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Lenguas y literatura

El hecho de que la literatura mauritana aún no haya despegado realmente -a diferencia de países tan cercanos como Malí y Senegal, por ejemplo, que también son antiguas colonias- se explica por dos razones, según algunos intelectuales. La primera es que los escritos de los autores nacionales tienen dificultades para abrirse camino en los manuales escolares. Este problema, que plantea cuestiones a escala más global para el continente, se tiene ahora en cuenta: a finales del siglo XX empezaron a aparecer revistas especializadas en literatura emergente y se revisó el plan de estudios de la Universidad de Nuakchot. La segunda explicación reside en la relación de Mauritania con las lenguas, escritas o habladas, de las diferentes etnias que componen su población. Así, mientras que el árabe (sin especificar qué lengua, aunque el árabe clásico, el árabe moderno y el hasanya no son necesariamente intercomprensibles) es la lengua oficial desde 1968, y el francés lo siguió siendo hasta 1991 (pero sigue siendo ampliamente practicado y utilizado), no se ha concedido ningún estatuto a las lenguas habladas por la comunidad mauritana negra, que aún temía, en 2022 con la adopción de una nueva ley sobre la enseñanza en la escuela primaria, que se le impusiera el árabe. Este debate -político y resultante de la arbitraria división geográfica durante la colonización-, así como el unilingüismo (más frecuente en el norte que en el sur del país) han contribuido sin duda también a la falta de permeabilidad y, por tanto, a la invisibilidad de los escritores.

No obstante, existe una literatura en Mauritania. Escrita principalmente en francés, surgió -sorprendentemente- después de la descolonización, ya que generalmente se acepta que la primera obra contemporánea es Presque griffonnages ou la Francophonie, publicada por Oumar Bâ (1917-1998) en 1966. Este ilustre poeta, aunque poco documentado, también recopiló dieciocho poemas fulani modernos que tradujo (disponibles en línea en Persée.fr) y escribió el ensayo Le Fouta-Tôro, au carrefour des cultures (publicado por L'Harmattan), que confirma su interés por la tradición oral. Téné Youssouf Gueye, nacido en 1923, siguió sus pasos. Destacó en todos los géneros, escribiendo cuentos (L'Orée du Sahel), poesía(Sahéliennes) y una obra de teatro, Les Exilés de Goumel, publicada en Dakar en 1975. Su única novela - Relia ou le chemin de l'honneur, que trata de los usos y costumbres de la sociedad kaédi en la que creció - desgraciadamente no tuvo el éxito esperado. Detenido en 1986 por haber firmado el Manifiesto del negro mauritano oprimido, en un momento en que el coronel Sidi Ahmed Ould Taya ejercía una terrible opresión contra los negros, perdió la vida en la cárcel de Oualata dos años más tarde.

Literatura contemporánea

Aún tímida, la literatura mauritana se hizo más accesible con las generaciones de la segunda mitad del siglo XX, y siguió expresándose en todas sus formas: teatro con Moussa Diagana(La Légende du Wagadu vue par Sïa Yatabéré, Targuiya, Un quart d'heure avant...) y poesía(Cherguiya: odes lyriques à une femme du Sahel, Notules de rêves pour une symphonie amoureuse, de la que se extrae "Mon pays est une perle discrète", fórmula que se convertirá en proverbial) con Ousmane Moussa Diagana. En su novela Îlot de peine dans un océan de sable, Di Ben Amar da vida a un héroe nómada del norte de Mauritania que ha ido a Dakar en busca de fortuna. Su búsqueda se convierte en una epopeya infeliz y en un símbolo del doloroso viaje de la pérdida de la tradición a la modernidad. Este tema se repite en El último de los nómadas de El Ghassem Ould Ahmedou, lo que confiere a su libro un innegable significado etnográfico. Si, en los albores de los años noventa, Moussa Ould Ebnou intentó incursionar en la ciencia ficción(L'Amour impossible, Barzakh), pronto se impusieron sus temas predilectos que vinculan la literatura a las cuestiones cotidianas, cuando no denuncian problemas de sociedad, como en J'étais à Oulata : le racisme d'État en Mauritanie de Alassane Harouna Boye (L'Harmattan) o en Otages, libro de marcado acento autobiográfico de Mama Moussa Diaw, autor que creció entre Mauritania y Senegal, y sufrió los enfrentamientos que enfrentaron a estos dos países en 1989.

El testimonio puro se une a la corriente realista y el estilo se afila con escritores que finalmente adquirieron un alcance internacional al romper las barreras editoriales. Así, el poeta Abdoul-Ali War, nacido en 1951 en Bababé y residente en Francia donde trabaja en la industria cinematográfica, publicó en 2020 su colección J'ai égaré mon nom (He extraviado mi nombre ) con Editions Obsidiane. En cuanto a Mbarek Ould Beyrouk, aunque sigue en el catálogo de Elyzad (editorial tunecina cuyos libros también se distribuyen en Francia) con algunos de sus títulos emblemáticos como Le Griot de l'émir y Je suis seul, ahora también se ha incorporado al catálogo de Sabine Wespieser en 2021 con Parias, una confesión en la que se perfila la Mauritania de hoy. Ganadora del prestigioso premio Ahmadou-Kourouma en 2016 por Le Tambour des larmes (Elyzad), la historia de una joven que se queda embarazada y debe huir del matrimonio que sus padres quieren imponerle, Beyrouk es sin duda una de las voces mauritanas importantes, pero tampoco hay que olvidar a Aichetou, que lleva la voz de sus congéneres femeninas en sus textos, que oscilan, en un bello equilibrio, entre el cuento, el relato corto y la poesía(Je suis N'Daté... la Fin des esseulées, Au-delà des frontières, etc.).). Bios Diallo -que dirige la asociación Traversées Mauritanides, que trabaja desde 2006 en la promoción de escritores a través de una página web, la organización de encuentros literarios y la gestión de un centro de barrio- ha publicado con L'Harmattan(Les Pleurs de l'arc-en-ciel, Les Os de la terre, Une vie de sébile) y con Obsidiane(La Saigne). También colabora en la magnífica revista Apulée iniciada por Hubert Haddad en el seno de la editorial Zulma. Por último, la jovencísima Fanta Dramé publicó una primera novela con Plon, en 2022, que tiene todos los visos de ser una historia real, ya que en Ajar-Paris relata la vida de su padre -nacido en Mauritania, exiliado en Francia- y, a través de él, su doble cultura.