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Tejidos y bordados

Las fibras vegetales se utilizan mucho para confeccionar prendas de vestir y accesorios. Las minorías étnicas son las primeras en utilizar estas fibras vegetales para producir diversos artículos, combinando el trabajo manual con sus tradiciones. Sus habilidades son famosas en todo el país. El jusi es seda de plátano; la piña, fibra de piña. El ramio es un tipo de lino, también conocido como "hierba china" (un tipo de ortiga). El abacá esencial es el cáñamo de Manila. Producido en Luzón y Mindanao, es una materia prima de gran calidad que se utiliza sobre todo para fabricar redes de pesca y ahora para prendas de lino tejidas a mano, alfombras y bolsos, que son excelentes ideas para regalar. El diseño, los materiales y los colores inspiran el trabajo de renombrados diseñadores de moda y decoradores de interiores de Manila. Los tejidos a mano de las tribus de Mindanao son famosos en todo el país. Por ejemplo, las mujeres de la tribu t'boli, a orillas del lago Sebu en Mindanao, son famosas por sus magníficos tejidos y bordados a mano conocidos como t'nalak. Cuenta la leyenda que una diosa envía los patrones de tejido a las mujeres t'boli en sueños mientras duermen. Tradicionalmente, el t' nalak se utiliza para bodas y nacimientos, pero gracias al crecimiento del turismo, esta artesanía puede desarrollarse aún más. En el sur de Mindanao, los yakans, originarios de la isla de Basilan, están considerados los mejores tejedores del país. Una semana es el tiempo medio que tardan en tejer un metro cuadrado de tela.

Recuerdos de madera y otros materiales naturales

En general, los materiales naturales ocupan un lugar destacado en la artesanía filipina, algunas de cuyas tradiciones y técnicas se remontan a varios siglos atrás. La madera se utiliza mucho, al igual que las hojas de palma y diversas hierbas, el ratán y el bambú. Entre las ideas originales para traer de vuelta figuran las hamacas de ratán o las esteras de hojas de palma, también conocidas como banig. El banig es una estera tejida a mano que los filipinos suelen utilizar como colchón o alfombrilla. En algunos bordes de las carreteras de las islas se puede ver a mujeres cortando tiras de hojas de palmera, secándolas, a veces coloreándolas y luego tejiéndolas. Hay esteras de todos los colores y decoradas con espléndidos dibujos. La cestería de ratán o bambú es otra artesanía muy popular en el archipiélago, con cestas de todas las formas y tamaños utilizadas originalmente como recipientes de almacenamiento y transporte, y hoy en día como elementos decorativos. Si desea llevarse a casa algo más artístico, las esculturas de madera son un gran recuerdo. Son especialmente famosas las estatuillas, máscaras, juegos de ajedrez, instrumentos musicales y otros objetos decorativos. Los utensilios de cocina de madera de narra son magníficas piezas fabricadas por los montañeses del norte de Luzón. Los muebles de bambú y ratán, que abundan en todas las regiones, se fabrican mejor por encargo, ya que los estándares filipinos no siempre se adaptan a los interiores europeos.

Abalorios y bisutería

El cultivo de perlas es muy activo en el país, que es además el segundo productor mundial de perlas, por detrás de Japón. Las perlas filipinas (también conocidas como perlas de los mares del Sur) son famosas por su calidad, gran tamaño y color dorado. La mayoría de los criaderos de perlas más conocidos están en Mindanao y Palawan, donde se encuentran las granjas de la famosa empresa Jewelmer, fundada por el francés Jacques Branellec en 1979, que produce unas 700.000 perlas al año, que se venden entre 150 y 300 euros cada una y dan trabajo a más de mil filipinos. Entre los pocos objetos sueltos que se pueden llevar a casa: joyas de perlas, por supuesto, y joyas tribales hechas con conchas, madera o semillas.

Cerámica y cachivaches varios

El arte de la alfarería en Filipinas se remonta a miles de años atrás. Las tinajas de barro se utilizaban originalmente para conservar los restos de los difuntos, antes de asumir otras funciones, como cocinar y conservar alimentos. Hoy en día, la alfarería sigue siendo una artesanía muy desarrollada, sobre todo en el norte de Luzón, en los pueblos que rodean los arrozales de Banaue y en la región de Sagada. Abundan las estatuillas religiosas de la Virgen María o del Niño Jesús y las imágenes sagradas. Más que divertidas, ofrecen un recuerdo simbólico. Lo mismo ocurre con los jeepneys en miniatura. Estos antiguos jeeps militares, abandonados por los norteamericanos tras la guerra y rehabilitados como transporte público, son el símbolo por excelencia del archipiélago, y traerse uno en miniatura es un recuerdo sencillo y eficaz.

Aperitivos y productos locales

Los filipinos son aficionados a los aperitivos dulces y salados a cualquier hora del día o de la noche, como frutos secos, chocolates, pasteles, etcétera. Así que no es de extrañar que haya una variedad excepcional. Cada ciudad y pueblo tiene sus propias especialidades, y la mejor manera de descubrirlas es visitar los mercados locales. La estrella nacional de los aperitivos es sin duda el mango seco. El país es famoso por la dulzura y calidad de sus mangos (algunos incluso dicen que es aquí donde se encuentran los mejores) y los mangos secos son sencillamente deliciosos. Es un souvenir ligero, barato y original. En la misma línea, el polvorón, una especie de galleta desmenuzable de varios sabores, hace la boca agua tanto a niños como a adultos. En cuanto a las bebidas, siempre se puede llevar unas cuantas cervezas locales, como la San Miguel, disponible en todas partes, o ron. El más conocido es el ron Tanduay, que debe su nombre a la calle Tanduay de Manila, ubicación original de la destilería. Por último, el aceite de coco es muy famoso en Filipinas y se considera un producto milagroso con muchos usos: se emplea como aceite de cocina, en cosmética para las quemaduras solares, el cabello y la piel, como aceite de masaje, etc.