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Tesoros de los orígenes

Los yacimientos del Parque Nacional del Río Abiseo, los más antiguos de los cuales datan de hace 6.000 años, son testigos de un asombroso dominio del espacio (red de caminos, terrazas agrícolas) y de una impresionante arquitectura ceremonial. Estos elementos se encuentran en la ciudad sagrada de Caral-Supe, cuyos orígenes se remontan a 5.000 años atrás. Es una ciudad de tierra y piedra organizada en torno a plataformas monumentales y grandes patios circulares, así como a impresionantes estructuras piramidales. En aquella época, la situación sísmica ya preocupaba a los constructores, que colocaban shicras, cestas de piedras, en la base de las casas para disipar las olas. La joya de la cultura Chavín, el yacimiento de Chavín de Huántar, centro ceremonial y cultural, cuenta con majestuosos edificios de piedra labrada e impresionantes terrazas artificiales, todo ello con vistas a una increíble red de galerías subterráneas que sirven tanto de conductos de ventilación como de alcantarillado. El lugar también es famoso por su riqueza decorativa. Los motivos zoomórficos, antropomórficos y geométricos están grabados en enormes bajorrelieves y vigas de piedra. En la región de Puno, la civilización de Tihuanaco también cultivó este arte del gigantismo en impresionantes chullpas o torres funerarias, las más altas de las cuales pueden alcanzar varias decenas de metros. La cultura Huari desarrolló un sentido muy avanzado de la planificación urbana. Su capital, Huari, tenía un trazado geométrico y una rigurosa división en distritos, estando el conjunto urbano protegido por una muralla. Los Huari utilizaron esta disposición en su fortaleza de Pikillacta, que albergaba nada menos que 700 casas de adobe (barro y paja). Este material también se utiliza en Chan-Chan, capital de los Chimú. Hay una rigurosa zonificación urbana y descubrimos 9 ciudadelas delimitadas por gruesos y altos muros... ¡de tierra! Las huacas o templos se identifican por su estructura piramidal con plataformas. Los ejemplos más bellos se pueden ver en Trujillo, un sitio inseparable de la gran cultura Moche. La Huaca del Sol y la Huaca de la Luna impresionan con sus monumentales estructuras de tierra. El impresionante sitio de Kuélap es un testimonio del poder de los Chachapoyas. Vea las imponentes murallas de esta ciudadela, donde se puede admirar la división en diferentes sectores, la importancia de los andenes y espacios abiertos y el Templo Mayor circular. La planta circular es una constante entre los chachapoyas, como demuestra el yacimiento de Ollape con sus cientos de viviendas circulares de piedra caliza y mortero de barro. Las cornisas de piedra están decoradas con magníficos frisos geométricos. Para terminar este recorrido no exhaustivo de las riquezas preincaicas, no se pierda el sitio de Chanquillo en Casma , cuya arquitectura fue enteramente diseñada para transformar el edificio en un instrumento de calendario

El poder incaico

La arquitectura inca se basa en el respeto a la topografía, y cada edificio sigue armoniosamente sus contornos. Los astros también desempeñan un papel fundamental en la construcción de los monumentos, cuya alineación con el sol o la luna nunca es fruto del azar. Los incas también son famosos por haber inventado un sistema de bloques monumentales de piedra pulida, cortados con precisión para que los bloques encajen perfectamente, sin mortero. Estos gigantes de piedra resistieron a los terremotos gracias a un espacio imperceptible que les permitía rebotar durante los seísmos y volver a caer exactamente en su posición original. En cuanto a la decoración, los edificios incaicos se caracterizan por una sobriedad exterior que sólo se ve alterada por la forma trapezoidal de los vanos (puertas, ventanas, nichos). Los interiores, en cambio, eran objeto de una gran atención decorativa, sus paredes estaban revestidas con placas de oro y plata. Grandes constructores, los incas fueron también grandes ingenieros, desarrollando el cultivo en terrazas a gran escala y estableciendo el legendario Qhapaq Nan. Los 4 caminos principales de esta red partían de Cusco. Con sus carreteras pavimentadas, puentes colgantes, gigantescas escaleras y otros sistemas de canalización y drenaje, los incas supieron apropiarse de un terreno hostil. El más famoso de los sitios incas es, por supuesto, Machu Picchu. Construida a partir de un corte en la montaña, la ciudad ilustra el genio inca para la construcción, combinando planificación urbana, arquitectura e ingeniería. Cuzco, la antigua capital inca, alberga numerosos testigos de su mítico pasado, empezando por los restos del Qoricancha o Templo del Sol, protegido por un grueso muro de piedra pulida y cuyas paredes estuvieron en su día totalmente recubiertas de oro. Un tesoro protegido no muy lejos por la fortaleza de Sacsayhuaman con su impresionante recinto en triple zigzag. Otra hazaña inca es el Q'eswachaka. Es el último puente colgante hecho completamente de hierba y madera. Abarca 35 m del río Apurimac y se reconstruye cada primavera desde hace 5 siglos

