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A finales del siglo II a.C., Roma ocupa la Histria

Los años 178 y 177 a. C. son mencionados precisamente por Tito Livio en Desde la fundación de la ciudad (Ab urbe condita libri). El historiador romano (59 a. C.-17 d. C.) describe las memorables batallas que vieron a los hombres de Epulón, rey de los Histri, oponerse y someterse a los centuriones latinos. A mediados del siglo I a. C., bajo el gobierno de Octavio Augusto, Istria fue completamente pacificada; el respeto a los cultos indígenas y el desarrollo cultural contribuyó tanto como las armas. La colonización entró en un período de estabilidad que favoreció el desarrollo de la región de Histria, satélite del Imperio, provincia en la que los romanos acababan de fundar Aquileia, importante ciudad próxima a Trieste.

Casi seis siglos de exitosa colonización

Después de la batalla de Actium en el 31 a. C., en la Colonia Iulia Pollentia Herculanea, Polatum (Pula) se convirtió en el cuartel general de los soldados enviados en una expedición al este. La ciudad portuaria también pasaría a ser la capital de Histria. Enriquecida por la agricultura y el comercio, la ciudad se beneficiaría del derecho a acuñar monedas, utilizadas para la propaganda imperial, con sus lemas políticos, como Concordia militum o Pax aeterna (concordia de los soldados o paz eterna). La ciudad guarnición era perfecta para que las familias aristocráticas ricas y los patricios de Roma establecieran sus residencias en la costa. Como lo hicieron los poderosos Sergii, a quienes rinde homenaje el arco triunfal de Sergii, los Crassi, Flavi o Costantini. Para estos altos dignatarios, era necesario construir una ciudad a imagen del Imperio, en una palabra, monumental. A mediados del primer siglo, comenzaron las grandes obras. La ciudad tenía los medios para dibujar su plan urbanístico, formal y ordenado; se iba a dotar de la arquitectura y las esculturas típicas de la civilización helena. Para el espacio público, se construyó una puerta de entrada fuertemente tallada que conducía al foro, templos, incluyendo el dedicado a Augusto, termas, teatros y un anfiteatro.

La Arena es cada año el centro de los festejos

Incluso hoy en día, el anfiteatro de Pula —clasificado como el sexto más grande del Imperio— es el monumento histórico más emblemático de la ciudad, si no de Istria. Fue construido entre el 27 a. C. y el 68 d. C., con hermosas piedras calizas nobles extraídas de una cantera cercana (Vinkuran). Ampliado en el 79 bajo el emperador Vespasiano, dibuja una hermosa elipse (132,5 m de largo por 105,1 m de ancho y 32,5 m de alto). Podría albergar hasta 24 000 espectadores. Al padecer menos los problemas de contaminación que el Coliseo de Roma, su capa exterior está muy bien conservada.
Con su capacidad actual de 5000 personas, la Arena, como se le denomina en Pula, sigue desempeñando su papel de espacio público. Es a la vez un importante yacimiento arqueológico y un excepcional escenario, como el de Mérida, que está abierto durante todo el año para diversos eventos —sonido y luz de Visualia, Festival de Cine de Pula, conciertos de música clásica o contemporánea con estrellas internacionales, eventos deportivos, etc.—, y es también sede de los más prestigiosos eventos. En verano, las peleas de gladiadores atraen principalmente a los turistas (Spectacvla Antiqva).

La costa de Istria ya era popular

Las excavaciones arqueológicas han revelado la presencia de otros yacimientos en la provincia de Histria, especialmente en la costa. Si se observa el mapa de la antigua Istria, se puede ver que varias ciudades, asentamientos y grandes haciendas (villae) nacieron durante el Imperio (Tergeste, Umag, Novigrad, Loron, Rovinj, Parentium, Fazana, Vodnjan, Albona, Flanona, Tarsatica). Los romanos también desarrollaron el territorio interior trazando carreteras, como la vía Flavia, que va de Trieste a Pula (más de 100 km) y construyendo infraestructuras como el acueducto de Učka, que llevaba agua a Pula y permitía el riego de grandes zonas agrarias a su alrededor, acelerando así el progreso de la agricultura. En la isla de Veliki Brijun, en el archipiélago del mismo nombre, la villa rústica, construida en el siglo I a. C., levantaba su columnata frente al mar. Su pequeño puerto y sus dependencias se erigieron en la bahía de Verige, en casi cinco hectáreas. Su pacífica belleza y su integración con la naturaleza eran comparables a las villas romanas de Capri o Pompeya. Más modesta, pero no menos activa, la villa marítima de Loron se implantó en la costa cerca de la actual localidad de Tar-Vabriga. Era famosa por la producción de ánforas resistentes, que exportaba al norte de Italia en grandes cantidades.

