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Áreas naturales protegidas

El archipiélago maltés cuenta con reservas y parques naturales que concilian la protección del medio ambiente y la acogida del público. De acuerdo con la normativa europea, el país también ha creado zonas de protección Natura 2000 para proteger hábitats y especies notables.

La Reserva Natural de Ghadira:

situada en el norte de Malta, protege los humedales, antiguas marismas, que se han convertido en hábitats para las aves migratorias. Hay cerca de 140 especies, que se pueden descubrir durante las visitas guiadas y desde los puestos de observación.

Reserva de Simar

: un humedal, también clasificado como humedal RAMSAR, que alberga aves residentes y migratorias, pero también otras especies raras y protegidas de peces y aves, camaleones y salamanquesas

Parque Nacional de Majjistral

(Majjistral natural and historic park): situado en el noroeste de Malta, alberga zonas Natura 2000 y espacios notables, como los acantilados costeros (Rdumijiet ta 'Malta). Protege diversos ecosistemas: matorrales, estepas, cuencas de agua dulce, acantilados o hábitats dunares, y especies vegetales y animales, algunas de ellas endémicas. También combina un patrimonio cultural vernáculo (construcciones de piedra seca) y yacimientos arqueológicos.

También hay otros espacios naturales en el territorio : la reserva natural de Salina, las marismas de Marsaxlokk, la reserva natural de Wied Ghollieqa, el parque natural de Xrobb L-Ghagin.

Desafíos relacionados con los recursos hídricos

El agua apenas está presente en el territorio, que no incluye ningún río. Las precipitaciones son particularmente escasas de abril a octubre, con períodos de sequía que podrían hacerse más frecuentes con el calentamiento global. Al mismo tiempo, la demanda de agua aumenta, en consonancia con el crecimiento de la población y el turismo. Así pues, Malta acogió a 2,6 millones de turistas en 2018 (un 14,3% más que en 2017), es decir, 5,7 personas más que el número de habitantes. Además de su sobreexplotación, las napas freáticas sufren la contaminación vinculada a las actividades humanas (a través de las aguas residuales, los desechos, los pesticidas). La salinización vinculada a la infiltración del agua de mar en las aguas subterráneas podría aumentar con el calentamiento global (aumento del nivel del agua). Para remediar esta situación, la isla está desplegando varias soluciones. Las cisternas de los siglos pasados ya no son suficientes. Como resultado, se han construido varias plantas desalinizadoras en la isla, una de cuyas desventajas es su alto consumo de energía. El agua tratada en algunas plantas de tratamiento se distribuye también a las tierras agrícolas del país, que están muy fragmentadas. Proteger el recurso también significa conocer el consumo. Por esta razón, el país ha introducido medidores individuales que permiten controlar el consumo de agua y energía a distancia. Otros proyectos, como el programa Alter Aqua (2011-2015) en la isla de Gozo, se han basado en la recuperación del agua de lluvia.

El desafío energético y climático

El territorio se caracteriza también por un importante consumo de combustibles fósiles. Esta petrodependencia está vinculada en particular al gran parque automovilístico de la isla, a menudo obsoleto (608 automóviles por cada 1.000 habitantes), lo que hace del archipiélago uno de los países más motorizados de Europa, con el corolario de la contaminación acústica y atmosférica. Incluso en distancias cortas, los vehículos totalmente motorizados causan altos niveles de contaminación por partículas finas. Estas energías carbonosas también emiten gases de efecto invernadero. En la región han surgido soluciones alternativas, como los sistemas de vehículos híbridos de autoservicio, con dispositivos de recarga de baterías en los espacios públicos, y los scooters eléctricos, también de autoservicio. La movilidad suave (ciclismo, caminata) está aún muy poco desarrollada. En lo que respecta a la energía, se han introducido incentivos para fomentar la instalación de paneles solares (térmicos solares). Sin embargo, todas estas medidas son insuficientes en vista de los desafíos climáticos. En un informe publicado en 2018 por la Red de Acción Climática de Europa se señala a Malta como uno de los peores alumnos de Europa en la lucha contra el calentamiento del planeta.

Esfuerzos para la prevención de la contaminación

Uno de los temas ambientales prominentes - y visibles - en el archipiélago maltés es la gestión de residuos. La omnipresencia de basura, incluso en las aguas y entornos naturales, puede impactar a más de un visitante... El país está tratando de mantenerse al día con la normativa europea y ha establecido una recogida selectiva de ciertos tipos de residuos (vidrio, plástico, cartón y residuos biológicos). Quedan por hacer muchos esfuerzos, en particular en lo que respecta a la sensibilización (reducción en la fuente y clasificación). Algunas asociaciones organizan operaciones de limpieza de playas. El archipiélago también ha sido señalado por la Unión Europea por la concentración de plaguicidas en ciertas frutas y verduras. Las aguas superficiales, que están cargadas de contaminantes, contribuyen a la contaminación de las aguas subterráneas y del mar. Aunque el país sigue siendo uno de los mayores usuarios de plaguicidas por hectárea de Europa, cabe señalar que Malta fue el primer país europeo que prohibió el glifosato en 2016. Se están desarrollando iniciativas de agroecología y agroforestería, como el Oasis de Bahrija, una granja de permacultura que organiza visitas.

El desafío del turismo

Malta forma parte de la red SETnet (Ciudades del sur de Europa frente a la turistización), que tiene por objeto, entre otras cosas, proteger los recursos locales de los efectos adversos del turismo de masas. Desde 2016, el país también ha introducido un impuesto al turismo, incluyendo una contribución ambiental. Los programas también tienen por objeto crear las condiciones para un turismo más sostenible. Sólo se puede aconsejar al viajero que adopte una actitud sobria en el uso de los recursos.