Entre regs, ergs y oasis
Desiertos rocosos o dunas de arena en el norte de Mauritania: en el Adrar domina el mineral y la vegetación es muy escasa. Los camellos consiguen alimentarse de algunos arbustos y acacias, que resisten a la aridez del Sáhara. Y entonces, en el recodo de una duna o de un macizo rocoso, se revela un oasis, un remanso de verdor en medio del desierto: abundan las palmeras datileras, que ofrecen un poco de sombra y la posibilidad de cultivar algunas plantas bajo su follaje. La aldea ecológica de Maaden es un ejemplo, apoyada por el Fondo de Dotación Pierre Rabhi. Más al Sur, la vegetación se hace más densa: árboles de caucho, cuya goma arábiga ha sido durante mucho tiempo una importante fuente de ingresos para el país, baobabs, cuyos frutos, hojas y semillas se comen... Hasta llegar a las orillas del río Senegal, donde mangos, limoneros, papayeros y otros frutales compiten con una selva florida.
Parque Nacional del Banc d'Arguin
A lo largo de la costa mauritana, entre Nuadibú y Nuakchot, se encuentra el Banco de Arguin, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Aunque es conocido por haber sido el lugar del naufragio de la famosa fragata francesa La Méduse, este ecosistema alberga una notable diversidad de aves, varias especies de tortugas y mamíferos, así como bancos de peces. Entre dunas, islotes, aguas poco profundas y pantanos, el Banco de Arguin representa un total de 12.000 km². Excepcionalmente contrastado, es el hábitat más importante del Atlántico occidental para las aves reproductoras de África Occidental y las limícolas migratorias de la zona paleártica. La parte marítima es también el lugar de una importante actividad biológica: las aguas están repletas de peces y acogen delfines y otros mamíferos marinos.
Bajo el océano
A las costas mauritanas llegan alternativamente una corriente fría procedente de las Canarias y una corriente cálida procedente del Golfo de Guinea, lo que explica la increíble diversidad de la fauna marítima. No es la única razón: el litoral, sometido a los vientos alisios del noreste, experimenta importantes afloramientos de aguas frías del fondo a la superficie. Estas aguas, ricas en nutrientes, son la fuente de una intensa actividad del fitoplancton y, por tanto, del desarrollo de toda la cadena alimentaria, desde el zooplancton hasta los peces, mamíferos marinos y aves marinas. Si le gusta pescar, podrá llevarse salmonetes, rayas, doradas, meros, barracudas, lubinas, atunes, caballas, pulpos y langostas Pero cuidado, el país ya está sufriendo el expolio de las industrias rusa, china, turca y otras, lo que ha dejado el océano desprovisto de muchas especies. Al norte de Nouadhibou, el Cabo Blanco alberga una especie en peligro de extinción, la foca monje, que quizá tenga la oportunidad de observar si tiene paciencia En la actualidad, sólo hay unas 500 focas monje en el mundo, y sólo en la colonia de Cabo Blanco se calcula que hay unos 200 ejemplares. Esta costa está formada por altos acantilados con cuevas inaccesibles para los humanos, lo que la convierte en un territorio ideal para las hembras, que dan a luz a una sola cría cada dos años. La foca monje, que alcanza un peso de 300 kg y una longitud de 3 metros cuando es adulta, no tiene problemas para alimentarse en aguas tan generosas.
Parque Nacional de Diawling
Situado en el delta inferior del río Senegal, el Parque Nacional de Diawling se creó en 1991: como las zonas naturales del río se habían degradado por la construcción de presas, una superficie de 16.000 ha se convirtió en lugar protegido y hogar de numerosas especies vegetales y animales: aves migratorias, garcetas, cormoranes, pelícanos y garzas se alojan allí atraídos por la presencia de peces, sobre todo durante el invierno. Desde hace diez años, los gestores del parque recrean las inundaciones estacionales mediante diques y estructuras, principal fuente de riqueza del parque. Pero el agua es cada vez más escasa, al igual que los cocodrilos que solían vivir allí. Lo que queda son facóqueros, ganado vacuno y algunas cabras, que hacen compañía a los dromedarios y se dan un festín con la flora de los manglares.
Oda al Rey del Desierto
Si hay un emblema del Sáhara, ése es el dromedario, ¡el rey del desierto! Se calcula que en Mauritania hay 2 millones de camellos, es decir, ¡un camello por cada dos habitantes! Se utiliza por su carne, su leche, su piel y por su increíble cooperación para transportar equipajes y personas, sobre todo en la región del Adrar. La falta de agua no le asusta, el dromedario puede recorrer cientos de kilómetros sin beber. El dromedario es tímido y no le gusta que le toquen. Es increíble verlos llegar de la nada, en medio del desierto, o en el asfalto entre Nuakchot y Nuadibú, perfectamente libres y solitarios.
Biodiversidad amenazada
Los dos parques nacionales de Mauritania desempeñan un papel esencial para garantizar la supervivencia de especies animales y vegetales en un país emergente con recursos insuficientes para proteger el medio ambiente. La carretera alquitranada que une Nuadibú con Nuakchot circunvala el Parque Nacional del Banc d'Arguin, lo que antes no ocurría y ponía en peligro la fauna y la flora. Un problema importante es la presencia de bolsas de plástico por todas partes, en el suelo, incluso en el desierto... Sabemos que este material tarda varias décadas en reciclarse, pero prohibirlo no es una prioridad. Hasta hace poco, ¡se podía ver un cementerio de barcos al sur de Nouadhibou! Yacían allí, donados por algunos países ricos: una flota de barcos entregados, sin tripulación formada para conducirlos... Como resultado, 150 barcos que nunca habían salido al agua se oxidaban inexorablemente cerca de la costa... Afortunadamente, ya no forman parte del paisaje. En el aspecto marítimo, la sobreexplotación de las aguas mauritanas por las fábricas extranjeras no es objeto de debate, basta con ver a los pescadores locales que regresan con las manos vacías de su búsqueda artesanal diaria. Sería bueno garantizar la sostenibilidad de la pesca y una mejor gestión de los recursos pesqueros...
