Les montagnes de Simien © WitR - Shutterstock.com.jpg

De los orígenes del cine etíope contemporáneo

Fue a principios del siglo XX cuando el cinematógrafo de los hermanos Lumière llegó a Etiopía, a través de embajadores. En todo caso, fue el ministro italiano Federico Ciccodicola quien regaló un cinematógrafo al emperador Menelik II, una de las primeras máquinas que se utilizaron regularmente en el país. Hubo que esperar hasta los años veinte para que se construyera el primer cine en Etiopía y empezara a acoger al público, mientras que las primeras películas etíopes captaron en imágenes los acontecimientos más destacados del país, como la coronación de la emperatriz Zewditou en 1917, seguida de la de Haile Selassie en 1930.

Fue en la segunda mitad del siglo XX cuando el cine etíope alcanzó relevancia internacional, a través de figuras como Haile Gerima y, más recientemente, Yared Zeleke. Nacido en 1946, Haïlé Gerima es conocido por su compromiso político y la exploración de temas sociales en sus películas, y está considerado uno de los pioneros del cine africano moderno. Formado en Estados Unidos, regresó a Etiopía en la década de 1970 para rodar La cosecha de los tres mil años (1976), un conmovedor drama sobre una familia campesina pobre. Su película más conocida es sin duda Sankofa, estrenada en 1993, la historia de una modelo afroamericana que es transportada en el tiempo a la época de la esclavitud, donde se enfrenta a las atrocidades de aquel periodo. Una película aclamada en el festival Fespaco y seleccionada para el 43º Festival de Berlín, con una estética poderosa y una fuerte crítica del colonialismo y la opresión.

Inspirada en esta precursora, en la década de 2000 surgió una segunda generación de cineastas. Yared Zeleke, nacido en 1980, fue el primer director etíope seleccionado en la competición oficial del Festival de Cannes. Su primer largometraje, Lamb (2015), se proyectó en la Quincena de Realizadores. Una película conmovedora que, a través de la historia de Efraín, un niño al que su madre confía una nueva familia para asegurarle un futuro mejor, explora los temas de la identidad y la resiliencia en un contexto rural etíope. Ese mismo año, el cineasta Hermon Hailay ganó el Gran Premio del Fespaco de Uagadugú con Price of Love (2015), la historia de Teddy, un vigilante de aparcamiento que se enamora de una prostituta llamada Fere. Cuando Fere es atacada, Teddy lo arriesga todo para salvarla. Abordando temas como el amor, la marginación social y la lucha por la dignidad, Price of Love ofrece una visión realista de la vida en las calles de Addis Abeba, y ha contribuido en gran medida a la visibilidad del cine etíope.

Un año antes, el director Zeresenay Berhane Mehari ganó el Premio del Público en el Festival de Cine de Sundance con Difret (2014), una dura película sobre los matrimonios forzados y sus dramáticas consecuencias. La película fue coproducida por la actriz Angelina Jolie.

En la actualidad, el cine etíope también habla de mujeres. Directoras etíopes de talento como Selamawit Adnaw(Fig Tree, 2018), Mehret Mandefro(Little White Lie, 2007) y Hiwot Admasu Getaneh(Nishan, 2015) están aportando diversidad y nuevas perspectivas a la industria cinematográfica etíope contemporánea, al tiempo que ganan premios y se proyectan en numerosos festivales internacionales.

Cuando Hollywood llega a Etiopía

La belleza natural de Etiopía ha atraído numerosos rodajes internacionales de alto nivel. Las montañas Simien, el altiplano abisinio, los lagos del Gran Valle del Rift y los desiertos del Danakil son ejemplos de los impresionantes telones de fondo que pueden encontrarse en películas no sólo etíopes, sino también americanas y europeas.

Fue en Etiopía donde Pier Paolo Pasolini rodó en 1974 las escenas africanas de su película Las mil y una noches. Una obra sensual de un cineasta que juega con los cuentos y leyendas de Arabia para retratar pasiones y fantasías. La película ganó el Gran Premio del Jurado en Cannes ese mismo año y fue nominada a la Palma de Oro.

También fue el paisaje etíope el que atrajo a los equipos responsables de Furia de titanes (2010), un remake del clásico de Hollywood de 1981. Esta superproducción, aunque rodada principalmente en estudio, muestra los escarpados paisajes etíopes a través de una serie de bellas tomas aéreas. Además, la película es una concentración de acción del cineasta responsable de las últimas entregas de la saga Fast and Furious, así que no espere demasiada sutileza.

Más recientemente, Etiopía sirvió de inspiración para los decorados de la suntuosa Pantera Negra , de Ryan Coogler, una de las últimas producciones de Marvel Studios. Rodada en su mayor parte en platós ficticios de Atlanta, pero nutriéndose en gran medida de imágenes de las montañas Simien, así como de otros muchos grandiosos escenarios de Kenia y Uganda, la película fue muy aclamada por su representación de la cultura africana y obtuvo un gran éxito comercial, recaudando casi 1.400 millones de dólares para el estudio estadounidense. Está protagonizada por actrices de renombre internacional como Lupita Nyong'o y Angela Bassett, y por el fallecido Chadwick Boseman, que murió en 2020. Una epopeya cinematográfica que combina acción superheroica y una mirada en profundidad a la herencia africana de las nuevas generaciones, un interesante eslabón entre el pasado y el futuro del cine africano moderno, donde Etiopía y sus talentos tienen sin duda su lugar.

Comer cine en Etiopía

Hay muchas formas de descubrir el cine etíope, ya que el país cuenta con una desarrollada red de salas. En Addis Abeba, por ejemplo, los cinéfilos pueden acudir al National Cinema o al Edna Mall Cinema para descubrir películas etíopes e internacionales. El Cine Alem también es una opción popular para ver películas locales, mientras que el Cine Sébastopol acoge cada año el Festival Internacional de Cine de Addis Abeba (AIFF), uno de los principales escaparates del cine etíope. Aproveche un viaje a Gondar para descubrir la arquitectura única del cine. Y disfrute descubriendo un cine que ya tiene cien años.