Atracciones turísticas y monumentos Uzbekistán

La plaza principal, frente a las puertas del palacio, albergaba desfiles y ejercicios militares, así como las ejecuciones. En el centro de la plaza había un agujero para evacuar la sangre durante las ejecuciones masivas, como las de 1717, cuando los tres mil soldados rusos de la expedición del príncipe Bekovitch y el propio príncipe fueron decapitados. En el rincón oeste se puede visitar una prisión insalubre que data del siglo XIX, el Zindan, una prima hermana del agujero de ratas de Bujará donde los desafortunados convictos se pudrían y eran abandondonados. Se exponen pequeñas ilustraciones de los diferentes estilos de tortura: lapidación, una bolsa llena de serpientes, bajada a propulsión desde la parte superior del alminar, etc. Al norte de la plaza, en el patio de una casa privada, se puede ver el alminar Tura Murad Tura, que lleva el nombre del hermano de Muhammad Rahim Kan II, el kan de Jiva desde 1864 hasta 1910. Construido en 1888, su pequeño tamaño (nueve metros) le da un aspecto de barril y parece desproporcionado en comparación con las ventanas. Originariamente flanqueaba una mezquita con el mismo nombre.

Construida en 1851 bajo el reinado de Mohammed Amin, fue una de las madrasas más grandes de Asia Central, con un patio de 38 metros cuadrados y un edificio de 72 por 60 metros. Una construcción a imagen y semejanza del kan, el líder más ilustre de Jiva: conquistó Merv e impuso su ley al belicoso Tekke antes de morir decapitado durante una batalla en la frontera iraní. Dejó a Jiva expuesta a los ataques de los nómadas durante las décadas siguientes. La construcción del impresionante edificio requirió que, para hacerle sitio, se destruyera una parte de las murallas de la fortificación. Las 125 celdas distribuidas en dos plantas albergaron a 260 estudiantes hasta 1924. Los tímpanos del portal superior y los dos pisos de la fachada están decorados con motivos de mayólica azul. La construcción de la madrasa ofreció a los historiadores soviéticos una ilustración de la lucha de clases bajo los kanes. En efecto, después de dos años de trabajo agotador, los obreros, que no recibían dinero, se rebelaron: la mayoría de ellos eran campesinos, ya no podían cuidar de sus campos y la hambruna se avecinaba. La revuelta fue reprimida al estilo local: Matiakub, el líder de la rebelión, fue envuelto en una piel de bestia húmeda y enterrado vivo bajo los cimientos del minarete. La historia reciente de la madrasa no es necesariamente más alegre, ya que los soviéticos la convirtieron en una prisión en las décadas de 1930 y 1940. Hoy en día esta madrasa acoge al hotel Orient Star y puede albergar a un centenar de turistas.

«Las puertas gigantes», o puertas del este, construidas entre 1806 y 1835, son las más antiguas de la ciudad. Forman un pasaje abovedado con seis cúpulas que conduce al casco antiguo. A la izquierda de las puertas, frente a Itchan Kala, estaba el mercado de esclavos. En las hornacinas que hay a ambos lados del pasillo se encadenaban los esclavos que habían intentado escapar mientras esperaban un destino fatal: a partir de 1840, ante estas puertas y frente al mercado, se golpeaba o ejecutaba a los convictos.

" Las puertas dobles ", o las puertas del norte, construidas a principios del siglo XX.

«Las puertas de Pedro», o puertas del sur, fueron construidas en 1830 por Alla Kuli Kan. Eran el punto de llegada de las caravanas procedentes del mar Caspio. Hoy el lugar está generalmente desierto y ofrece un espectáculo increíble, especialmente en temporada baja.

«Las puertas del Padre», o puertas del oeste, eran la entrada principal de la ciudad. Alojaron un bazar y también acogían a los cambiadores de dinero. Destruidas en 1920, fueron restauradas en 1975 por los soviéticos. A través de estas puertas, los turistas comienzan su visita a la ciudad vieja, y allí compran las entradas para poder acceder a todos los monumentos (excepto al minarete, a la torre de vigilancia y al mausoleo).

