Atracciones turísticas y monumentos Uzbekistán

Fayaz Tepe, un complejo budista del siglo I d. C., es un lugar mágico, atemporal y especialmente conmovedor. En medio de la estepa, con el Amu Daria al fondo y Afganistán al alcance de la mano, podrá dejarse llevar por la calma y la belleza del lugar. Un laberinto de salas de estar y áreas de culto, el complejo recibió a peregrinos de todo el mundo hace dos mil años. Su renovación se completó en 2004 con el apoyo de la UNESCO: la estupa está ahora protegida de los elementos por una cúpula y solo puede verse a través de una ventana. Si tiene suerte, el guardia le dejará entrar y podrá echar un vistazo a lo que queda de la estupa original. Le describirá los budas de oro que adornaban los nichos, las fiestas que se preparaban en las cocinas gigantescas y los momentos de descanso cuando los peregrinos y monjes se tomaban su tiempo para refrescarse bajo los ventilados toldos.
El pequeño museo vecino no alberga los resultados de las excavaciones, pues la mayoría de las piezas se encuentran entre el Museo Arqueológico de Termez y el Museo de Historia de los Pueblos de Uzbekistán, muy lejos, en Taskent. En el patio central, un estanque reconstruido ilustra el ingenioso sistema de captación de agua de lluvia que se había puesto en marcha. A este respecto, también se había desarrollado un sistema de riego para aprovechar el agua del Amu Daria, a pesar de que se halla a varias decenas de kilómetros del lugar. Trate de visitar Fayaz Tepe al final del día: con la estepa que se despliega sin fin a su alrededor es absolutamente simple y poético.

El camino que conduce al mausoleo atraviesa las murallas, los últimos vestigios de shahristan, la ciudadela de la antigua Termez. El complejo está formado por el propio mausoleo, una mezquita y un khanqah. El mausoleo, que data del siglo XI y del que se conservan algunos sectores de los muros originales, alberga la tumba de Al-Hakim al-Termezi, astrónomo erudito y maestro sufí que nació en el siglo VII u VIII. Se le atribuye la escritura de 32 libros y una longevidad excepcional de 120 años. La tumba fue construida a su muerte en el siglo IX y las decoraciones se realizaron en los siglos siguientes. A pocos metros de la tumba, un mirhab excavado en la pared permite a los fieles venir a rezar. El lugar se ha convertido en un centro activo de peregrinación, especialmente los miércoles, cuando los imanes recitan continuamente para los visitantes los versos del Corán. Si tiene la oportunidad de visitarlo ese día, puede mezclarse con la multitud y participar del fervor del ambiente.

Esta estupa es todo lo que queda de un complejo budista erigido en las cercanías de Termez en el siglo I d. C., al mismo tiempo que Fayaz Tepe y Kara Tepe en las cercanías. La altura original de esta torre de ladrillo, donde los monjes budistas iban a colocar sus ofrendas, es desconocida. Hoy en día, sus dieciséis metros de altura dominan una vasta extensión de campos de algodón y desierto. Los vestigios descubiertos por los soviéticos se llevaron a Rusia.

Probablemente uno de los museos más bellos de Uzbekistán, pero actualmente está cerrado por obras. En el momento de nuestra visita aún no se conocía la fecha de reapertura y algunas personas que entrevistamos nos hablaron de un cierre de dos años... Pero, dado que las cosas cambian rápidamente en Uzbekistán, es posible que el museo ya haya reabierto en el momento de su visita: compruébelo cuidadosamente antes de ir para no llevarse una decepción. Antes de la renovación, el museo tenía este aspecto: en varios espacios bien definidos e inteligentemente ordenados se presentaban los diferentes periodos históricos, desde las primeras huellas humanas en la región hasta los shaybánidas, el budismo y Tamerlán. Las maquetas de los distintos monumentos ofrecían a veces una mejor visión de conjunto de los yacimientos que las visitas a las propias ruinas, que son bastante frustrantes si no se va acompañado de un arqueólogo. Las películas que se proyectaban en inglés en cada sala también eran una muy buena fuente de información, no solo sobre la historia de la región sino también sobre las misiones arqueológicas pasadas y presentes. Las primeras nueve salas contenían más de 50.000 hallazgos arqueológicos de la región. Entre las piezas más recientes destacaba la hermosa estatuilla de una mujer grecobactriana. La décima sala era en realidad una caja fuerte: contenía numerosas monedas turcomanas, iraníes o afganas y joyas de oro o plata que datan desde la época grecobactriana hasta el siglo XIX. Dos pequeños botones de oro encontrados en la ropa del esqueleto de un niño descubierto en Fayaz Tepa y fechados en el siglo VIII a. C., permitieron establecer que el yacimiento estuvo habitado mucho antes del siglo IV a. C., como se había supuesto anteriormente. Actualmente cerrado por reformas.

Construida en el siglo XVIII cerca de los mausoleos, esta mezquita lleva el nombre de un santo del siglo VIII cuyo cuerpo, según se dice, fue traído hasta aquí por Tamerlán desde Bagdad. Si bien la callejuela que conduce a ella está abarrotada de tiendas de recuerdos para turistas, se puede pasear entre los muros que marcan los antiguos cimientos de los edificios que antaño se adosaron a la mezquita para formar un gran complejo religioso. En este pequeño laberinto se halla la entrada a la cripta de Tamerlán. De vuelta al patio central de la mezquita, disfrute de la sombra de los árboles centenarios y de sus impresionantes troncos.

La «casa del poder y de la voluntad» fue construida por Tamerlán para Jahangir, su hijo predilecto, que murió prematuramente en 1375. Solo tenía 22 años cuando una caída de un caballo le causó la muerte. El dolor de Tamerlán, que veía en él a su sucesor, fue inmenso y explica la construcción de este mausoleo que, según las descripciones de Clavijo, estaba ricamente decorado con oro y azur. En el frontón puede leerse un proverbio árabe: «El sabio actúa con nobles intenciones, mientras que el necio cuenta con nobles intenciones.» La cúpula en forma de cono recuerda las de Corasmia. Su arquitectura está influenciada por los artesanos obligados a abandonar Kunya-Urgench, la derrotada capital de Corasmia, y seguir a Tamerlán en 1379. Tamerlán también planeaba ser enterrado en Dorus Siadad, pero su cuerpo descansa finalmente en Samarcanda. El complejo fue destruido en gran parte por el emir de Bujará al mismo tiempo que el palacio Blanco, pero los mulás lograron salvar parte de él haciendo creer al emir que el mausoleo de Jahangir albergaba a un santo. Otro hijo de Tamerlán, Omar Sheik, que murió en 1394, está enterrado en el mausoleo adjunto.

