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Una gran variedad de flora

La riqueza de la flora española es inseparable de la diversidad de los entornos naturales que la componen y de las múltiples influencias climáticas que recibe. Porque en España, las montañas nunca están lejos del mar, y su cohabitación es la fuente de una multitud de ambientes favorables a la biodiversidad. Con influencias mediterráneas, oceánicas o montañosas, las 10.000 especies vegetales que allí se desarrollan ofrecen un caleidoscopio de plantas y árboles que se encuentra entre los más ricos del continente europeo. En general, en España hay dos tipos principales de vegetación: las zonas húmedas y las zonas áridas. En la España húmeda, en el noroeste del país, predominan los bosques de hayas y encinas de media altura. Están acompañados por un sotobosque en el que prosperan helechos, tojos y brezos. Entre los lugares emblemáticos de esta España "verde" se encuentra la selva de Irati, a caballo entre el norte de Navarra y Francia, con el mayor hayedo de Europa, ¡con 70.000 hectáreas! En las zonas mediterráneas, predominan los matorrales, los maquis y los bosques de pinos o alcornoques. En el suroeste de la península, los paisajes de dehesa, poblados de encinas, se extienden por miles de hectáreas. Este ecosistema de bosque típicamente mediterráneo es muy representativo de Extremadura. En el sur, la vegetación se adapta al clima árido de Andalucía y Murcia, con paisajes de estepa y matorrales cortos. Aquí se pueden encontrar algunas especies exóticas, como la palmera enana y la chumbera. Por último, una curiosidad: el mayor palmeral de Europa se encuentra en la costa levantina, en la pequeña ciudad de Elche. Su palmeral, con 240.000 ejemplares, ha sido clasificado por la UNESCO.

Una biodiversidad marina excepcional

Entre el Mar Mediterráneo y el Océano Atlántico, España cuenta con un capital excepcional en términos de biodiversidad marina. Con una superficie marina de más de un millón de kilómetros cuadrados, cuenta con una gran variedad de hábitats marinos debido a la historia geológica de la península. Esta noción de hábitat es esencial para la fauna marina porque determina el desarrollo de las especies en función de las características del fondo marino. Así, cañones, cuevas submarinas, arrecifes de coral o incluso bosques de algas han permitido el desarrollo de más de 11.000 especies marinas en España

Las zonas costeras del Mediterráneo ofrecen un entorno rocoso, protegido del viento, que favorece el desarrollo de muchas especies de algas. Entre ellas, la posidonia(Posidonia oceanica) -una especie endémica- es una de las principales riquezas marinas del Mediterráneo. Incluso se le llama el "pulmón del Mediterráneo", tan importante es esta fuente de oxígeno para su ecosistema. Las praderas de posidonia son un entorno privilegiado para muchas especies en el archipiélago de las Islas Medas, en la Costa Brava. Esta reserva marina de más de 500 hectáreas, que forma parte del Parque Natural del Montgrí, es un auténtico santuario de la flora y la fauna mediterráneas. Meros, barracudas, sargos e incluso cetáceos como el delfín mular pueblan sus tranquilas aguas y son una delicia para los buceadores.

España protege actualmente 84.400 km² de fondos marinos divididos en "zonas de interés mediterráneo especialmente protegidas" (ZEPIM), reservas de la biosfera, parques marítimos nacionales y reservas marítimas. En la costa atlántica, el Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia es un paraíso natural, que incluye las famosas Islas Cíes. En sus aguas cristalinas es posible ver cetáceos como el rorcual común, ¡el segundo animal más grande del planeta después de la ballena azul! Siempre en la costa atlántica, El Cachucho es una reserva marina clasificada. Situada a unos treinta kilómetros de la costa de Ribadesella, esta cordillera submarina alberga una gran variedad de especies, entre ellas varias esponjas gigantes

La avifauna española, una de las más variadas de Europa

Gracias a su diversa geografía, su clima y su privilegiada ubicación en la ruta de las grandes migraciones entre Europa y África, España alberga una excepcional variedad de especies de aves. Su rica infraestructura de parques nacionales y naturales ofrece innumerables lugares para observar el estilo de vida de las aves, tanto autóctonas como migratorias, en su hábitat natural. Además, las Zonas de Especial Protección (ZPE) integradas en la red Natura 2000 cumplen el objetivo de proteger las especies amenazadas. Entre estas zonas protegidas, el Parque Natural de Monfragüe, en Extremadura, es un auténtico santuario para la observación de aves. Aquí podrá ver la avutarda, cuyos machos pueden pesar hasta 19 kg y son las aves más pesadas capaces de volar También es el territorio del buitre negro, la mayor rapaz diurna de Europa, del buitre leonado y de la cigüeña negra. Al sur, en la margen derecha del Guadalquivir, el Parque Nacional de Doñana destaca por la diversidad de sus biotopos. Las lagunas, marismas y matorrales albergan casi 230 especies de aves, 5 de las cuales siguen en peligro de extinción. Es una de las mayores garzas de la región mediterránea y la zona de invernada de más de 500.000 aves acuáticas. Cerca de Málaga, la laguna de Fuente de Piedra alberga la mayor colonia de flamencos de la Península Ibérica durante la época de nidificación, con unas 13.000 aves, muchas de las cuales pasarán el invierno en Marruecos. En Cataluña, el delta del Ebro es un paraíso ornitológico de lagunas, dunas y marismas, donde se pueden encontrar nada menos que 315 especies de aves comunes. Flamencos, garzas y gaviotas de Audouin abundan en esta zona protegida de 32.000 km²

