Confection en laine d'alpaga © dimarik - iStockphoto.com.jpg
iStock-182802594.jpg

Miles de productos textiles

Hay tanta, tanta, tanta variedad de textiles que la cabeza da vueltas rápidamente. Hay muchos mercados de artesanía y algunas ciudades como Cusco tienen tantas tiendas y mercados que puedes pasar un día o dos en ellos. Las prendas más comunes son las chompas, los ponchos, las mantas, los guantes, los sombreros y las bufandas, sin olvidar los bolsos de viaje, las carteras y los elegantes cinturones, preferiblemente tejidos por ambos lados. Cada región tiene sus propios diseños tradicionales, que pueden encontrarse en los mercados de Lima o Cusco, pero un ojo experto podrá decirle de qué región procede cada producto. Los cinturones más bonitos, decorados con motivos geométricos incas, se compran en Cusco. Mientras que los cinturones con grandes flores bordadas provienen de Ayacucho. Todavía se pueden encontrar ponchos antiguos, especialmente en Cusco; es importante observar el tejido y la calidad del trabajo. También es posible comprar uno nuevo tejido según los métodos tradicionales, pero en este caso es aconsejable visitar las cooperativas artesanales, que son los lugares donde la calidad es más fiable, como el Centro de Textiles Tradicionales del Cusco, que además firma cada producto con la mano del artesano que lo ha creado. En muchas comunidades, la presentación del proceso de elaboración de la obra: desde la esquila, pasando por la preparación de la lana, hasta los baños de color natural y los telares forman parte de la experiencia comunitaria que se ofrece.

En el Amazonas se tejen hermosas hamacas de algodón y fibra vegetal, muy resistentes. La artesanía shipibo, originaria de Pucallpa pero extendida por toda la selva, ofrece magníficos tapices con diseños geométricos en negro, marrón y crudo y bordados con hilos de colores que reflejan la mística tradicional de esta etnia. Los mejores bordados provienen de Monsefú y Eten (cerca de Chiclayo) y Cajamarca. Las alfombras de Ayacucho (distrito de Santa Ana) o de San Pedro de Casta (Lima) representan patrones geométricos prehispánicos, unidos a perspectivas occidentales.

Caramelos de alpaca

Es la lana más fina y suave y, cuando se trabaja con cuidado, es un placer sentir esta textura ligera pero cálida. Por supuesto, el mercado de la alpaca es a veces difícil de navegar. Puedes encontrar jerseys, guantes, chales, bufandas y, por supuesto, ponchos. Para saber si el producto es realmente 100% alpaca como indica la etiqueta, hay que aprender a tocar y pesar la calidad. El precio también es un criterio, porque esta lana es cara y si quieres darte un capricho, tendrás que pagar el precio. La alpaca también puede combinarse con lana de guanaco o vicuña, que es aún más fina. En Arequipa se encuentran las principales fábricas y marcas de calidad. En Cusco y Lima también hay marcas emblemáticas y de referencia que garantizan una compra segura que debe durar muchos años. La marca Kuna (kunastores.com), por ejemplo, detalla la especificidad de cada lana procesada, pero los precios son muy cercanos al mercado americano o europeo. Entonces no hay nada que le impida enamorarse de modelos más sencillos que combinan la suavidad de la alpaca con una lana más clásica como la de oveja

Vajilla y artículos de decoración

Los conocimientos técnicos son también los de los alfareros o escultores. También en este caso, las regiones se distinguen por motivos o materiales específicos. Los toritos de Pucará, elaborados cerca de Puno, han adquirido fama mundial. Hechos y pintados a mano, estaban destinados originalmente a ceremonias mágico-religiosas (también para marcar el ganado), como ofrendas a los dioses de la montaña. Estos coloridos toritos se han puesto al día y las tiendas de concepto también presentan nuevos materiales que permiten que el torito quepa en una maleta sin romperse. En Cuzco, los platos y otras vajillas son de arcilla y están pintados con motivos geométricos inspirados en los motivos sagrados precolombinos. Las cerámicas "grotescas" o "vulgares", inspiradas en las de Quinua, un pequeño pueblo en las afueras de Ayacucho, representan figuras de formas desproporcionadas. Estas cerámicas reproducen iglesias, animales, escenas folclóricas y candelabros, y son muy apreciadas por el color rojo y crema del barro utilizado, su expresiva sencillez casi infantil. En los alrededores de Piura, en Chulucanas (particularmente en el distrito de La Encantada), se produce una cerámica utilitaria y decorativa que muestra un gran dominio de los colores negro y marrón. Estas cerámicas se pueden encontrar en los mercados de Cusco, Lima y Arequipa. Los indígenas shipibos, cercanos a Pucallpa (al igual que los arabeleses), decoran su cerámica con motivos geométricos y antropomórficos en los que dominan el marrón y el negro. Su arcilla, llamada neapo, es muy maleable.

