Dor034.jpg
shutterstock_1628085469.jpg

Composición de la población, diáspora y lengua

Lapoblación indígena original de la isla desapareció en los primeros tiempos de la colonización. Los colonos europeos, sobre todo los españoles, luego los esclavos importados de África y, por último, los inmigrantes asiáticos, formaron la población actual. Hoy, la República Dominicana es sin duda el país más mestizo del Caribe. Más del 84% de los habitantes de la isla son afrodescendientes, pero los dominicanos suelen negar estas raíces a pesar de las numerosas supervivencias culturales africanas. Los mestizos constituyen la mayoría de la población (70%), los negros el 16% y los blancos el 14%. Esta mezcla étnica se explica por las dos ocupaciones haitianas que ha sufrido el país a lo largo de su historia. La diferenciación social, que suele ser el resultado de las diferencias raciales, es por tanto menos marcada en la República Dominicana que en los países vecinos. Sin embargo, la creación de un sistema educativo moderno y el desarrollo económico del país han contribuido en cierta medida a borrar las disparidades sociales que antes eran mucho más acusadas. Se ha desarrollado una amplia clase media que ahora representa la mayor parte de la población. A pesar de ello, el éxodo rural es importante y ha favorecido el desarrollo de barrios pobres en la periferia de las grandes ciudades.

Existeuna diáspora dominicana de unos 3 millones de personas, dos tercios de las cuales viven en Estados Unidos, y el tercio restante en Puerto Rico, las Antillas y, en menor medida, Europa, principalmente España. Los emigrantes estadounidenses, conocidos como Dominican York, son fácilmente reconocibles porque, de vuelta a su isla, exhiben con orgullo los atributos y la panoplia de la subcultura de los guetos hispanoamericanos: enormes zapatillas de tenis desteñidas y holgadas bermudas para los más jóvenes; oro y diamantes, cadenas, anillos y pulseras para los que han hecho fortuna. Para dar la ilusión de este éxito norteamericano, algunos no dudan en alquilar llamativas joyas durante sus vacaciones en el país, para impresionar a amigos y familiares. Incluso se les ha dado el apodo de cadenous, ¡de la palabra cadena en francés!

Encuanto a la lengua, el español dominicano se ha tomado algunas libertades entre las influencias criollas y el castellano académico. Los dominicanos son aficionados al uso de diminutivos, ignoran fácilmente la "n" y la "s", así como la regla de la concordancia de tiempos, y no dudan en introducir numerosos anglicanismos en el lenguaje cotidiano. Además, los dominicanos tienden a hablar rápido y a "cantar" la lengua, lo que no facilita su comprensión. Pero no se asuste, si los dominicanos son locuaces, también saben tomarse el tiempo necesario para comunicarse y hacerse entender. Cabe señalar que la herencia lingüística taína sigue muy viva hoy en día. Todavía utilizamos muchos términos heredados de la lengua precolombina, tanto en español como en francés. He aquí algunos ejemplos: anana (piña), barbacoa, caribe, kaiman (caimán), guyaba (guayaba), huracán, iguana, hamaca, maíz, piragua , tabaco..

Inmigración haitiana

Nadie sabe cuántos haitianos viven en la República Dominicana. La constante agitación política y social en el país vecino ha provocado una inmigración haitiana incontrolada y a gran escala a través de las porosas fronteras que separan ambos países. Y desde el terremoto de enero de 2010, la inmigración, aunque contenida, ha aumentado aún más. Los haitianos son también una fuente de mano de obra barata para su vecino más rico, a la espera de cruzar la frontera. El reclutamiento masivo de braceros haitianos para cortar la caña de azúcar dominicana comenzó a principios del siglo XX, durante la ocupación estadounidense de las dos repúblicas de La Española. En los últimos veinticinco años, el número de inmigrantes que cruzan ilegalmente la frontera entre los dos países ha aumentado considerablemente.

En virtud de acuerdos entre los dos países, los cortadores de caña y los trabajadores agrícolas haitianos llegan en gran número a las grandes explotaciones durante la cosecha, la zafra, pero no regresan sistemáticamente a Haití una vez terminado su trabajo. Los que se quedan ven nacer a sus hijos en suelo dominicano, lo que dificulta que las autoridades los envíen de vuelta a su mitad de la isla. Hacinados en bateyes, pueblos rudimentarios y a menudo insalubres, una población (estimada entre 500.000 y 1,5 millones de haitianos) sobrevive miserablemente en una situación más o menos legal. Los bateyes, situados principalmente en las regiones de plantaciones de caña de azúcar, están organizados socialmente. Sus habitantes han creado tiendas y escuelas, han reproducido la organización social de los pueblos haitianos y han traído consigo medicinas y creencias tradicionales. El declive de la industria azucarera a partir de los años 80 agravó aún más la miseria en los bateyes, que son una espina clavada para el gobierno dominicano.

En 2013, el Tribunal Supremo de la República Dominicana dictaminó que las personas nacidas de padres que entraron ilegalmente en el país ya no recibirían la ciudadanía dominicana. La decisión se aplica con carácter retroactivo a todas las personas nacidas después de 1929. Como resultado, cientos de miles de haitianos se vieron despojados de su ciudadanía dominicana y deportados a Haití, a pesar de que muchos nunca habían puesto un pie allí. Sólo unas 10.000 personas lograron obtener su documento. La dificultad para obtenerlo se explica por la necesidad de aportar certificados de nacimiento expedidos en Haití y la República Dominicana. La consecuencia es la creación de cientos de miles de apátridas, algo formalmente prohibido por los acuerdos internacionales sobre derechos humanos. Ampliamente criticado por numerosas instituciones internacionales, el gobierno de Danilo Medina se ha mantenido inflexible en su postura y ha continuado con las deportaciones. En 2022, a iniciativa del presidente Luis Abinader, se erigió un muro de 160 km que separa ambos países, un paso más en la campaña antihaitiana. Desde su construcción, el muro ha causado numerosos problemas humanitarios, sanitarios y medioambientales.