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Música tradicional

En Uruguay, hay bailes comunes a toda la región, como El cielito, una evolución del contredanse introducido en el siglo XVIII en Argentina por los británicos, o el pericón, una especie de seguedilla bailada en grupo con pañuelos, también presente en Argentina, Chile y Paraguay. Comunes a Argentina y Uruguay son también las vidalitas, cantes primos (lejanos) del flamenco.

Pero la estética tradicional auténticamente uruguaya es el candombe. Es imposible perdérselo si se pasa más de una noche en Uruguay, sobre todo si se pasea por Montevideo al atardecer. Allí le llegará el sonido espeso de la percusión, interpretada por un numeroso grupo de tamborileros. El ritmo que escuchará no es otro que el candombe. Con orígenes que se remontan a la época en que Montevideo era un importante puerto de comercio de esclavos, el candombe tiene probablemente raíces bantúes.

Los ritmos del candombe son producidos por conjuntos de tambores, divididos en tres familias de tamaño: tambor repique, tambor chico y tambor piano. Este último, el piano, es el más grande y bajo de los tres tambores y constituye la base rítmica del candombe. El chico es, como su nombre indica, el más pequeño y por tanto el más agudo, mientras que el repique ("rebote") embellece el ritmo del candombe con frases improvisadas. Cada tambor se toca con la mano abierta y un palo. Además de este encuentro dominical, el candombe también está presente durante el Carnaval, interpretado por las comparsas, un grupo de músicos y bailarines que desfilan por la calle.

Reconocido por la UNESCO como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, el candombe nunca ha sido realmente institucionalizado y sigue siendo la expresión musical espontánea de la comunidad afrodescendiente de Montevideo. Se puede escuchar los domingos y días festivos, cuando las llamadas de tambores del candombe suenan en los barrios de Sur, Palermo y Cordón, en el sur de Montevideo, y cada barrio tiene su propia variación, su propia identidad rítmica.

Algunos músicos de candombe se hicieron muy populares, sobre todo en los años 60, cuando mezclaron el género con el sonido del rock'n'roll británico, como Hugo Fattoruso, Rubén Rada, Eduardo Mateo y Jaime Roos. Este último es hoy sin duda uno de los artistas más emblemáticos del país, con su mezcla de rock, candombe, milonga, tango y murga, ofreciendo un sonido muy fiel a Montevideo.

Otra gran tradición uruguaya (que puede encontrarse en Argentina), la murga es una forma músico-teatral -a menudo tendente a la sátira social y política- que data también de la época de la esclavitud. La parte musical recuerda al candombe por su polirritmia, salvo que aquí los ritmos se tocan con bombo, caja y platillos. Las canciones, por su parte, son a menudo polifónicas y suelen adoptar una forma coral. Hoy en día, Falta y Resto está considerada como una de las murgas más populares del país.

Lejos de ser tímido, el folclore uruguayo se manifiesta en cada ocasión, incluso en grandes eventos como el Festival de Olimar, celebrado anualmente en la localidad de Treinta y Tres en honor del maestro local Rubén Lena, donde se celebran concursos de canto folclórico. Otros eventos con fuerte presencia folclórica son la Fiesta de La Patria Gaucha, que rinde homenaje a las tradiciones de los gauchos con conciertos y bailes folclóricos, y la Fiesta Del Mate, que celebra la bebida del país con tres días de competiciones de canto, baile y rodeo. Por último, cabe mencionar el Festival Minas Y Abril, una fiesta tradicional que también celebra el arte gaucho.

La otra cuna del tango

Originario de las barriadas de las orillas del Río de la Plata, el tango fue, en sus inicios, la música de todos los desarraigados, que encontraban en él un eco de su soledad y melancolía. En sus inicios puramente instrumentales, el tango era un género en el que se improvisaban melodías efímeras sobre una tonalidad sencilla y ese emblemático ritmo lento de dos tiempos.

Aunque el género musical se asocia mucho más con Argentina -Buenos Aires en primer lugar-, la capital uruguaya también ha sido un hervidero de actividad donde han surgido muchos de los grandes nombres del tango, empezando por Carlos Gardel, de origen uruguayo (esto es controvertido, hay que reconocerlo) que más tarde vivió en Buenos Aires. Montevideo es también la cuna de uno de los tangos más grandes y famosos, La Cumparsita, compuesto por el uruguayo Gerardo Matos Rodríguez en 1917. Apodada "el tango de los tangos", esta canción de amor latina extremadamente popular en Uruguay (y Argentina) se convirtió en el himno popular y cultural de Uruguay por decreto presidencial en 1998.

