Togo, un país sin cine

Probablemente fue Carl Müller, un cineasta alemán, quien filmó el paisaje de Togo por primera vez en 1906. Sin embargo, estas películas no estaban destinadas a ser proyectadas en el país, salvo para unas pocas personas adineradas, ya que las organizaciones colonialistas no tenían interés en establecer un sistema de distribución para la población local. La primera proyección pública de cine en Togo tuvo lugar en 1913, no lejos de Atakpamé, cuando otra expedición atravesó la región para rodar una producción anglo-alemana titulada The Lost Girl

. En la década de 1910, eran sobre todo los itinerantes los que proyectaban algunas vistas o curiosidades cinematográficas aquí y allá, sin mucho rastro para los historiadores del cine. La paz y la transición al dominio francés a mediados de la década no contribuyeron al desarrollo de una economía cinematográfica, ya que los nuevos amos de la región tenían poca confianza en este medio de comunicación, que preferían mantener alejado de los lugareños. Peor aún, la aplicación del decreto Laval en las colonias francesas en 1934 impidió pura y simplemente el desarrollo de la creación nacional, obligando a cerrar las pequeñas salas de cine, a pesar de que en Lomé empezaban a surgir por iniciativa de los togoleses aficionados al cine. Tras la independencia, no fue hasta los años 70 cuando el Estado puso en marcha verdaderas políticas de promoción del séptimo arte, con la creación en 1976 del Servicio de Noticias Cinematográficas y Audiovisuales, bajo la dirección de Komi Ati. Al mismo tiempo, Sanvi Panou, músico y cineasta togolés, apareció en Weekend (1967) de Jean-Luc Godard y en La Grande Lessive (1968) junto a Bourvil, ambas producciones francesas. En 1990, Panou abrió el espacio de cine y artes La Clef en París, promoviendo un cine de la diversidad, antes de pasar a la dirección en 1998 con Pressions, un cortometraje sobre el exilio político. Una carrera que sigue ejerciendo en la actualidad.

Ruptura y reconstrucción del cine togolés

A principios de la década de 1990, la frágil economía cinematográfica se hundió cuando se cortaron las subvenciones de la Organisation nationale de la francophonie debido a los disturbios políticos en el país. Por ello, pocas películas nacionales consiguieron abrirse paso en las pocas salas de cine togolesas en funcionamiento. Entre las directoras activas de este periodo, podemos mencionar a Anne-Laure Folly, que recorrió la región y realizó varios documentales comprometidos sobre la situación de las mujeres africanas. Femmes aux yeux ouverts, estrenada en 1994, ganó la medalla de plata en el festival de documentales de Montecarlo. Desde la década de 2010, el cine togolés ha despegado, apoyado por figuras como Christelle Aquéréburu, que abrió la primera escuela de cine de Togo en 2009. Desde 2018, se celebra cada año una semana del cine togolés, y un nuevo Código del Cine y la Imagen en Movimiento establecido en septiembre de 2021 regula y apoya ahora un sector en rápida expansión. Entre las producciones recientes que han traspasado las fronteras, la serie Oasis , de Madie Foltek, con un reparto procedente de muchos países de la región, está funcionando muy bien en Canal+ Afrique, mientras que los proyectos de La Maison Junior, una serie de animación coescrita entre África y Europa, reúne a jóvenes de Francia y Togo. Por último, festivales como Émergences o el Festival de Cine Francófono, ambos celebrados en Lomé, contribuyen al dinamismo de una creación nacional que ahora tiene el viento a favor.