Le réalisateur Alain Gomis, entouré des deux producteurs Arnaud Dommerc et Oumar Sall, avec le prix du Grand Jury reçu pour son film Félicité, 67e Berlinale © Cineberg - Shutterstock.com  .jpg

Los comienzos

En 1955, un grupo de cineastas africanos, encabezados por los senegaleses Paulin Soumanou Vieyra y Mamadou Sarr, rodaron Afrique-sur-Seine y pusieron así (quizá por primera vez) a África en el punto de mira del cine. Un pequeño éxito, que comienza con imágenes de niños despreocupados jugando y retozando en el río antes de transportar al público a París, llevándole en autobús o en Vespa por las principales arterias reconocibles en las postales. Tomamos una copa en la terraza de un café, terminamos la velada bailando salsa, mientras nos preguntamos y comentamos la vida de los africanos en esta "capital del mundo, del África negra", como comenta el propio Vieyra. Dos años más tarde, el grupo volvió a hacerlo con Un homme, une vie, un idéal. Se habían sentado las bases y se habían despertado las ansias cinematográficas de los senegaleses. Lo que quedaba era hacer películas africanas sobre África. El boom de la producción de los años sesenta, que dio al país recién independizado el título de Saint-Germain del continente, se encargó de ello. Paulin Soumanou Vieyra y otras futuras figuras como Abacar Samb Makharam, Yves Badara Diagne y Momar Thiam entraron poco a poco en danza. Blaise Senghor, fundador de la Unión Cinematográfica Africana (UCINA), coprodujo, entre otras, Grand Magal à Touba, película que ganó el Oso de Plata en Berlín. Estos brillantes años sesenta también vieron revelarse el talento cinematográfico del escritor Ousmane Sembène, nombrado miembro del jurado del Festival de Cannes en 1967. Sembène y su Noire de... marcaron sin duda esta década, y su "meyotage" (el ingenio del director para financiar sus películas) fue la suerte de muchos aficionados que empezaron a hacerse un nombre.

Desde los años 70 hasta hoy

La década de 1970 marcó un punto de inflexión para el cine senegalés. La escuela de Sembène dio paso a nuevas visiones, como la de Djibril Diop Mambéty, cuyo Touki Bouki dejó una fuerte impronta. Aparecieron estructuras. El pequeño mundo de los cineastas se organiza: nacen los Cinéastes sénégalais associés (CINESEAS) y el Bureau de la cinématographie. Por último, el propio Estado puso en marcha una serie de iniciativas destinadas a impulsar las producciones nacionales. En 1972, aparece la Société nationale de la cinématographie (SNC), luego la Société d'importation, de distribution et d'exploitation cinématographique (SIDEC, 1973). Sin embargo, si todos estos nombres reflejan una voluntad de hacerlo bien, ninguna organización consigue mantener las promesas hechas al séptimo arte senegalés. En 1978, el Fonds de soutien à l'industrie cinématographique (FOSIC) quiso sustituir al SNC, luego, en 1984, fue el turno de la Société nouvelle de production cinématographique (SNPC) de intentar tomar el relevo, en vano. El Estado se retiró en 1990, propuso un plan de reactivación en 1994, y el esquema parece repetirse una vez más. A partir de ahora, los cineastas recurren a fondos internacionales, en particular al Fondo Panafricano para el Cine y el Audiovisual, lanzado en 2010 por la Federación Panafricana de Cine, con el apoyo de la OIF. En Dakar, donde los cinéfilos podían elegir entre unos cuarenta sitios a principios de los años ochenta, sólo unos pocos lugares siguen proyectando películas: el Instituto Francés, el Instituto Goethe y Au cinéma ce soir, una asociación que proyecta unos días al mes en el teatro Sorano las mismas películas que pueden verse en París. Tras 25 años de ausencia del paisaje senegalés, la capital se ha dotado recientemente de dos complejos cinematográficos, el Canal Olympia Teranga, cerca del Grand Théâtre, y el cine Sembène Ousmane, en el bulevar Martin Luther King, que ofrece proyecciones en 2, 3 y 5D. Privados del séptimo arte durante demasiado tiempo, los senegaleses vuelven a acudir en masa a las salas de cine.

Alain Gomis y la renovación

Corren tiempos difíciles, pero no parece que se haya pasado página definitivamente, ya que, a pesar de la falta de medios y de visibilidad, surgen algunos nombres: Moussa Sène Absa, Mansour Sora Wade, Joseph Gaï Ramaka, Moussa Touré, Alain Gomis... Este último, nacido en Francia en 1972 de padre senegalés y madre francesa, comenzó su carrera en el sector audiovisual como animador de talleres de vídeo para la ciudad de Nanterre. En 2001 dirigió su primer largometraje, L'Afrance, que le descubrió el mundo del séptimo arte. Le siguieron Petite Lumière (2003), Ahmed (2006) y Andalucía (2008). El año 2012 marcó el regreso de Gomis, que vio cómo su largometraje Tey en wolof(Aujourd'hui, en francés) era seleccionado para el prestigioso Festival de Berlín (que ganó el Etalón de Oro en FESPACO al año siguiente). 2012 también fue un buen año para Moussa Touré, que presentó su película La Pirogue en el Festival de Cannes, en la categoría "Un certain regard". En 2017, Gomis dio otro paso adelante en su carrera cinematográfica al ganar el Gran Premio del Jurado en la 67ª Berlinale con su último trabajo, Félicité. Estrenado en cines a finales de marzo de 2017, este largometraje narra la lucha de una madre, cantante en un bar de Kinshasa, por pagar la operación de su hijo tras un accidente de moto. Más recientemente, la directora franco-senegalesa Mati Diop recibió el Gran Premio del Festival de Cannes en mayo de 2019 por su largometraje Atlantique, una conmovedora película sobre la inmigración. El año 2020 marca la cuarta edición del Festival de Cine Femenino Africano, el primer evento cinematográfico senegalés dedicado íntegramente a las mujeres. Esta edición se celebró en Dakar y estuvo dedicada a "Las mujeres en resistencia", continuando así su contribución a la igualdad de derechos entre mujeres y hombres en Senegal. Ese mismo año, Tiziana Manfredi y Marco Lena confirmaron el hallazgo de nada menos que 5.900 bobinas de películas senegalesas, encontradas en 2009. Durante una visita a Senegal con motivo de un permiso de rodaje, estos investigadores italianos descubrieron este auténtico tesoro en un edificio abandonado. Diez años de formación después y con la ayuda de Hugues Diaz, director de la Cinématographie du Sénégal, Manfredi y Lena restauraron y procesaron lo que parece ser todo el archivo audiovisual del país (de los años 60 a los 80). Un descubrimiento increíble para el cine senegalés.