Construido por Ulugh Beg en 1437 para su familia, este mausoleo cuadrado es como una réplica en miniatura de la mezquita que tiene enfrente. Está rematado por un tambor cilíndrico decorado con inscripciones cúficas sobre el que descansa una cúpula azul. El interior está magníficamente decorado con frescos geométricos, epigráficos y florales. Junto a las lápidas familiares de Ulugh Beg se encuentran las tumbas de los Sayyid, una dinastía de Termez, descendientes de Hussain, nieto de Mohammed, que dieron su nombre al mausoleo

La «casa de la meditación y de la contemplación» fue construida alrededor de Mazar Shamseddin Koulial. El conjunto fue levantado por Tamerlán en 1373 para su padre Taraghay y un famoso sufí, Sheikh Shamseddin Koulial, que era el maestro espiritual de su padre. Ambos mausoleos están coronados por cúpulas casi idénticas. El proyecto fue completado por Ulugh Beg.

El mercado de cuatro puertas, de arquitectura típica de los bazares situados en los cruces de las rutas comerciales, estaba cerrado al público en el momento de nuestra visita. Debería abrir sus puertas en breve y albergar casetes de recuerdos y artesanía nacional. En frente, el nuevo bazar carece de encanto. También en este caso no se inauguró en el momento de nuestra visita, pero los emplazamientos para algunos stands de frutas y hortalizas ya estaban marcados. Está rodeado de tiendas vacías que seguramente deberían acoger tiendas de souvenirs y artesanía.

Visible en la calle principal de Shahrisabz, esta mezquita, construida en 1914 junto a unos baños del siglo XV, fue restaurada para el culto después de la independencia. En cuanto a los  baños, estaban cerrados debido a su rehabilitación en el momento de nuestra visita y no se disponía de información sobre el destino que se les había reservado.

Antes de ser un caravasar, este edificio albergaba una madrasa y, en los últimos años, acogió un mercado de alfombras y ropa en el que se reunían muchos jugadores de backgammon durante el día. En el momento de nuestra visita estaba en plena renovación. El complejo ya ha reabierto y alberga un restaurante (no precisamente el mejor del país) y algunos conciertos de música tradicional. Nada excepcional.

Este pequeño khanqah construido a principios del siglo XX acogía a derviches de paso. La pequeña mezquita está rodeada de celdas donde, a principios del siglo pasado, estudiaban y vivían los derviches.

Es imposible perderse la enorme aguja del monumento a los fallecidos durante la Segunda Guerra Mundial y a las víctimas del fascismo, erigido en 1987. Presenta austeros frescos en el exterior e impresionantes vidrieras en el interior, donde una llama arde permanentemente bajo la flecha metálica de 120 toneladas y 134 metros de altura. Uzbekistán se enorgullece de tener el tercer memorial de guerra más grande del mundo, después de los de Rusia (en Volgogrado) y Canadá. El monumento está flanqueado por un pequeño museo que muestra fotografías de todos los veteranos de la zona y los nombres de las víctimas. Una sala está dedicada a los uzbekos que fueron a la guerra en Afganistán bajo la bandera soviética.

Tomando la calle que comienza al otro lado de la plaza central, frente a la madrasa Kilichbek, y luego girando dos veces a la derecha, se llega, en este pequeño barrio periférico, a una pequeña mezquita de finales del siglo XVI. Cuenta con dos iwán sostenidos por siete columnas que flanquean una sala de oración. La carpintería de los iwán está bastante dañada, pero esta es una oportunidad para ver las pinturas en su estado original. El patio está ocupado por un gran estanque, y un minarete de once metros, completamente reconstruido, domina el conjunto. Bajo el estanque estaría enterrado Juma Masjit, nativo de Samarcanda, que predicaba el islam y vino a Qarshi para morir. A su lado, dos tumbas del siglo XVI grabadas con motivos árabes contribuyen al aspecto ruinoso del lugar.

Cerca del bazar y de la plaza principal, y construida según el mismo modelo que las otras dos madrasas del barrio, la madrasa Bekmir Kozok fue fundada en 1906 y financiada por un rico ganadero de ovejas. Desde 1991 alberga una biblioteca para personas ciegas o con deficiencias visuales que aprenden a leer braille. En general, estos individuos han sufrido las consecuencias de los fertilizantes y pesticidas químicos utilizados durante la cosecha del algodón, que se realizaba sin protección. Se puede visitar la biblioteca y charlar con el director.

Erigida a principios del siglo XX alrededor de patio octogonal con un estanque cuadrado, la pequeña madrasa es utilizada actualmente por la Asociación para la Protección de los Monumentos Históricos de Qarshi. Por debajo del estanque pasa uno de los pasadizos secretos construidos en el siglo XVIII para que la población pudiera refugiarse en caso de una incursión nómada. El pasaje conectaba el palacio con el exterior de la ciudad, más allá de la segunda línea de murallas. Nunca se ha habilitado y no se puede visitar.

La mezquita Kok Kumbaz, construida a finales del siglo XVI en las afueras de la actual ciudad de Qarshi por Abdullah Kan II, era utilizada para los grandes servicios: el Ramadán, la peregrinación a La Meca. La cúpula, que se eleva a 32 metros, y la puerta original de 28 metros de altura fueron destruidas por los rusos en 1886, y la mezquita fue cerrada por los soviéticos entre 1922 y 1933, período durante el cual sirvió como almacén. En 1968, la cúpula y la puerta fueron reconstruidas y en 1982 algunos trabajadores de Samarcanda se encargaron de la decoración. En 1996, con motivo del 660.º aniversario del nacimiento de Tamerlán, se realizaron algunas mejoras finales.

