Un sobreviviente de treinta años de guerra, Mozambique ha dejado las armas y ha recuperado su natural y cálida sonrisa. Frente a Madagascar, sus 2.500 kilómetros de costa de encaje revelan increíbles paisajes entre la tierra y el mar. Los amantes de las playas y las huellas, consigan sus boletos, vuelen al África de habla portuguesa. Mozambique, es la suavidad de la arena entre los dedos de los pies, las playas hasta donde alcanza la vista, la magia de los corales y su majestuosidad el tiburón ballena, para los amantes del canto portugués, el pescado a la parrilla en el plato y los colores brillantes de los mercados abarrotados, para el folclore de la chapa que corre por los senderos de las colinas, Rojo brillante e interminable, el sol que golpea, golpea, golpea, y luego se pone, un poco demasiado temprano, en las hojas turquesas del Océano Índico, para los amantes de las islas paradisíacas, velas que se elevan contra el viento y dan la sensación, tan ligera, de deslizarse sobre el agua transparente. Nos gusta sorprender a las tortugas que giran a toda velocidad, observar a los delfines que juegan y vislumbrar a las ballenas que se balancean en sus jorobas, vivir al ritmo de las mareas que dibujan el horizonte y esculpir los bancos de arena donde las sensuales mujeres cargadas de camarones frescos deambulan sobre sus cabezas... Entonces encuentra de nuevo la incandescencia de Maputo, una capital en mutación, una capital que raramente duerme y se deja arrullar por la música de los metales y la percusión.
El equipo editorial
GRACIAS. Gracias a Gabi por acompañarme en esta aventura, la que forja la amistad. Gracias a Fátima por su bienvenida y sus consejos. Gracias a Serenity por su amabilidad. Gracias a Piet y Geraldo por todos sus buenos planes. Gracias a Steeve y a todo el equipo de Peri Peri por los momentos inolvidables. Gracias a Carlos por su amabilidad. Gracias a nuestros grandes conductores de chapa. Gracias a Baobab Backpacker. Gracias a Thé, Hubert y Quentin por compartir estos momentos infinitamente divertidos. Muchas gracias a Sabrina y Denis por sus cálidas sonrisas y su preciosa ayuda. Gracias a Gabriel y su delicioso desayuno. Gracias a Antoine y a su hijo por su inesperada bienvenida. Gracias a Letitia por el cambio de escenario, a Georges por mostrarnos su pequeño paraíso. Mil gracias a Lucía por transmitirnos el amor de Ibo y las islas Quirimbas.