Aparece como un pueblo de casas blancas aisladas en el desierto, al pie de una montaña. Un gran cementerio rodea el mausoleo de Sultan Uvays Bobo, un gigante de doce metros de altura. Los habitantes de la zona podrán llevarle a los cercanos montes Sultan Uvays para mostrarle la huella de sus pies. Es un famoso lugar de peregrinación que ha mantenido una atmósfera atemporal.

En poco más de 6000 hectáreas hay liebres, ciervos, lobos, jabalíes, gatos del desierto, zorros y bandadas de aves de todos los colores. Creada en la década de 1970, esta reserva es todo lo que queda de un bosque originariamente cinco veces más grande que desapareció cuando los soviéticos dieron cabida a los campos de algodón. Es posible pasar un día entero con un guía o, incluso, montar a caballo. Para asegurarse de ver algunos animales, el amanecer y el atardecer son los mejores momentos. Los guardias de la reserva le permitirán acampar en los lugares que le indiquen, pero recuerde traer todo lo necesario para comer y beber. No hay nada para comer en el lugar.

Encaramadas en una colina, las murallas de Chilpik Kala dominan la estepa desértica. Antes de ser una ciudadela, fue sobre todo una torre del silencio: un lugar donde se velaba a los muertos según los ritos zoroástricos. Los cadáveres se descomponían allí al aire libre, y solo los huesos eran recuperados después por los familiares. Se construyó entre los siglos II y IV, pero siguió utilizándose en siglos posteriores. El lugar puede visitarse de camino a Nukus, desde donde es claramente visible en el lado izquierdo de la carretera.

De esta ciudad fortificada, que data de los siglos IX al XIV, todavía quedan impresionantes secciones de la muralla y parte de las salas del dekhan. Como inmensas esculturas, se alzan en la orilla del Amu Daria, dominando el desierto por un lado y el bosque de Bala Tugaï por el otro. En la sección transversal se aprecia la técnica de construcción de los muros de tierra y ladrillos, entre los que colocaban capas de paja. Aunque esta solidez no salvó a la ciudadela de la destrucción, aún permite que sus ruinas se mantengan en pie siete siglos después. Si va en agosto, tendrá la oportunidad de ver a los únicos ocupantes de la ciudadela, águilas que anidan entre los postes de madera que se extienden más allá de las murallas. El primer uso de estos postes fue para colgar a los condenados. La desolación del lugar inspiró al escultor Joldasbek Koumimouratov, el más famoso artista de Karakalpakstán y compañero de Savitsky, para convertirla en una ciudad de artistas. Los sueños son lo que son, y las ruinas quedaron abandonadas. Si ve a alguien en la fortaleza, pregúntele sobre la roca negra que aflora detrás de las murallas, en el centro de la ciudadela. Según observadores informados, crece año tras año en un espesor aproximado de cinco dedos extendidos. Uno de los misterios del desierto.

Esta ciudadela, fundada en el siglo III a. C., está hoy situada justo al lado de la carretera. Sus murallas, particularmente erosionadas, parecen dientes de sierra. Como en Guldursun, el interior de las murallas es completamente plano y permite ver la gran extensión de territorio que protegía la fortaleza. El complejo fortificado consta de dos alcazabas, la más pequeña de las cuales se encuentra entre Kirkiz Kala y Ayaz Kala, cuya fotogénica silueta se puede ver desde las murallas.

Ayaz Kala es, sin duda, uno de los lugares más impresionantes. El complejo consta de tres ciudadelas encaramadas en colinas de diferentes alturas. Al pie de las colinas hay rastros de viviendas y de riegos. Las ruinas ofrecen una vista admirable del desierto circundante y de los montes Sultan Uvays, así como del lago Ayaz, que desafortunadamente tiende a desaparecer. Las alcazabas han conservado buena parte de sus murallas y algunos trabajos de consolidación nos permiten ser optimistas sobre su durabilidad. Durante todo el año se puede almorzar, o incluso dormir, bajo las yurtas instaladas detrás de las ciudadelas. Ideal para una noche en el corazón del desierto o para un corto paseo en camello.