El mausoleo de Al-Bujari es uno de los lugares de peregrinación más importantes del islam. Nacido en 810 en Bujará, Abu Abdullah Muhammad Ibn Ismail Imam al-Bujari es uno de los santos más venerados de Uzbekistán. Durante un largo viaje de más de quince años, a su regreso de la gran peregrinación a La Meca, recogió más de 600 000 palabras del Profeta, los hadiz, a través de todo el mundo musulmán. Hoy, los peregrinos se reúnen de nuevo libremente alrededor de su tumba. El mausoleo, con su cúpula azul, fue completamente reconstruido en 1998. Actualmente está rodeado por un enorme patio interior bordeado por un iwán. El estanque y los árboles centenarios que lo rodean son todo lo que queda del antiguo emplazamiento. El presidente Islom Karimov decidió demoler todo lo demás, incluida la antigua tumba, para hacer del mausoleo una nueva Meca. Los trabajos fueron financiados por Arabia Saudita. Los mejores artesanos del país participaron en este renacimiento. Destacan las diferentes puertas de madera tallada, así como las decoraciones doradas y la mayólica del mausoleo, que atestiguan el talento de los artesanos contemporáneos. Sin embargo, el monumento cojea un poco por su modernidad y los visitantes pueden tener dificultades, si no están presentes los peregrinos, para captar el mismo fervor religioso que en otros monumentos del país. En cualquier caso, para entrar en el complejo se requiere una vestimenta adecuada, y las mujeres deben llevar la cabeza cubierta. Para los creyentes, una peregrinación al mausoleo, si se combina el mismo día con una peregrinación al mausoleo de Rukhobod y a la necrópolis de Shah-i-Zinda, en Samarcanda, constituye un minihach (uno de los pilares del islam).

La casa del alter ego tayiko del poeta Khamza, Sadriddin Aïni (1878-1954), data de 1937 y permite conocer la obra y la vida cotidiana del escritor y poeta que llegó a ser presidente de Tayikistán (hoy en día sigue siendo muy respetado en ese país). Es autor de la novela Los esclavos de Bujará, una obra maestra que, al igual que el resto de sus novelas, aún no ha sido traducida al castellano. Además del mobiliario doméstico de época, la exposición cuenta con numerosas fotografías. Muy inspirador.

Este museo, de visita obligada, dedicado a todas las ciudades de Uzbekistán, muestra muchas fotografías del Registán en el siglo XIX, antes de su restauración, cuando era utilizado como mercado. Las exposiciones están ubicadas en la antigua casa de un rico comerciante judío. Una parte de la colección expone la vida de la comunidad judía local antes de que muchos de ellos partieran hacia Israel o los Estados Unidos tras la independencia uzbeka. Una visita interesante para profundizar en otra faceta de la riqueza cultural y social de Samarcanda.

El aspecto inusual y asimétrico de esta mezquita encaramada sobre la colina de Afrasiab llama inmediatamente la atención. El iwán columnado y la entrada de la cúpula datan de 1854. En 1919, el arquitecto Abdukadir Bini Baki añadió un portal y el alminar. La mezquita, dedicada a Elías, el santo patrono de los viajeros y de las aguas subterráneas, fue construida sobre el emplazamiento de otra mezquita anterior, a su vez edificada en uno de los lugares sagrados más antiguos de la ciudad, donde se practicaban cultos religiosos ya desde tiempos preislámicos. Está ubicada, en efecto, cerca del lugar por donde pasaba el canal de abastecimiento de agua corriente de la antigua ciudad de Afrasiab, y sabemos que los sacerdotes zoroastrianos eran los responsables de la irrigación y de todo lo relacionado con el agua, uno de los elementos sagrados de la antigua religión. Desde el iwán, las vistas sobre Shah-i-Zinda son impresionantes.
Al llegar a la mezquita por el viaducto, construido recientemente sobre la carretera para unirla con el bazar, también se puede visitar la tumba de Islam Karimov. El antiguo presidente uzbeko fue enterrado en su ciudad natal, a un tiro de piedra de la mezquita de los Viajeros, en un pequeño pabellón rodeado de plantas de albahaca, que se supone que acompañan a las almas de los muertos al más allá. Es un lugar de meditación para muchos uzbekos, y las guías turísticas lo llenan de elogios, aunque son más aún los que creen que el país está muy bien sin su antiguo dictador.

El mausoleo del jeque Burhanuddin Sagarji, conocido como Rukhobod o «residencia del espíritu», fue construido en 1380 por Tamerlán para albergar los restos de su mentor y de la familia de este. Es uno de los monumentos más antiguos de la ciudad. Su arquitectura es sencilla: una base cúbica de lados simétricos rematada por un tambor octogonal sobre el que descansa una cúpula cónica de 22 m de altura. Dimensiones importantes que recuerdan el origen timúrida del edificio.
Se dice que un mechón de pelo del Profeta fue enterrado con los restos del santo. Su tumba yace casi en el centro del mausoleo, junto a la de la esposa del jeque, Bibi Khalfa. Cuando murió en China, su cuerpo fue momificado y llevado a Samarcanda en camellos, que también están enterrados en el mausoleo, bajo los adoquines. Los adoquines están arañados por los clavos del arquitecto, que firmó así su obra.
Las otras diez tumbas son las de los hijos del jeque: ocho niños y dos niñas. Las de los dos últimos se identifican por su forma más cónica y están decoradas con suras del Corán. La puerta es original y conserva la frase favorita de Tamerlán, grabada en letra árabe: «Alá es el único Dios y Mahoma es su profeta». A principios de la década de 1990 había, junto al mausoleo, uno de los restaurantes más bonitos de la ciudad; según los vecinos, el propietario y su familia enfermaron, víctimas de una maldición, por comerciar en un lugar sagrado. Por tanto, el restaurante ha desaparecido, pero la maldición no ha impedido en modo alguno que los comerciantes de recuerdos ocupen las celdas del khanqah, restaurado en 1996. También fue restaurado el alminar del siglo XIV. Su arquitectura es un reflejo del portal de entrada del khanqah. Justo detrás, la espléndida casa tradicional con iwán, con columnatas y carpintería pintada, es la de Khodja Muin Shukurullaev (1883-1942).

Situado en el borde del acantilado de Afrasiab, con vistas al río Siab, el largo mausoleo de cinco cúpulas tendría una vista más tranquilizadora si no se hubiera instalado una fábrica justo debajo. Estuvo abandonado durante mucho tiempo. En 1996, el patriarca Alexis, que estaba en Uzbekistán, vino a visitar la tumba de san Daniel. El mausoleo del profeta Daniel es, de hecho, el único lugar en Samarcanda que reúne a las tres confesiones, musulmana, cristiana y judía. Fue construido a principios del siglo XIV por Tamerlán, que trajo los huesos del santo de su campaña en Asia Menor. Eugène Schuyller, en 1873, aunque no mencionó el mausoleo, informó de que los ermitaños habían vivido en cuevas perforadas en el acantilado de Afrosiab. Es probablemente una de estas cuevas la que se puede ver justo al lado del mausoleo y que fue utilizada como millikhana. La tumba tiene ¡18 metros de largo! Se dice que los huesos del santo siguen creciendo unos centímetros cada año. En la cabecera de la tumba se pueden ver elementos ornamentales de caligrafía coránica grabados en la piedra. Al pie de la escalinata, cerca del río, una pequeña cúpula alberga una fuente de agua bendita. Aquí es donde los creyentes realizan sus abluciones y sacian su sed. Cuando no se está en peregrinación, este es un lugar fresco, muy tranquilo y relajante para detenerse unos momentos a la vuelta de una visita al Afrosiab

