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La lucha de la literatura

En primer lugar, veamos la poesía líricamente realista de quienes, como José Craveirinha (1922-2003), se comprometieron en la acción política del movimiento de liberación. Para estos autores, la imaginación y la escritura representaban un medio de exorcizar su sufrimiento ante la opresión y las desgracias de un país afectado por el hambre, la sequía y las inundaciones. A principios de los años sesenta, Mozambique vivió la efervescencia de los poetas-escritores, todavía muy implicados en las actividades políticas y culturales del Frelimo. Sergio Vieira y Heliodoro Baptista, por ejemplo, abordaron los mismos temas, pero desde una perspectiva más directa e ingenua. Su objetivo es hacer reír y reflexionar sobre los problemas de una sociedad que, de hecho, siente aprensión por lo inverosímil y lo trágico. Durante el periodo de transición y después de la independencia (1975), varios escritores se apartaron de los temas políticos, optando por un estilo de escritura más estético y por la libertad poética. Sin embargo, no olvidaron su compromiso. Fue el comienzo de la ficción narrativa. La euforia y la angustia ante la nueva libertad, el conflicto entre la vida y la muerte, el pesimismo, los modos de vida, el medio ambiente y las tradiciones orales fueron sus principales fuentes de inspiración. En los años 80, la literatura ocupó un lugar destacado en la prensa y se multiplicaron los debates culturales. Cuentos, novelas y poemas reflejaban los problemas de la violencia, la muerte y la guerra. Durante mucho tiempo, el panorama literario se limitó a la publicación en periódicos. Los poetas se liberaron entonces de la ideología marxista-leninista y de la llamada poesía de combate. Se crearon revistas literarias que atrajeron a muchos poetas y escritores de ficción (las revistas Charrua y Forja). Por desgracia, estas revistas no duraron mucho. Hoy en día, los escritores recurren a temas más optimistas y van más allá de la función exorcista de la literatura con una diversidad de estilos.

La imperdible Mia Couto

Narrador que mezcla realidad y fantasía, Mia Couto es un hombre blanco de ojos claros... 100% mozambiqueño. De origen portugués, nació en Beira en 1958. Este hombre polifacético de mil y un recursos se formó como biólogo. Esta disciplina le ha permitido viajar por el país, ahondar en los secretos de la cultura mozambiqueña y escribir sobre sus compatriotas. Debutó en la literatura en 1983 con la publicación del poemario Raide Orvalho. Para él, la poesía sigue siendo un medio de expresión de una realidad a veces mágica y muy irracional. Terre somnambule, publicado en 1992, fue su primer gran éxito. Es una crónica de guerra en la que las vidas se cruzan y se separan. Su escritura evoluciona entre el fatalismo, el panteísmo animista, el humor y la frustración. Sus personajes están vinculados a fuerzas sobrenaturales. Un auténtico cóctel de ficción y pinturas de la vida cotidiana. Mia Couto figura oficialmente en los programas escolares. Pero sigue siendo humilde y considera el contacto con la gente como un intercambio, siempre deseoso de aprender. Se ha convertido en una figura clave de la literatura mozambiqueña, y en 2013 recibió por su obra el Premio Camões, la más alta distinción concedida a un autor de lengua portuguesa.

Otros nombres para recordar

Luis Bernardo Honwana marcó realmente el comienzo de la ficción narrativa en Mozambique, con una colección de cuentos publicada en 1964 con gran éxito: Nous avons tué le chien teigneux (Matamos al perro costroso). El autor tomó una historia de su infancia y la convirtió en un símbolo de rebelión contra el sistema colonial. Denunció los fallos y abusos de esta sociedad opresora. Su obra forma parte de una toma de conciencia general, inseparable de la lucha por la liberación de Mozambique, lanzada por el Frelimo. Otra referencia literaria en Mozambique, Ungulani Ba Ka Khosa fue galardonada con el Gran Premio de Narrativa de la Asociación de Escritores de Mozambique en 1980, ex-aequo con Mia Couto. Nacido en 1957, Ba Ka Khosa es un profesor de historia que se inspira en la historia antigua y reciente de su país, con una mirada crítica sobre los textos oficiales. Desnuda las cosas que le indignan y le afectan profundamente. Lo obsceno, la muerte, el exorcismo y el caos quedan al desnudo. En cuanto a Rui Knopfli, es uno de los mejores ejemplos de doble nacionalidad literaria. Nacido en 1932 en Mozambique, donde vivió hasta la independencia, decidió trasladarse a Londres en 1975. Sus versos están impregnados de melancolía y nostalgia por un país que amó y del que huyó demasiado pronto. Figura importante de la vida cultural de Lourenço Marques en los años cincuenta, fue el iniciador de numerosos suplementos literarios en la prensa. También fue un crítico literario y cinematográfico muy activo, y columnista habitual. En Mozambique, como en Portugal, Rui Knopfli ocupa un lugar especial en la poesía. Su obra es considerada una referencia por las jóvenes generaciones. A caballo entre sus raíces culturales europeas y el África que corre por sus venas, su poesía, lírica e introvertida, es un recuerdo constante del país africano que ha dejado en él una huella indeleble.

Lilia Momplé, nacida en 1935, fue miembro del Consejo Ejecutivo de la Unesco entre 2001 y 2005. Ha escrito mucho sobre la dolorosa historia de Mozambique. Una de sus obras más conocidas es Vecinos, publicada por primera vez en 1995. En 2011, recibió el premio José Craveirinha de Literatura por su libro Ninguém Matou Suhura , publicado en 1988. Imposible no mencionar a Paulina Chiziane, nacida en 1955. Miembro del Frente de Liberación de Mozambique, empezó a escribir en 1984. Su primera novela, Ballade d'amour au vent, se publicó en 1990. En 2003 recibió el premio José Craveirinha por su libro Le Parlement conjugal: une histoire de polygamie. La nueva generación incluye a poetas como Hirondina Juliana Francisco Joshua, nacida en 1987 y autora de Esperança e Certeza (2006) y A Minha Maputo È (2012).