La espiritualidad de los primeros pueblos

Desde tiempos inmemoriales, los nativos americanos han desarrollado un sistema de creencias tan rico como complejo. De la Isla de Pascua al desierto de Atacama, pasando por la Patagonia, estos pueblos basaban su cosmología en la lectura del mapa celeste, la referencia a los fenómenos naturales y la perpetuación de la memoria de los Antiguos. La Pachamama (Madre Naturaleza), divinización de la Tierra, está en el centro de las creencias andinas. Se cree que su culto empezó a surgir en torno al sigloV, mucho antes del apogeo del Imperio Inca. El culto a la Pachamama continúa hoy en día, sobre todo en las comunidades aymaras del norte del país. Durante las ceremonias, se realizan ofrendas para agradecer a la Tierra lo que ofrece a la humanidad. En definitiva, el culto a la Pachamama no es más que una celebración de amor, gratitud y respeto al planeta Tierra.

En medio del Pacífico, la cultura rapanui sigue siendo objeto de profundas investigaciones: si se originó en la Polinesia o descendía de los incas, el misterio permanece. Pero una cosa es cierta: sus vidas estaban regidas por ritos religiosos y creencias espirituales. Los moai reflejan un fuerte culto a los antepasados, mientras que Make-Make, el dios creador, era honrado a través de impresionantes competiciones, como la del "hombre pájaro": los participantes saltaban al mar desde el acantilado de Oronge y nadaban hasta el islote Motu Nui, donde debían recoger un huevo del charrán mahoke, un ave que rara vez pone huevos. La persona que devolvía el huevo sagrado a su amo tomaba el nombre de Hombre Pájaro, o en la lengua local Tangata manu; encarnaba en la Tierra al Dios Maké Maké: el creador del universo.

En el sur del país, los alakalufes creían en deidades como Ayayéma (tormentas y viento), Kawtcho (el estrangulador nocturno) y Mwono (avalanchas). Los yámanas, por su parte, creían en un ser supremo llamado Watauinewa (el Antiguo), creador de todas las cosas del mundo.

Los mapuches, en particular, siguen manteniendo una íntima relación con su cultura ancestral. Para entender la relación entre la cultura mapuche y la naturaleza, es importante comprender el concepto de ngen, el espíritu de la naturaleza que mantiene el equilibrio cósmico. Este espíritu es un ser supremo benéfico que ayuda y protege a los seres humanos y lucha contra las fuerzas del mal. Según ellos, fue creado por Nguenechen, el dios creador que controla la vida en la Tierra. Según sus creencias, los mapuches están rodeados de espíritus caracterizados por espíritus ancestrales(wangulen), espíritus de la naturaleza(ngen) y espíritus malignos(wekufe). Figura importante de la cultura mapuche junto al lonko (jefe), el jefe religioso(machi) es el portador de las creencias ancestrales y las prácticas espirituales. Siempre está representado por su rehue (un tótem) y su kultrung, un tambor. Reconocible en la bandera mapuche, la forma circular del kultrung simboliza la infinitud del mundo. La cruz de su superficie indica los espacios en los que se divide el mundo, y la parte central contiene el núcleo y la fuerza que mantiene el equilibrio entre los espacios verticales formados por Wenu Mapu (la tierra de arriba); Nag Mapu (la tierra de abajo), y Minche Mapu (la tierra de abajo). El machi es un hombre o una mujer estimado sobre todo por sus dotes curativas. Él o ella es el maestro de un complejo rito de acción terapéutica llamado Machitún, una ceremonia diseñada para curar al paciente del "mal" que lo causó. La machi elimina los malos espíritus mediante oraciones chamánicas, tambores, trances, masajes, infusiones de hierbas medicinales y danzas. Esta ceremonia sigue viva en muchas comunidades araucanas. Pero quedan pocas machi : esto se debe evidentemente a la fuerte influencia católica y pentecostal que ha contrarrestado las mitologías ancestrales. Hoy en día, las creencias mapuches se basan en el principio del sincretismo, concepto introducido por la evangelización cristiana (una especie de fusión entre el cristianismo y la cosmogonía andina).