Situado casi frente al complejo Khodja Abdi Darun, el mausoleo Ishratkhana, del siglo XV, es el monumento funerario para mujeres y niños de la dinastía timúrida. Fue construido por Khabibi-Sultan-Beghim, esposa del sultán Abu Sayid. El nombre, que se traduce como «casa de la alegría», se le habría dado por su suntuosa decoración, que hoy solo se puede intentar imaginar. Tras los terremotos de 1897 y 1903, su cúpula central se derrumbó. Para obtener una buena panorámica es posible encaramarse a los restos de la galería por una de las dos escaleras de caracol que sobrevivieron a los desprendimientos. En el centro, una cripta subterránea alberga una veintena de tumbas. En ruinas, la entrada al edificio está bloqueada por una puerta, pero a veces es posible que la abra el guardia del complejo Khodja Abdi Darun.

Situado justo enfrente de la mezquita de Bibi Khanum, al otro lado de la calle, el mausoleo de la mujer de Tamerlán, esbelto y bastante solitario, es también un lugar de peregrinación para las mujeres de Uzbekistán. Fue erigido a finales del siglo XIV y alberga tres ataúdes de mujeres en su cripta octogonal. El interior ha sido de nuevo perfectamente restaurado, es decir, con unos dorados intensos y unos entrelazados brillantes que restan un poco de autenticidad al conjunto. Y, al igual que en la mezquita, desde el final de las obras de restauración ya no es posible subir al tejado, desde donde se obtenía una excelente vista general de la mezquita de Bibi Khanum. Sin embargo, en ocasiones, el personal parece estar más abierto al debate sobre este tema, que traducido significa: si no hay demasiada gente y llega a un acuerdo sobre la propina, todo sigue siendo posible.

Se puede llegar con el autobús 9 desde el bazar. La madrasa Nadir-Divanbeg y la mezquita de verano se construyeron alrededor del mausoleo de Khodja Akhrar, un sufí de la secta Naqshbandiyya que fue un líder político y espiritual a finales del siglo XV. Este ascético, a quien se atribuyen muchos milagros, es venerado de nuevo con gran fervor. Muchos peregrinos vienen a rezar a su tumba. En el siglo XVII, Nadir Divanbeg, visir de Bujará, hizo construir una gran madrasa alrededor de la tumba del santo. Como en la madrasa de Sher Dor, los leones-tigre, que no se ajustan al dogma musulmán, decoran la puerta de entrada. La mezquita data del siglo XVII pero su decoración es posterior. Cerca del estanque de agua, el pequeño alminar data de principios del siglo XX. La tumba de Khodja Akhrar se encuentra a la derecha de la madrasa, cerca de la mezquita de verano y del estanque.

El patio cuadrado del complejo de Abdi Darun es un verdadero remanso de paz, ideal para la oración y para el descanso del turista agotado por el calor y los kilómetros. En el centro del patio, a la sombra de algunos árboles centenarios, una piscina refleja el mausoleo, las celdas de los khanqah que acogen a los peregrinos y el iwán de la mezquita de verano. El mausoleo del sultán selyúcida Sanjar fue construido sobre la tumba de Abd-al-Mazzeddin, un teólogo del siglo IX. La sala de la tumba, con techo piramidal, es la parte más antigua y data del siglo XII, mientras que la sala de oración data de la época de Ulugh Beg, de principios del siglo XV. La fachada está decorada con motivos geométricos, mezclando ladrillos desnudos y ladrillos vidriados azules. El khanqah también data de la época de Ulugh Beg. La mezquita de verano, con su iwán y sus techos decorados con motivos geométricos y florales, data de finales del siglo XIX y hoy vuelve a ser un lugar de culto. En la entrada del cementerio, cerca de la pared, pueden verse, juntas, muy bellas y antiguas lápidas de mármol tallado. El complejo Abdi Darun se confunde a menudo con el mausoleo Abdi Birun, situado en las afueras de la ciudad. Darun significa «dentro» —es decir, en el interior de las murallas de la ciudad— y birun, «fuera». Se dice que Abd-al Mazzedin era un hombre santo, un asceta que actuaba como juez en el centro de la ciudad. Su padre, Abdi Birun, que se sentaba en la antecámara, a la entrada de la sala donde oficiaba su hijo, fue enterrado en el exterior de la ciudad.

La antigua ciudad de Afrasiab, fundada a finales del siglo VIII a. C., reposa sobre una meseta de 220 hectáreas al norte de Samarcanda. Bautizada como Maracanda por los griegos, esta antigua ciudad tomó el nombre del mítico rey de Turán descrito por el poeta Ferdousí en su gran epopeya Shahnamé. Desde el siglo XIX, varias generaciones de arqueólogos han estudiado las huellas de las diferentes civilizaciones que se instalaron allí desde la Edad de Hierro hasta la conquista mongola. Los resultados de sus excavaciones se pueden ver en el museo situado a la entrada del lugar, que también lleva el nombre de la colina. Los cimientos de Afrasiab presentan un patrón típico de las antiguas ciudades centroasiáticas, generalmente situadas en terrenos agrícolas y cerca de un río, con un largo recinto que rodeaba un territorio muy extenso y que incluía una zona residencial muy densa y un área de edificios oficiales, la ciudad alta, donde se encontraba el palacio. Las murallas construidas en el borde del acantilado tenían más de cinco kilómetros de longitud. Consolidadas bajo el dominio aqueménida, fueron parcialmente destruidas alrededor de las puertas durante los ataques de Alejandro Magno y luego reconstruidas con ladrillos cuadrados. Aún hoy se puede ver parte de las fortificaciones helenísticas, impresionantes murallas con aspilleras en forma de flecha. Verdaderos cuarteles fortificados, estas murallas incluían originariamente una galería interna de dos o tres niveles que albergaba a los soldados. En cuanto a la muralla que protegía la zona suburbana, tenía trece kilómetros de longitud. Las excavaciones, junto con el estudio de los testimonios del historiador griego Arrien, permitieron localizar el palacio de las sátrapas aqueménidas en la parte norte de la ciudad. Fue durante un banquete celebrado en este palacio cuando Alejandro Magno asesinó a su compañero Clito. Hace unos años, el joven hijo del arqueólogo Mukhamadjon Issamiddinov, que a menudo acompañaba a su padre en las excavaciones, descubrió una placa de plata dorada que formaba parte de la decoración de un arnés enterrado en el loess. Extensas excavaciones han descubierto más de doscientas de estas piezas ornamentales y un documento que permite una datación precisa: en 1220, un jinete que escondía su arnés demasiado llamativo en el fondo de un pozo, a las puertas de la ciudad, tuvo que huir de los mongoles que asediaban la ciudad; quizás esperaba llevarlo a un lugar seguro para encontrarlo después de la guerra, pero sin duda no se imaginaba que estaría enviando un mensaje a través de los siglos. Durante la era kushán y el desarrollo de la Ruta de la Seda, la ciudad sogdiana conoció su verdadero florecimiento.
En el museo se puede admirar un fresco del siglo VII descubierto en el palacio de Varkhouman, que muestra una procesión de embajadores que le ofrecen regalos al soberano de Samarcanda, quizás con motivo de su boda: bactrianos posados en camellos, turcos de pelo largo, nobles coreanos con peinados de garza doble y una princesa china acompañada de sus seguidoras. Cuando los conquistadores árabes tomaron la ciudad en el siglo VIII, el palacio fue destruido, al igual que el templo zoroastriano, el legendario «templo de los ídolos» de Samarcanda, cuyas huellas encontraron los arqueólogos bajo la mezquita erigida en el siglo VIII. Estas sucesivas construcciones sobre los mismos cimientos crean un increíble enredo subterráneo, que en ocasiones alcanza una profundidad de diez metros con cinco niveles de edificación diferentes, a veces más. En el siglo XIII, la conquista mongola puso fin a casi dos milenios de existencia urbana en esta colina de loess y, tras la destrucción del sistema de riego y abastecimiento de agua, los habitantes se trasladaron al pie de la colina, donde se fundó la nueva Samarcanda de Tamerlán.