El más famoso de los yacimientos arqueológicos, junto con el de Toprak Kala, pero también de los más decepcionantes ya que las pocas ruinas que quedan, acosadas por la vegetación e invadidas por el ganado, luchan por despertar las mismas emociones que Ayaz Kala o Djambaz Kala. Sin embargo, si va acompañado por un buen guía, este podrá hacerle revivir por un momento el valor e historia de esta ciudadela, que muestra una forma circular y que ha conservado un pequeño laberinto de salas cuyos cimientos aún se pueden observar. Probablemente construida en el siglo IV a. C., la ciudadela de Koi-Krilgan fue, durante mucho tiempo, un lugar de culto y observatorio zoroastriano. Le recomendamos encarecidamente que dedique algún tiempo a ir a ver la maqueta de su reconstrucción que hay en el Museo de los Pueblos de Uzbekistán, en Taskent, para hacerse una verdadera idea de su extensión.

Una fortaleza en ruinas que data del siglo I a. C. Toprak Kala es la única ciudadela en la que se cobra entrada, pero no importa pagar los 3000 som para descubrir este increíble lugar. En el siglo II se convirtió en la capital de la región, bajo los kushán, y fue atacada repetidamente por los hunos heftalitas que, al destruir los canales de irrigación, derrotaron a la ciudad real. Alrededor del siglo VI cayó en el olvido. Dirigidas por el profesor Tolstov, las excavaciones arqueológicas comenzaron justo antes de la Segunda Guerra Mundial. Los frescos que se descubrieron se hallan ahora en San Petersburgo. Allí, el Museo del Hermitage ha fagocitado o protegido, según las interpretaciones, la mayoría de los testimonios de las antiguas culturas de Asia Central. Sin embargo, en el museo de Nukus se expone una colección de objetos hallados en las excavaciones realizadas por Igor Savitsky. Aquí, en Toprak Kala, todavía se pueden ver las huellas de las muchas salas y jardines del palacio real, incluyendo la sala del Rey, la sala de la Victoria y la sala de la Guardia Negra, e imaginar lo que era un templo de adoradores del fuego o cómo eran las grandes casas de clan que reunían a familias de más de cien miembros bajo un mismo techo.

Un primer yacimiento rodeado de murallas se denomina pequeño Guldursun. El gran Guldursun está a diez kilómetros por la misma carretera. Las fortalezas controlaban y protegían los canales de riego. Una leyenda cuenta cómo la hija del dekhan que gobernaba la ciudad se enamoró de uno de los enemigos que asediaba el lugar, y cómo traicionó a su propio pueblo al permitir que el ejército enemigo entrara en las murallas. La desafortunada mujer fue abandonada por su amante y la ciudad cayó en manos de los enemigos. La misma leyenda se cuenta en Mizdakhan, la ciudad antigua cerca de Nukus.

El mausoleo de Zenghi Ata y el de su esposa Ambar Bibi fueron construidos en el siglo XIV por orden de Tamerlán. Este importante lugar del islam ha sido recientemente renovado y ya no se parece en nada a la romántica ruina que era en la década de 1980. Los peregrinos son fervientes y numerosos, los turistas discretos. La arquitectura, la decoración y los mosaicos son típicos de la época timúrida. La madrasa se le añadió en el siglo XVIII y la mezquita en el XIX. El alminar data de principios del siglo pasado.
El mausoleo de Ambar Bibi se encuentra en el cementerio que hay junto al mausoleo de Zenghi Ata. Muchas mujeres van a rezar allí, dando tres vueltas alrededor del edificio mientras besan las paredes. Estas están cubiertas de oraciones, deseos o simples palabras escritas con bolígrafo sobre los ladrillos. Las peregrinas eligen entonces un árbol en el cementerio, al que adhieren pequeños trozos de tela para que el viento pueda llevar sus oraciones y se cumplan sus deseos de fertilidad. Es una buena ocasión para visitar un edificio funerario objeto de fervorosas peregrinaciones y, al mismo tiempo, alejarse de las rutas turísticas para disfrutar de un ambiente auténtico y local. El mejor momento para visitarlo es los viernes, después de la Oración Mayor, o durante la celebración de Nouruz, la fiesta que marca el regreso de la primavera, cuando hay más peregrinos en todo el país.

