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Un cristianismo sincrético

Se puede hablar de sincretismo neocaledonio en la medida en que los fieles locales mezclan diversas creencias ancestrales (culto a los antepasados, respeto a los tótems u observancia de tabúes) con la práctica religiosa cristiana. La afiliación religiosa de los principales grupos étnicos del territorio difiere. Mientras que los canacos se dividen a partes iguales entre protestantismo y catolicismo (las misiones protestantes concentraron su evangelización en las islas de la Lealtad, donde convirtieron al 70% de la población), la gran mayoría de los europeos practicantes son católicos, al igual que los wallisianos. Del total de la población, la Iglesia católica representa el 60% de los fieles, la protestante el 30% y la comunidad musulmana el 3% (en su mayoría indonesios), repartiéndose el resto entre las diversas iglesias y sectas evangélicas.

Creencias canacas

Antes de la llegada de los europeos en 1842, el pueblo canaco de las Islas de la Lealtad se basaba en un conjunto de rituales y prohibiciones. Éstos se basaban en creencias religiosas originales que luego desaparecieron bajo la influencia de la evangelización. Coexistían el politeísmo y el animismo, la creencia de que la naturaleza está gobernada por almas y espíritus. Los misterios de la vida y el destino humanos se convirtieron en objetos sagrados y cultos cuyos detalles aún se desconocen. El respeto por las creencias ancestrales, los tótems y ciertos tabúes desempeña un papel muy importante en la vida cotidiana de los lugareños. Esto es especialmente cierto para los canacos, para quienes el respeto a las costumbres es absolutamente esencial. Todas estas normas tan importantes se aplican sobre todo durante las ceremonias más importantes de la vida, como el nacimiento, el matrimonio y la muerte. En estas ocasiones, estas prácticas tradicionales se mezclan bien con las religiones más tradicionales. Por ejemplo, antes de visitar un pueblo o entrar en una propiedad privada, primero hay que conocer al jefe y hacerle un pequeño regalo: es la costumbre. Si acepta, le dará un discurso de bienvenida y podrá circular libremente.