Justo detrás de la madrasa Sher Dor, Chorsú era el antiguo mercado de sombrereros. El edificio hexagonal data de finales del siglo XVIII. Durante mucho tiempo fue ocupado por una tienda de recuerdos, antes de ser transformado en una galería de arte. Expone obras de artistas locales y nacionales, reconocidos y emergentes. Una buena visita para hacerse una idea de lo que se está haciendo hoy en el país.

Excursiones en Samarkand y Shahrisabz, organización de picnic en los montes Fanskye. Tarifas negociadas con Furkat.

Sentob es el pueblo tayiko más antiguo e importante de los montes de Nurata. Un pueblo tradicional de casas de piedra donde el tiempo parece haberse detenido. En Sentob solo hay tres coches, y el camino de tierra que atraviesa la localidad está concurrido solo por los aksakal, los ancianos indolentes que montan sus burros. Remontando el río Sentob-Saï hacia el pico rocoso que domina Sentob se llega al antiguo pueblo en ruinas. Un pueblo fantasma habitado por un pastor solitario. De hecho, en la década de 1950 los habitantes se vieron obligados por el régimen soviético a abandonar sus montañas y sus hogares para trabajar en la llanura y cultivar algodón. Las casas, agrupadas en una verdadera fortaleza natural, debían haber sido inexpugnables. Desde este pueblo se puede hacer senderismo por las montañas circundantes hasta un lago elevado, y también se pueden alquilar asnos.

La fuente sagrada de Nurota. Como ocurre a menudo cuando una fuente de agua pura se encuentra en el desierto, su origen es supuestamente mágico o religioso. Esta, según la leyenda, fue descubierta por Hazrat Ali, el yerno de Mohammed, quien hizo surgir el agua clavando su palo en el suelo. Pero la fuente debió haber sido conocida mucho antes de esa época, y su ubicación al pie de la ciudadela sogdiana puede sugerir que ya era venerada en época preislámica. En el siglo X se construyó una primera mezquita cerca de la fuente. Sobre sus cimientos, en el siglo XVI se edificó la gran mezquita de Namazgoh, con veinticinco cúpulas sostenidas por arcos que descansan sobre sólidos pilares. Esta mezquita pasó por un periodo difícil durante la época comunista, cuando sirvió como granero. Ahora ha sido reabierta al culto. El patio que se abre enfrente ha sido restaurado quizás con demasiado celo: los árboles centenarios han sido sustituidos por un patio pavimentado que rodea una fuente de mármol. A un lado hay varias lápidas grabadas, una de las cuales se cree que data de la época sogdiana.
Detrás del estanque se encuentra la tumba del santo patrón y fundador de Nurota, el jeque Abdul Hassan Nouri, un misionero musulmán que llegó a Bujará desde Bagdad en el siglo VIII. Junto al estanque, un profundo pozo indica la presencia de la fuente santa. Las mujeres estériles vienen en peregrinación y tienen que rodearla treinta y tres veces, en sentido contrario a las agujas del reloj y rezando a Alá para que les dé hijos, y, finalmente, deben tirar una moneda al fondo del pozo y colgar una pieza de su ropa en uno de los arbustos. Se dice que Karimov, el presidente de la República de Uzbekistán, se hacía llevar agua de esta fuente sagrada. Los peregrinos, en cambio, vienen a beberla y se van con botellas llenas. Los mulás dicen que el agua es milagrosa, en cualquier caso miles de carpas muy voraces dan fe de su pureza.

Un lugar de peregrinación más para los creyentes que para los turistas. Una leyenda cuenta que una de las esposas de Mahoma era originaria de esta aldea, lo que explicaría la presencia de las tumbas simbólicas de sus hijos. En 1246 se construyó una primera mezquita para albergar las dos largas tumbas blancas del imán Hassan y el imán Hussein. Ha sido rehabilitada en los últimos años, así como la pequeña mezquita adyacente.

En el pueblo de Vabkent sobresale la esbelta silueta de un alminar de 39 metros de altura, típico de la arquitectura karajaní. Es solo una ilusión óptica, debido a su esbeltez, lo que lo hace parecer más alto que el alminar Kalon de Bujará, pues este mide cuatro metros menos.