La herencia colonial

En toda Sudamérica, las ciudades coloniales se organizan en forma de damero, con las calles desembocando en una gran plaza central bordeada de soportales, la Plaza Mayor o Plaza de Armas, donde se concentran los poderes. Aunque Perú no es una excepción, las ciudades coloniales han desarrollado su propia identidad, como Arequipa, apodada la ciudad blanca por la roca volcánica (sillar) de la que fue tallada. La ciudad es famosa por sus casonas. Organizadas en torno a suntuosos patios a los que se accede a través de impresionantes porches y portales esculpidos, estas casas se distinguen por sus fachadas con decoraciones esculpidas. Lima, en cambio, rivaliza en audacia decorativa con los suntuosos balcones de madera tallada de sus casas coloniales, diseñados como moucharabiehs árabes que permiten ver sin ser vistos. La Casa de Osambela tiene nada menos que 5 de ellas Cajamarca se caracteriza por su arquitectura típicamente hispano-andina, ilustrada por sus edificios en los que se mezclan armoniosamente el adobe y la piedra volcánica. Pero es, por supuesto, en Cuzco donde esta mezcla hispano-andalusí es más visible. La Plaza de Armas se extiende sobre el antiguo espacio ceremonial inca, Huaccapayta, aunque éste fue ligeramente reformado para corresponder más estrechamente a los cánones europeos, mientras que el centro histórico conserva en muchos lugares el trazado histórico inca. Cimientos incaicos para casas coloniales que se reconocen por su silueta encalada, sus balcones de madera tallada y las piedras que enmarcan puertas y ventanas. Pero la huella colonial es sobre todo religiosa. Las ciudades están cubiertas de iglesias y conventos, comoAyacucho, apodada la ciudad de las 33 iglesias. Desde el punto de vista estilístico, esta arquitectura religiosa transpone con mayor frecuencia los códigos del Renacimiento plateresco entonces en boga en Europa, como lo demuestran las iglesias de la Plaza de Armas de Cajamarca con sus fachadas de piedra finamente trabajadas. Pero estos elementos renacentistas se combinan a menudo con elementos góticos y románicos, sobre todo en el trabajo de las bóvedas y en la simplicidad de las plantas, y sobre todo con elementos mudéjares, es decir, de inspiración árabe, pensando en los artesonados esculpidos y en los motivos estelares. Luego, a finales del siglo XVII, cuando el país sufrió otro destructivo terremoto, las iglesias y conventos se reconstruyeron en un estilo barroco bañado en oro y estuco. Uno de los más bellos ejemplos de esta mezcla de estilos es la iglesia de San Pedro de Andahuaylillas, apodada la "Capilla Sixtina de los Andes", cuya sobria fachada renacentista alberga una profusión de oro y pintura y soberbios artesonados policromados. Los complejos monásticos no se quedan atrás, con sus claustros y galerías cubiertos de suntuosos azulejos y sus cúpulas y techos con casetones de madera tallada. El complejo conventual de San Francisco de Asís en Lima y los conventos de la Merced y San Francisco en Cusco son los más bellos del país. Sin embargo, si se observan con detenimiento algunos de estos edificios religiosos, se descubrirá que en el corazón de una decoración muy cristiana hay motivos típicamente indígenas (sol, luna, puma, sirena, flora tropical...)... una mezcla sorprendente que se ha denominado barroco andino. Se encuentra en la catedral de San Carlos Borroméo en Puno o en la catedral de Nuestra Señora de la Asunción en Cusco. Una mezcla que también se encuentra en los templos rurales de Cusco inseparables de las reducciones indígenas, como Oropesa o Huaracondo, destinados a evangelizar a las remotas poblaciones indígenas. Los artesanos que trabajaron en su construcción eran locales, lo que explica la sencillez formal de los planos, pero sobre todo la bella factura de la madera local y la presencia de una rica decoración india. Los templos barrocos del Collao asombran por su monumentalidad pétrea que domina los paisajes circundantes, como el Templo de San Francisco de Asís en Ayaviri.