Ofrece un resumen del arte tradicional y contemporáneo uzbeko, en un anexo del restaurante Caravan Art. Allí encontrará creaciones modernas, inspiradas en técnicas y prácticas tradicionales, así como artesanía. Proceden de todo el país e incluyen colecciones de suzanis (de Samarcanda y Bujará), cerámicas (de Rishtan o Gijduvon) y pequeños recuerdos de todo tipo. Hay algunos cuadros de artistas y diseñadores uzbekos. La calidad es bastante buena, pero puede regatear.

El barrio de Chorsú, que se extiende al norte del bazar, es uno de los pocos que quedaron casi intactos tras el terremoto de 1966. Un recorrido por este laberinto de callejuelas, la mayoría de las cuales no tiene salida, le dará una idea de cómo era la capital de Uzbekistán antes de la catástrofe que cambió radicalmente su rostro. En el corazón de este barrio, probablemente el más interesante para visitar en Taskent, se halla la madrasa Barak-Khan, que ahora es la sede del gran muftí de Asia Central, que data del siglo XVI. Con un donativo, los turistas pueden entrar para echar un vistazo a la rosaleda y a las pocas celdas abiertas. Algunas han sido renovadas para convertirse en verdaderas salas de conferencias. Enfrente, la mezquita de Tellia Sheikh se remonta al siglo XIX. El Corán del califa Osmán, considerado el más antiguo del mundo, se conserva allí, pero no se permite la entrada a los no musulmanes. Un poco más adelante, en el lado izquierdo de la plaza, el mausoleo de Abu Bakhr Kaffal Shashi data del siglo XVI y fue erigido en memoria de uno de los primeros imanes de la ciudad, que murió en el año 976 en el mismo lugar donde se halla su tumba. La mezquita que da a la madrasa de Barak-Khan no es histórica; fue construida en 2007 como parte de la renovación del barrio y ocupa el lugar de un antiguo terreno baldío. Al adentrarse en los callejones que salen de la plaza, el paseo adquiere todo su significado, entre las chaikhanas donde se reúnen los aksakal, los ancianos que administran la vida del barrio.

El edificio más alto de Asia Central (375 m) fue diseñado para resistir terremotos de hasta un índice nueve en la escala de Richter. Construido entre 1978 y 1984, se inauguró el 15 de enero de 1985, y domina toda la ciudad de Taskent, ofreciendo una magnífica vista de las montañas circundantes. Se puede admirar el paisaje a vista de pájaro o degustar la cocina uzbeka en el restaurante más alto de la ciudad. En el vestíbulo, los mosaicos son absolutamente magníficos, hechos de piedras semipreciosas y mármol.

La plaza de la Independencia es un espacio gigantesco reservado para eventos oficiales y grandes celebraciones anuales. Juegos de fuentes, iluminación, mármoles, tribunas... una gran estructura que conserva una huella soviética indeleble. Desde finales de 2004,
la construcción del palacio del Senado dio a la plaza una nueva estética, ahora dominada por un arco de plata coronado por los humos, las legendarias aves de los cuentos orientales.
A pocos metros se encuentra el monumento conmemorativo de la Segunda Guerra Mundial, donde una llama arde constantemente bajo la mirada de una estatua de mujer que simboliza a las madres que perdieron a sus hijos en el frente. Los nombres de los desaparecidos están inscritos en placas doradas, clasificadas por regiones.