Este pequeño museo se encuentra en el corazón del pueblo de Afshona, donde Ibn Sina, más conocido como Avicena —que sigue siendo considerado el padre de la medicina moderna—, nació en el año 980. Hasta 1980, con la celebración del milenario del nacimiento de Avicena, nada había cambiado en este pequeño museo. Ahora renovado e integrado en una facultad de medicina, cuenta con una exposición enriquecida con numerosas obras que lo  hacen más atractivo. En el amplio vestíbulo de entrada se puede ver un magnífico busto de Avicena esculpido por Klinski. En el centro de la sala de exposiciones se construyó una sala centrada en un cenotafio que contenía un poco de tierra de Hamadan, donde murió Ibn Sina en 1037. Las diversas hornacinas de la sala evocan a los ilustres hombres que inspiraron la obra de Avicena: Galeno, Hipócrates, Aristóteles... Se exponen herramientas e instrumentos para laboratorios y farmacias de la época, entre los que destaca un pequeño frasco de cerámica con pico en forma de pezón, verdadero antepasado de los biberones y que data del siglo IX. Podrá ver también tres facsímiles del Canon de la Medicina, obra maestra de la medicina traducida al latín en el siglo XII por Gerardo de Cremona. La segunda parte de la exposición ilustra las diversas técnicas médicas de la época, y también hay una interesante explicación de las técnicas que utilizaron los científicos soviéticos para reconstruir el rostro de Avicena.

La tumba del santo patrón de la ciudad es uno de los principales lugares de peregrinación del país. Baha-ud-Din Naqshband, que vivió de 1318 a 1389, fue el fundador de la orden sufí de la Naqshbandiyya, la más extendida en Asia Central. El ritual de peregrinación imita al de La Meca alrededor de la Kaaba. Los peregrinos deben rodear la tumba del santo varias veces y luego besar el tug, el estandarte sagrado que indica la tumba. Entonces el peregrino pone su cabeza sobre una piedra oscura —la piedra del deseo, traída desde La Meca— que hay incrustada en uno de los lados del mazar.
Baha-ud-Din Naqshband es apodado Balagardon, el que repele el mal. Se le atribuyeron muchos milagros; a quienes le pedían que hiciera uno, les respondía: «Este es un milagro obvio: he pecado mucho y sigo vivo.»
El complejo arquitectónico está formado por varios edificios construidos entre los siglos XVI y XX. El mausoleo y el khanqah son los más antiguos y fueron construidos en el siglo XVI por Obaydullâh Kan, de la dinastía shaybánida. En 1917 se edificó la mezquita de Abdulfis Kan cerca del mausoleo, y en 1860 se añadió al complejo la mezquita Muzafar Kan, que forma un patio alrededor de la tumba del santo. Ya en el siglo XX se añadieron un estanque y un edificio con una cúpula. Detrás del khanqah, un antiguo cementerio alberga las tumbas de Abdullah Kan II y Abdul Aziz Kan, así como las de diversas familias nobles de Bujará.

En esta necrópolis se encuentra la doble tumba de Abu-Bakhr Saad y Abu-Bakhr Ahmad, descendientes de Mahoma. El complejo consta de una mezquita, un khanqah y una madrasa, que tienen la particularidad de estar construidas en la misma alineación, frente a una necrópolis. De 1560 a 1563, Abdullah Kan hizo construir este monumental complejo para los miembros de la secta de los sufís de Khodjagon, una rama de la orden Naqshbandi. El fundador de la secta, Khodja Islam Djoubaïri, que murió en 1563, era el líder espiritual de Abdullah Kan. En los siglos siguientes, muchos nobles de Bujará hicieron construirse mausoleos cerca de las tumbas de los santos y se formó una verdadera necrópolis alrededor de los callejones. La maraña de tumbas y el pishtak en ruinas otorgan al lugar un encanto muy especial. Este impresionante conjunto arquitectónico fue objeto de uno de los últimos programas de renovación en la región de Bujará, finalizado en 2001.

Las madrasas de Modar-i-Kan y Abdullah Kan están situadas al suroeste de la mezquita de Bolo Hauz. La más pequeña de las dos, la madrasa Modar-i-Kan, dedicada a la madre de Abdullah Kan, fue construida en 1566, al comienzo del reinado del emir. Es una madrasa de arquitectura clásica, de una sola planta, con las celdas donde vivían los estudiantes, así como una mezquita y una sala de lectura, o darskhana, que da a un patio interior. Hoy en día, encontrará los mismos artesanos y tiendas de recuerdos que en otras madrasas de Bujará.
La madrasa Abdullah Kan data de 1588. También fue construida por Abdullah Kan, pero en la cúspide de su gloria, por lo que su aspecto desprende una mayor imagen de poder que su modesta vecina. Presenta una disposición tradicional, con un gran patio rodeado de celdas, pero los arquitectos complicaron la estructura aumentando el número de celdas en las esquinas de los edificios a través de patios coronados por una cúpula. La «linterna de Abdullah», situada en el ala norte, es un ejemplo de estos hallazgos arquitectónicos. Esta sala octaédrica está rodeada de galerías ojivales de dos plantas. Puede que encuentre cerrada la entrada a la madrasa, pero se puede acceder por la izquierda del edificio. A menos que los restauradores se hayan apoderado de él, podrá pasear libremente por este verdadero laberinto y descubrir sus decoraciones en forma de estrella de las cúpulas interiores de la mezquita y de la darskhana, o los graffiti de los estudiantes de principios de siglo.

Al este de la ciudad se extiende hoy un nuevo lago, un intento vano de recrear el clima local. La superficie inundada alcanza los 30 km². Inútil ante el desastre, al menos la gran cantidad de peces en el lago es suficiente para dar a los habitantes de Moynaq un poco más de vida. Hay muchos pescadores, tanto en verano como en invierno, que utilizan los métodos más variados. Los comerciantes viajan por la zona en sidecar en busca de buenas ofertas, y otros vienen directamente de Kazajistán. En resumen, se ha reactivado vagamente una actividad pesquera, pero en realidad los pescadores solo están allí para tratar de ganar unos pocos dólares que les permitirán emigrar a Kazajistán o a Rusia en busca de un trabajo mejor. Un pequeño paseo alrededor del lago le permitirá conocer a esta nueva generación de pescadores.

Suba hasta el monumento al mar de Aral. Desde esa altura se puede ver todo lo que fue un mar y que el desastre ha convertido en un nuevo desierto, en un área de más de 40.000 km². Los pecios, que en 2008 estaban todos reunidos al pie de este monumento, han dejado manchas de óxido sobre las dunas. Canibalizados para consolidar los techos y empalizadas de las casas, ahora solo ofrecen el triste espectáculo de sus esqueletos. Bajando del monumento y atravesando la ciudad se llega a la antigua fábrica de conservas, donde todo ha quedado tal como estaba desde que cerró en 1993 por falta de pescado. Las máquinas están detenidas en medio de la carrera, las latas vacías están esperando a ser llenadas, las instrucciones de seguridad todavía se muestran en las paredes. Apenas está dañado, como si el desastre hubiera ocurrido recientemente. Un decorado de ciencia ficción, o una película de terror.