Otro material muy específico de los Andes es el utilizado para moldear pequeñas figuras. En la región de Cusco, los objetos se modelan en una pasta hecha con harina de trigo y arroz, patatas, papel maché y yeso. Representando personajes y escenas bíblicas (Reyes Magos, Sagrada Familia, Virgen María y arcángeles), se entregan a los niños peruanos al nacer. Los principales artesanos-artistas son los Mendivils, cuyos talleres se encuentran en la plaza de San Blas de Cusco. En la región de Ayacucho, tallan pequeños personajes de la misma arcilla y los colocan en bonitas cajas de colores llamadas retablos. Estos trípticos relatan escenas de la vida cotidiana (fiestas y bailes, corridas de toros, procesiones, etc.). Las hay de todos los tamaños y, según la habilidad del artesano, con más o menos detalles, pero algunas obras son simplemente sorprendentes y de una calidad poco común. La reputación de estos artesanos es ahora internacional. Estos retablos son también a veces un verdadero modo de expresión para tratar de contar la historia de la época terrorista o las difíciles condiciones de la vida actual frente a la modernidad, por ejemplo. La preciosa película Mi padre (2017) de Álvaro Delgado-Aparicio da una buena visión de este oficio

Otro objeto típico andino que nos habla de la época precolombina es el famoso mate burilado. La tradición de grabar la calabaza se remonta a la época anterior a la cerámica (hace 3.500 años, como demuestran los hallazgos de Huaca Prieta en el valle de Chicama). Practicado con el punzón en las regiones de Huancayo y Ayacucho, o con el grabado en los alrededores de Chiclayo, este arte es fuente de magníficas piezas que reflejan la historia de Perú y sus tradiciones. Los más bellos mates burilados provienen de Cochas, cerca de Huancayo. Punto por punto, la escena está cincelada en la calabaza y uno podría pasar horas leyendo sobre ella.

Por último, en Perú se encuentran espejos y marcos de madera tallada muy bellos, dorados con pan de oro, de estilo barroco de las iglesias. Los precios son bastante asequibles y la mano de obra es extremadamente fina. Los espejos de Cajamarca, por ejemplo, están decorados con motivos florales al más puro estilo veneciano. En el Amazonas se pueden encontrar utensilios de cocina de palo de sangre o de madera de olivo. Estos artículos sólo están disponibles en Iquitos y en el Mercado Indio de Lima.

Joyas con una fuerte identidad

Se sabe que los chavines fueron los primeros en trabajar el oro (hacia el año 1000 a.C.), luego los mochicas, los chimúes y los lambayeques tomaron el relevo. Así de expertos se volvieron en este campo. Para ser auténtica, la plata debe llevar la marca 925. También se trabajan el ónice, la turquesa, la obsidiana y el ópalo, así como el "spondylus", una concha considerada antaño "el alimento sagrado de los dioses".

Las más conocidas son las joyas de plata u oro de Catacaos (departamento de Piura): son típicas del arte mixto de la Costa Norte (filigrana de oro, técnica heredada de la cultura Vicus). En todas las regiones andinas se trabaja la plata y también se encuentra el fino trabajo de la filigrana. El matrimonio con piedras preciosas es la firma del país.

En este sentido, muchos artesanos y viajeros ofrecen su trabajo sobre el terreno en las ciudades turísticas. Suelen trabajar con estaño, cobre o incluso macramé, pero algunos merecen la pena. En cualquier caso, saben valorar su trabajo y son formidables en los negocios. En Lima y Cusco han surgido pequeñas marcas o, más a menudo, pequeñas tiendas multimarca que han conservado su saber hacer y han modernizado la joyería para hacer anillos ligeros y otros grigris energéticos

Chicha y otras creaciones contemporáneas

Perú es también un país muy creativo que ha conseguido crear nuevas marcas o mezclas de géneros a partir de esta cultura artesanal. No es raro encontrarse con las tradicionales faldas bordadas mezcladas con vaqueros y en formato mini, por ejemplo, en mercados o ferias. De este alegre crisol nació también la cultura de la chicha, que ya es ineludible. Se reconoce por sus letras coloridas, casi fosforescentes, inspiradas en los colores andinos, y por su particular estilo. Nacida de los carteles de los conciertos de música del mismo nombre (la famosa chicha nacida en los barrios periféricos de Lima de la nostalgia de los emigrantes andinos), ahora se adhiere a bolsos, camisetas o chaquetas, al igual que símbolos culturales como los dragones de la Diablada u otras máscaras de bailes folclóricos. Esta moda identitaria está muy presente entre los jóvenes y, por tanto, no sólo está ahí para el turista. Una rápida visita a la Feria de La Unión en Barranco, por ejemplo, debería darle una idea.

Por último, hay que quitarse el sombrero ante el proyecto francés de Thomas Jacob, un bretón, de Pieta (projectpieta.com/en) que hace moda urbana a partir de cárceles peruanas con lemas en español. Están presentes en los centros comerciales de Lima, pero también en todas las entregas