La creciente urbanización...

Los expertos estiman que España en el siglo XVII tenía una población de unos 7 millones de habitantes. El crecimiento de la población fue inicialmente lento, con 10,5 millones de habitantes en 1800, pero se aceleró en el siglo XX hasta alcanzar los 23,5 millones en 1930 y más de 30,5 millones en 1960. En enero de 2020, España contaba con más de 47,65 millones de habitantes, según un estudio del INE (Instituto Nacional de Estadística), que estima que el país ganará un millón de habitantes más en los próximos 15 años y más de tres millones en la década de 2070. Con una densidad de 93,14 habitantes por km², es uno de los países con menor densidad de población en comparación con la mayoría de los países de Europa Occidental. Pero más que esta baja densidad, lo que la caracteriza sobre todo es una distribución muy desequilibrada de esta población en todo su territorio. Unas pocas grandes zonas concentran la mayor parte de la población: las costas, el valle del Guadalquivir y, en menor medida, el valle del Ebro y el área metropolitana de Madrid. En cuanto a las "autonomías", regiones españolas, Andalucía es la más poblada, con 8,48 millones de habitantes, seguida de Cataluña (7,65) y la Comunidad de Madrid (6,75) - cifras de 2020. Sólo estas tres regiones representan casi el 47% de la población. En cambio, Navarra, Cantabria y La Rioja son las regiones menos pobladas.

... y "España vacía

Esta distribución acompaña a la creciente urbanización. El éxodo rural que se inició a mediados del siglo XX ha continuado en el siglo XXI, convirtiendo a España en un país ahora urbano donde las ciudades concentran el 70% de la población, mientras que muchas zonas del interior se enfrentan a una creciente desertización y a la pérdida de servicios e instalaciones públicas (ferrocarril, carreteras, bancos, etc.) que conlleva. A diferencia de lo que ocurre en Francia, no fueron geógrafos o estadísticos los primeros en constatar estos desequilibrios entre territorios, sino un escritor, Sergio de Molino, que analizó este fenómeno en un libro publicado en 2016, España vacía. Esta constatación ha sido relevada desde entonces por numerosos análisis, que subrayan que no sólo hay una España vacía, sino que esta España sigue vaciándose. En estas regiones más despobladas, los especialistas calculan que se pierden cinco habitantes cada hora. Esta pérdida se debe al envejecimiento de la población y al éxodo de los jóvenes a las grandes ciudades. Algunas grandes regiones se ven especialmente afectadas por este fenómeno: las provincias de Soria y Teruel (las más afectadas), el norte de Castilla y León y el este de Extremadura. En 2019, numerosas marchas han contribuido a dar visibilidad a este problema y una coordinadora ciudadana "Teruel existe " ha querido dar voz a las reivindicaciones de estas comarcas olvidadas y se ha presentado a las elecciones generales de noviembre de 2019 y ha conseguido un escaño en el Parlamento.

El envejecimiento de la población

En 2020, la tasa de fecundidad española de 1,1 hijos por mujer alcanzó su valor más bajo desde el año 2000 y es una de las más bajas de Europa, sólo por delante de Malta. En 1975, esta cifra era de una media de 3 por mujer. Además de este descenso de la fecundidad, el aumento de la esperanza de vida (85 años para las mujeres en 2020 frente a 71 en 1960 y 79 y 66 respectivamente para los hombres) ha contribuido a hacer de España un país envejecido. Mientras que en el año 2000 todavía había más personas menores de 16 años que mayores de 64 en España, la tendencia se ha invertido y ahora hay una media de 129 personas mayores de 64 años por cada 100 menores de 16 (un índice del 129%, es decir, un aumento del 3,4% respecto al año anterior). Por comunidades, Asturias está a la cabeza del envejecimiento, seguida de Galicia y Castilla y León. Sólo en estas tres regiones hay más del doble de personas mayores de 64 años que menores de 16. Se espera que esta tendencia continúe en el futuro. Se calcula que en 2050 los mayores de 65 años representarán más del 30% de la población española (17% en la actualidad) y que el número de mayores de 80 años superará los 4 millones. Esta situación no está exenta de dificultades para el pago de las pensiones. Ya ha provocado manifestaciones periódicas de pensionistas que exigen la regularización de sus pensiones. Pero se espera que el problema crezca en 2050, cuando los boomers españoles lleguen a la edad de jubilación. Con retraso respecto a sus vecinos europeos, que experimentaron un baby boom tras la Segunda Guerra Mundial, España tuvo su baby boom en los años 70 y 79. El grueso de la población activa española tiene actualmente entre 40 y 49 años, por lo que no llegará a la jubilación hasta dentro de 15 ó 20 años.

