Los precursores

Nacido en 1931 en Gulu, Okot p'Bitek escribió una tesis sobre la cultura acholi. Inspirado por las canciones tradicionales y la situación de su país, que obtuvo la independencia en 1962, escribió Wer per Lawino, que publicó en su traducción al inglés(Song of Lawino) en 1966. Esta larga melodía de una mujer de origen rural fue publicada en francés por Présence africaine, a diferencia de la respuesta del marido, Ocol, que le siguió. Pero su franqueza no gustó al gobierno: tuvo que exiliarse. Su impacto en la literatura ugandesa es, sin embargo, considerable, y es común escuchar que algunos pertenecen a la escuela poética de Okot. La oralidad también sirve al propósito político de su casi contemporáneo, Robert Serugama, nacido en Buganda en 1939. Tras regresar a Irlanda, donde descubrió el teatro del absurdo, creó una compañía en 1967 y escribió una obra. Dos años más tarde, probó suerte en la escritura de novelas con Retorno a las sombras, una ácida crítica al poder. Tras el golpe de Estado de Idi Amin Dada utilizó la mímica en sus obras Renga Moi (1972) y Amayrikitti (1974). No obstante, abandonó Uganda entre 1977 y 1979, y murió misteriosamente al año siguiente de su regreso. En el mismo tono, el dramaturgo Mukotani Rugyendo, nacido en 1949 en Kigezi y criado en Tanzania, evocó el clima político de su país natal en Y la tormenta se reúne.

La voz de las mujeres

En 1995, algunas autoras decidieron crear una editorial: Femrite. Se publican las obras de Goretti Kyomuhendo, que se había dado a conocer en 1966 con La primera hija. En la misma línea, otra heroína está en el centro de Una novela de la guerra oculta de Unganda (2007), que se desarrolla durante la dictadura. Violet Barungi también es sensible a la cuestión de la condición de la mujer y en sus novelas(Cassandra, Over My Dead Body) habla de la educación y de los matrimonios forzados. Con Hilda Twongyeirwe, trabajará en 2013 en el tema de la circuncisión femenina en Taboo ?

El final del milenio es muy movido: Susan Kiguli fue galardonada con el National Book Trust por su colección de poemas The African Saga, Marie Busingye Karooro Okurut publicó The Invisible Weevil, Ayta Anne Wangusa obtuvo el reconocimiento internacional con Memoirs of a Mother, y en 1998 Moses Isegawa, nacido en 1963 en Kampala pero que ahora vive en los Países Bajos, publicó su primera novela, escrita en holandés. Tuvo un éxito inmediato y Crónicas de Abisinia se tradujo a quince idiomas

El mismo reconocimiento recibió Mónica Arac de Nyeko, que en Strange fruit (2004) relata la vida de los niños soldados en el norte del país, y Jennifer Makumbi con Kintu (2013). La literatura contemporánea está volviendo a la oralidad, a veces con un sesgo digital muy moderno, gracias a las actuaciones del poeta Kabubi Herman (Slim Emcee) o al desarrollo del proyecto Open Mic Uganda, que pretende promover la poesía y la creación oral