Conocimientos agrícolas y manuales

Además de sus costas ricas en peces y su agradable línea costera, Istria cumplía todos los requisitos de una tierra rica. En esta región soleada, los romanos, siguiendo a los griegos, introdujeron el cultivo de ostras y la enología, dos cultivos que maridan muy bien, y plantaron hectáreas de olivos en el sur de Istria, alrededor de Vodnjan. Este árbol de hojas perennes, resistente al mal tiempo, puede vivir durante milenios. En el Parque Nacional de Brijuni, sigue en pie un viejo olivo, uno de los más antiguos de Europa. Tenaz y bien protegido, se dice que tiene más de 1600 años y todavía da aceitunas, con las cuales, los guardas del parque producen una pequeña cantidad de aceite de calidad extra virgen.
Gracias al cultivo del olivo, Pula fue considerada durante mucho tiempo una de las ciudades romanizadas más ricas, asociada en su comercio triangular con el puerto de Fahrana, a unos diez kilómetros de distancia. Allí se halló también una fábrica de ánforas, una de las más importantes del Imperio. Estos contenedores de diversos tamaños se utilizaban para transportar productos alimenticios (aceite de oliva, vino, cereales, salsa de pescado salado…).

Tras la abdicación de Diocleciano, los tiempos cambian

En el año 303 d. C., el emperador romano Diocleciano se retiró a Dalmacia central, su provincia natal. Debilitado por la enfermedad, pensó que era más prudente dejar los asuntos del decadente Imperio y retornar a su tierra natal. Quería volver a Solina, la ciudad dálmata donde había nacido. Para su retiro, dejaría esta ciudad rural para instalarse en una nueva residencia imperial en Split, el famoso palacio de Diocleciano frente al Adriático. A aquellos que le imploraban que retomara el control de la casa romana en llamas, el hombre, transformado, aseguraba que encontraba más placer en cultivar su propio jardín que en «gobernar toda la tierra». Estas palabras fueron reportadas por Lactancio, un teórico y cronista del fin del Imperio. Así es como el déspota Diocleciano terminó, en el crepúsculo de su vida, como un filósofo consumado. Esta renuncia al poder permanece en la historia como la primera abdicación de todos los tiempos, y se cita como ejemplo a los gobernantes de este mundo.

Bajo Bizancio, una nueva edad de oro del arte en Istria

El Imperio romano de Occidente estaba en decadencia. Con el Edicto de Milán, firmado por Constantino en 313, las decisiones se tomaban en la nueva capital, Bizancio, rebautizada como Constantinopla en el 330. El emperador adoptó el cristianismo y lanzó sus reformas. Con el fin de asegurar el tráfico marítimo, los constructores civiles erigieron un sistema masivo de fortificaciones en la zona oriental de la costa de Istria, como el estratégico castrum de Veliki Brijun, la principal isla del archipiélago frente a Pula. Las persecuciones de los primeros cristianos llegaron a su fin, lo que favoreció el nacimiento de una nueva forma de arte religioso.
El período paleocristiano se nutrió de la cultura helenística mientras que, al mismo tiempo, aparecieron nuevos cánones estéticos más hieráticos. Croacia conserva varios ejemplos de basílicas, iglesias y capillas dotadas de baptisterios. Pero el gran orgullo de la Istria bizantina es el complejo de la basílica de Eufrasia, en Poreč, erigida desde mediados del siglo VI. Con su ábside central, el baptisterio octogonal, el atrio rectangular y sus suntuosos mosaicos, este complejo episcopal paleocristiano, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997, es uno de los únicos que ha llegado en buen estado de conservación.
Pero Teodorico el Grande, rey de los ostrogodos de Italia (493-526), sucedió al Imperio romano de Occidente. Todas las antiguas provincias de Italia y Croacia pasaron a formar parte del reino ostrogodo.