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Música y danza tradicional

El aislamiento de la isla sin duda ha ayudado, pero las tradiciones musicales y coreográficas de Baleares están especialmente bien conservadas. De hecho, algunas de las danzas locales se cuentan entre las más antiguas de España. Aunque muchas de ellas imitan escenas de la vida real inspiradas en el mundo de la agricultura o en episodios mitológicos, otras pueden asociarse al cortejo. Es el caso del emblemático Ball Pagès, la danza tradicional de las Pitiusas, también presentes en Ibiza y Formentera. Una coreografía que repite movimientos circulares, en la que el hombre gira alrededor de su pareja tocando las castanyoles (castañuelas de unos 15 cm de largo) mientras ella avanza a grandes zancadas, con la mirada fija en el suelo. Además de su esplendor coreográfico, el Ball Pagès se distingue por la belleza de sus trajes tradicionales. Los hombres suelen ir vestidos de blanco y negro, con un cinturón ancho alrededor de la cintura y un gorro rojo colgando de la cabeza. Las mujeres, por su parte, llevan vestidos largos, el pelo cubierto con un velo y lucen sus emprendadas, un conjunto de collares de oro, plata o coral. Laemprendada acompaña la vida de las niñas, desde la primera comunión hasta la pubertad, y la madre añade nuevas joyas año tras año. Verdaderos tesoros familiares, estos collares se transmiten de generación en generación. La música que acompaña al Ball Pagès se basa generalmente en ritmos repetitivos cuya intensidad va en crescendo.

El ball de bot es otra de las danzas tradicionales más conocidas del archipiélago, que se baila en Mallorca y Menorca. Introducido en los siglos XVII y XVIII, el Ball de Bot se compone principalmente del fandango, un baile de pareja en el que el movimiento se marca golpeando con el tacón; la jota, similar al fandango pero más rápido; el bolero, bastante lento y tranquilo, dividido en varias figuras; y, por último, el copeo, bailado con pasos secos, rápidos y laterales. También está el baile de los Cossiers, uno de los más populares de Mallorca, que simboliza el bien contra el mal y que presenta a tres parejas mixtas vestidas de blanco y con faldas brillantes que bailan mientras sostienen un pañuelo y una ramita de albahaca.

Todos estos bailes se suelen interpretar al ritmo de los instrumentos tradicionales del archipiélago, como las famosas castanyoles antes mencionadas, la xeremia (una especie de gaita), el flabiol (una pequeña flauta de cinco agujeros) y el espasí (un tambor). Menos frecuente en las orquestas, pero igualmente típico de la isla, el guitarró es, como su nombre indica, un primo pequeño de la guitarra (con 16 ó 17 trastes, a veces menos).

Otra de las tradiciones más antiguas de Mallorca es el canto de la Sibila. Clasificada como patrimonio cultural inmaterial por la UNESCO, se canta en todas las iglesias de la isla durante la misa del 24 de diciembre. Un auténtico rito que ha conservado su esencia a lo largo de los siglos y que sigue transmitiéndose de generación en generación. En Menorca, el glosat, poesía cantada breve e improvisada, es una de las tradiciones musicales más notables de la isla.

Los amantes del folclore pueden disfrutar de las danzas de la isla en Sant Josep, Sant Miquel, Santa Eulària, Sant Agustí y en la mayoría de los pueblos durante las fiestas patronales, como Sant Bartomeu en Ferreries. Celebradas los días 23 y 24 de agosto, las fiestas de Sant Bartolomé -patrón del pueblo- incluyen conciertos folclóricos y desfiles con trajes tradicionales. Lo mismo ocurre con el Primer Domingo de Mayo de Santa Eulària, una de las fiestas más populares de Ibiza, con carrozas y bailarines ataviados con trajes tradicionales. También en Ibiza, la Fiesta del Vino Pagès de Sant Mateu d'Albarca, que se celebra a mediados de diciembre, ofrece degustaciones de los caldos de la región, acompañadas de música y bailes tradicionales. Can Casanova, un pequeño bar-tienda del centro de Sant Llorenç, organiza todos los sábados por la tarde un baile tradicional, en el que los ibicencos se visten con sus mejores galas y practican los bailes tradicionales de la isla hasta la puesta de sol.

Música clásica

Aunque las Islas Baleares no han dejado huella en la historia de la música clásica, sí han dado algunos nombres interesantes en este género. Especialmente durante el Barroco, donde encontramos a Francesc Guerau (1649-1717), compositor para guitarra, y Antoni Literes, considerado el mejor escritor de zarzuelas de la época (1673-1747). Joan Maria Thomàs i Sabater (1896-1966) fue también organista, estudió en París y ofreció numerosos conciertos entre España y Francia. Cabe destacar que el archipiélago cuenta con su propio conjunto filarmónico, la Orquesta Sinfónica de las Islas Baleares, con sede en Palma de Mallorca. Fundada en 1988, está dirigida por Pablo Mielgo y tiene su sede en elAuditorium. Los melómanos que visiten el archipiélago en verano no quedarán defraudados, ya que en esta época se celebran multitud de eventos dedicados a la música clásica. Entre ellos destacan el Festival Chopin, con sus conciertos clásicos en un magnífico entorno, el Festival Internacional de Música de Ibiza, cita ineludible para los amantes de la música de cámara y los solistas desde 1987 (paralelamente se celebra un concurso internacional de piano), y el Festival de Pollença , que acoge cada año a los grandes nombres de la canción española, el jazz, el flamenco y la música clásica. También está el excelente Festival de Jazz de Menorca, que celebra su 25 aniversario en 2023

Música electrónica

Como todo el mundo sabe, la música electrónica y (por extensión) el clubbing son deportes nacionales en Ibiza. Y aunque superestrellas como David Guetta hacen mucho ruido y el clubbing local se ha convertido en una industria sin alma, todavía se pueden encontrar buenos DJs como Black Coffee en Hï Ibiza (que ha sustituido al emblemático Space), Maceo Plex en Amnesia, Carl Cox en Pacha, DJ Harvey en Pikes Ibiza y Paul Oakenfold... en casi todas partes. Paul Oakenfold, figura clave del sonido ibicenco, es el creador del balearic beat, un género de música house que surgió en Ibiza en los años 80 y 90, mezclando la música electrónica con el pop psicodélico. Muy serena y elevada, esta música lleva consigo el ADN del apogeo de Ibiza. Al margen del clubbing, la música electrónica local también ha producido cosas algo más refinadas -y menos conocidas-, como Vacabou, un aireado dúo de trip-hop que recuerda a Air.