Entre los otros grandes nombres del tango uruguayo destacan Francisco Canaro, conocido como Pirincho (1888-1964), violinista y director de orquesta precoz que cambió el tango al introducir el contrabajo; el cantante Julio Sosa (1926-1964), que fue el cantante de tango más popular de su época; Horacio Ferrer (1933-2014), autor de algunos de los tangos más importantes, especialmente para Piazzolla(La Ultima Grela, Tanguera, Balada para un Loco); o Miguel del Águila, que tocaba el tango como si fuera música clásica -más notablemente en su álbum Concierto en Tango, nominado al Grammy en 2015.

A finales de los años 50, respondiendo a un cierto declive del tango, se añadió otra forma de expresión, desarrollada a partir de elementos de baile influidos por la música afrocubana y de la que Pedrito Ferreira y su orquesta Cubanacan eran orgullosos representantes.

En Montevideo, El Tartamudo es el punto de encuentro de los amantes del tango. Por lo demás, la Plaza De Cagancha es uno de los lugares privilegiados de los mayores deseosos de bailar el tango..

Música popular

Algunos nombres son muy queridos por los uruguayos y siempre es bueno conocerlos, empezando por Alfredo Zitarrosa (1936-1989), una gran voz cuya obra se inspiró en gran medida en las milongas y las melodías folclóricas. Santiago Chalar (1938-1994), poeta, compositor y músico, también se inspiró mucho en el folclore, Tabaré Etcheverry (1945-1978), redescubierto por el gran público hace poco, y Amalia de la Vega, que cultivó un estilo muy personal a través de milongas, cifras, estilos y vidalitas.

Música clásica

Aunque Uruguay tiene una presencia más bien discreta en la historia de la música clásica, cabe destacar algunas personalidades interesantes. En primer lugar, Eduardo Fabini (1883-1951), gran músico, violinista y compositor uruguayo. Estudió en el Conservatorio Real de Bruselas y a su regreso a Uruguay fundó la Asociación Uruguaya de Música de Cámara y el Conservatorio de Montevideo. Amante del folclore, intentó fusionar elementos populares uruguayos con un lenguaje postimpresionista, lo que le consagró como el gran representante del nacionalismo musical uruguayo (junto a Luis Cluzeau Mortet). Entre sus obras más famosas figura el poema sinfónico Campo (1911), un éxito internacional inspirado en los sonidos de la naturaleza y el jardín de su infancia, así como otras de sus obras, que le valieron el título de músico y cantor de la "tierra" de Uruguay. Otros nombres memorables de la composición clásica uruguaya son Pedro Ipuche Riva (1924-1996), que intentó integrar la música popular con la clásica, y Nydia Pereyra-Lizaso, cuyas obras se interpretan en todo el mundo.

El país cuenta con una gran directora de orquesta, Gisele Ben-Dor, muy apreciada en su campo. Con un estilo extravagante, carisma y vitalidad de la que se percataron muy pronto figuras como Leonard Bernstein, fue asistente de Kurt Masur en la Filarmónica de Nueva York durante diez años y dirige la Orquesta de Cámara Pro Arte de Boston desde 1991 y la Sinfónica de Santa Bárbara desde 1994. Dondequiera que actúe en el mundo, Gisele Ben-Dor nunca se aleja de sus raíces y toca mucha música sudamericana (Ginastera, Revueltas, Piazzolla, Villa-Lobos entre otros). El otro gran nombre de la dirección uruguaya es Carlos Kalmar, director durante muchos años de la Sinfónica de Oregón.

En cuanto a intérpretes, el país ha dado grandes virtuosos de la guitarra, como Abel Carlevaro (1916-2001), que revolucionó la técnica de su instrumento y se ganó la admiración de músicos como Heitor Villa-Lobos; Óscar Cáceres (1928-2021), el "Rubinstein de la guitarra"; y Álvaro Pierri, uno de los guitarristas vivos más venerados. También está la pianista Dinorah Varsi (1939-2013), cuyas generosas interpretaciones de un repertorio que va de Bach a Ginastera, pasando por Chaikovski, Rachmaninov, Liszt, Chopin o Brahms..

Música actual

Aparte de ser un actor hiperinvolucrado en la escena electrónica mundial, hay pocas posibilidades de saberlo: Uruguay tiene una escena techno muy saludable. Y un sonido particularmente identificable y un ritmo singular y sincopado, tal vez descendiente del candombe. Una identidad que puede encontrarse en el techno new wave de Latress, el ácido retorcido de Vagi, la electrónica interestelar de Juan Dairecshion o el tech-house asombroso de Stonem. Todos ellos, a su manera, se asemejan profundamente a Montevideo. También merece la pena mencionar el trabajo de Lila Tirando a Violeta y el sello SALVIATEK, cada uno a su manera llevando el sonido candombe hacia nuevas y excitantes direcciones.

La Phonotheca -para muchos el mejor club de electro de Montevideo- es también un actor importante que ha permitido consolidar la escena local. Este local acoge a pocos invitados internacionales, pero ofrece largas y hermosas sesiones de DJ locales.