En el centro de Taskent, en la plaza Amur Timur, una gigantesca estatua de Tamerlán a caballo reemplazó a la de Karl Marx poco después de la independencia. Quizás notará que el emperador es representado con el brazo derecho extendido, lo que era imposible para él dada su discapacidad. Sin embargo, según la leyenda, los ejércitos de Tamerlán eran tan fuertes porque cada soldado, incluso con el brazo derecho mutilado durante una batalla, podía seguir luchando también con la mano izquierda, igual que su líder.
Al oeste de la plaza se encuentra el colosal Hotel Uzbekistán, cuya arquitectura evoca un libro abierto, mientras que el entrelazado de hormigón de la fachada simboliza la escritura coránica. A la derecha de este hotel se inauguró en 2011 un nuevo centro de congresos. Su estructura, con columnas separadas por amplios paneles de cristal, está dominada por una cúpula en la que se entronizan dos humos, los legendarios pájaros de la Avesta, que se han convertido en uno de los símbolos nacionales.
La propia plaza Amur Timur, que quedaba protegida bajo la sombra de plátanos centenarios, ha sido completamente remodelada y en el proceso se sacrificaron esos venerables árboles. Ahora se camina a través de los arbustos y se disfruta de una vista despejada del perímetro de la plaza, pero sin mucho interés desde que los lugareños abandonaron el lugar.

Desde la plaza de la Independencia y siguiendo el canal Ankhor hacia el sur, se llega al parque Navoi, un importante punto de encuentro estival en Taskent. Entre la plaza de la Independencia y el parque, el canal Ankhor constituyó antaño el límite entre la moderna ciudad rusa y la ciudad uzbeka. Está bordeado por algunas instalaciones deportivas, a donde acude mucha gente a hacer gimnasia. Algunos no dudan en nadar en el canal. Dentro del parque, algunas chaikhanas rodean el canal y la gran piscina donde los niños van a nadar y a dar pequeños paseos en barca.

El palacio del gran duque Nicolás, primo maldito y exiliado del zar, data del siglo XIX. Transformado durante un tiempo en el palacio de los Pioneros, luego en un museo de antigüedades y joyería, alberga actualmente las salas de recepción del Ministerio de Asuntos Exteriores y es la residencia de los invitados más prestigiosos del Estado. El magnífico edificio es claramente visible desde el exterior. Un espacio central abierto por tres lados está flanqueado por alas que se prolongan hasta torrecillas, todo de ladrillo claro y enmarcado por un hermoso jardín.

Pequeño museo que contiene copias de manuscritos de los siglos XV y XVI del poeta Alisher Navoi (1441-1501) y de otros poetas de Asia Central. También podrá ver bellas miniaturas antiguas, pinturas murales que ilustran la vida del poeta y de los timúridas, así como, en miniatura, una representación completa del observatorio de Ulugh Beg.

El antiguo Museo Lenin se convirtió en el Museo de la Historia de los Pueblos de Uzbekistán en 1995. La propia estructura soviética alberga más de 2000 metros cuadrados de una apasionante colección que hará las delicias de los amantes de la Prehistoria, pero también de la historia antigua, medieval o contemporánea.

El recorrido comienza en las salas dedicadas a la Edad de Piedra, con los hallazgos encontrados en numerosas excavaciones realizadas por todo el país. En particular, destaca el rostro reconstruido de un niño Neandertal, descubierto en la década de 1940 en Teshik Tash, en el Surkhan Daria, por el arqueólogo soviético Gerasimov. Le siguen algunas reconstrucciones de escenas de la vida de la época basadas en los hallazgos de las excavaciones de los dos yacimientos más antiguos de Uzbekistán: Djarkutan (siglo XIX a. C.) y Sapalli Tepe (siglo XVII a. C.), ambos situados en la provincia de Surkhan Daria.

A medida que se avanza en el tiempo se llega a una reconstrucción del templo zoroastriano de Qoy Qirilgan, especialmente interesante para aquellos que hayan visitado sus ruinas en Corasmia. Ahora se cree que esta región pudo haber sido el lugar de nacimiento de la religión de Zoroastro.

Un gran espacio está dedicado a las conquistas de Alejandro Magno en Asia Central. El conquistador griego construyó no menos de cinco Alejandrías en la región, la última de las cuales, al borde mismo de su imperio, estaba en Juyand, actualmente en Tayikistán.

También se detallan los resultados de las excavaciones de Kok Tepe, uno de los yacimientos arqueológicos más grandes de Uzbekistán y la segunda capital de Sogdiana después de Samarcanda. En particular, verá la sepultura de una princesa de la tribu de los sacas y una gran cantidad de adornos y botones de oro.