Esta inmensa necrópolis, de más de dos mil años de antigüedad, alberga principalmente tumbas musulmanas, pero también tumbas nestorianas, como prueba el hecho de que se encontraron cruces grabadas en algunas construcciones. La mayoría de los mausoleos están en ruinas, algunos han sido algo rehabilitados, como los de Khalif Erdjep y Bugar Jumart Kassab, y otros están esperando a que el gobierno decida liberar una partida presupuestaria para reanudar los trabajos. El Mausoleo de Nazlimkhan, construido en el siglo XIV, está semienterrado. Su cúpula interior está totalmente cubierta de mayólica azul y sus paredes decoradas con ladrillos cincelados y vidriados en azul celeste.
Se dice que una joven princesa y el arquitecto del mausoleo están enterrados allí. Se habían enamorado cuando se construía el edificio, pero el padre de la princesa se opuso a su unión; desesperada, la princesa se tiró de la cúpula en construcción y cayó en medio del mausoleo; y, loco de dolor, el joven arquitecto también se suicidó.
En cuanto al mausoleo de Shamoun Nabi, una enorme tumba de 17 metros de largo, al parecer solo contiene el hueso de la pierna del hombre santo. ¡Dicen que en realidad es un hueso de dinosaurio!
Visible sobre una colina cercana, la ciudad zoroastriana de Giaour Kala era una parada importante en las Rutas de la Seda. Fue destruida por los ejércitos mongoles.

Armin Vambery cuenta que, durante su visita en 1863, los alrededores de Jiva estaban poblados de «khauli», que él describe como fortalezas enanas sombreadas por altos álamos y rodeadas de fértiles campos. De estas mini-fortalezas solo queda Chadra Khauli. Ha sido completamente restaurada, pero su arquitectura, muy original, se adapta perfectamente al calor insoportable de los meses de verano. Las plantas se abren sobre grandes balcones cubiertos, una superposición de iwán en tres niveles que permite aprovechar todas las corrientes de aire y observar el entorno como si de una atalaya  se tratara. La planta baja se utilizaba como establo o almacén.

Situado a 2 km al suroeste de Khiva, el palacio de verano de Muhammad Rakhim Khan fue construido a finales del siglo XIX. Es un conjunto de tres cursos sutilmente decorados con maquillajes azules y rodeados de iwan detrás de los cuales se encuentran los apartamentos, como en los palacios de Ichan kala. El palacio también cuenta con una mezquita de verano y una mezquita de invierno. Una gran piscina aportaba frescura al conjunto. Aunque hace más de diez años, el palacio de verano, como el palacio de Nouroullah Bey, ya está dotado de ventanas europeas. Justo al lado, se puede visitar la residencia del Islam Khodja, con una arquitectura de influencia europea.

Su nombre proviene del pueblo donde se firmó el tratado de 1873 que vinculaba al kanato de Jiva con el Imperio ruso. Se encuentran en la calle Mustakillik, junto al palacio de Nouroullah Bey. Consisten en un solo pasillo flanqueado por dos torres más elegantes y bellamente decoradas con mayólica azul. De hecho, se trata de una reconstrucción total llevada a cabo por los soviéticos en la década de 1970, basada en documentos de archivo.

Construidas en el siglo XIX, están situadas en la calle Palvan Kari, que parte de las puertas orientales de Itchan Kala. Aunque su arquitectura recuerda a las puertas de Itchan Kala, su aspecto es mucho más macizo y libre de cualquier decoración de colores. Entre Palvan Darvoza y Koi Darvoza había un gran bazar donde se vendían animales como caballos, ovejas y camellos, y también esclavos. Hoy en día, un bazar sigue funcionando en Dichan Kala, todavía muy colorido, pero la mercancía ha cambiado, afortunadamente.
Saliendo de Itchan Kala por la puerta este, el bazar queda a la izquierda y dos minaretes se alinean con la puerta. El primero pertenece a la mezquita Sayyid Niyaz Shalikarbey. Este edificio fue construido entre 1835 y 1845, lo que lo convierte en uno de los minaretes más antiguos de Jiva. Su parte superior acampanada, decorada con iraquíes, pequeños nichos tallados en la estructura para dar relieve a las decoraciones, se parece más a los minaretes del Registán, en Samarcanda, que al resto de minaretes de Jiva. Un poco más adelante, el alminar Palvan Kari, de 21 metros de altura, es tres metros más bajo que el anterior. Y también es más reciente: fue erigido en 1905 y toma el nombre del rico comerciante que emprendió su construcción, así como de la madrasa y la mezquita adyacentes. Con una arquitectura más sencilla que la anterior, parece más macizo y su corona de iraquíes es menos imponente. Mirando hacia la ciudad antigua se puede ver la impecable alineación de estos dos minaretes de Dichan Kala con el minarete de la mezquita de los Viernes en Itchan Kala. Un poco más lejos se alza la mezquita Abd-al-Bobo, que alberga algunas tumbas antiguas, incluida la de Khorezmshah Atsiza de Gurganj, del siglo XII. El mausoleo fue construido en los años posteriores a la conquista árabe para albergar el cuerpo de Abd al-Bobo, nativo de Bujará y un gran predicador en Jiva.
Construidas en 1912, Kosh Darvoza, o «Las dos puertas», son las del norte, que dan a la carretera de Urgench. Están situadas poco después del hotel Sabir Arkonchi y constan de dos arcos flanqueados por tres torres decoradas con cerámica azul.

Frente al mausoleo de Pahlavan Mahmud se levanta la madrasa Shirgazi Kan, construida en 1726 y que alberga un Museo de Medicina dedicado a Avicena y a Al-Juarismi. El feto de dos cabezas sumergido en formol tiene más éxito entre los visitantes que los paneles explicativos. Sobre la entrada, una inscripción reza: «Acepto la muerte a manos de los esclavos». Fue grabada después de la muerte, en el interior de la madrasa, de Shirgazi Kan. En efecto, utilizó esclavos persas y supervivientes rusos de la expedición del príncipe Bekovitch para construir esta madrasa, prometiéndoles la libertad tan pronto como terminaran. Sin embargo, para conservar su talento a su servicio, retrasaba constantemente el plazo de entrega y hacía que la obra se alargara. Un día, cuando vino a supervisar el trabajo, los esclavos, enojados, lo apedrearon con ladrillos. Al final de la calle a la izquierda, la madrasa Matrazulbey Mirzaboshi alberga una pequeña tienda de recuerdos donde se pueden encontrar alfombras y ropa vieja, así como suzanis. Al girar a la derecha, se regresa a la calle principal a lo largo de los talleres de talladores de madera y se pasa frente a una pequeña fábrica de seda que hay en la madrasa de Yaqubay Khodja.