En la mayor parte de España se pueden ver cigüeñas blancas En el pasado, esta gran limícola procedente de Europa occidental recorría miles de kilómetros para pasar el invierno al sur del Sahara. En la actualidad, las cigüeñas de la Península Ibérica prácticamente se han asentado debido al calentamiento global y a la presencia de vertederos al aire libre donde pueden alimentarse fácilmente. La pequeña localidad de Alfaro, en el valle del Ebro, alberga la mayor colonia urbana de cigüeñas blancas del mundo

Lobo ibérico, oso pardo: tras la pista de la fauna española

Al igual que la avifauna, es la diversidad de sus espacios naturales la que permite a España albergar tal variedad de fauna. Cada hábitat de esta fauna alberga especies representativas de un entorno natural. La vegetación mediterránea de la costa, con sus paisajes de matorral y maquis, es el hogar de liebres, conejos salvajes y zorros. En el interior, todas las especies emblemáticas de la Península Ibérica se encuentran al abrigo de los hayedos y alcornocales: el lobo en los alrededores de la Sierra de la Culebra, el lince ibérico en Andalucía, el ciervo en las montañas de Alto Campoo (Cantabria) o el Parque Nacional de Monfragüe (Extremadura). En las zonas de montaña, se está vigilando cuidadosamente la reaparición del oso pardo en torno a la cordillera Cantábrica, tras haber estado en peligro crítico de extinción durante varias décadas. En la década de 1990, sólo quedaban unos 50 osos en Asturias; hoy hay más de 350, que viven en el hermoso paisaje de ríos y densos bosques del Parque Natural de Somiedo. La convivencia entre osos y humanos es pacífica, mucho más que en Francia, donde es objeto de muchas tensiones. A diferencia de los Pirineos, no ha sido necesario reintroducir la especie. En su lugar, se distribuyeron más de 1.500 vallas eléctricas para proteger los colmenares y huertos de la zona, y se crearon corredores mediante la replantación de árboles. En la actualidad, la Senda del Oso, que sigue el trazado de una antigua línea de ferrocarril a lo largo de unos 20 kilómetros, atrae a visitantes durante todo el año, curiosos por ver el emblemático oso pardo

La convivencia con el lobo ibérico es mucho menos armoniosa que la del oso, sobre todo desde la prohibición de la caza del lobo en toda España en septiembre de 2021. La Sierra de la Culebra, una zona de unas 70.000 hectáreas en Castilla y León, se ha convertido en el principal santuario de lobos de Europa. Pero para los pastores de esta región, la presencia del lobo supone un coste desproporcionado para la protección de sus rebaños. Ya se trate de linces, lobos u osos, España se enfrenta constantemente al dilema de cómo conciliar esta fauna con el inevitable desarrollo de las actividades humanas. El mayor activo de este país sigue siendo, obviamente, su capital de reservas naturales para garantizar la salvaguarda de las especies amenazadas.

El lince ibérico, una especie salvada de la extinción

En la familia de los felinos, el lince se reconoce por el largo pelo de sus mejillas, llamado "patillas", y por sus orejas triangulares coronadas por un mechón de pelo negro. Figura emblemática de la fauna salvaje, el lince español fue sin embargo considerado en 2002 como el felino más amenazado del mundo. Cazado por los ganaderos y, sobre todo, muerto de hambre por el agotamiento de los conejos silvestres -su única fuente de alimento-, estuvo a punto de extinguirse. A principios de la década de 2000, sólo quedaban 94 linces en toda la Península Ibérica, que vivían en territorios cada vez más limitados en torno al estuario del Guadalquivir, el Parque Natural de Doñana y la Sierra de Andújar, en el norte de Andalucía. La movilización de los poderes públicos y la ayuda de las instituciones europeas han permitido salvar esta especie mediante una política de reproducción, reubicación y protección. Así, en el marco del programa Iberlince, los linces criados en cautividad se reintroducen en su entorno natural cuando son adultos. Según el último censo realizado en 2020, la población de lince ibérico habría superado la marca simbólica de los mil ejemplares. En la actualidad, el lince ibérico puede verse en la Sierra de Andújar y en el Parque Natural de Doñana, donde en los últimos años se han creado numerosas empresas de observación de la naturaleza y diversos proyectos de ecoturismo. La Fundación CBD-Hábitat, encargada de su protección, trabaja actualmente en la reintroducción del lince en Cataluña y Aragón