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Un Estado que no carece de recursos

Veamos primero el sector primario (25% del PIB en 2019). Con la diversificación económica, la parte de la agricultura en la riqueza del país está disminuyendo. Sin embargo, el sector sigue empleando al 70% de la población activa del país y genera casi la mitad de los ingresos por exportación. El sector agrícola sigue siendo esencialmente alimentario (el principal cultivo alimentario es el plátano). Las exportaciones, por su parte, están dominadas por los cultivos comerciales, especialmente el café (13% de los ingresos de exportación del país en 2019). Otros grandes cultivos tradicionales de exportación son el algodón, el té, el tabaco, la caña de azúcar, el cacao, la flor cortada y la vainilla. En el sector minero, el cobre y el cobalto fueron ampliamente explotados en la década de 1960, pero su producción es ahora marginal; el oro es ahora la principal riqueza mineral de Uganda (44% de las exportaciones totales del país en 2020). Pasemos al sector secundario. Desde el comienzo del nuevo milenio, el sector secundario no ha dejado de crecer en Uganda, pasando del 10% del PIB en 2001 al 27% en 2019. La expansión de la producción manufacturera puede atribuirse a los textiles, el cemento y los bienes de consumo (jabón, aceite comestible, bebidas azucaradas, etc.). La celebración de la Cumbre de la Commonwealth en Kampala en 2007 permitió a Uganda mejorar sus infraestructuras, especialmente las carreteras y la electricidad, lo que impulsó en gran medida la construcción al crear puestos de trabajo para artesanos cualificados. Desde entonces, se han puesto en marcha otros proyectos importantes, como la construcción de presas hidroeléctricas (Bujagali, Karuma e Isimba). Aunque criticadas por los ecologistas, estas presas, según la retórica de las autoridades estatales y las instituciones financieras internacionales, deben permitir la generación de electricidad para el 50% de la población del país a un coste de producción dos veces inferior al coste actual de la electricidad térmica. Por último, unas palabras sobre el sector terciario (48% del PIB). El sector de las telecomunicaciones se caracteriza por una sana competencia entre operadores. Las empresas de telefonía móvil se encuentran entre las más exitosas del país, con ingresos en constante aumento y unos 26,5 millones de clientes en 2020. Como resultado de la liberalización económica, también hay unos 20 bancos comerciales. En cuanto al sector de los medios de comunicación, ha visto surgir en los últimos años varios periódicos, radios y televisiones privadas.

¿Un nuevo Eldorado del petróleo?

¿Petróleo? Es el gran reto económico de los próximos años. Aunque los estudios geológicos y geofísicos realizados ya en los años veinte revelaron el potencial petrolero de la cuenca del lago Alberto, fue sobre todo la exploración, iniciada en los años noventa, la que condujo al descubrimiento de yacimientos de hidrocarburos comercializables en la década de 2000. En 2020, la reserva de petróleo directamente explotable ascendía a 1.400 millones de barriles (de una reserva total estimada de 6.500 millones de barriles). Se espera que la producción y exportación de petróleo de Uganda, que ya se ha retrasado, comience en 2024 o 2025, una vez que se termine la refinería de Kabaale, en el distrito de Hoima, y se construya el oleoducto que llevará el petróleo desde el Alberta Graben hasta la costa del océano Índico en Tanga (Tanzania). El gobierno ugandés espera obtener más de 2.000 millones de dólares de ingresos anuales por el petróleo a mediados de esta década. Aunque las autoridades estatales lo presentan como un impulso para el desarrollo del país, la próxima explotación petrolífera plantea muchos problemas medioambientales, sociales y económicos, sobre todo en los distritos de Hoima y Buliisa, donde se encuentran la mayoría de los pozos de perforación. Las relaciones con la RDC, con la que Uganda comparte las aguas del lago Alberto, y la posible creación de un Estado rentista son dos de las cuestiones planteadas por los observadores nacionales e internacionales de la escena política de Uganda.

¿Y el turismo?

El turismo de Uganda, que lleva mucho tiempo por detrás de sus vecinos de África Oriental, Kenia y Tanzania, ha experimentado un auge sin precedentes en la última década. Tras un periodo difícil a principios de la década de 2000, después de que un grupo de ocho turistas fuera asesinado por rebeldes congoleños en el parque de Bwindi, el número de visitantes extranjeros reanudó su ascenso, pasando de 946.000 en 2010 a 1,8 millones en 2018. El clima de estabilidad política durante la década de 2010 favoreció la entrada de capital extranjero. Con la mejora de las infraestructuras viarias y hoteleras en los últimos 15 años, el sector turístico ha sido un importante vector de crecimiento económico: representó el 7,75% del PIB y casi el 7% del empleo directo del país en 2018. Con unos ingresos que rondaban los mil millones de dólares, era entonces la segunda fuente de ingresos, después del oro, para el erario público. El pasado está en orden, ya que la industria turística de Uganda está ahora a media asta. ¿La causa? Las medidas adoptadas en todo el mundo para luchar contra Covid-19 a partir de marzo de 2020. Las restricciones a los viajes internacionales adoptadas por los gobiernos, especialmente los occidentales, han golpeado duramente al sector. El importante descenso del número de turistas extranjeros que visitaron Uganda en 2020 ha provocado una oleada de despidos y quiebras: en junio de 2020, se calcula que el 74,4% de los empleados y contratistas del sector han perdido su empleo. También se han visto duramente afectados los que comprometieron sus ahorros en 2019, bien para construir un hotel o para montar una agencia de viajes, en previsión de un año 2020 que todos los especialistas auguraban como bueno. Desde entonces, los agentes turísticos han multiplicado las ofertas promocionales (descuentos en el rastreo de gorilas, reducción del precio de las pernoctaciones...) y las operaciones para seducir a los clientes locales. Sin embargo, pasarán varios años antes de que el sector recupere su fuerza anterior a la pandemia