Eclecticismo y modernidad

En Iquitos, los grandes industriales del caucho, muchos de ellos europeos en aquella época, quisieron lucir su recién adquirida fortuna en casas que parecían palacios señoriales, mezclando todos los estilos neo posibles y con azulejos españoles y portugueses. La ciudad también es famosa por su Casa de Fierro, cuyo nombre es engañoso, ya que este sorprendente edificio no es de hierro... ¡sino de acero! Traído en forma de kit desde París, es un testimonio de la flexibilidad y modularidad de las estructuras metálicas... pero, en contra de la leyenda, no es obra de Gustave Eiffel, sino probablemente del belga Joseph Danly Asimismo, el famoso puente Simón Bolívar o El Puente de Fierro, con sus 280 m de longitud y su impresionante estructura de celosía, es obra del estadounidense Henry Meiggs; mientras que la hermosa fuente de hierro fundido de Tacna es obra de... ¡los ingleses! En esta época, Lima entraba en una gran fase de modernización. Aparecieron el alumbrado público, los tranvías, las nuevas avenidas asfaltadas, el abastecimiento de agua potable y los edificios de hierro, hormigón y cemento, aunque las clases populares siguieron construyendo con materiales y técnicas tradicionales (cimientos de ladrillo y suelos de quincha, es decir, hechos con un armazón de madera o caña cubierto de barro y yeso). Esta modernización vino acompañada de nuevos estilos, con el Art Nouveau a la cabeza. Las fachadas estaban decoradas con motivos florales y los salones estaban cubiertos de hermosas vidrieras. La Casa Courret es un magnífico ejemplo. Al mismo tiempo, otros edificios vieron florecer frontones, cornisas y pilastras en un renacimiento italiano... Perú se busca a sí mismo. Como muestra este estilo republicano con su pompa monumental que toma prestado de todos los neoestilos, como el Palacio de Justicia de Lima que pretendía ser una reproducción del Palacio de Justicia de... Bruselas, ¡sin la cúpula! El neoclasicismo también se utiliza en abundancia, como muestran los edificios porticados de la Plaza Mayor de Lima. Sin embargo, la ciudad ha sabido abrirse a los primeros impulsos del modernismo con edificios decididamente Art Decó, algunos de los cuales toman prestados sus ojos de buey y balcones de líneas curvas del estilo del transatlántico, mientras que los motivos geométricos y las composiciones asimétricas realzan las fachadas de hormigón.

Arquitectura contemporánea

Por muy destructivo que fuera, el terremoto de 1950 permitió a Cusco redescubrir la riqueza de su patrimonio inca, lo que impulsó a los sucesivos municipios a preservarlo. Esta conciencia es mucho menor en Lima, que ha crecido desde los años 50 sin ningún tipo de planificación. Las chabolas o pueblos jóvenes se suceden en la periferia, multiplicando las viviendas que, de ser básicas, de acero o madera contrachapada, han pasado a ser permanentes, de cemento. Sin embargo, a partir de los años cuarenta y cincuenta, arquitectos e intelectuales, en particular los del grupo Espacio, intentaron poner en marcha nuevas investigaciones formales. La capital se convirtió entonces en la campeona de un modernismo brutalista que ilustraba el potencial técnico y formal del hormigón, antes de dar paso al estilo internacional y a sus edificios con muros cortina de cristal, como el Edificio Javier Alzamora Valdez y su fachada de cristal convexa. A partir de los años sesenta, la ciudad trató de remediar el problema de la vivienda lanzando campañas de vivienda social y financiando proyectos más experimentales, como el barrio de Previ, con sus casas blancas cúbicas de tejado plano organizadas en torno a patios abiertos y arbolados... pero sus proyectos no marcaron la pauta. Y mientras la capital sigue expandiéndose y otros proyectos amenazan otros lugares, como el aeropuerto de Cusco previsto para 2025, que debería transformar radicalmente la faz del Valle Sagrado de los Incas, otros arquitectos han optado por la pureza y la vuelta a la tradición del respeto a los materiales y al medio ambiente. Es el caso, en particular, de Luis Longhi, que diseñó el sorprendente proyecto de viviendas de Moray, donde las siluetas de las casas, inspiradas en la naturaleza mineral del lugar, se integran en un vasto espacio aterrazado, eco de la estructura de la antigua ciudad inca; o incluso de algunas de las villas más bellas del país, como la Casa Pachacamac, semienterrada, cuyas aristas geométricas del tejado responden a las montañas circundantes. La misma consideración por el medio ambiente se encuentra en el multipremiado proyecto de la agencia irlandesa Grafton Architects para el Campus de la UTEC en Lima, un asombroso campus vertical con sus terrazas ajardinadas y la alternancia de nichos y salientes que recuerdan el abrupto relieve de las montañas. Para afrontar el reto del mañana, los arquitectos también podrían inspirarse en las viviendas vernáculas peruanas, como las islas flotantes y las casas de caña del pueblo de los Uros en el lago Titicaca, o las casas de palma sobre pilotes o plataformas flotantes de los habitantes de las orillas del Amazonas, o simplemente el hábitat quechua que perpetúa la tradición milenaria de las construcciones de adobe, ¡capaces de resistir los embates de la tierra!