Emigración e inmigración

Durante los siglos XIX y XX, España fue un país de emigrantes, la mayoría de los cuales se dirigieron a América, especialmente a Sudamérica. Se calcula que entre 1881 y 1959, alrededor de 5 millones de personas partieron hacia el Nuevo Mundo con la esperanza de hacer fortuna, un porcentaje colosal si se tiene en cuenta que en aquella época España sólo contaba con unos 20 millones de habitantes. A partir de mediados del siglo XX, los flujos migratorios se dirigieron hacia varios países vecinos hasta finales de la década de 1970. El fenómeno migratorio comenzó a revertirse en la década de 1990, debido al despegue económico de España, y alcanzó su punto álgido en la década de 2000. En esa época, los extranjeros representaban el 12,2% de la población, frente a menos del 1% en 1990. Este fenómeno disminuyó un poco durante la crisis de 2008 y el país llegó a registrar un saldo migratorio negativo de 2011 a 2014. Aunque las distintas cifras al respecto no siempre coinciden, se estima que la población extranjera representa actualmente el 11,35% de la población del territorio. Un estudio del INE realizado en 2021 analizó los orígenes de estas poblaciones. Con 775.936 personas, el grupo más numeroso procede de Marruecos, seguido de Rumanía (658.773), Reino Unido (313.948), Colombia (297.934) e Italia (280.152). En menor número que los grupos anteriores, la inmigración también incluyó poblaciones de Venezuela, China y Alemania. En términos de continente, son por supuesto las poblaciones procedentes de los países hispanoamericanos las más numerosas (36,21% de los extranjeros domiciliados). Lógicamente, son las regiones más dinámicas económicamente las que atraen a más inmigrantes: Madrid, el arco mediterráneo y las islas. Los residentes europeos, a menudo jubilados, se concentran en las costas de Levante, Andalucía, Cataluña y las Islas Baleares y Canarias.

Lenguas oficiales y cooficiales

En toda España, el idioma oficial es el español, a veces llamado castellano, y lo habla prácticamente toda la población española. Originaria de la región cantábrica, la lengua española ha recibido influencias del antiguo euskera, tanto morfológicas como léxicas. Se extendió por el reino de Castilla, para el comercio y el gobierno, y se desarrolló por todo el mundo durante la expansión del imperio español entre los siglos XV y XIX. Es la segunda lengua más hablada del mundo (en cuanto a número de hablantes nativos) y está estructuralmente próxima al francés, debido a su origen latino. El español, más cercano al latín clásico y al italiano moderno, pertenece a la subrama iberorrománica, como el portugués, que es un primo cercano en la forma escrita, pero mucho menos en la forma hablada. El artículo 3 de la Constitución española de 1978 establece el estatuto general de las lenguas de España, pero muchas de las cuestiones relativas a los asuntos lingüísticos (normas, enseñanza, etc.) han sido definidas por los estatutos de autonomía de que dispone cada una de las 17 comunidades españolas. Varias lenguas tienen carácter cooficial: el catalán o valenciano, que se habla en Cataluña, las Islas Baleares, la Comunidad Valenciana (donde se denomina valenciano) y la parte oriental de Aragón; el gallego; el vasco, hablado en el País Vasco y partes de Navarra; y el aranés, una variedad del occitano que se habla en el Valle de Arán (noroeste de Cataluña).