Conocerá igualmente los tesoros descubiertos en Kara Tepe y Fayaz Tepe, los yacimientos budistas cerca de Termez. Los budas de oro y cerámica dan una idea del esplendor que reinaba en estos sagrados monasterios en el siglo I.

Después de la exposición dedicada al periodo kushán, el visitante solo puede quedar fascinado por el gran fresco de Varakhsha (este es el original), que representa a un príncipe sogdiano montado sobre un elefante blanco, atacado por dos leopardos durante una partida de caza.

Le siguen los departamentos consagrados a las dos edades de oro de Uzbekistán: la época samaní y el periodo timúrida. En ellos se exhiben piezas dedicadas a los grandes científicos de la época (Al-Bujari, Al Termezi...) y reconstrucciones de edificios como la espléndida maqueta de la mezquita de Bibi Khanum en Samarcanda.

La segunda planta del museo está dedicada a la invasión rusa y a los esfuerzos bélicos de Uzbekistán para ayudar al hermano mayor ruso en su Gran Guerra Patria, el nombre que dieron los soviéticos a la Segunda Guerra Mundial.

La exposición concluye con una mirada al periodo contemporáneo, con algunas fotografías de los atentados perpetrados en Taskent por el Movimiento Islámico de Uzbekistán en 1999-2000 e imágenes de los principales logros técnicos, industriales o políticos del país desde su independencia.

Sin duda, el museo más grande e interesante de la capital para aquellos que desean sumergirse en el universo del arte uzbeko, centroasiático y ruso. Completamente renovado entre 2019 y 2021, exhibe colecciones extraordinarias, incluida la rica colección del gran-duque Nicolás Constantínovich Romanov, que vivió en Taskent a principios del siglo pasado. Exiliado por su mala conducta, se dice que el primo cleptómano del zar tomó prestadas algunas piezas de la colección de su ilustre familiar, incluidas algunas joyas de la corona. Es uno de los cinco mayores museos de arte de la CEI y cada año organiza tres o cuatro exposiciones temporales de gran calidad, con obras de artistas internacionales. Fundado en 1918, le esperan cinco plantas, cada una con decenas de piezas ordenadas cronológicamente.

Sogdiana, al arte greco-bactriano y a la influencia del budismo. Podrá ver una réplica de la pintura mural de Varaksha, que representa una escena de caza de leopardo, así como la cabeza de un buda encontrada en el yacimiento de Khuva, en el valle de Ferganá.

Una amplia muestra temática de las diferentes tradiciones uzbekas: cerámica, abanicos de madera, miniaturas e instrumentos musicales, suzanis y gulkurpas, ropa tradicional de Bujará, tejidos de seda y alfombras.

Podrá contemplar los lienzos de Benkov (1879-1949), que representan escenas de la vida cotidiana en Uzbekistán y, especialmente, en Bujará.

Una gran colección de pinturas de artistas rusos del siglo XIX y de la primera mitad del XX: Makovsky, Volkov, Platinov, Kandinsky...

Pintores uzbekos más modernos. En particular, se exponen tres cuadros de Ahmarov (1912-1995) que ilustran las tres danzas tradicionales de Uzbekistán (Ferganá, Bujará y Corasmia). Un cuadro de Melnikov (1928-2010) representa una magnífica escena de oulak en la que cinco jinetes se pelean por el cuerpo de una cabra.

Salas dedicadas a los pintores contemporáneos (Umarbekov, Masharipov, Rahmonov...). La influencia rusa sigue siendo muy evidente.

Pequeña colección de iconos religiosos ortodoxos..

Muestras de arte coreano, aunque no hay piezas especialmente antiguas. Hay una interesante colección de pinturas y cerámicas de Inglaterra. Los Países Bajos se encuentran representados con algunas pinturas de Rubens. Cuenta también con esculturas italianas, muebles y porcelana de China, etc.

Muchas pinturas de Volkov (1886-1957), que ilustran escenas de la vida en Uzbekistán. Un estilo muy soviético, especialmente en La construcción del canal de Ferganá o en Los kojozianos trabajando en los campos, donde se pueden ver docenas de uzbekos, todos sonrientes, trabajando para la cosecha del algodón.

