislamiento provocado por la dictadura introduciendo nuevas técnicas musicales como la dodecafonía y el serialismo. Nacido en la década de 1960, Alberto Posadas se ha consolidado como una de las principales figuras españolas de la composición contemporánea con una obra inspirada en modelos matemáticos, formas fractales y espacios arquitectónicos

Desde mediados del sigloXX, España ha ofrecido al mundo muchos talentos clásicos: los tenores superestrella Plácido Domingo y José Carreras, el gambista y director de orquesta Jordi Savall -un magnífico justiciero que está protegiendo de la indiferencia y el olvido un fabuloso repertorio de música antigua mediterránea- y su ex esposa, la soprano catalana Montserrat Figueras, que ha dado nueva vida a este antiguo repertorio a punto de caer en el olvido. En cuanto a la dirección, el elenco español es igualmente formidable, con directores de renombre como Rafael Frühbeck de Burgos, que dirigió la Orquesta Nacional de España en las décadas de 1960 y 1970 y que también ha dirigido conjuntos prestigiosos como la Wiener Symphoniker, la Rundfunk-Sinfonieorchester y la Deutsche Oper de Berlín, Pablo Heras Casado (director del Festival de Granada), Josep Pons (Orquesta Sinfónica del Gran Teatre del Liceu, la más antigua de España y una de las más prestigiosas del mundo), Antoni Ros-Marbà (Orquesta Sinfónica de Barcelona) y Gustavo Gimeno (Orquesta Filarmónica de Luxemburgo). Jesús López Cobos, fallecido en 2018, fue durante muchos años el rostro español de la dirección de orquesta en el mundo. Y aunque es más recordado por su trabajo con la Orquesta Sinfónica de Londres, también dirigió la Orquesta Nacional de España y fue director musical del Teatro Real, que es la Ópera de Madrid (magnífica programación). En la costa catalana, la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña, la orquesta sinfónica de Barcelona, es también una de las más prestigiosas del país. Su sede se encuentra en el modernísimo Auditori. Es una oportunidad para recordar una particularidad de Cataluña: el wagnerismo. Manifestación singular del Art Nouveau, la obra de Wagner influyó en el trabajo de muchos músicos locales durante el primer cuarto del siglo XX. Tanto es así, que Barcelona fue considerada una de las ciudades más "wagnerianas" del mundo.

Música actual

La muerte del general Franco en 1975 desencadenó la Movida, ese famoso movimiento cultural de los años 80 en el que todo parecía estar permitido. Atravesando todas las artes y abogando por un modo de vida libre e intenso, la Movida encontró una encarnación musical a su medida: el rock. Inicialmente clandestina, la escena pronto encontró líderes como el grupo Leño, que se convirtió en emblemático. Madrid, también capital de la Movida, fue testigo de la creación de una constelación de grupos que pronto serían de culto, como Radio Futura (a menudo calificado como el grupo más importante de la cultura pop española), el synthpop de Aviador Dro y Nacha Pop. Demasiado chic y elitista para algunos, la Movida también generó una importante ola de rock oscuro y antisistema que pretendía contrarrestarla. El famoso grupo de post-punk industrial Esplendor Geométrico encabezó esta ola. Una contrahistoria musical de la Movida que relata muy bien el excelente recopilatorio (editado en 2018 por Bongo Joe) La Contra Ola: Spanish Synth Wave & Post Punk 1980-1986

Desde entonces, el rock de la Movida, y su gemelo furioso, han tenido muchos hijos, siendo actualmente España el país europeo con una de las escenas rockeras más efervescentes. Conocidos y apreciados fuera de España: el hirviente garage rock de las Hinds, así como Los Nastys, The Parrots o los vascos de Belako

La mejor artista musical española del siglo XXI es, en opinión de casi todo el mundo, Rosalía. Aclamada tras un primer disco, El Mal Querer (2018), donde llevó el flamenco a un pop sobrio, minimalista y tenso Rosalía se está propulsando poco a poco al estatus de ídolo global gracias a su segundo disco Motomami (2022), que convierte el reggaetón en una obra de arte. Nada menos. En su regazo, toda una oleada de mujeres hipertalentosas se está apoderando de la música española, encabezada por Bad Gyal, suave reggaetón autotuneado, Ms Nina, reggaetón de nuevo, pero más excéntrico, Nathy Peluso, hip-hop jazzístico y Mala Rodríguez, orgullosa voz del rap local