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Prevalencia del catolicismo

En la República Dominicana, la libertad religiosa es un derecho constitucional. La religión católica romana ha estado omnipresente desde la colonización y la posterior evangelización. Con su tradición católica española, la Iglesia goza de gran autoridad moral. A través de Francisco Ozoria Acosta (sucesor desde 2016 del cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez), Primado de América y arzobispo metropolitano de Santo Domingo, interviene incluso en la esfera política organizando el diálogo entre los partidos y los distintos interlocutores sociales y económicos. Hace algún tiempo, incluso presionó a las autoridades para que incluyeran el "delito de aborto" en la Constitución. El gobierno dominicano cedió en enero de 2010, e incluso modificó el Código Penal en 2015: desde entonces, el aborto -incluso tras una violación- está estrictamente prohibido, y tanto quienes lo practican como el personal médico que lo lleva a cabo pueden ser condenados a penas de cárcel.

Encuanto a celebraciones, el calendario de fiestas religiosas es muy nutrido. El culto a la Virgen María es especialmente popular, con dos grandes celebraciones, la de la Virgen de Altagracia (21 de enero) y la de la Virgen de las Mercedes (24 de septiembre), marcadas por grandes procesiones, sobre todo en Higüey y La Vega. Durante la Semana Santa , el país se paraliza. Todo el mundo se toma vacaciones y las playas están abarrotadas. En esta época del año, todo es fiesta y el ambiente es electrizante. Aparte de estas grandes fiestas religiosas, la tradición de las fiestas patronales sigue muy viva en el país. Celebradas en honor del patrón de cada pueblo, cada fiesta es diferente y muestra sus colores particulares. Los emigrantes, los que se han marchado a la ciudad, regresan con sus familias para participar en el júbilo colectivo. Primero son las misas, a las que se espera que asista todo el mundo. Después, todo: conciertos de orfeones municipales, bailes populares, puestos de bebidas patrocinados por las grandes marcas locales donde la cerveza y el ron corren a raudales, orquestas salvajes de merengue y bachata, atracciones de feria para los más pequeños, peleas de gallos donde la gente apuesta más de lo habitual, fuegos artificiales y petardos.

Además, como en todo el Caribe, hay innumerables iglesias, algunas de fantasía, descendientes de iglesias y sectas protestantes norteamericanas. Hay muchas iglesias adventistas, evangélicas, pentecostales, etc., y conviven una gran variedad de credos con la mayor tolerancia. Hay más de treinta iglesias o sectas de diversas denominaciones, a menudo con nombres folclóricos. Los orígenes africanos de la población y la influencia de la vecina Haití también han mantenido vivos los ritos del vudú, heredados de prácticas lejanas en Benín. El vudú coexiste con la religión católica.

Vudú africano y teología taína

Lasraíces profundas del culto vudú se encuentran en Benín y Togo. En la lengua hablada en Benín, vodun significa "un poder invisible, temible y misterioso con capacidad para intervenir en cualquier momento en la sociedad humana". Un poder que la gente intenta conciliar para mejorar su vida cotidiana. A partir del siglo XVI, la deportación de millones de esclavos negros al Nuevo Mundo condujo a la reconstitución de las creencias y prácticas africanas en América, aunque con ciertas transformaciones. Bajo diferentes nombres y formas, el sincretismo de las religiones africanas y los ritos de las distintas tribus deportadas dio lugar a las religiones afrocaribeñas: el candombe en Brasil, la santería en Cuba, el obeayismo en Jamaica, el shango en Trinidad y el vudú en la isla de La Española.

El vudú supuso una amenaza para los colonos franceses, cuyo dominio sobre los esclavos se vio debilitado. A pesar de todas las persecuciones, ahorcamientos, encarcelamientos y latigazos, el vudú sobrevivió a los siglos para seguir muy activo en la isla, sobre todo en Haití. Se les llama Papa Legba (uno de los más importantes, ya que es el encargado de comunicarse con el mundo invisible), Barón Samdi, Ogou Feray, Ezili o la Grande Brigitte. Son los Lwas (pronunciado "loa"), los espíritus del vudú. Su sociedad es un modelo para los humanos: dictan sus actos, favoreciéndoles o castigándoles. Cada uno de estos espíritus está vinculado a un ámbito específico de la naturaleza: el aire, la tierra, el mar o el fuego. Constituyen el vínculo entre el hombre y la naturaleza divina, entre los vivos y los muertos, lo temporal y lo sobrenatural. Estas divinidades se manifiestan durante las ceremonias: al alcanzar un estado de trance inducido por la música, algunos de los participantes son "montados a horcajadas" por un Lwa, que utiliza el cuerpo de la persona a la que "monta a horcajadas" para comunicarse y prestar servicios a quienes les rinden homenaje. Los extranjeros que visitan la isla rara vez son bienvenidos durante estas ceremonias. Sin embargo, el vudú sigue siendo una práctica muy extendida en la República Dominicana entre los afrodescendientes, sobre todo en la región de Samaná.

Antes de la llegada de los colonos,los taínos también tenían su propio sistema de creencias: su religión se centraba en el culto a los zemís (dioses, antepasados y espíritus). Dos dioses principales compartían la hegemonía de las divinidades taínas: Yúcahu, dios del mar y la mandioca, y Atabey, madre de Yúcahu, diosa del agua dulce y la fertilidad. Como la cultura taína es oral, la información que ha llegado hasta nosotros procede del punto de vista del colonizador y evangelizador. Sólo la artesanía y las pinturas taínas aportan pruebas directas. Aparte de Zemís, Yúcahu y Atabey, las principales divinidades taínas son : Boinayel y Márohu, dioses gemelos de la lluvia y el buen tiempo; Coaybay, dios de la tierra de los muertos; Opiyelguabirán, dios mitad perro y mitad humano que vela por los muertos; Guabancex, diosa de las tormentas; Yocahuma, diosa de la luna; y Cemi Boinayel, dios de la lluvia.