Consagrado a la época de Tamerlán y a su herencia histórica, el Museo Amur Timur abrió sus puertas en 1996 con motivo del 660 aniversario del nacimiento del gran emperador. Según el conservador, su arquitectura está inspirada en el Gur-e Amir de Samarcanda, aunque tenemos nuestras dudas. Preferimos reconocer la corona de Tamerlán. El museo tiene algunas piezas interesantes, como un enorme Corán del siglo VII, pero son principalmente las réplicas de los monumentos esparcidos por todo Uzbekistán lo que más llama la atención. La mezquita de Bibi Khanum y el Gur-e Amir han sido reproducidos según su estado original, lo que, si visita el museo al final de su viaje, le permitirá compararlo con lo que habrá visto durante su estancia. Una maqueta del Taj Mahal, construido en la India por orden del nieto de Babur y por arquitectos de Bujará, también permite comparar estilos y hacer conexiones. Como muestran las pinturas del segundo piso, el culto a Tamerlán se une al de Uzbekistán, glorificado a través de sus héroes nacionales y del ineludible presidente Islom Karimov.

El monumento al Valor se erigió en memoria de las víctimas del terremoto del 26 de abril de 1966. Con una magnitud de 8,3, el seísmo fue afortunadamente más destructivo que mortal. La estatua conmemorativa descansa sobre un suelo fracturado, evocando las grietas que atravesaban la capital uzbeka y que terminan a los pies de una figura muy soviética, con el torso desnudo y protegiendo a una mujer y su hijo. El fresco que rodea el monumento ilustra la reconstrucción de la capital por trabajadores de toda la antigua URSS.

Tamara, la bailarina y cantante más popular de Uzbekistán, fue la primera artista que actuó sobre un escenario y bailó sin velo en público. Fue un acto de especial valentía para la época, pues una de sus compañeras fue asesinada en 1929 por atreverse a hacer lo mismo. Su casa, donde murió en 1991, se convirtió en museo unos años más tarde. En ella se exponen numerosas fotografías de las actuaciones de la artista y los lugares donde actuó por todo el mundo, así como una muestra de su vestuario escénico.

Colección de los efectos personales y prendas de vestir del más popular de los bailarines y fundador de la tropa "Bahor".

La casa familiar más famosa de los uzbekos uzbekos. Exposición-venta.

Fue construida en la segunda mitad del siglo XVI bajo el reinado de Abdullah Khan II (1557-1598). Durante el periodo soviético, esta escuela coránica se convirtió en un edificio administrativo. Los motivos que decoran la fachada están inspirados en la madrasa de Ulugh Beg en Samarcanda. Hoy vuelve a acoger estudiantes, y vale la pena pasar bajo su puerta de entrada para admirar el bonito patio bordeado de celdas en dos niveles. Justo al lado está la mezquita de los Viernes. No se puede visitar.

Construida a principios del siglo XIX, esta madrasa fue una de las universidades coránicas más famosas de Taskent. Sus alumnos estudiaban el Corán, pero también matemáticas, astronomía y literatura persa y árabe. Hoy en día alberga tiendas y talleres de artesanos, grabadores de madera, ceramistas y pintores de miniaturas en cajas. También hay telas bordadas y joyas.

Esta antigua necrópolis sufrió múltiples degradaciones antes de ser reformadas. El complejo incluye tres mausoleos del siglo XV: el mausoleo de Kaldirgach Bey, construido a principios del XV y que es la construcción más antigua de Tashkent, el mausoleo Younous Khan (descendiente de Gengis Khan y abuelo de Babur), que data de finales del siglo XV, y el mausoleo del jeque Khavendi Takhoura (alias jeikh Antaour) construido en el siglo XV y reconstruido a principios del siglo XIX, según los planes originales. El Jeque Antaour y Kaldirgach Bey son ancestros de Khodja Akhrar, uno de los grandes maestros espirituales de Asia Central, cuyo mausoleo se encuentra en Samarkand. Son muy respetados como maestros fervientes en Asia Central.