A la derecha, al entrar en el palacio de Tash Khauli, hay un pasillo que conduce a la sala de audiencias, o ishrat khauli. El carruaje negro expuesto al final del pasillo es un regalo de Nicolás II a su vasallo oriental, el último kan de Jiva, Asfandiar Kan. Sufría una enfermedad vergonzosa y su médico, que quería conservar su cabeza, le habría dicho que la única manera de curarse era acostarse con jóvenes vírgenes... Solía moverse por la ciudad con este carruaje, al que los habitantes apodaron «la muerte negra». La sala es un patio cuadrado flanqueado al sur por un iwán de una sola columna, con decoraciones tan admirables como las del harén, obra de Abdullah Djinn, el genio que también decoró el mausoleo de Pahlavan Mahmud.
Había dos emplazamientos para yurtas, disponibles para recibir a los invitados en invierno. Cruzando un laberinto de corredores se llega a la sala del tribunal, o arz khauli. Y para aquellos que no hayan admirado la mayólica de los iwán en el harén o de la sala de recepción, el arz khauli ofrece una extraordinaria tercera oportunidad. El tribunal tenía dos salidas, una para los absueltos y otra para los condenados. El kan recibía a veces en una yurta situada en una elevación de ladrillo en el centro del patio. Al fondo de este patio, una pequeña puerta da acceso a oscuras galerías donde se exponen diversas puertas y columnas recuperadas de varios monumentos de Jiva.
Subiendo por la calle principal, si gira a la izquierda justo por la calle antes de la mezquita de los Viernes, le conducirá a la parte sur de Itchan Kala.

La entrada al «palacio de piedra» se encuentra en un callejón a la izquierda justo después de la madrasa Koutloug Mourad Inak. La ciudadela en el corazón del centro de la ciudad, Tash Khauli, fue construida entre 1831 y 1841. Al abrigo de altas murallas, el kan hizo levantar este nuevo palacio, que incluía una sala de audiencias, edificios administrativos, apartamentos reales y un harén. Nurmuhamad Tadjikhan, el desafortunado arquitecto que firmó esta magnífica obra, sufrió un destino poco envidiable pero frecuente en su profesión. Tuvo la insolencia de decirle al kan que era imposible terminar el palacio en dos años; en represalia, el kan decidió empalarlo. Su sucesor probablemente prometió ser más rápido, pero le llevó ocho años completar el trabajo. Los artesanos de Corasmia eran famosos por la calidad de sus decoraciones de mayólica y  madera; el iwán del harén, así como los de la sala de juicios y la sala de audiencias, son el mejor ejemplo de su perfecta maestría. A partir de 1841 el «palacio de piedra» se convirtió en la residencia principal del kan de Jiva.

Al oeste, la madrasa Kutlug Murad Inak fue construida entre 1804 y 1812, bajo el reinado de Kutlug Murad Inak, por el abuelo de Allah Kouli Kan. El kan Kutlug Murad Inak quería ser enterrado en esta madrasa, pero la muerte le sorprendió cuando estaba en Dichan Kala, la ciudad exterior. La ley prohibía la entrada de un muerto en el centro de la ciudad, pero Allah Kouli Kan encontró una salida a este problema «fronterizo» y ordenó demoler la muralla que separaba la madrasa de la ciudad exterior. Ya no había ninguna razón por la que el kan no pudiera ser enterrado en el vestíbulo de su madrasa. Fue la primera madrasa de Jiva en tener dos pisos de celdas. Otra particularidad es que está construida sobre una anterior madrasa que data de 1688: la madrasa Khodjamberdibi que, durante la nueva edificación, se amplió y rebautizó como Khurdjum. Se quitaron las cúpulas y la puerta, y se perforó un pasaje en el medio. Actualmente se utiliza como terraza frente a la puerta de la madrasa Kutlug Murad Inak. Los arcos de las celdas son visibles frente a la gran madrasa. El gran pozo subterráneo de su patio suministraba agua pura a todo el centro de la ciudad. Hoy los niños van a buscar los billetes que los peregrinos tiraron allí y ya nadie bebe su agua. En temporada, un titiritero ofrece aquí su pequeño espectáculo para los turistas, y por esto se han colocado algunos bancos en el patio.
La madrasa Allah Kouli Kan fue construida en 1834 frente a la de Kutlug Murad Inak, formando la pareja tradicional de las kosh madrasas. Es una de las más grandes de la ciudad y albergaba la biblioteca de Jiva. En su momento, Allah Kouli Kan quiso reorganizar completamente la entrada este de la ciudad. Hizo demoler los muros del centro de Jiva para levantar una serie de edificios comerciales y religiosos. Así trasladó el centro de la ciudad cerca del palacio Tash Khauli. El nuevo complejo incluía un gran caravasar, un tim (mercado cubierto), baños, así como una madrasa y una mezquita. El caravasar fue transformado en un supermercado por los soviéticos. ¡Una curiosidad! Tiene vistas sobre un tim con catorce cúpulas. Una galería con seis cúpulas recorre la madrasa Allah Kouli Kan y conduce a Palvan Darvosa, la puerta oriental, que da a la ciudad exterior y al bazar. La madrasa Allah Kouli Kan no tiene nada realmente interesante, excepto su majestuosa puerta de color azul profundo. En el interior, alrededor de un patio rectangular de 30 por 34 metros, las celdas están distribuidas en dos plantas, como en la madrasa Kutlug Murad Inak.

Situada al este de la mezquita de los Viernes, la madrasa Abdullah Kan fue construida en honor al kan de 17 años que murió luchando contra los turcomanos tras cinco meses de reinado. La madrasa alberga un Museo de Historia Natural y cada una de sus celdas está organizada en torno a un tema: algodón, seda, frutas... El museo también cuenta con una rica colección de animales disecados, entre ellos aves y reptiles. Algunas curiosidades divertirán a los aficionados, como ¡una oveja con dos cuerpos! Frente a la madrasa, la mezquita Ak, de 1838, fue erigida sobre cimientos que datan de mediados del siglo XVII, contemporáneos a los baños de Anusha Kan, situados justo al lado y todavía en uso. La pequeña mezquita, flanqueada por un minarete, está rodeada de iwán por tres de sus lados. Está cerrada a los visitantes. Justo antes de llegar a la puerta este, se abre una plaza a la izquierda donde se enfrentan dos madrasas.