El pueblo es famoso por su abadía, construida en el siglo XII por un noble caballero, Pons de Leras. Al final de su vida, juzgando que ya era hora de redimirse, fundó un monasterio cisterciense en medio de la nada, pero cerca de una fuente termal. Los textos antiguos del cartulario nos muestran la influencia de la abadía en todos los ámbitos: religioso, social, económico y cultural durante varios siglos, en toda la región y mucho más allá. La agitación revolucionaria dejó este monumento abandonado. Una parte se convirtió en un edificio agrícola, otra se utilizó para los servicios parroquiales y el resto se destruyó y se utilizó como material de construcción. No fue hasta 1854 cuando el lugar atrajo el interés nacional y fue clasificado como monumento histórico. No fue hasta 1970 que el municipio de Sylvanès pudo finalmente comprar el monumento. En mayo de 2018, la abadía inauguró sus nuevas vidrieras: un proyecto creativo confiado al artista Jean-François Ferraton y al taller del maestro vidriero Philippe Brissy, que se inspiraron en la espiritualidad cisterciense para imaginar vidrieras incoloras y parcialmente opalescentes, termoformadas (en un solo panel, sin engaste de plomo).En la actualidad, la abadía se ha convertido en un centro cultural y espiritual de renombre internacional gracias al impulso del antiguo director, el padre André Gouzes, que inició su renovación, y del actual director, Michel Wolkowitsky, fundador del Festival Internacional de Música Sacra de Sylvanès. Durante buena parte del año, la Abadía de Sylvanès ofrece actividades culturales variadas y una hospitalidad de gran calidad en un entorno sencillamente excepcional. Aquí se graban discos, se imparten cursos y también se acude a conciertos de altura... Por lo tanto, el sitio no es sólo una hermosa piedra restaurada La visita a Sylvanès incluye también el descubrimiento de su fuente termal, que en su día perteneció a los monjes y que contribuyó a la floreciente actividad del pueblo en el siglo XIX. Se dice incluso que la emperatriz Eugenia pensó en hacer una cura. Por último, Sylvanès tiene otra gran sorpresa, única en Francia: en el corazón del bosque, no lejos de la abadía, los rusos han construido una increíble capilla de madera de estilo ortodoxo, gracias a un original intercambio cultural heredado de Perestroïka