El Jardín Botánico es un lugar tranquilo y refrescante en el que están permitidos los pícnics.Bordeado por numerosas fuentes y estanques, y protegido del sol la mayor parte del tiempo por la vasta sombra de los árboles, es un lugar ideal para refrescarse en un caluroso día de verano. Data de la década de 1920 y se trata del jardín botánico más antiguo y más grande de Asia Central. Cubre diferentes áreas geográficas: Asia Central, Crimea, el Cáucaso, Europa y Extremo Oriente. En total, una colección de más de cuarenta hectáreas en el corazón de la ciudad.

El mismo tipo de programas que el anterior. Asia Travel se afirma como el especialista en turismo deportivo en la región. Dadas las dificultades fronterizas en las zonas de alta montaña, sus servicios pueden facilitar mucho la estancia.

La familia Bavianov, con sede en Jiva, dispone de diez coches nuevos y confortables, todos ellos con aire acondicionado. Los hombres de esta familia han trabajado como conductores en la región durante años, y con el paso del tiempo mantienen su buena reputación. Gulam es joven, dinámico y habla un poco de inglés. Lo mejor es que conoce la región como la palma de su mano y no se perderá en los caminos del desierto, a veces complicados y un poco ocultos.

Con sede en Shahrisabz, Cholmurod Eshmuradov ha sido guía durante más de treinta años. En otras palabras, conoce la región como la palma de su mano. Es la persona de contacto que hay que tener en Shahrisabz para emprender rutas de senderismo o trekkings en las montañas, descubrir los pueblos de los alrededores y hacer excursiones por la región. Cholmurod habla perfectamente alemán ya que estudió en la RDA durante la era soviética, y también domina el inglés. Él se encarga de organizarlo todo para que conozca a fondo la zona, incluso los rincones más remotos de las montañas circundantes, lejos de los caminos más trillados. Un muy buen guía a tener en cuenta para descubrir una región que los turistas olvidan a menudo.

Esta mezquita fue construida cerca de una fuente de agua bendita, un lugar de peregrinación donde coexisten los antiguos cultos zoroastrianos y el culto a los santos del islam.

Aquellos que no han quedado suficientemente deprimidos por el espectáculo de Moynaq pueden ir hasta Uchsay, unos diez kilómetros más al norte. Colgado en el flanco de una duna gigantesca, este pequeño pueblo ni siquiera tiene acceso al agua corriente. La obtienen de pozos artificiales perforados en el suelo y protegidos con viejas láminas de metal oxidado. Cuando no llueve envían a los niños a los charcos para recoger agua, incluso a sitios por donde han pasado los coches o ha bebido el ganado. Al final de la aldea, un pequeño campamento base reúne a los trabajadores del gas, sin que por desgracia tengan mucho trabajo en la región. En el subsuelo del mar de Aral todavía se está perforando, y en el horizonte de este nuevo desierto, alrededor de Uchsay, se pueden ver más de diez torres de perforación. Muchos esperaban que el subsuelo del Aral pudiera ser tan rico como el del Caspio y, de hecho, en ese sentido, nadie ha tenido realmente ningún interés en salvar este mar.

Situada justo enfrente del bazar de Denov, esta madrasa del siglo XVI lleva el nombre del yerno de Baha-ud-Din Naqshband y tiene 114 salas, el mismo número de suras que tiene el Corán, lo que la convierte en una de las más grandes de Asia Central. Se habían iniciado unas obras de rehabilitación, pero quedaron interrumpidas por falta de recursos. Puede que se hayan reanudado.

Lamentablemente, la isla del Profeta es inaccesible para los visitantes e incluso para los arqueólogos. En esta isla, en medio del Amu Daria, se erigió un mausoleo en los siglos X y XI en el lugar donde nació el profeta Zul Kifl, cuyo nombre se menciona en el Corán.

El Jardín Japonés de Taskent fue terminado en 2003. El parque aporta cierto frescor a las horas más calurosas del verano y se ha convertido en uno de los principales lugares a los que van los recién casados para fotografiarse (anteriormente solían ir a la plaza Amur Timur o al monumento al Valor). En el centro del jardín, una pequeña terraza decorada con artesanía japonesa invita a tomar el té a la sombra, con vistas al pequeño lago desde el que fluye el canal Ankhor.