Evangelismo

Las condiciones en las que Chile, y Sudamérica en general, fue evangelizado explican por qué el cristianismo está hoy presente en toda la región. Pero para entender mejor el presente, es necesario dar un paso atrás en el tiempo. A finales del siglo XV, Cristóbal Colón partió hacia América al mismo tiempo que los Reyes Católicos emprendían una gran campaña de evangelización y colonización. Colón firmó las Capitulaciones de Santa Fe con los Reyes Católicos, es decir, debía desplegar su poder político en los lugares que iba a descubrir. También fue rebautizado con el nombre de Christophoros: "el que lleva a Cristo". Tras una conquista lenta y penosa, los españoles consiguen establecerse, gracias sobre todo al apoyo financiero de la Iglesia. Varios misioneros se dedicaron a colonizar Chile y se estableció un sistema de cuasi servidumbre. Muchos nativos se negaron a someterse a este sistema de esclavitud, más conocido como encomienda. A finales del siglo XVI, la Corona española llamó a los jesuitas para que enseñaran la fe a los nativos. Llegaron por primera vez a Santiago en 1593, y las misiones se extendieron desde Chiloé hasta Tierra del Fuego. Esta evangelización en profundidad funcionó en la isla de Chiloé, que hoy sigue impregnada de tradición jesuítica. En 1887, los primeros misioneros salesianos fundan la primera obra salesiana en Concepción, bajo la dirección de Don Bosco. A finales del siglo XIX, se establecieron en el sur de Chile antes de adentrarse en la Patagonia: lograron establecer una misión a orillas del estrecho de Magallanes y en los archipiélagos de Tierra del Fuego. A pesar de la dureza del clima y de los numerosos contratiempos, perseveraron, reunieron a varios miles de personas, principalmente selknam, pero también alakalufes y yaganes, en una reducción en la isla Dawson en 1889 y bautizaron a 20.000 nativos. A ello siguieron los matrimonios, la escolarización y la construcción de orfanatos y capillas. Los trastornos fueron también de carácter cultural, con la adopción de nombres cristianos para los bautizados, la separación de sexos (un puritanismo desconocido hasta entonces) y la obligación de vivir en alojamientos cerrados en lugar de desplazarse libremente. Los misioneros religiosos también crearonreducciones para agrupar a la gente. Este abandono del nomadismo los convirtió en ovejas más dóciles y, en Tierra del Fuego, los protegió de la violencia de los colonizadores, que los diezmaron por robar ovejas criadas en las tierras donde siempre habían vivido. La nueva vida se resumía en la fórmula latina "ora et labora" ("reza y trabaja") con el aprendizaje constante de ritos cristianos. Aunque la enseñanza era parte integrante de la evangelización para los salesianos, era más intensiva para los chicos que para las chicas, a las que se asignaban tareas domésticas. Al final, a pesar del objetivo de "proteger" a los nativos, la experiencia fue devastadora: cuando se cerró la misión en 1911, sólo quedaban veinticinco de las mil personas que se habían establecido allí. La protección de los futuros cristianos por parte de los misioneros acabó provocando su extinción. Los representantes de la Iglesia, en nombre de prejuicios teológicos, fueron uno de los impulsores de uno de los genocidios más espectaculares de la historia de la humanidad.

Algunas poblaciones afirman haber conservado parte de sus creencias, aunque éstas se mezclen a menudo con las creencias católicas.

La influencia de la Iglesia

En la actualidad, la religión dominante en Chile es la católica, aunque existe total libertad de culto. Chile ya no tiene una religión estatal, pero está fuertemente influenciado por la Iglesia Católica (el 75% de la población es católica). Las distintas corrientes protestantes (últimamente evangélicas) han adquirido una importancia considerable en los últimos años y representan alrededor del 15% de la población. La dictadura de Pinochet, un convencido eclesiástico, no buscó en ningún momento cambiar la forma de ver las cosas. La influencia de la Iglesia católica sigue siendo palpable; la Iglesia opina sobre la política, la economía y las cuestiones sociales (en Chile, el aborto se limita a los casos de violación, síntoma de una Iglesia muy presente en la política). Aunque la libertad de culto está reconocida desde 1925, al hablar con los habitantes, uno se da cuenta rápidamente de que la sociedad sigue muy imbuida de esta cultura cristiana. Sin embargo, una corriente más libertaria circula por todas partes, especialmente entre los jóvenes. Por último, es importante señalar que el cristianismo aquí es el resultado de un sincretismo religioso: hay muchas coincidencias entre los santos y las figuras andinas. Por ejemplo, las comunidades locales de Atacamene celebran cada año la Candelaria, la fiesta de San Pedro y la Limpieza de Canales, tres festividades marcadas por la mezcla de diferentes creencias locales con la Biblia. La fiesta de La Tirana es también uno de los ejemplos más llamativos del sincretismo presente en el país. Situado a 72 km de Iquique, el pequeño pueblo tiene sólo un centenar de habitantes, pero cada año en julio es invadido por cientos de miles de visitantes. Un colorido carnaval que celebra a la Virgen del Carmen, patrona de Chile. Cuenta la leyenda que una princesa inca llamada Tirana del Tamarugal y un explorador portugués, Vasco de Almeida, se enamoraron durante la conquista española. Convertida al cristianismo, la joven princesa decidió bautizarse, pero durante la ceremonia, los dos amantes fueron capturados y ejecutados. En el siglo XV se descubrieron las dos cruces conmemorativas y se construyó una capilla en honor a la Virgen de Tirana. Así, la práctica del culto a los ancestros y a las deidades andinas se perpetúa bajo la apariencia de los símbolos católicos clásicos. En el norte de Chile, en particular, la Virgen María se asocia a menudo con la Pachamama, Madre Tierra y símbolo de la fertilidad en la cosmogonía andina.